Capítulo. 10: No es lo que parece
• Perspectiva de Karly •
Nya me había dedicado una muy mala mirada que hasta podía decir que era de muerte. ¿Acaso estaba celosa de mí? ¿Hice algo malo? Ví como se daban un beso, lo que se me hizo muy lindo, excepto por el hecho de que me vi mal ante ella y lo incómodo de estarlo viendo ahí parada como un mal tercio. Tal vez ella cree que quiero algo con Cole lo cual no es para nada cierto, pero, ¿en serio sería capaz de juzgarme de esa forma?
—Te adoro. —le susurró Nya al oído.
—Yo también. —el chico le respondió sonrojado a morir.
Supe que me debía de ir. Estoy de mal tercio, quieren privacidad y no los quiero molestar; entendido.
—Bueno... —les sonreí apenada—. Yo-o, yo ya me voy. —caminé hacia la puerta sacándoles la vuelta.
—Sí, ya te vas. —la chica de cabello corto ordenó en un tono duro.
—Adiós, Karly. —Cole se despidió de mí sin despegar la mirada de su amada.
Sin mirar atrás, cerré la puerta dejándolos a los dos adentro. Me había dejado un muy mal sabor de boca la incómoda escena por la que acabo de pasar. No le agrado para nada a Nya y lo peor es que no sé qué hacer para cambiar su opinión con respecto a mí. De pronto, la gran idea de hablar con Lloyd cruzó por mi mente; había tanto de que hablar y contarnos. Toqué su puerta levemente y no escuché respuesta. Luego me di cuenta de que había una notita en la pared. "Salí con Marine, vuelvo al rato.", leí para soltar un suspiro decaída.
Fue entonces que decidí irme a mi habitación por un rato, pero debía admitir que me sentía muy aburrida sin Cole. Él había sido el único que me había hablado y que había conocido de todos en la casa hasta ahorita. Después de un tanto pensar, me duché y vestí con un suéter de rayas blancas y azules marinas, unos leggings negros y mis vans negros, para después cepillarme el cabello y tomar mi varita. No sé qué iba a hacer para matar el tiempo, pero algo se me ocurriría. Por mientras, debía salir de aquí.
Bajé a la sala y al llegar al primer piso, noté que estaba completamente vacío ya que todos se encontraban en sus habitaciones o fuera de casa. La cómoda sala capturó mi ojo y no me contuve las ganas de lanzarme en uno de los suaves sillones que estaban cerca al gran ventanal; el vidrio iba del piso al techo y ocupaba toda la pared, dejando ver hacia el patio y jardín e inclusive hacia aquella luna de la que ya había hablado antes.
Sorpresivamente, la lluvia volvió dándole el toque final que le faltaba al ambiente para que se volviera tan pacífico como lo era ahora. Tomé mi varita y empecé a soltar hechizos para mover cosas hacia mí, inspeccionarlas y regresarlas a su lugar inicial.
—Karly. —me llamó una voz detrás del sofá.
Volteé mi cabeza y me encontré con Kai, quién estaba muy arreglado. Traía puesta una chaqueta negra de cuero, una playera roja abajo de esta y unos jeans algo obscuros. Cierto, había dicho que iba a salir con esa chica llamada Skylor.
—Oh, hola, galán. —bromeé y él soltó una risotada.
—Ay, para. —fingió estar avergonzado mientras colocaba una mano en su mejilla—. ¿Crees que podrías avisarle a Sensei Wu que llegaré tarde? —me pidió en un tono más serio.
—Cuenta con ello. —asentí—. Por cierto, ¿en dónde está?
—Fue a comprar víveres a la tienda junto con Garmadon; volverá más al rato. —comentó mientras se ponía loción y se veía en un espejo que se encontraba cerca de la sala.
—De acuerdo.
—Gracias, K. —Kai siguió arreglándose en el espejo como si no se hubiera percatado de lo que acababa de decir.
—¿K? —inquirí ladeando la cabeza.
—Tu nuevo apodo; salió natural.
Achiné los ojos por la sonrisa que había dibujado. Este chico es muy ocurrente.
—Ehh, ¿cómo me veo? —se giró hacia mí y podía jurar que sus ojos portaban un dejo de timidez.
Lo vi de arriba a abajo y sin duda, se veía muy bien.
—Te ves on fire. —le guiñé un ojo.
