Segundo Shot|Final

Pasó una hora luego de desayunar. Decidió que era mejor irse que desatar la furia de Max. Seguro ese hombre estaría endiablado por pasar la noche afuera. Se preparó bien antes de abrir la puerta para irse, pero justo al abrir hay dos mujeres mayores frente la puerta. Una de ellas con el brazo izquierdo alzado y su mano formada un puño. Al parecer iba a tocar cuando por coincidencia Mew abrió.

Se miran. El muchacho confundido mientras que las mujeres exaltadas de una belleza como él. La mujer moderadamente gordita con cabello cortado en hongo marrón, y una blusa anaranjada seda, mahones, zapatillas blancas, abre la boca grande. Sorprendida de ver a alguien diferente.

—Ouh. Íbamos, íbamos a... — La mujer baja la voz poco a poco. El chico sonríe tímido. Esas féminas comparten una mirada sonrojada antes de voltear hacia el hombre. —Soy la mamá de Tul. — Ofrece su mano libre pues carga una cesta de comida en la otra.

—Hola, un gusto. — Mew sacude manos con ella y con la otra mujer asintiendo pares de veces.

—Entonces, ¿eres amigo de mi hijo?

—Eh... No, yo--

Las mujeres van pasando adentro sin más. No lo dejan ni hablar cuando continúan, —¡Ven! Haré una comida para mi hijo. Pensé que estaba en casa pero veo que no. Siempre llega agotado. ¿Cuál es tu nombre, cariño?

—Mi... Nombre... — Habla pausado Mew quedándose al margen de la puerta. Viendo las flores a los laterales de los pequeños escalones mecerse de adelante a atrás con mariposas sobre estas. Pensando si irse o quedarse. Se lo piensa bastante. Pero niega la idea de irse y mejor cierra la puerta suavemente. Voltea hacia las dos mujeres con una amable sonrisa. —Mi nombre es Mew.

—¡Mew! Vaya, es un placer. Mi nombre es Delilah y esta es mi amiga, Wanda. ¿Primera vez en casa de Tul?

—... De hecho, solo nos hemos visto un día. Estaba herido cuando me encontró y ahora estoy aquí. — Sigue mencionando humilde el chico señalandose la venda antes de brincar hombros con unas risas.

—Por Dios, chico, ¿Qué te sucedió? — Pregunta la mujer. Wanda le abofetea un hombro y la progenitora voltea hacia ella toda cuestionante y malherida como si hubiera recibido un dolor tan enorme como una bala.

—¡¿Qué?!

—Eso es cosa del muchacho, Delilah.

—Ay, cierto, perdón. — Delilah voltea hacia él disculpándose con un asentir.

—No pasa nada, descuiden. ¿Puedo ayudarlas en algo?

Se acerca el chico hacia las dos mujeres. Delilah comienza a cuchichear cosas tal cual una chismosa. Uniendolo libremente a la conversación. Él ríe por inercia. Sin poder evitarlo. Hacia mucho tiempo que no tenía personas agradables a su alrededor. No podía reír como lo hace ahora. Apenas ha visto a estas dos mujeres y ya anda riéndose con ellas. Sintiéndose a gusto.





🔹

Mientras tanto, Tul no era un médico certificado ni legal, era profesional, sí, pero no trabajaba en un hospital. Por obra del destino o simple coincidencia trabaja para el progenitor de Mew, la familia "Luset". Solo que Mew no sabía esa información. Pese a ser el hijo del mafioso siempre se mantenía alejado de detalles en la familia.

Ahora mismo Tul anda dentro de una cabaña cuyo exterior, en el lateral de la puerta, contiene un cartel con el apellido familiar escrito de arriba a abajo en tinta negra cursiva. En el suelo hay un hombre gritando. Sin camisa. Dejándose atender por Tul quién le cose una herida. —¡¿Eres médico pero no tienes sedantes?!

—Ya le dije: Se me acabaron. Apreciaría mucho si no se mueve. Usted estaba de acuerdo desde un principio. Sé que duele pero quédese quieto o podría adentrar la aguja por una carne que no tiene nada que ver. — Tul anda sudado. Llevan treinta minutos y solo le falta terminar un tercio de la cortadura.

