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El comandante lo miró con miedo, intentó buscar su revolver pero este ya no estaba en su lugar. -¡¿Me secuestraste?! ¡Maudit imbécil! ¡Te ordeno a que me liberes en este instante!- Arno se le acercó, lo abrazó por la nuca y lo beso salvajemente. Napoleon intento resistirse pero todo intentó fue y era inútil. 

- Ya podemos estar los dos juntos. Este será nuestro hogar, viviremos aquí felices. Voya empezar a planear la boda. ¿Te parece en dos meses?- Napoleon no escuchó nada de lo que decía, ya con la idea de haber sido secuestrado lo sacaba de sus casillas. Sin aguantar de la rabia lo empujó bruscamente, apartándolo de él.

-¡Te acabas de pasar maldita sea!- Arno no entendía. - A ver. Al parecer no entiendes nada ¿verdad? ¡No te amo! ¡Yo no te amo Arno! ¡No me gustas ni un poco! ¡¡Entiende!! ¡Lo nuestro nunca fue real!- Aquellas palabras le llegaban como estacas al corazón del pobre Arno.

El asesino lo miró tristemente. - ¿Nunca me amaste?- El comandante negó con la cabeza furioso. Arno miró abajó y negó con la cabeza. -Aquella mujer te obligó a decir eso, ella nos quiere separados. Tranquilo mon amour, me voy a deshacer de ella y ya no tendras que fingir que no me amas.- Napoleon no entendió al comienzo, hasta que se dio cuenta de que hablaba.

Josephine.

-Ni se te ocurra tocarle aunque sea un pelo a ella, Dorian.- Amenazó apuntándole con un dedo. Arno agarró su mano y chupo aquel dedo de manera apasionada, provocando un sonrojo y gran confusión al comandante.

El cicatrizado le sonrío suavemente y acaricio la mejilla del pelo corto. - Tranquilo, mon cher. Lo haré rápida, lenta y silenciosamente. Nadie lo notará, regresaré rápidamente, a veras. Quédate aquí.- Y salió del lugar por la ventana. Napoleon se asomó por la ventana, vio como se alejaba el asesino por los techos. Decidió salir del lugar igualmente y tomar un atajo por las calles. Conocía muy bien a su esposa, sabía donde estaba en estos momentos. Iba de regreso del orfanato. 

Siempre regalaba juguetes y alimentos a los niños del orfanato. Debía estar llegando a la mansión. 

Fácilmente la alcanzó y la agarró de un brazo para meterla junto a él en un callejón.

-¡¡Napoleon!! ¿Donde estabas? ¡Los guardias te buscaron por todos lados!- El comandante le tapo la boca callándola, miró hacía arriba para ver que nadie los viera. Josephine apartó la manó y susurró. -¿Que te pasa?-

- Si te encuentra te va a matar, quédate en silencio. Ir al castillo ya no es seguro.- De la misma manera susurró. La mujer quedó aterrada al escuchar aquellas palabras.

-¿Quien me busca?-

-Un maldito loco celoso, que nos quiere separar- Respondió, al ver que nadie aparecía, salió del otro lado del callejón junto a su esposa. Llegaron a una calle más transitada, imposible que Arno los encontrara por ahi.

El comandante no veía con claridad el camino, hasta que se estrelló con alguien.

Elevó la mirada y el terror lo inundó.

-Te dije que te quedaras en la casa, Napoleon. Pero gracias por traerme a esa perra, me ahorraste problemas.- Comentó Arno mientras le acariciaba la mejilla al comandante.

-Josephine... ¡¡Corre!! ¡¡Alejate a toda costa de este tipo!!-

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