—¿Qué esperabas del Ninja de fuego? Muchas gracias. —se dirigió a la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.
—Suerte y cuídate de la lluvia. No vaya a ser que terminé mojando tu fuego, K.
—¡Ese es mi apodo hacia ti! —reclamó ofendido.
—También queda para ti. —me excusé y le sonreí mostrando un poco los dientes.
—Touché. —me devolvió el gesto para después salir de la casa.
Mi relación con Kai también crecía poco a poco siendo algo que me agradaba ya que parecía ser un gran chico. Me recosté tratando de encontrar una posición más cómoda en el sillón y miré al techo blanco. Una siesta no me haría mal. Fui cerrando los ojos despacio y escuché unos pasos bajar las escaleras. Esta vez, no me molesté en si quiera abrir los ojos para ver de quién se trataba, y fue entonces que me quedé profundamente dormida.
• Perspectiva de Jay •
—¡Vamos, vamos! —gritaba mientras presionaba mi mando rápidamente.
En serio adoraba jugar videojuegos por la tarde; podría decir que es uno de mis hobbies favoritos. Después de unas cuantas horas, me dio hambre y se me ocurrió bajar a la cocina por un aperitivo. Escuchaba el hermoso sonido de la lluvia caer mientras bajaba las escaleras y al acercarme al ventanal para ver la tormenta me encontré con alguien en la sala.
Era Karly, quien parecía estar tomándose una siesta. Sus gestos estaban en paz y tenía dibujada una sonrisa casi imperceptible; se veía muy... ¿tierna? No me juzguen, la chica es linda. Estaba por retirarme y seguir mi camino, pero su varita en la mano llamó mi atención. Me senté cuidadosamente a su lado y pasé una mano en frente de su cara: No reaccionó.
No cabe duda de que está dormida. Tenía ganas de-... No lo sé, tomar prestada su varita. Una curiosidad me inundaba... Quería saber qué hacía. Sin darme cuenta, ya estaba acercando mi mano poco a poco hacia la varita. Cuando de pronto, la rubia abrió los ojos de golpe.
—¡Hey! —se levantó rápidamente y me apuntó su varita.
—Yo-o... —balbuceé sin saber qué decir.
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó con un tono duro.
—Ehh... No es lo que parece. —mencioné apenado.
—¿En serio? ¿Y qué se supone que debería de parecer? —preguntó molesta.
La forma en que me miraba me ponía demasiado nervioso.
• Perspectiva de Karly •
No es que tenga un sexto sentido, pero presentí que alguien estaba a mi lado, lo cual provocó que abriera los ojos de golpe. Al hacerlo, me encontré con Jay alzando su mano hacia mí... ¿Qué? Me levanté en seguida a la defensiva y le hice unas cuantas preguntas, las cuales me respondía con dificultad y muy nervioso. ¿Qué rayos le pasa a este chaval?
—Deja de tartamudear y dime: ¿qué estabas haciendo? —volví a preguntar.
—Yo... —el castaño levantó las manos al aire en rendición—. Quería usar tu varita. —por fin, aclaró.
Resoplé dejando salir un leve suspiro, aliviándome al escuchar la razón; sinceramente, ya no sé que esperar de este muchacho. Bajé mi varita dejándosela de apuntar y me senté en el sillón.
—Ya te dije que no la puedes usar. —le expliqué ahora más tranquila.
Al siguiente instante de decir eso, Jay se tiró al piso y me tomó de la pierna, suplicando. Yo me limité a saltar un poco de la sorpresa.
—¡Por favor, me mata la curiosidad! Te lo ruego, solo quiero ver qué hace y ya no te preguntaré nunca más. —me suplicó aún en el suelo.
No podía creer lo que ocurría en ese momento. Este chico está completamente chiflado, además de testarudo.
—Basta, levántate. —le ordené mientras le tendía una mano.
Aceptó mi mano y se levantó sin tanta dificultad, aún viéndome con una carita de cachorro.
—Mira. —medite por unos momentos—. Te mostraré qué hace. —señalé la varita—. Pero, por favor, no vuelvas a intentar quitármela y menos cuando estoy dormida. —finalicé.
—De acuerdo, lo siento. —él se disculpó algo apenado.
—No te preocupes. —respondí aliviada de llegar a un acuerdo.
Este chico me está volviendo loca y no de la manera romántica.
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