—¡NO QUIERO MOVERME, PERO NO PUEDO-- AHHHH! — Vuelve a retorcerse y Tul perfora otra parte de su costado. Rendido suspira enderezando la espalda.

—¿Ves? — Le discute sereno.

—Lo siento... — Concuerda el hombre mirándolo adolorido.

Tul niega con la cabeza para volver a agacharse y esta vez, perforar la masa correcta, pasar todo el gancho curvo hasta tender bien arriba el hilo.
Mientras eso sucede, el padre de Mew entra al sitio con su bastón. Caminando paulatino pero confiado. Posa a un lado de ellos viendo normal la escena.

—Jefe.— Dice el chico adolorido.

—Pórtate bien, Reynald. Este chico es el mejor doctor que tenemos en la familia. Ha curado a muchos como tú e incluso peor. — Su tonado grueso pero rasposo típico de un hombre mayor lo hace sonar como un narrador de cuentos oscuros. Tul ya está acostumbrado a esa voz así que forma una pequeña sonrisa labial sin dejar de trabajar en lo suyo. —Tienes suerte de que solo recibiste una cortada en la pelea de hoy, otros llegan con miembros amputados.

—¡M--Me esforzaré más, jefe! — Reynold avisa pero al gritar, ha apretado el abdomen y esa área aún duele. Acuesta la cabeza en el suelo mientras gruñe. El jefe ríe.

—Descansa, Reynold.

—Entendido, jefe.

El hombre pasa de ver a su subordinado para mirar cálido a Tul.










🔹

—Aquí tu paga, Tul. — Pronto están él y Tul reunidos frente a la cabaña. Los hombres del progenitor han metido al paciente en los asientos traseros de una limusina así que solo quedan ellos dos. Una pequeña bolsa volumizada con dinero cae en la palma de Tul. Este siente su peso en la palma pero se mantiene mirando al jefe.

—Le agradezco, señor.

—Eres una buena persona... Me hubiera gustado casar a mi hijo con alguien como tú. — Para las últimas palabras se sostiene su estómago mientras desvía la mirada al suelo. Tul arruga el ceño. Ese hombre jamás habla de su vida privada. En estos cinco años jamás le ha contado ni una sola cosa íntima, mucho menos que tiene un hijo.

—¿Hijo?

—Sí. Lo casé con alguien que a pesar de su majestuosa cantidad de dinero, no es bueno--

—Jefe, lamento interrumpir, pero van a ser las cuatro y usted tiene una cita a esa hora. — Informa un guardia acercándoseles.

—Ah. Cierto. Bueno, Tul, nos vemos.

—Cuídese, señor.

Ese misterioso hombre forma una sonrisa labial amigable antes de cojear hacia adelante con el bastón. El médico permanece mirándolo apenado antes de mirar la bolsa dineral que ha aceptado. A veces, sin saber por qué razón, siente que quiere devolver el dinero porque cada que lo mira siente lo mismo que al mirar los ojos de ese hombre: tristeza millonaria. Una tristeza irreparable y un alma llena de arrepentimientos.
¿Es así cómo se siente tener tanto dinero pero aún así estar solo?
























🔹

Tul abre la puerta de su casa y entra. Caminando cabizbajo de lo más normal. El dinero oculto en su maleta negra.

—¡FELIZ NAVIDAD! — Lo reciben su madre, la amiga de esta y Mew en la mesa de la cocina.

—¡¿EH?! — Se sorprende agrandando los ojos. No necesita girar para cerrar la puerta pues esta cierra tras él y permanece congelado mirándolos a todos. Mew anda tímido sentado en una de las sillas al igual Wanda pero aplaude cuánto puede. Viéndose feliz.

La única parada es Delilah quien se abre de brazos para abrazar a su hijo. —¡¿Pensaste que te dejaríamos solo en Navidad?!

—N--No, pero no me espere esto. — Anda todo tímido mientras ella lo abraza. Reteniendolo en su pecho. Al estar retenido dentro de un ajustado abrazo la voz de Tul suena súper gruesa como si tuviera eco dentro de un túnel.

