No hay trato
Miraba atenta como después del baile Jennette se instalaba en el palacio esmeralda, y tal como decía la historia dentro de poco Claude dejara de mostrar atención en mí.
Me vestí con un vestido rojo y hice dos trenzas, me preparaba para pedir una audiencia con Claude, necesitaba verlo en seguido para que me quite el titulo de princesa heredera.
Al llegar a su palacio, Felix me recibió con una gran sonrisa.
- ¡Princesa!, es la primera vez que busca usted primero a su majestad -. Dijo mientras me seguía detrás mío -. Seguro que su majestad estará feliz de verla en la mañana.
No dije nada, no quería estropear su animo tan pronto en la mañana. Cuando llegue a su despacho toque tres veces la puerta y espere a que me dejara pasar, cuando entre le pude ver muy ocupado y sorprendido con mi llegada.
- Necesito hablar a solas con su usted, su majestad.
Claude atendió e hizo una señal a Felix para que se fuera de la habitación.
- ¿Qué necesitas? -. Me pregunto mientras dejaba de lado sus papeles.
- ¿Se acuerda de nuestro contrato? -. Asintió con la cabeza, y pude ver cierto disgusto en su mirada -. Me alegro, pues entonces creo que ya es hora de que me quite el titulo de princesa heredara, tienes ahora a otro candidato.
- Yo no lo tengo -. Lo mire con cierta duda -. Yo nunca tuve algo romántico con Penelope, mientras que mi hermano sí... en pocas palabras no es mi hija.
- Aunque no sea tu hija, sigue siendo miembro de la familia real, hija del antiguo emperador y también sigue siendo candidata a suceder el trono -. Crees que aceptare esa respuesta tan vaga, yo no quiero reinar -. Usted me hizo un juramente y espero que lo cumpla ahora mismo... quitame mi titulo.
- ¿Por que?
Le mire confundida.
- ¿Sabes cuántas persona mataron por tener ese titulo?, ¿Cuantas personas murieron por eso?, ¿Cuantos príncipes lucharon y se prepararon solo por ser emperadores?
- Lo sé -. Me acerque a su mesa -. Yo no quiero una vida así, prefiero ser una humilde trabajadora a estar viviendo con el miedo de que en cualquier momento habrá una revolución, de mi propia sangre me puede matar solo por poder -. Le mire a los ojos -. Quizás para ti sea fácil quitar la vida de la gente, pero yo no soy tú.
Salí del despacho hecha una furia y camine firme hacía mi palacio.
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