Dentro de un bosque, se encuentra una familia teniendo un picnic en un día tranquilo.

Un pequeño Eevee se encuentra junto a su padre y su madre, un Jolteon y una Flareon respectivamente.

—¿Qué vamos a comer? Tengo hambre... —quejándose.

—Unos sándwiches. Si quieres puedes ir poniendo la manta e ir sacando la comida en lo que nosotros vamos por bayas, ¿te parece? —decía su madre.

—Está bien.

El pequeño Eevee se dispuso a sacar y preparar la comida mientras sus padres andaban recolectando bayas. 

—Se ven ricos —decía mientras sacaba la comida.

De repente, aquel Eevee escucha que algo o alguien se acerca.

—¿Uh? ¿Hay alguien ahí? —un poco asustado.

...

—Creo que no fue nada —tranquilizándose.

Pero una mano agarra el cuello del Eevee.

—¡¿Qué?! —voltea y ve que un Pokémon está frente a él— ¿¡Quién es usted?! —asustado.

—Cálmate, no hagas ruido.

—¡Ayuda! ¡Papá, mamá! 

—Shh... ¡Cállate, niño! Vas a venir conmigo.

—¡No, aléjate!

Los padres escuchan los gritos de su hijo y corren rápidamente hacia donde estaba él.

—¡¿Qué?! ¡¿Quién eres?! ¡Aléjate de él! —decía el padre.

—Demonios... —decía aquel Pokémon que sujetaba con fuerza al Eevee.

El padre corre hacia ellos y derriba al Pokémon.

—¿Estás bien, hijo?

—Papá... —decía asustado.

—No... no quería hacer esto... —decía aquel Pokémon mientras se levantaba— pero no me dejan otra opción —se acerca a su padre.

—¡Te voy a matar, maldito! —decía el padre.

—Lo siento, pero esta es mi oportunidad —decía mientras sacaba un cuchillo—. Adiós.

Las aves volaban despavoridas.

—¡Papá, no! —decía el pequeño Eevee. 

El Pokémon guardaba su cuchillo, ahora manchado, para posteriormente dirigirse al Eevee.

—Tú, vendrás conmigo.

El Eevee solamente cerraba los ojos y lloraba, preparándose para lo peor.

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—¡Ah! —asustado—, ahora sí me asustó —miraba la alarma que sonaba al lado de él—, maldita alarma, ¿por qué eres tan útil pero todos te odian? —decía para posteriormente apagarla.