—¡Hice comida para ti junto con Mew! ¡Nos ayudó en la cocina!

—Y mis créditos dónde están. — Debate Wanda fingiendo un rostro indiferente.

—Wanda también nos ayudó. — Dice la mujer restándole importancia.

—¡Oye!

Wanda grita pero ríe mirando feliz a Mew quién también comparte una mirada con ella. Riendo.

🔹

Durante la comida están conversando entre todos felices. Mew pensó que iba a ser una tercera rueda, pero no lo hicieron sentir incómodo en absoluto. Las mujeres realmente hicieron un esfuerzo en añadirlo en conversaciones indistintas. Tales cómo: Qué le gustaba hacer Mew en navidades, cuál era su comida favorita, si le gustaba el karaoke o no, Tul también aportaba en las conversaciones preguntándole de vez en cuando a Mew cosas normales. Una charla fuera de mafia y negocios: simplemente conversaban como personas normales.

Hasta que llegó la pregunta:

—¿Y por qué estabas herido, Mew? Si se puede saber claro. — Delilah precauciosa deja la pregunta.

—¡Mamá! — Sisea Tul.

—No, está bien, creo que puedo decirlo... — Mew les dirige una triste sonrisa. Todos dejan de comer para lentamente mirarlo. Prestándole toda su atención. Tul en especial preocupado.

—No te sientas presionado a decirnos ahora si no quieres. — Apoya.

—No. Sí quiero. Jamás he podido hablar con nadie de esto. Ni siquiera con mi propio padre.

Todos parpadean lento. El médico traga grueso decidiendo entonces dejarlo tomar sus propias decisiones y escucharlo si eso debe hacer. Regresa los párpados a su natural entre cierre mirándolo normal.

—Mi esposo me golpea. Yo no lo amo, o al menos, no de una manera en que una pareja debe hacerlo. Él me ama pero no puede controlar su ira y cada vez que está estresado o se enoja con su trabajo o mierdas del pasado, me golpea a su antojo. Hubieron veces que me ha dejado inconsciente hasta el punto de quebrarme. — Brinca los hombros intentando sonreír pero sus intentos solo duelen más. Parpadea para retener las lágrimas y sus ojos se escudan con agua. —Pero yo siempre me levanto. Cada día despierto vivo. Listo para ver otro amanecer.

—Pero, ¿Por qué no le haces nada? ¿Qué te lo impide? — Pregunta Wanda.

—... Mi padre. Lo he defraudado lo suficiente con no ser el hombre viril que siempre quiso. No tengo intenciones de heredar su compañia así que, ¿no puedo cumplir bien el rol de un esposo para que él consiga su dinero? — Ríe pero las lágrimas caen. —Quiero, por una vez, permitirme ser un buen hijo. Permitirme no defraudarlo, ¡pero...! Dios, — Exhala con varios hilos salivosos conectados a ambos labios. Puños cerrados a los laterales de su plato. —juro que es tan difícil. Es tan...., es tan difícil sentir la carga de que si no cumples con tu rol otros no podrán tener lo que quieren.

Llora. Ahora cabizbajandose. Todos mirando consternados. Rotos del corazón por la historia.

Delilah abandona su asiento para sentarsele al lado. Frotandole la espalda. —Ya, ya, aquí estarás a salvo. Tranquilo.

Tul se pone nervioso pero coloca una mano en el hombro disponible del chico. Mew comete una pausa en su llorar para mirarlo expectante. Ojos achicados por las lágrimas.

—Estarás a salvo aquí, Mew, lo prometo. — La voz del médico suena compasiva. Lo llena de una paz tremenda. Súper relajada. Mew se cabizbaja una última vez para limpiarse las lágrimas con los dorsos y alza el rostro. Ensanchando una sonrisa enorme. Ojos medios lunados.—¡Sí!

Suena tan tierno para Tul que este no deja de contemplarlo. Por varios segundos. Pasmado en su sitio sin emitir ningún sonido ni alterar ninguna facción en el rostro. Poco a poco ríe también.


