Tres (AKA Cómo superar a un ex - Parte II)
El martes cumplí tres años de estar enamorada de una persona que nunca podrá corresponderme.
Tres años.
Han sido tres malos cumpleaños, malas Navidades, Año Nuevos... odio las festividades más que antes porque, obviamente, todo se llena de abrazos y cariños y yo, simplemente... sólo quisiera escuchar su voz una vez más.
Me enamoré perdidamente. Sigo enamorada. Feliz con la compañía de alguien especial pero, definitiva y absolutamente enamorada de un imposible.
Tres años.
Empieza aquí entonces la discusión eterna entre si es amor u obsesión. La delgada línea entre la pasión desenfrenada y la enfermedad mental. No quisiera contar sobre si me volví o no me volví loca de verdad (créanme, llegué a pensarlo, sobre todo por culpa de él) pero quizás si les cuento cómo es que volví a respirar pueda que ayude a alguien que esté pasando por algo parecido.
El primer año fue terrible, lo recuerdo bien. Llegaba a casa, subía las escaleras, abría mi puerta y me echaba a llorar en el piso. Aguantaba todo el día en el trabajo para llegar a casa y llorar. Hubo días en los que me levantaba a las ocho de la mañana llorando y se hacían las ocho de la noche y seguía llorando. Evitaba pasar por el óvalo por donde solíamos caminar, me daba la vuelta a la cuadra solo para no andar por los mismos lugares por los que juntos íbamos a conversar. Eliminé todas las canciones que me hacían recordar a él. Comencé a ver películas tontas de acción y dramas de guerra, y nunca más vi una comedia romántica. Todo, absolutamente todo me hacía pensar en él. Mi mejor amigo dijo: NO PUEDO DECIR ALGO PORQUE TODO TERMINA SIENDO ÉL. Me pidió que nunca más mencionáramos su nombre. Así como él, otros me lo pidieron también.
"Estás obsesionada" era la respuesta más fácil para todos los que no comprenden cómo es que una no pueda olvidar. Vino entonces mi solución al "ego" herido de que los demás pensaran que era masoquista, que mi amor no era amor, que sólo lloraba para llamar la atención, que yo tenía una fijación más allá de lo sano por él; cada vez que me preguntaban "y ¿cómo estás?", yo respondía, fiel a un libreto: "HEMOS ESTADO MEJOR"
Aún lo hago. Es la verdad. Esa es mi respuesta diaria: He estado mejor. Es lo más honesto que puedo decir. Ni bien, ni mal, solo que... he estado mejor.
Nada me hacía feliz. Seguía llorando en los almuerzos sola en el comedor, seguía lagrimeando en mi sitio porque todo me hacía pensar en él. Llegue a llorar y chillar tanto que un día, de madrugada, mis vecinos fueron a tocarme la puerta y preguntar si estaba bien o debían llamar a la policía. Adiós dignidad, nunca ha sido mi amiga, no la necesito. Terrible primer año. Yo era un zombi. Un envase vacío. Muerta en vida, así era yo.
Mi mejor amigo me hacía reír, me acompañaba. Se lo agradezco.
Mi mejor amiga, hizo fuerza común y lo odió lo que yo no pude. Se lo agradezco, también.
No me imagino qué hubiera sido de mí sin ellos. Son héroes de una niña dolida y destrozada. Mis respetos a ambos por aguantarme tanto. Me deben de querer.
Comencé a recuperar mi vida, con proyectos personales que saqué adelante y que sigo empujándolos. ¿Cómo? Porque, obviamente, comencé a olvidar. No digo que no me levantaba y seguía pensando en él. Para que mentir, lo hago a diario hasta ahora. Pero, enfocarse en una actividad perdida en el tiempo o en un proyecto personal es una muy buena respuesta. Mantener la mente ocupada es vital. Tratar de no tener tiempos libres para no darle espacio al corazón a que te hable. Eso hice yo. Y logré volver a respirar.
El año y medio pasó así y entonces, un día la vida quiso que me reencontrara con alguien de mi pasado que se convirtió en lo que necesitaba. Compañía, sexo, libertad y cariño. No hay amor de por medio, como ya les conté. No tengo corazón para amar, pero hay mucho, muchísimo respeto y confianza. Me revivió en cuanto a lo que es sentirse deseada, a sonreír por una caricia, a recordar momentos en la cama y morir de risa. Es el hombre que me hace feliz hoy en día y se lo agradezco infinitamente.
Ya lo demás es una historia que puedo contar en varias más de estas confesiones. Saben que me encanta escribir de mi compañero actual. Más de lo que debería, lo sé.
Nunca volví a ser la misma persona después de él. Todo es ahora más difícil y doloroso. Encantador, motivacional y retador sí, pero dolorosísimo.
¿Cómo superar a un ex? No creo que se pueda. No es posible. Creo sí que lo que va a ocurrir es que vas a olvidarlo. Va a seguir en tu mente, en tu corazón, en tu vida, en todo lo que hagas pero, ya no recordarás su rostro, su piel, su aroma, su voz. Lo olvidarás. Quedará la hermosa y penosa sensación de saber que lo amas pero ni idea de porqué. Al menos no si lo has amado de una forma aterradoramente fuera de los límites de la razón. Y no hay mejor amor que ese, que el que te lleva a creer que puedes volar, que puedes alcanzar el cielo con las manos, ese del que tanto hablan las canciones o las películas o los libros o qué se yo.
Ese tipo de amor que te vuelve loco y del que piensas que es demasiado bueno para ser verdad pero, milagrosamente, lo es. Si amaste así de intenso, entonces estás jodida.
¿Superarlo? No. No se puede. Pero, respira un momento, detente y piensa: ¡Eres una puta afortunada niña! Has amado. Has conocido el amor. Lo has vivido y ya sabes lo que es. Y dime... ¿no crees que todos, TODOS, los seres humanos deberían sentir lo que tú has sentido al menos una vez en su vida?
Créeme, eres una maldita suertuda. La gran mayoría no encuentra ese amor. No ESE amor.
No lo superes. Vive con tu amor. Abrázalo, quiérelo y cuídalo. Si fuiste capaz de amar así, eres capaz de cualquier cosa, niña.
Ahora, seca esas lágrimas, levántate, abre la ventana y pon a todo volumen una buena canción. Que te escuchen los vecinos cantar. Baila hasta que te duela el cuerpo. Grita y disfruta la vida. Eres una mujer que sabe más que muchos que nunca tendrán ni la mitad de la fuerza que tú tienes. Eres una verdadera luchadora y eres el resultado de lo que fueron pedazos de un corazón roto. Eres valiente. Hay que serlo para aceptarlo.
Se tu héroe. Se la mía. Merecemos el mundo. Tú sabes que sí. Si la vida te puso este reto en frente es porque sabe que eres lo suficiente fuerte para pasarlo. La vida es una perra, cierto, pero es una sabia perra que no le da a todos la oportunidad que te dieron a ti. ¿Y sabes por qué? Porque te tiene preparado algo tan grande que sólo aprendiendo de esto lo podrás obtener.
A la mierda lo que piense la gente. Ya quisieran ellos amar como tú lo haces. Ven bailando hasta mi puerta, abramos una botella de buen vino y riamos de la vida.
Te espero.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top