CAPITULO 23
El amanecer de aquella mañana era brillante, con el canto de las aves adornando el ambiente mientras un pequeño resquicio de luz solar se asomaba por la ventana. En el interior, dos chicos se encontraban nerviosos por lo sucedido hace unos momentos. Después de tantas salidas y tiempo juntos, Samuel se había atrevido a pedirle a su mejor amigo que fuera oficialmente su novio.
Frente a aquel lago lleno de patos, el cual habían visitado tantas veces en citas por ser un lugar alejado de la ciudad y accesible solo con reservación, el entorno era perfecto. El castaño le había regalado un anillo con una incrustación verde como promesa de amor eterno, mientras él llevaba uno morado a juego. Después de un paseo por el bosque, había sucedido lo que debía suceder en aquella cabaña. No era precipitado, pues desde el día en que Guillermo había comenzado a trabajar en el restaurante, el mayor había dejado muy claras sus intenciones hacia el pelinegro, quería conquistarlo. Lo cual no había sido nada fácil.
De Luque era abiertamente bisexual desde muy joven y estaba orgulloso de ello.
Sin embargo, el joven Díaz apenas estaba descubriendo sus gustos, o tal vez solo tenía miedo de cómo reaccionaría su madre al enterarse. Ella era un tanto homófoba y, sumado a su constante participación en la iglesia local, podría considerarlo la peor humillación. Guillermo era consciente de esto, pero finalmente decidía arriesgarlo todo por aquel castaño.
A diferencia de Samuel, el pelinegro era totalmente gay, sin haber tenido una sola novia ni atracción similar.
Aquel día, habia sucedido lo mismo: Guillermo se negó a avanzar por el sendero lleno de telarañas y sus respectivas arañas de todos los colores y tamaños.
Siempre le habían aterrado.
El castaño lo sabía, así que simplemente rió y le pellizcó la mejilla con cariño. Todo en su novio era perfecto.
[...]
Samuel yacía acostado mirando hacia el techo recodando aquel dia y en como las cosas habian cambiando tan repentinamente. Una vez más se encontraban en su lugar especial, sin embargo, era muy diferente la situación ahora.
A su lado se encontraba Guillermo profundamente dormido, con los cabellos levemente pegados a su frente y los labios entreabiertos. Estaba agotado.
Perfecto.
Lo describió Samuel en su mente y sonrio sincero.
—Ojalá decidas escapar conmigo, te prometo te dare lo mejor siempre— susurro al aire mientras tomaba su mano y le sobaba el dorso de ella con su pulgar —Esta vez te cuidare con mi vida si hace falta.
Una mueca se instaló en su rostro y una punzada atravesó su corazón al recordar la cara de confusión de Guillermo cuando se lo propuso.
El menor solo le respondió:
》Debemos pensarlo.《
¿Que si lo entendía?
Claro que sí, no era una decisión fácil de tomar. Era arriesgado, y al mismo tiempo quería darse una bofetada por ser tan impulsivo y decírselo en pleno acto sexual.
Pero de eso se trataba ese viaje.
O reiniciaban su romance, esta vez sin fronteras, o por el contrario, allí cerraba su historia. En aquel lugar donde todo había iniciado.
Seguía inmerso en sus pensamientos cuando sintió un movimiento a su lado. El pelinegro había despertado, le dedico una sonrisa y un sonrojo de sus mejillas al ver sus manos aun unidas.
—No puedes dormir porque esperas mi respuesta. ¿No es así?— pregunto calmo.
El mayor asintió con la cabeza sin querer decir mucho pues no quería presionarlo. Era patente de que lo que estaba apunto de decir sería crucial para lo que pasaría de aquí para adelante y definiría su futuro totalmente.
Suspiro un par de veces intentando buscar las palabras apropiadas o alguna forma de hacer más ligero lo que debía revelar. No obstante, era muy complicado de iniciar.
—Sea lo que sea que decidas, quiero que sepas que yo te adoro– comenzo calmo y se acerco al rostro del mencionado para comenzar a dejar castos besos en su frente —La verdad es que tu madre de ha mentido sobre todo tu pasado. Todos los demas lo sabian y le siguieron el juego...incluyendome— acepto con dolor agarrando con más firmeza su mano.
Los ojos del menor se abrieron de par en par y su boca forma una perfecta "o".
—¿Que?— susurro sintiendo todo le comenzaba a dar vueltas.
Sus sospechas desde un inicio eran ciertas, no había estado loco. Claro. Por ello no era capaz de recordar nada, pues ninguna de las actividades que realizaba como "terapia" correspondían al verdadero Guillermo.
Las historias contadas no habían sucedido en realidad. El tiempo transcurrido desde su despertar había sido forjado a base de mentiras por todos quienes lo rodeaban y en quienes confiaba.
Todos eran parte de la gran mentira. Y él, tan solo era el títere del espectáculo.
—¿Tu también lo sabias?— interrogo y ahogo un sollozo.
Quería vomitar. Su estomago se había revuelto al recibir esa información. ¿Acaso era una pesadilla todo esto? Añoraba que lo fuera pues de ser realidad, estaba seguro que ya nada sería igual.