🔹

𝙈á𝙨 𝙩𝙖𝙧𝙙𝙚, Mew se pasó de bebidas al igual las mujeres y estos cantaban en la sala de estar a todo pulmón con micrófonos conectados a las bocinas del televisor. No eran buenos cantantes ha de decirse pero Mew sí sonaba como uno. Uno buenísimo. Sonaría mejor sin la bebida pero está hasta las nubes apenas puede agrandar esos ojos que miran todo sospechoso y sus mejillas arden con rubor.

—¡QUIERO ROPA MATTEL! — Grita sin pudor al igual las damas a sus lados quienes agachan pechos para abajo manteniendo erguidos sus rostros y los brazos abiertos como aeroplanos mal ubicados.

—¡QUIERO YA CORRER!  SER LIBRE AL FIN, ¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIN~UH~HUH!

Entonan lo último pero obvio desafinan peores que lobos aullando y Tul anda lavando los trastes. Dándoles la espalda pero haciendo rostros miserables. Ya no aguanta más, desea que alguien acabe con su miseria ahora mismo, claro que en sentido figurado, no literal. Jamás querría desaparecer a su mamá de la faz de la Tierra, mucho menos que fuera por sus pensamientos. Lava el último plato para entonces cerrar el grifo y voltear hacia ese terrible mini-concierto en su sala de estar.

—¡Bien! Ya está bueno por hoy. Ya van cinco canciones, no queremos que nos llamen a la policía ¿o sí? — Camina hablando como un robot sin sentimientos. Agotado y decidido a desenchuflar los micrófonos. Se agacha para desconectarlos mientras las damas y el otro chico se quejan. Logra desconectar uno, pero otra canción aparece en la pantalla y Mew corre a él para, de los hombros, arrastrarlo al centro donde estaban todos en fila.

—¿Qué? ¿Qué quieren? — Pregunta desmotivado mirando garañón el televisor. Mew le pasa el micrófono de Delilah quién anda bailando emocionada porque su hijo sea unido. Todos andan bailando menos él.

—¡Vamos Tul! Canta esta, canta esta.

—.... No quiero.

—¡Rápido, las letras están por llegar!

Mantiene un rostro agotado parpadeando sin moverse. Las letras llegan y, con un brinco, gira hacia Mew sin tener que mirar la pantalla. Sabiéndose la letra de memoria.

—¡Solo una chica de Steel Town en un sábado por la noche! — Ambos cantan la primera frase juntos. Mirándose sonrientes mientras mantienen los micrófonos frente sus bocas.

—¡WUUUU! SÍ, ESO!! — Delilah apoya al igual su amiga. Alentando a Tul.

—Buscando la pelea de su vida real. — Mew canta esta vez rodeando a Delilah para mirar a Tul con una mano pegada al pecho. Tul sonríe.

—En el mundo, en el tiempo real, nadie la ve en absoluto. Todos dicen que está loca. — Gira el dedo índice como vueltas al lateral de su cabeza.

—¡ES UNA MANÍACA, MANÍACA, EN EL SUELO! — Gritan ambos cantando. Tirando para atrás las cabezas como roqueros. Las damas aplauden felices.




🔹

La noche feliz siguió su curso, y horas después Mew estaba acostado en la cama de Tul. Durmiendo tranquilo como un oso invernante. Era de esperarse tras andar pasado de bebidas. Tul, en cambio, intenta dormir pero no puede. No ahora que sabe la historia del chico. «¿Qué hubiera pasado si yo jamás lo hubiera ayudado? » Se pregunta. «¿El hombre con el que está casado lo hubiera asesinado? ». Escenas perturbadoras vienen a su mente y mejor presiona los ojos a cerrarse. A veces la imaginación es una maldición.

Voltea sobre su costado. Esta vez tocándose con la colosal espalda del chico. Viendo esta ascender y descender a un son calmado. Probablemente ese chico no dormía así hacen años. Tul forma una sonrisa labial.

—Ten dulces sueños, Mew. — Desea en voz baja antes de frotar una de sus mejillas sobre las manos que ha recogido como almohada (encima de la almohada actual) y cierra los ojos para dormir con pensamientos positivos.




🔹

Por otro lado, Max estaba amargado. Ha reunido al padre de Mew a horas tardías de la noche y ese hombre anda sereno a lo último de la mesa. Una exageradamente larga, mesa. Max anda al principio de tal súper enojado.

