capítulo 54
Llegué a casa, aún no había llegado mi madre. Seguramente se trataba de otra de sus "importantes cenas". Me quité mis zapatos y los puse en el primer escalón para poder ir a la cocina, tomé un vaso y lo puse en la barra para poder sacar el jugo del refrigerador.
Ya servido agarré el vaso y regresé a las escaleras para tomar mis zapatos y ahora sí, subir a mi habitación pero el sonido del timbre me detuvo, volteé hacia la puerta y una vez más sonó el timbre. Deje de nuevo ambas cosas en las escaleras y caminé hacia la puerta.
- ¿Qué quieres? – Pregunté abriéndola.
Si no hablaba ahora mismo la cerraría y subiría a mi habitación. Levantó la mirada y la conectó con la mía pero lejos de emitir alguna palabra me tomó del brazo y me atrajo hacia él y con un veloz giro me acorraló contra la pared.
- Me encantas, me vuelves loco, me mata de celos que todos volteen a verte cuando llegar a algún lugar, odio que el estúpido de Joel se te acerque, me gusta tu carácter excepto el de la tú engreída y superada que sé que no es tu verdadera forma de ser, me gusta cada uno de tus vestidos y faldas – Inhalo profundamente ya que hablar tanto y tan rápido lo había despojado de todo el oxígeno en sus pulmones – Yo... te quiero.
No dejé pronunciar una palabra más, ni siquiera lo dejé respirar cuando ya estaba colgada de su cuello besándolo.
- Cu-cuando quieras te presto uno de mis vestidos – Dije riendo entre besos por lo que había dicho – Creo que te quedaran algo cortos – Regresé a sus labios.
- Los prefiero en ti.
(...)
- Yo te dije primero – Reprochó despeinándome.
- No – Dije riendo tratando de acomodar mi cabello nuevamente – Anda – Supliqué.
- No creo que a tu madre le guste – Se puso de pie.
- No llegará, aún es temprano – Me paré en mi cama – Además, nunca tiene hambre – Dije – Y no quiero cenar sola – Se acercó a mí volteando hacia arriba debido a la altura a la que yo estaba.
- Ya te dije, vamos, cenamos y te traigo – Insistió.
- Erick... – Alargué.
- Esta bien... ¡Ya! – Se rindió y sonreí victoriosa.
Tomé si mano y salimos de mi habitación. Erick bajaba con pesadez las escaleras mientras que yo, al contrario saltaba como una niña pequeña. A mediados de la escalera, se escuchó la puerta de entrada cerrarse y me detuve en seco. El sonido de unos tacones en el piso de madera me indicó que era mi madre. Inhalé y exhalé profundamente suplicando por dentro que no se comportara grosera con él.
- Creo que será mejor que me vaya – Susurró Riker en mi oído.
- No – Le contesté seria – Yo te invité a cenar – Le sonreí.
- Puede ser otro día si quieres – Se acercó a mí y besó mis labios.
- No – Fruncí el ceño dejándole en claro que no se hablaría más del tema.
Llegamos al último escalón y pude ver a mi madre viendo las cartas y recibos que estaban en la pequeña mesa del living. Volteó cuando sintió nuestra presencia.
- Vaya... – Dijo examinándolo de pies a cabeza.
- Buenas noches – Saludó Erick cortésmente.
- Buenas noches – Dijo con mirada de desaprobación.
- Escúchame, en verdad – Susurró una vez más – No quiero incomodarte ni mucho menos causarte problemas.
- Invite a Erick a cenar – Dije ignorándolo – Estaremos en el comedor – Sin soltar su mano lo guié hacia el comedor donde nuestros platos ya estaban servidos.
- ¿Pongo un plato para usted? – Preguntó una de las trabajadoras a mi madre.
"Di no, di no, di no" Suplicaba por dentro.
- Si, por favor – Mierda. Nunca cenábamos juntas y cuando realmente deseaba que no lo hiciera... lo hacía.
- Y... ¿Trabajas o solo estudias? – Preguntó sin siquiera mirarlo.
- Trabajo y estudio – Sonrió.
- ¿En...?
- Una tienda de discos – Completó.
- Trabaja en una tienda de discos – Dijo volteándome a ver en un disimulado tono de reproche.
¿Qué esperaba? ¿Qué liderara una empresa internacional?
- ¿Qué eres? ¿Cajero? – Contuvo la risa.
- En realidad no – Dijo los cubiertos sobre el plato – La administro – Volteó y me guiñó un ojo como asegurándome de que todo estaba bien – Era de mi padre, era como un pasatiempo y bueno, ahora ha quedado en mis manos.
- ¿Era de tu padre?
- Así es – ¿Qué no podía dejar de preguntar? – Falleció hace algunos años – Bajó la mirada.
- Lo siento – Claro que no lo sentía, a ella le daba lo mismo – Es bueno que ayudes a tu madre.
Esta cena no podía ser más incómoda, ni aunque los cojines de las sillas fueran de clavos.
- Ella también...
- Vaya – Hizo una mueca torcida – Debe ser duro.
- Lo es.
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