Capítulo. 4: Choque

• Perspectiva de Cole •

Llevé a Karly a su habitación, la cual estaba en frente de la de Jay y a un lado de la mía. Pude notar cómo la chica veía sorprendida lo enorme que era la casa mientras caminábamos por el pasillo, y no la culpo: esa fue mi reacción cuando entré por primera vez. Abrí la puerta y entramos para darnos cuenta de que la pieza estaba completamente vacía con un peculiar olor a libro viejo.

—Aquí es. —dije lo obvio.

Mi eco se escuchó en todos los rincones del cuarto.

—De acuerdo. —Karly asintió para después ponerse a buscar algo en su bolso.

En realidad, seguía sin poder creer que era una hechicera, y la verdadera razón por la que seguía ahí parado era porque quería verla hacer magia.

—Oye. —la llamé rascándome la nuca.

—¿Sí? —respondió mientras volteaba a verme a los ojos.

—Puedes... —empecé y la chica me miró sin entender—. Hacer magia. —pedí con timidez.

—¿No crees que pueda hacerlo? —inquirió sonriendo.

—No, no, no es eso. —dije con pena—. Bueno, tal vez. —desvié la mirada.

—No te preocupes, no eres el primero que no cree que exista la hechicería. Me imagino que tus amigos allá abajo tampoco lo hacen. —mencionó comprensiva mientras sacaba su varita de su bolso.

Tomó la varita con cierta delicadeza y empezó a darle vueltas o a moverla indistintamente, al igual que a soltar hechizos incomprensibles. Sus diminutas pertenencias empezaron a salir de su bolso flotando para después hacerse grandes. Era una locura y todo un espectáculo de brillos y colores: su cama parecía de juguete y después se volvió a tamaño regular. ¡Jamás en mi vida había visto algo así!

—Oh, Dios. —exclamé boquiabierto al ver como acomodó todo en su lugar y en tan poco tiempo.

Tenía una cama con sábanas blancas y azul marino, cuadros, fotos, una computadora, una radio, una maleta con ropa, lampara de lava, un espejo, un escritorio, una mesa de pociones, un balón de basketball... ¡Un montón de cosas!

—La hechicería es un arte hermoso. —comentó mientras veía con orgullo su ordenada habitación.

—Es increíble como puedes hacer todo eso. ¿Dónde lo aprendiste?

—Estudié desde niña en una academia de magia y hechicería en Forstorm City. —respondió mientras se sentaba en su cama—.¿Y ustedes qué hacen siendo ninjas? —preguntó Karly algo curiosa.

—Esto. —contesté mientras me preparaba para hacer spinjitsu.

Pero, antes de que pudiera hacerle una demostración, Jay nos interrumpió.

• Perspectiva de Jay •

Estaba pensando en todo lo que había ocurrido en tan solo unos minutos. La chica hechicera, su historia, Lloyd confundido. Todo era tan interesante; será genial tenerla aquí. Fue entonces que Nya me despertó de mis pensamientos.

Psst, Jay. —me susurró y mi corazón se detuvo por un segundo.

Sí, yo seguía perdidamente enamorado de ella. Hace unos meses, éramos felices juntos y siendo novios, pero todo eso se esfumó de la nada. Mi mejor amigo, a quien considero mi hermano, Cole, me la robó: inocentemente, según él. Me siento fatal todavía cuando los veo juntos; es decir, yo la sigo queriendo y ella me cambió por mi mejor amigo: ¿hay algo más bajo que eso?

—Dime. —respondí algo triste por haber pensado en todo eso.

—¿Puedes decirle a Cole que venga?

No puedo creer que me pida esto.

—Yo le digo. —murmuré sin ánimos.

Nya me sonrió. Esa sonrisa que tanto me encanta; todo para que sea de Cole. Vaya, me siento terrible por haberla perdido, y ni si quiera sé por qué me dejó si yo no hice nada malo, ¿o sí? ¿Haberle entregado mi corazón es malo?

Desvié los pensamientos que me carcomían y subí a buscar a Cole. Entré a la ahora habitación de Karly, la cual había sido renovada y estaba llena de cosas nuevas y geniales. No podía creerlo: hace unos segundos estaba vacía. Magia. Vi a Cole que quería enseñarle o demostrarle algo a Karly. Por su pose, parecía ser que quería mostrarle como hacía spinjitsu.

—Buenas. —saludé a propósito para distraer a Cole.

—Hey. —la chica me saludó.

—¿Qué haces aquí, Jay? —el pelinegro me miró irritado porque lo había interrumpido.

—Te habla Nya. —dije el mensaje un poco dolido por su contenido.

—Oh, gracias. Bueno, Karly, el deber llama. —bromeó y yo solo rodeé los ojos: a nadie le parece gracioso—. Te veo luego. —se despidió y salió de la habitación, dejándonos solos a Karly y a mí.

—¿Y...? —comencé una pregunta que no terminé mientras me sentaba a su lado.

La rubia me miró detenidamente para que continuara.

—¿Qué estaban haciendo? —finalicé.

—Pues, Cole iba a mostrarme como hacía spinjitsu. —contestó dudando en si había pronunciado bien la última palabra.

Presumido, pensé.

—Yo también sé hacerlo, mira. —me troné los dedos alistándome—. ¡Ninja! ¡Go!

• Perspectiva de Karly •

Jay soltó un extraño juego de palabras y empezó a dar vueltas formando un pequeño remolino o tornado azul, pero éste soltaba rayos por doquier. ¡Había olvidado que él era maestro del rayo!

¡aAHH! —grité realmente espantada.

—¿Qué pasa? —el chico inquirió preocupado mientras perdía el equilibrio por el susto de mi alarido.

De pronto y por accidente, chocó conmigo causando que los dos cayéramos mareados sobre la cama.

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