—¡TU HIJO HA ESCAPADO! Le he dado de mis lujos por tres años, ¡y mira cómo me agradece! Se suponía que esto no sucedería Luset. — Gruñe.

El progenitor del desaparecido cierra los ojos manteniendo la calma. —Lamentablemente es mi hijo, pero yo no puedo leer su mente ¿no? Deberías mandar a buscar por él y problema resuelto. Pero confío en que si escapó debió de ser por algo ¿no? Conozco a mi hijo, Max, — Abre los ojos serenos. Juzgando con la mirada al esposo de enfrente. —sé que resiste todo tipo de cosas por mí, pero que cuando algo lo lastima..., se va.

Max se pone nervioso. Agrieta los dientes por un momento. Su respiración comienza a hiperventilar. No puede retener más esa mirada anciana y mejor desvía sus ojos al suelo. —Yo solo le he dado amor... Él atiende mis desahogos sin quejarse, me acepta como es, — Se cubre un ojo sonriendo con locura. —¡me ama cómo soy Y YO LO AMO! ¡NOS ENTENDEMOS EL UNO AL OTRO!

Se levanta molesto. Chillando la silla. Ambos brazos quedan erguidos a sus laterales como si simulara garras y respira agitado viendo al hombre mayor. —Está bien, Luset, si no quieres ayudarme a buscar A TU HIJO lo haré yo mismo. — Abandona el salón caminando a alguna otra parte. El progenitor suspira agotado.

«No sé dónde estés, Mew..., pero si estas mejor allá prefiero eso a que sufras con este patán. Maldito sea el día en que pensé que era buena idea hacerlo tu esposo. »

Se arrepiente sujetado al bastón con ambas manos pero cabizbajándose.































































Mientras tanto, Max en su habitación al margen de la puerta llama a un detective privado muy amigo suyo. —Sí, Alen, necesito tu ayuda. — Dice. Semblante oscurecido al estar cabizbajo y no hay ni una sola luz encendida más que la luna alumbrando toda su espalda a través de una ventana. Alza la mirada esclareciendo sus determinados ojos.

—Es para ver si puedes encontrar a mi esposo. — Comunica.









































🔹

Esta vez, quién se levanta apurado es Tul. Sentándose casi de inmediato. Se frota los ojos con ambas manos hechas puños. —Debo ir a trabajar... — Murmura cansado.

—¡Buenos días! — Mew comunica al margen de la puerta. Tul aleja un puñito de un soñoliento ojo mucitando, «¿Eh? », cuando entonces ve desde las tenis del chico a una bandeja que sujeta este con un desayuno ejemplar y un vaso transparente naranja.
Agranda los ojos, pero el chico llega a él y le coloca la bandeja en el regazo.

—Me levante temprano, espero no te incomode. Quería compensarte por ayudarme el otro día. — Sonríe bonito.

—Uh... Uh, ¿eh? — Tul no sabe qué decir. Está súper impresionado. Solo pasa de mirar la comida a mirar el chico que luce bastante confiado a cómo estaba hace un día. Incluso se levantó temprano para hacerle este desayuno. Es un gesto muy bonito y sincero. Bueno, después de todo, no lo conoce bien así que quizás el chico sea más animado fuera del maltrato. Quizás ahora que puede ser quién es sin temor a nada, se muestra más feliz.

—Por cierto, me preguntaba, Tul ¿Eres nuevo trabajando en medicina? Es que no veo las típicas placas que tienen todos además no tienes aire central sino un abanico--— Cuenta Mew sentándose a su lado mientras analiza las paredes de la habitación. Apoyando ambas manos en el catre tras su espalda. Balancea los pies de atrás a adelante mientras cuenta.

«bri, bri, bri, bri, bri» Así suena todo para el soñoliento Tul quién permanece con una cara de recién amanecido. «¿Realmente quiere que coma? Hace muchas preguntas. Aunque, es tierno. »

Mew voltea a verlo y respinga cubriéndose la boca con ambas manos. —Dios. Lo siento, tiendo a hablar mucho, mi papá siempre me lo decía. Es que hacen años que no tengo a nadie con quién hablar, ¡je! Mejor, — Con cada pasito retrocedido parecía estar más cerca a la puerta. —te dejo comer, ¡provecho!

