Vacio
Mientras caminaba por aquel jardín, mi supuesto tío iba detrás diciendo una y otra vez que tenemos que estar unidos y hacer equipo.
Yo solo pensaba en como me metí en esto, la verdadera Athanasia ahora mismo estaría en esa fiesta siendo la burla de todos los nobles... mejor no me quejo.
Mi querido tío hablaba sin parar del futuro, uno en el que obviamente no estoy incluida.
- ¿Puedes parar? -. Dije mientras me paraba y me daba la vuelta para ver a mi tío que caminaba por detrás de mi -. No se porque me cuentas todo esto, pero se supone que no debe ser a mí sino a tu hija.
Me miro seriamente.
- Yo no tengo ninguna hija.
Le mire mal.
- Penelope consiguió un poco de mi sangre y con magia negra creo a ese ser... no es un humano, no es mi hija.
- Aunque la princesa Jennette no es humana y no fue concebida de la manera natural, aun lleva tu sangre, y eso la hace tu hija.
Seguí caminando sin mirar atrás y mi tío dejo de seguirme.
Al llegar sabía que Lily me iba regañar por llegar temprano y no socializar, pero ya no me importaba mucho.
Entre al palacio escuche las palabras de Lily, pero la ignore simplemente fui directo a mi cuarto cerré la puerta y me metí a mi cama, me tape con la manta y ya.
Mientras que Lily me hablaba una y otra vez a travez de la puerta que me daría mi privacidad, y que ella solo quería que salga al mundo y disfrute como una niña de mi edad.
No soy una niña, soy una mujer.
Cuando deje de oír la voz de Lily me pare de la cama y camine hacía el espejo, note que en ese espejo muestra a una chica con un bello peinado, con un vestido hermoso y hecho con mucha delicadeza, con unos bellos ojos y una piel perfecta.
Pero esa chica no soy yo, yo tengo el pelo rubio, no tengo ojos como diamantes, no tengo una piel tan perfecta y jamas me permitiría tener un vestidos como este.
Mire la habitación y de nuevo sentía ese vació que llevaba sintiendo desde que llegue a este mundo, un vació que nadie me puede curar con atención, joyas o promesas. Un vació que solo me lo puede quitar la muerte.
Me acerque a la ventana y corrí las persianas para poder ver el cielo nocturno.
En cuanto lo hice recordé porque siempre tapo las ventanas con las persianas. Para olvidar que estoy encerrada.
Unos enorme barrotes me hicieron recordar que no soy libre, y entiendo que yo provoque esto al intentar quitarme la vida con tanta desesperación y de tantas formas cuando era más joven.
Ni siquiera me dejan abrir las ventanas.
Apoye la mano en el cristal mientras miraba la luna.
Podía sentir que aquella luna creciente se reía de mi, se reía de mi sufrimiento y de mi tormenta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top