CAPITULO 7

Cerca de 3 días habían transcurrido desde que aquellos chicos hablaban a escondidas. Guillermo ahora sabia le gustaban las tortugas, cantar por lo bajo, el color verde y hacer postres en sus ratos libres.
Los recuerdos seguían sin volver y era sumamente estresante. No obstante, Samuel siempre estaba allí en sus momentos de crisis, animandolo y recordandole no había prisa alguna para saturar a su mente de recuerdos, aun tenia toda una vida por delante y le repetia el estaria allí para el.

A lo mejor podría sonar exagerado pero para Guillermo, el castaño era como un curita para su corazón.

Sentia era la única persona que lo entendia y con quien podia hablar libremente de sus sentimiento.

Por otro lado Lana había notado el distanciamiento de su prometido, sin embargo entendia ahora con su nuevo trabajo estaba ocupado y cansado. No era que a él le desagradara la chica pero le asustaba sentirse mejor con Samuel que con ella, y es que por mucho que se esforzara no lograba encender esa llama reconfortante en su corazón.
Y no era justo para ella hacerla perder el tiempo cuando el tenia la mente ocupada en otras cosas por lo que inconscientemente la evitaba.

El pelinegro se encontraba encerrado en su habitación escuchando musica, de vez en cuando sonreía. Ahora tenia un amigo, uno que era divertido, dulce y había que decirlo, demasiado atractivo.

Samuel le había contado que a la mañana siguiente el recibiría el pedido del restaurante debido a que James estaba un poco enfermo y no podria hacerlo. Habían quedado en verse, Guillermo había inventado debía trabajar de más ese día y Samuel por su parte saldría antes puesto que era martes y eran los días con menos demanda y se trabajaba solo medio día.

Se estaba volviendo un mentiroso. No era que le gustara, pero bastaba pensar en la idea de platicar mejor con el castaño que aquella culpa se esfumaba.

Al llegar el camión junto al señor Gonzalez y Guillermo, Samuel se ofrecio a ayudarles. Le guiño un ojo al menor provocando este se ruborizara un poco. El pedido se recibio, se despidieron normalmente como si fuese una entrega mas para enseguida enviarse un mensaje en donde prometían verse a las 6 de la tarde en punto.

El castaño paso a recogerlo en su auto cuando salio de laborar, lo espero una cuadra adelante y cuando este llego se saludaron con un pequeño y nervioso >Hola<
Los próximos 5 minutos conduciendo fueron en silencio donde hubo lugar a unas cuantas miradas tímidas por parte de ambos seguido de risas. Irian a una cafetería, de echo era la favorita de Guillermo.

Llegaron y pidieron la mesa del fondo, debían ser algo cautelosos o podrían descubrirlos. La cuidad era pequeña al final del día. Guillermo miraba indeciso sin saber que pedir entre tantos, no podía siquiera recordar los sabores o que le gustaba de allí.

—Deberias pedirte lo de siempre, un pan de queso y frutillas— Recomendó Samuel divertido

—Se nota me conocias— también rio —Confiare en ti, eso pediré

Al pedir sus postres y un café de moka, Samuel le contó cuando iban juntos algunas veces por mes a aquel lugar, y aunque probaran diferentes cosas el siempre terminaba eligiendo lo de siempre.

Se la estaban pasando bien, sin preocupaciones. Solo eran ellos dos, las cosas salían por si mismas, la platica fluida y la sensación de estar en total confianza.

Asimismo le contó cuando eran compañeros y tonteaban con los demás. Le conto de lo bueno que era Luzu con todos y que seguramente le había ocultado que Samuel aun trabaja alli por la seguridad de Guillermo.

Él entendió a la perfección, no debía ser fácil saber que hacer en casos como el suyo en que su familia habia pedido no decirle nada. Y le agradecía ser tan buen amigo y haberlo querido cuidar.

—¿Puedo preguntar algo?— Samuel asintió con la cabeza mientras le daba un sorbo a su café —Se que un desquiciado me lanzo contra un auto y me provoco esto, pero ¿Por que lo hizo? ¿Yo le hice algo malo?

Samuel empalidecio. No era viable decirle la verdad, no quería mentirle pero por desgracia habían cosas que debía omitir o cambiar.

Había sido por el, por ser pareja.

Carraspeo, quizás no decir la verdad completa no era mentir ¿O si?

