capítulo 46
- De Jesús tenemos que hablar – Cerré de golpe el casillero de Zabdiel.
- ¡Estás loca mujer! Casi me quedo sin cabeza – Exageró.
- Que lastima... Ahora tenemos que hablar.
- ¿Sobre? – Preguntó abriendo nuevamente su casillero.
- Cancelemos la apuesta – Dije sin rodeos y muy seria.
- Tienes que estar bromeando ¿Lo estás haciendo, verdad? – Preguntó mientras seguía sacando libros.
- No Zabdiel, no estoy bromeando – Volví a golpear la puerta haciendo que se cerrara una vez más.
- ¿Entonces te rindes? – Preguntó abriéndolo de nuevo y matándome con la mirada.
- No, si, bueno no, si pero no de ese modo – Ni siquiera yo me entendía – Yo... yo me siento mal por estar jugando con él – Dije con toda la sinceridad del mundo.
- No me digas – Dijo burlonamente – Te enamoraste – Soltó una carcajada.
- No seas idiota Zabdiel – Pasé con desespero mi mano por las puntas de mi cabello.
- Creí que querías recuperar a Joel y vengarte las que te hizo Colón ¿No? – Tenía razón, no podía olvidar los motivos principales.
- Si... – Dije con confianza – Estas en lo correcto. Olvida lo que te dije, la apuesta sigue en pie.
Me di la media vuelta pero lo vi y recordé lo bien que la habíamos pasado el viernes, sábado y el domingo.
El sábado nuevamente me invitó a cenar y esta vez se vengó diciendo que no me conocía lo suficiente como para besarme y el domingo habíamos estado en su casa. Así que nos la pasamos con Thiago y Yami.
- No Zabdiel , no puedo seguir jugando con él – Me di rápido la media vuelta hacia mi amigo y de inmediato llevé mi mano a mi boca - ¡Mierda Zabdiel! – Casi grito reclamándole por no avisarme que María estaba ahí.
****
- ¿Mala mañana? – Me encantaba sentir su aliento en mi oído.
- Pésima – Confesé largando un suspiro.
- ¿Te ha molestado alguien? – Preguntó serio.
- No – Reí – Solo un problema con Zabdiel, nada más – Saqué el último libro que necesitaría para las clases de hoy.
- ¿Segura?
- Completamente.
- Bien.
El timbre nos indicó que era hora de entrar a clase. Física, nos tocaba juntos.
- Hey ¿A dónde vas?
- A mi lugar – Contesté obvia y negó con la cabeza, la ladeó hacia la izquierda indicándome que lo siguiera.
- ¿De verdad? – Pregunté con los ojos abiertos a tope, quería que me sentara con él.
- De verdad – Afirmó y sin pensarlo dos veces lo seguí.
- Muévete – Le ordenó a un sujeto que la verdad ni sabía que estuviera en el salón.
- Pero ahí hay dos lugares – Señaló intimidado los dos sitios de adelante.
- Muévete – Repitió y estaba por decirle a Erick que nos sentáramos en los asientos de adelante cuando el sujeto tímidamente se puso de pie. Dejando libre el lugar.
- Eres un bravucón Erick – Le dije riendo.
- Siéntate – Me dijo cediéndome el asiento de atrás.
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