capítulo 60
Erick POV.
- ¿Erick? ¡Erick! ¡Despierta! ¡Despierta Erick, despierta! – Abrí de golpe los ojos ante los llamados de mi compañera de cama.
- ¿Qué? ¿Qué pasó? – Pregunté desorientado y alarmado.
- Pasa que son las cinco de la tarde y seguimos... ¡Así! – Mierda ¿Las cinco? ¿Cómo habíamos podido dormir tanto? – Me daré una ducha y luego voy a ir por mi vestido a... a la casa de mi madre – Su tono de voz cambió por completo.
Dio un apasionado beso sobre mis labios antes de salir corriendo hasta el baño. Pase mis brazos por detrás de mi cabeza, mi mirada estaba perdida en el techo. Sin duda alguna, esta vez es enserio, estaba enamorado de ella.
Se escuchaba correr en el baño y un dulce tararear que provenía del mismo lugar. Un ligero pitido me sacó de mis pensamientos. Volteé hacia mi derecha y nuevamente se escuchó el mismo sonido, el cual era proveniente de su celular.
Por tercera vez sonó. Lo tomé y solo miré la pantalla, no invadiría su privacidad. Se trataba de tres mensajes de Zabdiel. Me debatía entre presionar "Ver" y "Salir". Decidí presionar el segundo botón pero estúpidamente, si, realmente estúpidamente presioné "Ver".
En automático el pequeño aparato me llevó a la bandeja de entrada. Había demasiados mensajes con Zabdiel. Más bien, todos eran de él. Tengo que aceptarlo, los celos me invadieron y elegí un mensaje al azar.
"Muy bien y ¿Entonces? ¿Qué tal te fue? Acéptalo perderás la apuesta".
¿Apuesta? Pensé divertido ¿Qué habrán apostado ese par? ¿Y por qué ella no me habrá contado nada? Sentía una inmensa necesidad de enterarme. Que esta vez no pude contenerme y fui a la bandeja de salida en busca del mensaje que respondía el previamente leído.
"Excelente, tanto que puedo asegurar que TU has perdido la apuesta. No te sorprendas cuando Colón admita que esta locamente enamorado de mí".
No se cómo explicar lo que sentí. Lo único que puedo asegurar es que solo quería estrujar el celular que tenía en mis manos hasta convertirlo en polvo, solo sé que tenía unas enormes ganas de golpearme a mí mismo por haber creído en ella, algo en el pecho me dolía, tenía ganas de correr a algún desconocido y no volver. Mi corazón estaba roto.
Tú POV.
Envolví mi cuerpo con una toalla que estaba en la baranda y salí del baño. Estaba tan contenta, esta noche sería perfecta.
Erick aún seguía recostado, sus brazos estaban detrás de su cabeza. Parecía cómodo.
- Tu turno – Le dije caminando hacia él pero solo miraba perdidamente hacia el techo – Erick – Canturreé y este sacudió levemente la cabeza.
- Si, ya voy – Sonrió y se sentó en la cama sujetando la sábana en su cadera.
- Nos vemos en un rato entonces – Me acerqué para besarlo pero este corrió su rostro y puso su mejilla.
(...)
Afortunadamente no estaba mi madre en casa, así que sin problema alguno pude entrar por mi vestido. Al igual que por los zapatos y accesorios que usaría. Salí pidiéndoles a las señoras encargadas de la limpieza que mi madre no se enterara que había ido. Todas asintieron con la cabeza, les agradecí y salí.
Siete en punto, llegué a la casa de Erick toqué pero la puerta estaba abierta.
- ¿Erick? – Pregunté pero el único que me respondió fue el eco. Debía seguir en lo de su traje.
Subí a grandes zancadas las escaleras hasta llegar a la habitación de Erick. Esta seguía desordenada a excepción de nuestra ropa que ya no estaba esparcida por el suelo.
Tendí la cama y acomodé todo lo que estaba fuera de su lugar. Vi mi celular en el buro, lo tomé y lo guardé en la cartera que usaría esta noche. Una vez toda la habitación ordenada volví a tomar una ducha para poder comenzar a arreglarme.
Erick POV.
Ocho y veinte, aún no estaba lista. Me deje caer en uno de los sillones de la sala, estúpido traje, como lo detestaba. Pero por fortuna faltaba poco para que mi tortura acabara.
Finalmente se escuchó la puerta de mi habitación cerrarse y seguido de esto, unos tacones sobre el piso de madera anunciaban su llegada.
Su cabello estaba en grandes, largos y perfectos bucles. Portaba un largo vestido rojo con lentejuelas simulando un cinturón por el frente y, por la espalda un sensual escote. No llevaba gargantilla o collar, dado que su vestido era estilo halter, algo así había mencionado pero era algo que yo no entendía del todo.
- Estas hermosa – Dije y el corazón se me estrujó.
- Gracias – Dijo sonrojada – Tú te ves bien también – Dijo al momento de estar a solo centímetros de mí.
"Sí, claro, como digas" Pensé sarcástico.
- ¿Nos vamos? – Pregunté haciéndome a un lado.
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