23
Taehyung estaba a punto de irse, camino hacia la puerta dándome la espalda, ni una vez mi miro, ni dijo nada más. No tenía nada bueno para decirle pero sabía que si lo dejaba ir, probablemente nuestra relación se rompería.
En esos pequeños instantes pude adivinar nuestro futuro si Taehyung salía por esa puerta, no nos hablaríamos, él por sus propias razones, yo por orgullo, así dejaríamos pasar los días, las semanas, que podrían volverse meses o años.
—Taehyung espera por favor, quiero hablar contigo, debe haber algo que podamos hacer para no arruinar nuestra relación.
Vi a Jimin levantarse del sillón y caminar hasta su cuarto para encerrarse, Taehyung se detuvo sin voltear a verme.
—Me gustas, me gustas desde la primera vez que te vi —dijo aún sin verme.
Jimin ya me lo había dicho pero escucharlo de la propia boca de Taehyung se volvía real, cuando Jimin lo dijo todavía tenía esperanzas de dudar o pensar que era un mal entendido.
—Tae, yo te quiero.
—Pero no de esa forma —Taehyung me interrumpió, pensé en Jimin y en Yoongi. Mi primo estaba seguro que no había forma de que se enamorara de Yoongi, sus convicciones eran fuertes, no le importaba si tenía que alejarse, pero yo no estaba seguro de poder estar sin Taehyung.
—Puedo intentarlo, lo que no soportaría es no estar a tu lado.
Entonces Taehyung volteo a verme, tenía los ojos rojos y mojados, estaba a punto de echarse a llorar.
—No quiero que te obligués a amarme de la misma forma, no sería bueno paga ninguno de los dos.
—Sólo yo puedo decidir por mi mismo Taehyung, y quiero estar contigo, quiero intentarlo aunque no funcione, entonces tú tienes que pensar en arriesgarse o no. El trabajo duro será para ti, no para mí, eres tú el que tiene que enamorarme.
Las mejillas se me calentaron por la declaración, aún tenía miedo, miedo de no poder llegar a amar a Taehyung y arruinarlo las de lo que ya estaba y miedo de aceptar la homosexualidad como algo parte de mi vida, hasta ahora me habían gustado las mujeres.
Sentí a Taehyung rodear mi cintura abrazándome, me hizo sentir incómodo, y cuando unió sus labios a los míos no pude corresponder correctamente, está vez no me forzó.
—Haré lo posible.
No supe que hacer o que responder, me sentía incómodo y con la incógnita de ¿Ahora qué en mi cabeza?.
—Ire a mi casa a cambiarme, nos vemos en la universidad —me dió un beso en la frente como despedida, cinco minutos después me encontraba recostado en el sillón bastante confundido.
Sabía que lo estaba arruinando aún más entre nosotros.
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