Se va a la sala de estar.

—¡Espera! ¡Gracias por...! — Ya el chico no está en la puerta y Tul decae las palabras. —el desayuno....

Contempla la comida por unos buenos segundos. Pan tostado con revoltillos. Recién hechos pues el humo que estos exhalan es delicioso. —Mmm.— Saborea Tul antes de siquiera masticar.

«Respecto a sus preguntas.... ¿Podré decirle o me debería quedar callado? Algo de la mafia no se dice tan fácil. Además, ya descubrió que un médico normal no viviría en estas condiciones. Tengo el dinero para varios lujos sin embargo, estoy reuniendo para aún mejores lujos. » Piensa suspirando apenado en lo último.




🔹

Al bañarse, vestirse, abandona la habitación con la bandeja finalizada. —Gracias por el desayuno, cocinas delicioso--— Debe detenerse al margen del pasillo.

Viendo como Mew esta al final de este sonriendo. Parado al lado del mueble. —Me encantó quedarme aquí. Fui muy feliz en serio pero ya debo irme. No quiero parecer una molestia ni mucho menos perturbar su paz. Te deseo mucho éxito en lo que hagas, Tul.

Deja de sonreír para voltear a la puerta. Tul contemplando pasmado. Sin decir nada pero súper conmocionado. Su corazón late al mil. Siente que es muy peligroso dejar este chico ir, aunque no lo conozca y sólo lleven un día, tiene un mal presentimiento de lo que podría pasar si lo deja ir. No quiere dejarlo ir, ¿y si ese hombre lo mata? ¿Y si le cae a golpes por no tenerlo consigo durante dos días?
Intenta pensar que no es de su incumbencia. Que ya aporto lo que debía en su vida, pero nada de eso parecer bastar. ¡No, simplemente...! Debe encontrar una excusa. Algo.

Corre hacia adelante. —¡Espera!

El chico voltea hacia él, pero Tul lo acorrala contra la puerta. Plasmando ambas manos en los laterales de la cabeza del chico y haciendo que la espalda de este se acueste en el mástil. Mew mira exaltado al médico.

—¡D--Debo cambiarte el vendaje! No te puedes ir sin que te cambie el vendaje, ¡palabra de médico, debes hacer caso!

Ambos se pasman. Sienten sus mejillas ruborizar pero dentro de sus mentes están confundidos.

«¿Por qué dije eso? Debió sonar patético, Tul. » Traga grueso el bronceado.

«¿Hacerle caso al médico? ¿No dijo eso ayer también? Creo que se está aprovechando de su posición, je, je... »

—Está bien. Supongo que puedes cambiarmela ahora--— Va ofreciendo nervioso Mew mientras se apunta la cien con un dedo.

—Ahora no puedo. Será para cuando vuelva. No salgas de aquí hasta que vuelva ¿sí?

Deja de acorralarlo para coger la maleta a un lado de ellos. Mew se va retirando de la puerta hasta posicionarse frente a él.

—Pero...

—Confía en mí, por favor, necesita ser removida con urgencia. — Tul falsamente informa. Abriendo la puerta y cerrandola tras salir. El chico permanece quieto ahí.

«¿No será que lo hace para que yo no salga? » El hijo del mafioso no es tonto, podrá dejarse llevar por intereses absurdos pero en realidad es un chico sensato. Exhala formando una pequeña sonrisa mientras mira todo. Extrañando desde ya tener a dos mujeres tan especiales como Delilah y Wanda, además de un médico tan dulce como Tul. —Lo siento, pero debere irme. — Suspira agotado.




































































Unos toques a la puerta lo desconciertan y pensando que podría ser Tul, abre con una sonrisa.

—¡Tul--!

Sin embargo, esta decae cuando ve a Max ahí parado. Tal mirándolo impactado. Jamás lo había visto sonreír así. En todos los tres años que llevan juntos. Mataría por haber tenido una sonrisa tan real como esa. En ningún momento tuvo una así. Mew también se impacta no esperando verlo por aquí.

