Capítulo. 3: Bienvenida a la casa
Había oído hablar de los ninjas que protegían a la ciudad de Ninjago, pero jamás se me hubiera pasado por la mente la idea de que eran mi primo y sus amigos. La noticia vaya que me impresionó. Aún tengo recuerdos borrosos de él de chiquito y verlo tan grande ahora: es todo un guerrero, fuerte, maduro, y, Dios, había crecido tanto en tan poco tiempo. Fue entonces que el chico de cabello obscuro, tez aperlada y ojos llegando a negro se acercó hacia mí.
—Yo soy Cole, Cole Hence; tengo diecisiete años, soy maestro spinjitsu de la tierra y ninja. —se presentó el más alto.
Seguido de él, se acercó el chico de chaqueta roja. Su cabello estaba despeinado, con cabellos parados y color café obscuro, al igual que sus ojos y su tez siendo blanca, pero algo tostada.
—Yo soy Kai, Kai Smith; tengo diecisiete años, soy maestro spinjitsu del fuego y ninja. —me guiñó un ojo.
Yo solo sonreí por el acto. Después, siguió el chico que tenía la playera blanca, su pelo era rubio claro llegando al blanco, su tez pálida como la mía y unos lindos ojos azules.
—Mi nombre es Zane, solo... Zane; tengo diecisiete años, soy maestro spinjitsu del hielo, y el ninja de Titanio. —se presentó amablemente.
Se me hacía que aquel chico era diferente a los demás. Parecía ser muy correcto e inteligente; era extraño, pero de la buena forma. Luego de Zane, pasó una chica de cabellera obscura y corta llegando a sus hombros, tez aperlada y ojos obscuros.
—Yo soy Nya, Nya Smith, hermana de Kai; tengo dieciséis años y soy samurai.
¿Una chica samurai? Eso es nuevo y muy asombroso.
—¡Wow, una Samurai! Eso es genial. —no pude evitar exclamar.
—Hum, gracias. —la chica dibujó una pequeña sonrisa tímida.
—Bueno, ya que ya has conocido a todos. —mencionó Sensei Wu—. ¿Por qué no nos dices qué pasó con Rachelle? —repuso.
Me quedé callada, otra vez. En serio, no quería hablar de mí, y mucho menos de mi madre. Ellos no lo sabían, pero mi mamá había fallecido en un accidente automovilístico unos meses después de haber visto a mi tío Garmadon, a mi tía Misako y a mi primo Lloyd por última vez en mi fiesta de cumpleaños número seis.
Por el otro lado, mi padre, bueno... Él, quien me cuidó por muchos años, había desaparecido en una misión de rescate y hechicería hace apenas cinco años atrás, en donde lo dieron por muerto. Exacto, quedé huérfana. Gracias a mis tíos de parte de mi papá, Reginald Woods, sobreviví y pude tener un hogar decente. Yo viví en la ciudad de Forstorm City toda mi vida y por suerte mis tíos, quienes también vivían ahí, me cuidaron por cinco años. Ahí fue donde aprendí magia desde niña ya que mi padre era hechicero.
Me volví hechicera maestra a los catorce años y estoy muy agradecida con mis tíos por ello, pero por desgracia, ellos se tuvieron que mudar hace dos meses a Escocia por motivos de trabajo. Me he estado hospedando en un hotel cercano, sin embargo se me acaba el dinero muy rápido. Tengo un empleo en una cafetería, me pagan bien, pero el hotel me quita demasiado. Antes de que se fueran mis tíos, les hablé sobre de que quería encontrar a mi primo y a mi tío por mera nostalgia: Ellos estuvieron de acuerdo y me dijeron dónde se encontraban. En ese momento, Sensei Wu volvió a insistir.
—Karly, ¿pasa algo?
—Simplemente... —empecé—. Mis padres fallecieron: Mamá meses después de mi fiesta de cumpleaños número seis y papá hace cinco años. —decidí decir todo rápido para evitar el tema.
