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Cuando se acabó el día, todos los niños fueron a casa con sus padres.
En estos momentos, Napoleon se encontraba cenando con sus padres y hermanos, ya habían hecho sus tareas.
- Bueno, niños, hoy su mamá y yo les tenemos una gran noticia- Comenzó una conversación el padre, Napoleon levantó la mirada poniendo atención a lo que diría el padre. - El siguiente día, nos mudaremos a Paris- Los hermanos de Napoleon gritaron de alegría.
Mientras Napoleon volvió su mirada a su plato. ¿Se mudarían a Paris? Pero, tendrá que dejar a sus amigos, no volverá a ver a sus compañeros, no volvería a ver a los profesores a los que agarró cariño.
- ¡Si! ¿Que les parece niños? Viviremos mejor- Comentó la madre.
"Me parece la peor idea" Pensó Napoleon en su mente. Por la noche, le costó dormir, muchos pensamientos y recuerdos le invadían.
A la mañana siguiente, los niños volvieron al colegio, Napoleon se reunió con sus amigos. Les dijo lo que iba a pasar al día siguiente. Ellos pusieron caras largas, no querían que su único amigo aguafiestas se fuera, ya no serían las mismas cosas de antes.
Las clases pasaron más lentas y tristes de lo normal.
Al finalizar el día, Napoleon estaba apunto de irse cuando una manito lo detuvo. El mayor volteo a ver, era ese mismo pequeño Arno.
- Hola, me dijiste ayer que te gustaba. Nadie nunca me había dicho algo bonito- Habló tímido el pequeño. Napoleon sintió pena, noto que Arno sostenía una flor entre sus manos. - Entonces... ¿Quieres ser mi novio?- Arno le extendió la flor.
El mayor no sabía que hacer, pero mañana se iría y no volvería a verlo nunca jamás. Entonces, tal vez...
- Eem, acepto, pero mañana me voy a Paris, ya no nos volveremos a ver- Arno soltó un suspiro de decepción, pero lo volvio a mirar con esos enormes ojos de color almendra.
- Pero... cuando nos volvamos a ver, ya seremos una pareja ¿verdad?- Preguntó esperanzado. Napoleon asintió. - ¿Y nos casaremos?- Napoleon rodeo los ojos y asintió para no desilusionarlo. Una sonrisa se formo en el rostro del pequeño. Le entregó la flor y se fue corriendo soltando unas pequeñas risas.
Napoleon se sentía culpable al engañarlo, pero Arno era un niño muy pequeño y decirle que era un reto. Ya se imaginaba al pequeño destrozado después de aquella confesión. Prefirió dejarlo como estaban las cosas.
Al llegar a su casa, veía como su familia sacaban cajas enormes llenas de ropa y más para dejarlos en un carruaje.
- Ya nos vamos hijo, móntate- Napoleon hizo caso y fue con sus hermanos. Después de unos minutos ya empezaron a andar.
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