—¿Quién carajos es Tul? — Pregunta Max adentrándose cada vez más. Cada paso sonando como las pisadas de un poderoso Titán. Mew retrocede cada vez más hasta dar con el brazo de un mueble y mira al enojado esposo de enfrente.

—No es nadie. Nadie, Max. Ya me iba a casa contigo. Solo necesitaba curarme esto. — Ríe intentando no desquiciarse. —volveremos a estar juntos, ¿sí?

—¿Te acostaste con este tipo? — Max lo agarra del cabello acercandolo a él.

—No.

—¡Dímelo!

—¡No! Y si lo hiciera, ¡no tendrias por qué saberlo! — Le da un rodillazo en las bolas por primera vez en mucho tiempo. El esposo cae al suelo jadeando.

—¡Maldito...!

Mew brinca las cejas probando lo que es defenderse tras muchos años. Entonces lo patea en el estómago fuertemente.

—¡Agh! — Aquel queda sobre su espalda sujetándose el estómago como si se le fuera a caer. —Yo anduve extrañandote estas dos noches, — Llora. —¿y tu andabas acostándote con otro?

—¡Ya te dije que no! Oyeme bien, Max, he estado aguantando tres malditos años jugando el rol que mi padre quería. Queriendo ser el orgullo de la familia pero olvide mi propia felicidad. Ayer, por primera vez, tuve un día tranquilo en dónde no estabas tú. Nadie me golpeó, solo cantamos toda la noche, hablamos sobre cosas normales y no sentí miedo ni una sola vez.

Max agranda los ojos desde dónde está.

—Pude reír, sentirme cómodo, dormir, todo lo que no puedo hacer en nuestra casa.

—¡Mew! ¿Estás bien? — Tul regresa a la casa. Trotando rápido hasta detenerse al lado del pelinegro y mira al Max acostado en el suelo. —Lo sabía. Vi a alguien sospechoso caminando hacia acá y no me daba buena espina. ¿Te hizo algo?

—Tranquilo, Tul, estoy bien.— Mew le comenta para atrás sin dejar de mirar mal al tipo. Ahora Tul se suma a esa mirada. Max siendo juzgado por los dos.

—.... ¿Ósea que eres feliz sin mí? — Max pregunta sentándose sobre su trasero.

—Sí.— Mew confirma asintiendo pares de veces. —Lo siento, pero soy una persona. No el saco de golpes de alguien. — Se quita el anillo antes de arrodillarse frente a él, tomarle una mano y cerrar esta con el anillo dentro. —Cuando amas a alguien no la lastimas, Max.

Max observa la mano que contiene el anillo por varios segundos. Comienza a temblar pero mejor regresa la mano al suelo y, lentamente, alza la mirada para verlo a los ojos. Su esposo mirándolo indiferente como siempre.

«Por más dinero que yo tenga... Él jamás sonreirá de la manera en que lo hace aquí... Con él. » Max piensa.

—Está bien. Hablaré con tu padre. No necesitamos estar casados, les daré todo el dinero que necesiten de mes en mes. — Informa indiferente mientras pasa de ellos cojeando. Se agarra las bolas ya al margen de la puerta. Dándoles la espalda a ambos, pero ahí se congela. Mirando el exterior por unos segundos.

—Gracias por ser mi esposo, Mew. — Dice algo dolido antes de bajar las escaleras sin disculparse ni arrepentirse del dolor que le causó. Simplemente analizando que jamás iba a tener a su esposo tan feliz como lo era aquí.

Mew y Tul comparten una consternada mirada. —¿Cómo estás? — Tul no deja de preguntar.

—Estoy bien. No te preocupes. — Relaja Mew. —Creo que al fin, soy libre. Finalmente ¡libre! — Ríe.

—¿Qué harás ahora, Mew?

No había pensado en eso. ¿Qué hará ahora que es libre? Suspira comenzando a sonreír orgulloso.

—¿Puedo quedarme en tu casa unos días más mientras encuentro un lugar?

—¿Ah? ¡Por supuesto, sí!


























