Querido Diario... Querido Federico

Viernes 30 de Junio de 2006

Querido Diario... ¿sería adecuado llamarte así? no, la verdad es que no. Me pregunto cómo debería llamarte. Antes de nada, he de decir que esto me resulta un tanto extraño, es decir, ¿escribir un diario reflejando mis sentimientos y mi día a día? Lo veo una locura, sobre todo si Diego, el psicólogo al que me han empezado a llevar mis padres, me pide el diario una vez a la semana, para poder saber cómo tratarme, ya que soy muy callada.

Todo empezó el 24 de mayo, con ese cambio tan drástico.

Me llamo Ana, y es necesario que sepas, que, antes de todas estas calamidades que empezaron a ocurrirme, yo era una chica normal, tenía a mis amigas, y hablaba de chicos. Siempre estaba pensando en declararme a Luis, que es el más guapo de todos los chicos que he visto en mi vida. Lo que me echaba hacia atrás era lo mujeriego que suele ser, y lo bruto y celoso que se pone cuando ve a cualquier chica que le gusta con otro. Luis nunca se había fijado en mí, aunque mis amigas me decían que seguro que se fijaba, solo que aparentaba que no. Claro, yo me lo creía.

Después estaba Federico, que era amigo mío desde la infancia. Él estaba colado por mí desde el año pasado, (por lo menos que yo sepa) cuando, en el viaje de fin de curso de cuarto, entró a mi cuarto para entregarme el móvil, que me había dejado en el suyo, y me pilló totalmente desnuda, preparándome para meterme en la ducha. Es tan bueno y tan respetuoso, que nunca ha sacado el tema, a pesar de que yo le grité y empecé a lanzarle todo lo que cogía.

Siempre he sido una buena estudiante, pero literatura me resulta pesada, muy pesada, de hecho, no me gusta leer. Cuando Federico se trae un día sí, y otro también, diferentes libros para leer, yo me quedo estupefacta. No es muy buen estudiante, pero le encanta leer, no lo soporto, ¿cómo quiere aprobar después? pues el muy puñetero pasa limpio sin ir a septiembre, y yo siempre suspendo lengua por literatura, que termino recuperando en septiembre, después de todo un verano estudiando. Este año, todo ha cambiado, todo a partir del 24 de mayo.

Todo fue por literatura. La profesora, una mujer alta de pelo negro, rizado y largo, con unas gafas de media luna que se apoyaban sobre la punta de su puntiaguda nariz y, seamos sinceros, muy mayor, entró el 24 de mayo en clase, enfadada, pues, de veintiocho alumnos en la clase, el examen de literatura lo habían suspendido quince. Evidentemente, yo lo había suspendido también, con un maldito 4,9. Ella siempre redondea hacia abajo.

Ese día empezábamos a ver la poesía de la Generación del 27. Para este tema, que era el último que íbamos a ver en literatura, la profesora quiso que hiciésemos un trabajo en grupos de dos, y nos asignó a cada grupo un poeta. La profesora se estaba quejando, porque, teniendo una clase llena de "incompetentes", no le había dado tiempo a enseñar el temario entero. A mí eso no me importaba. Si aprobaba el trabajo con buena nota, podía aprobar lengua sin ir a septiembre, por primera vez desde hace dos años, y no con un cinco raspado, sino con un buen siete, si hacía el trabajo para un diez, evidentemente.

La profesora hizo los grupos según le pareció a ella, y, gracias a dios, a mí me puso con Federico, y nos tocó Rafael Alberti. Yo le sonreí mientras él se hacía el tonto, apuntándolo en la agenda, para evitar mirarme.

Cuando terminó la clase, decidimos que quedaríamos la semana que viene en mi casa, para empezar a organizar todo el trabajo. Después, tendríamos que quedar tres veces más, porque... Federico siempre ha sido demasiado perfeccionista.

Después de lo ocurrido, solo puedo pensar en que fui una tonta al fijarme en Luis y no hacerle caso a Federico. Ahora me doy cuenta de que solo descubres lo que tienes cuando lo pierdes. Desde el accidente, solo puedo pensar en Federico.

Antes, dos hojas atrás, me preguntaba si llamarte Diario o ponerte otro nombre. Ya que mi psicólogo me ha dicho que puedo contar lo que quiera aquí, ya he decidido cómo llamarte.

Querido Federico, espero que no te moleste que me abra demasiado tarde. Besos, Ana.

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Tags: #amor#drama