Todos se quedaron boquiabiertos y un silencio incómodo no tardó en inundar la sala.
—¿Qué dices? Lo siento tanto, Karly. —Sensei musitó triste.
Los ninjas detrás de él asintieron cabizbajos.
—No puede ser. —se lamentó mi tío y se acercó para darme un abrazo, el cual correspondí y me hizo sentir mucho mejor.
El ambiente empezó a ponerse un tanto depresivo, y eso en realidad no le servía a nadie, ni si quiera a mí.
—Pero, bueno, eso ya pasó. Lo voy superando con el paso del tiempo. —tranquilicé el ambiente intentado sonreírles.
—¿De qué viviste? —preguntó mi tío de pronto.
—Viví con mis tíos, quienes me dieron un hogar. —expliqué—. Ellos me dejaron venir aquí a buscar a mi primo, pero, lo malo del asunto, es que se mudaron hace dos meses a Escocia. —continué.
—Significa... —Zane comenzó.
—Que no tienes hogar. —Jay finalizó su frase.
—Así es; vivo en un hotel que no me deja ni para comer. —presioné mis labios, mitad bromeando, mitad en serio—. Pero bueno, ya mejorarán las cosas. —repuse optimista.
En ese momento, todos se voltearon a ver entre sí, en forma de complicidad. ¿Dije algo malo?
—Puedes quedarte con nosotros: tenemos una habitación extra. —el señor Wu ofreció con honestidad.
—Sí, quédate aquí. —mi tío puso su mano en mi hombro como apoyo.
Todos asintieron con una sonrisa y mi corazón se derritió por el apoyo y cariño tan inesperado.
—No, ¿cómo creen? —musité sorprendida saliendo a la realidad.
No pensaba hacerlos gastar por mí o molestarlos con mis problemas.
—Cariño, no dejaré que estés sola; si aceptaste que tus tíos de parte de tu papá cuidaran de ti, ¿qué te hace rechazar a tu tío Garmadon? —mi tío me miró con una sonrisa mientras sujetaba mis brazos con delicadeza—. ¿Es porque estoy viejo? ¿Es eso? —dijo jugando.
Unas inmensas ganas de llorar de felicidad me entraron, pero me contuve. Estaba tan agradecida de tenerlo.
—Claro que no, tío, tú estás muy joven. —reí por su broma—. Es solo que no quiero molestarlos. —confesé.
—Jamás serías una molestia.
—Jamás. —repitió su hermano, Wu, sonriéndome.
Los ninjas también asintieron con una mirada de empatía. Ahí fue cuando me di cuenta de que todos estaban de acuerdo. Sonreí ampliamente y acepté.
—Muchas gracias. —fue lo único que pude decir para después correr a abrazar a mi tío y a Sensei Wu.
—De nada, bienvenida a la casa. —murmuró mi tío.
—¿Y a nosotros no nos vas a abrazar? —preguntó Jay con las brazos abiertos.
Me separé del abrazo y lo miré con una sonrisa tímida.
—Jay, calmado; la acabamos de conocer. —Cole le dio un codazo.
—Y, ¿tienes cosas que acomodar? ¿Equipaje, quizás? —el señor Wu me miró con curiosidad.
—No se preocupen, tengo todo en este bolso. —le di varias palmadas a mi accesorio.
—¿Cómo? —Kai arqueó una ceja.
—¿Tienes todo ahí? —le siguió Jay sorprendido.
—Sí, tengo un hechizo que hace las cosas pequeñas.
Los cinco chicos se quedaron sorprendidos y empezaron a hablar entre ellos sobre lo increíble que era la magia.
—¿Debería acomodar mis cosas? —inquirí sonriendo levemente.
—Claro, si quieres yo te llevo a tu habitación. —el pelinegro se ofreció de voluntario.
Jay, Kai, Zane y Nya lo miraron con un gesto de extrañes.
—Gracias. —dije para después seguirlo hacia las escaleras.
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