Samuel alarmado por su estado se apresuró a contestar un tanto preocupado. Le dolía en el corazón haber sido un mentiroso con su amado y más aun, ver aquellos ojos achinados apagados. Una vez más, su chico se veía muerto en vida y una vez más, era su culpa.
—Si, si...pero quiero ayudarte a recordar, contarte la verdad de nosotros pero necesito que me escuches— espeto a lo que había sonado más a una suplica.
"Era todo o nada"
Finalmente era hora de decirle todo y no habría vuelta atrás, no más mentiras a partir de aquí. No le importaban las consecuencias que habrían por parte de la familia de Guillermo, si debían huir lejos de todos para siempre dejando sus trabajos y pertenencias.
El menor frunció el ceño repitiendo las palabras recien dichas en su mente. Desgraciadamente, hacia eco el hecho de que en efecto, aun no sabia de verdad de lo que había pasado entre ellos. ¿Quizás sus "recuerdos" con Samuel eran tambien falsos?. ¿Y si su madre no queria que lo viera porque Samuel era el que mentia? ¿Y si en el pasado tambien lo habia herido?.
Movio la cabeza negandose a entender todo. No suficiente con haber estado en coma y perder sus recuerdos, ahora se enteraba que estaba generando nuevas vivencias a base de mentiras.
Todo mundo mentia.
Su madre, Luzu, Lana, Frank, los compañeros del trabajo, y en especial Samuel.
—Así que mis suposiciones eran ciertas, y tu también me has ocultado cosas— Samuel abrió los ojos sorprendido. El no quería se malinterpretaran las cosas —¿Has estado disfrutando contarme mentiras de mi antigua vida, igual que todos los demás?— pregunto acompañado de una risa un tanto irónica mientras miraba a la nada.
Guillermo se sintió decepcionado, enojado, frustrado, usado. Y de la nada le invadieron las ganas de llorar y es que quería odiar en ese mismo instante a todos. Quería odiar al castaño, pero su corazón se lo impedía.
Su cabeza le decia a gritos qué el mundo y la gente eran una mierda y debia alejarse de todos. Sin excepción.
Pero no podia aborrecer a quienes quería.
Sin darse cuenta su respiración se había vuelta erratica y sus manos le temblaban sin indicios de querer parar.
—Chiqui, por favor, no te pongas así, te puedo explicar todo— suplico sintiendo un sudor frío recorrer su espina dorsal.
Samuel conocía esa sensación. Era miedo.
El mismo que había sentido al ver a su amado tirado en el piso en aquel accidente, el mismo que sentía al verlo inmóvil en la cama del hospital cada mañana, el mismo que sentía cada que se iba a trabajar sin saber volvería a verlo al salir del trabajo.
Miedo a perderlo.
El menor se aparto, deshizo finalmente el agarre mutuo de sus manos y se sento a la orilla de la cama recargando las palmas de sus manos en sus piernas. Estaba reflexionando todo. El día que despertó, cuando volvió a conocer a su familia, a Lana, cuando beso a Samuel. En su mente se reproducía todó junto, y es que ni siquiera podia recordar el orden de las cosas. Era como si su cerebro hubiese entrado en un estado de shock.
—¿Como podría escaparme contigo si me has mentido? Y yo que creí que eras el único que no lo hacia— hablo finalmente. Sus palabras habían salido más frías de lo que había querido o esperado –Ya no puedo confiar en ti.
Lo último lo había susurrado con sumo dolor. No sabia si antes le habian rotó el corazón puesto que no lo recordaba, pero estaba seguro que ese dolor en su pecho significa eso. Samuel, su adoración, la única esperanza y rayo de luz en su vida desde que había despertado. Se había apagado.
Todo lo vivido juntos perdia sentido si había una mentira de por medio.
Y no era una cualquiera, era una gigantesca.
—Guille porfavor, estabas emocionado por el viaje, la pasamos genial– intento llamar su atencion como queriendolo distraer del evidente mal estado en el que estaba —Si lo acepto... te he ocultado algunas cosas pero quiero ser sincero contigo. Dame la oportunidad de que entiendas porque lo hice.
–Lo siento, Samuel, pero todo esto es demasiado para mí. Todo pasa tan rapido— llevo sus manos a la cabeza halando ligeramente sus cabellos —Quisiera me explicaras todo, darte la oporunidad que pides, pero en este punto siento que ya no puedo creerle a ninguno que me diga su versión de los hechos— respiro profundo intentando calmar los latidos de su corazon qué retumbaban en sus oidos y el contanste mareo que amenzaba con hacerlo perder la razón —Yo...yo solo necesito tiempo para pensar. No puedo tomar esta decisión de forma impulsiva. Necesito alejarme por un tiempo y poner mis pensamientos en orden.
El castaño empalidecio.
Estaba sucediendo lo que tanto temía. La situación era exactamente igual a la protagonista de sus mas grandes pesadillas.