—Ya te imaginarás, el típico cliente pesado al que no le parecio algo simple de la comida y lo hizo un escadalo— le miro espectante el menor —Nunca se supo que le molesto— agregó —Además, tu eras genial en lo que hacías, no veo el problema.

El contrario sonrió al escuchar aquello, Luzu también se lo había dicho, era su mejor mesero. Quizás con el tiempo podría volver a serlo, solo necesitaba tiempo para que su madre entendiese todo estaria bien y el era feliz así.

El castaño le miraba de forma atenta, sus ojos le hacían sentir seguro, eran calmado y amable siempre.

—Me gustaría poder recordarte mejor, eres buen hombre— espeto Guillermo sincero.

»BOOM«

El corazón de Samuel se acelero al escuchar aquello, el también queria lo pudiera recordar mejor. Escuchar que Guillermo lo consideraba un buen hombre le llenaba de orgullo y felicidad.

—Gracias— le dijo con un leve sonrojo en las mejillas, uno casi imperceptible —Tu también eres un buen hombre y tranquilo, te aseguro que podrás recordarlo pronto

El mayor le guiño un ojo provocando que las mejillas del contrario se tiñeran de color carmín. Se dedicaron una sonrisa sincera y por un segundo se perdieron en las miradas de uno y del otro.
Guillermo sentía como si conociera aquellas orbes de toda la vida, aun incapaz de recordarlo, sabia él había sido parte muy vital de su vida y queria lo continuara siendo pues a su lado no importaba el pasado. Si lo recordaba o no algun dia, no importaba, queria siguieran viéndose e intuía Samuel queria lo mismo.

Ambos lo sabian, era como entenderse con la mirada.

El pelinegro jugo con el popote de su café y finalmente bajo la mirada un poco apenado, se había quedado embobado en aquel hombre quien lo noto y le regreso una mirada enternecido.

Ya daban las 9 de la noche por lo que decidieron era hora de volver cada uno a sus hogares. No era que quisiesen dejar de hablar si no por el contrario, el tiempo se había pasado volando y las labores del día siguiente eran imposibles de cancelar. Samuel le llevo a una cuadra de su casa para evitar sospechas. Se despidieron con un movimiento de manos y una sonrisa.

La madre y el primo de Guillermo, Frank, le vieron entrando demasiado contento, como hace mucho no lo veian. Pidió disculpas por irse tan pronto a su habitación pues estaba agotado del trabajo. Era extraño verle así, no obstante les agradaba verlo rehacer su vida y su nuevo trabajo le gustara tanto. Guille subió las escaleras tarareando por lo bajo cuando de la nada se topo la mirada seria de Lana, quien le miraba desde la puerta de la habitación de ella al principio del pasillo.

—Tenemos que hablar William— le dijo calma y el mencionado empalidecio —Creo me has estado evitando y quiero saber el porque

El susodicho no sabia que contestar, se rasco nervioso la nuca y comprendio que era cierto, aquella chica merecia una muy buena explicacion. Suspiro rendido.

—Pasa a mi habitación, hablemos

La chica asintió con la cabeza, caminaron unos cuantos metros e ingresaron a la habitación, el chico le invito a sentarse en la orilla de la cama y el también lo hizo.

—Lana, de verdad lo lamento, he estado muy perdido en mis cuestiones y no es justo para ti— realmente estaba arrepentido —No es nada fácil por lo que paso y se lo tuyo tampoco, dejaste a tu familia y país por venirme a ver y yo te dejo los días sola

—Yo también te entiendo William, pero creí estaba haciendo algo que te molestaba y era por ello que no querías hablarme siquiera

Negó con la cabeza mientras le tomaba las manos a su prometida, ella era muy dulce como para poder hacer algo que le molestara

—Para nada, eres super maja y de poderte recordar podría corresponderte como se debe, por desgracia no me es posible, y no entiendo el porque

Ella si sabia el porque, ella nunca había sido parte importante de su vida, no tenían recuerdos en común y para pronto, ella tampoco quería así fuese. Era un buen amigo pero no estaba enamorada.

Le sonrió comprensiva, no era necesario apresurar nada, serian buenos amigos y verían como se darían las cosas, si debian casarse forzadamente a lo mejor con el tiempo llegarían a quererse.

—No te preocupes, te dejare tomarte tu tiempo— se dedicaron una sonrisa sincera —Saliendo del trabajo puedo alcanzarte y salir a comer donde aquel día fuimos

Aquel lugar era el restaurante donde trabajaba Samuel.
Podria verlo de nuevo y de inmediato acepto.

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