Estaba perdiendo de a poco al amor de su vida. Inevitablemente sintió sus ojos arder. Quizás eran lágrimas retenidas, quizás era impotencia de no poder arreglar todo en ese mismo instante, o quizás era coraje con el mismo por haber arruinado tan maravilloso viaje.
— ¿Alejarte? ¿Quieres decir que vas a dejarme?— pregunto atónito con la voz quebrada.
¿Se había acabado todo? ¿Así era como debían terminar las cosas?
¿Aun por mucho que había aguantado en silencio? ¿Por mucho que haya aceptado ser rebajado a ser solo el amante?
— Si. bueno no, no exactamente— suspiro pesadamente —No es lo que quiero, pero necesito espacio, para entender— le miro dejando en evidencia las pequeñas lagrimas que resbalaba por sus mejillas —Entiéndeme porfavor, no te odio, quisiera hacerlo pero no... al contrario, pero ahora mismo no me siento capaz de afrontar todo el resto de lo que tengas que contarme. Estoy muy confundido. No se ni que deberi hacer o sentir.
Samuel tardo unos cuantos segundos en silencio, segundos que habían parecido una eternidad a consideracion del menor. Ambos tenían un embrollo en sus cabezas. Por una parte, Guillermo se sentía traicionado, perdido y dolido, y es que la única persona en la que confiaba se había esfumado.
¿Acaso él era una broma para todos?
¿A nadie le importaban sus sentimientos?
Su primo, sus amigos, su familia y Samuel lo habian herido. Le habían hecho un daño irremediable. Quería salir huyendo y no volver a saber nada de nadie, iniciar una nueva vida solo y no volver a confiar jamas en nadie.
En su mente, ideaba salir de aquella cabaña y avanzar sin rumbo alguno dejando a Samuel atrás para siempre, fingir no haberlo conocido jamás y así resolver todo aquel embrollo. No obstante, no podía, alguna fuerza invisible le impedía alejarse de el.
No se sentía capaz en ese mismo instante pero ahora sabia que debía hacerlo.
Y por su parte, el castaño se maldecía mil veces de haber sacado ese tema, de intentar contarle la verdad. Aunque si lo pensaba bien, de no haber sido hoy, tendría que haber sido cualquier otro día cercano puesto que tiempo era lo que menos tenían.
Añoraba poder contarle todo, y asi Guille pudiera entender sus razones y supiera que si le había mentido había sido por una buena razón.
Y era que lo amaba.
Lo amaba tanto que era confuso. Quería hacer todo tan perfecto para su amado que había errado completamente.
—Esta bien— había susurrado en apenas un hilo de voz el mayor —Te dejare asimilarlo pero prométeme que me darás una oportunidad de escucharme.
Guillermo asintió con la cabeza aun perdido en sus pensamientos, estaba totalmente disociado. A continuación se había vuelto a acostar tapándose incluso la cabeza y dándole la espalda. Las lagrimas habían parado. Dolía como los mil demonios su corazón, sin embargo, ya no lloraba.
El que ahora lloraba en silencio era Samuel.
Las cosas no podían estar más jodidas.
[...]
Habían pasado ya días desde aquel incidente. Guillermo no se había presentado a trabajar y no contestaba las llamadas de nadie. Era como si se lo hubiera tragado la tierra
Después de aquella fatídica discusión no habían cruzado palabra alguna al siguiente día por la mañana cuando regresaban de su viaje. Al llegar a una cuadra de la casa de Guillermo, el castaño intento tomar su mano, a lo cual el menor la aparto y susurrando un "Gracias por traerme". Se había bajado del auto caminando directo a su hogar. No había mirado atrás, no había hecho sus tan recurrentes pucheros como cada que se separaba de Samuel.
Había decidido no tenerse lastima a si mismo.
Si nadie había tenido consideracion por él, el tampoco la tendría para nadie.
Como último recurso, el castaño le había pedido a Frank que le ayudara a hablar con su primo. Evidentemente el susodicho se había negado pues ya estaba enterado de todo. Guillermo ya le había reclamado y amenzaba con también decirle al resto de la familia que ya sabía que mentían y exigirle a cada uno que fuera sincero.
¿Qué había pasado con Lana y la boda?
Guillermo había estado dispuesto a cancelarla, de no haber escuchado a la chica y su madre hablar antes de entrar a darles la noticia. Lana lloraba, su padre cada día estaba peor y le rogaba a su próxima suegra por los medicamentos para él. Eran urgentes.
Y finalmente había podido comprender.
Su madre la había comprado, aprovechandose de la necesidad de la rubia. Imaginaba habría estado desesperada por ayudar a su progenitor y lo corroboraba con aquel llanto escuchado.
Al igual que él, era una víctima más en todo aquel embrollo.
Se sentia terrible pues no podia enojarse con ella cuando el también le había mentido y su mentira era mucho peor. Fuese una relación de tiempo atrás o no, en la actualidad estaban comprometidos y el había fallado.
Le había sido infiel con un hombre, el cual a su vez le mentia.
Nada tenía sentido.
Pero sabia que debía hacer lo correcto.
A partir de ahora, se olvidaría de Samuel y cumpliría su compromiso.
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