Seis meses después

Los papeles de divorcio fueron firmados por ambos, y ahora oficialmente estaban libres del uno al otro. Mew y Tul pasaron tantas semanas compartiendo juntos y Mew teniendo un trabajo, permaneció en la casa del médico. Quién le rogó varias veces que se quedase incluso si ya podía mudarse. En esas semanas..., ambos fueron acercándose...







Hasta que, una noche...

Tul mece un cucharón dentro de un envase redondo, mezclando un puré de papas. Ha salido del trabajo pero está completamente decidido a cocinar por más cansado que esté. Viste un suéter negro manga-alargado, pantalones deportivos y anda descalzo.

Mew llega a la casa para esos momentos, clausurando la puerta justo tras entrar. Formando una agotada sonrisa labial. —Cierto. Debí comprar algo para comer. Se me olvidó. — Se disculpa apenado.

—Mm, no, descuida. Ya sabes que me gusta cocinar.

—Huele bien. — Se acerca el hijo del mafioso mirando con tesoro el puré. Tul alza el cucharón a sus labios y prueba una porción de este. Presionando y abriendo los labiecitos rápido todo cómico antes de gemir gustoso. Gira hacia el otro quién se le une.

—¿Quieres probar?

—Claro.

Le ofrece el cucharón a Mew y este gacha la cabeza para recoger con su boca una pequeña porción. Pasa su lengua sobre el labio inferior y la regresa a su paladar. Comienza a degustar el puré. —Mm.— Gime interno retrocediendo centímetros del cucharón y mirando alegre al médico.

—Está rico. Todo lo que cocinas sabe bien.

—Considerame tu chef personal.

—Huh. Eso y un médico.

Ambos bufan risas. Pero Tul no aparta la suya. —Tienes...

—¿Qué?

—Todavía queda un poco de esto... — Limpia con su pulgar el puré, bajo los labios del chico. Este aligera la sonrisa, reteniendo su mirada ahí. Tul aparta el pulgar levemente. Se contemplan entre sí.

Inconscientemente acercándose. Hasta que ya no hay casi espacio entre ellos.

—¿Tu mamá no venía? — Susurra Mew.

—No ha llegado. — Susurra para atrás Tul.

Sucumben a un necesitado beso gentil. Primero reposan los labios sobre los unos a los otros. Aguantando ahí sin moverse ni un ápice. Ojos cerrados. Un beso tan inocente como el de alguna infantería. Jamás era así con Max. Todos los besos con ese psicópata eran movidos con demasiada fuerza casi chamuscados como mazo sobre carne. Tul es lo contrario. Con él se siente tan suave como besar el pelaje de un conejo.

Se mantienen así por unos buenos segundos. Hasta que retroceden centímetros.

—Aún no me he lavado la boca. — Susurra Mew.

—Eso no me importa. — Susurra para atrás Tul y ambos ríen. Mew sujetandolo de las mejillas y asímismo jalandolo a su rostro donde planta otro beso. Se besan consecutivamente. Bajo la tenúe luz dorada en el tejado.

La madre del chico va entrando, habiendo obtenido una llave de repuesto, pero al verlos besándose tan apasionados permanece al margen cómicamente sorprendida. Mira sobre su hombro a Wanda que también sonríe traviesa. Juntitas retroceden en silencio hasta cerrar la puerta, asegurar el pestillo y marcharse.

Tul se aferra a los hombros de Mew y este lo carga de los muslos. Ambos pausan los besos ante el peso. Mantienen sus miradas fijas en el uno al otro.

—Lo siento, no sé si querías ir arriba o... — Mew comienza al ver el rostro sorprendido de Tul.

El médico ríe volviendo a acercar sus rostros. —Por mí está bien, tranquilo.
















🔹

Para cuando están en la habitación, Mew está encima de Tul. Ambos aún vestidos compartiendo besos sonoros. El pelinegro alza su rostro del contrario mirándolo paciente.

—Tul, ¿has hecho esto antes?

—Sí-- bueno, no había ido abajo, pero... Sí. — Habla algo nervioso. —P--Pero tranquilo, a ti te lo permito. Además quiero que sepas que en todo momento me he cuidado así que... Eh... Solo por si acaso. — Sonríe nervioso pero anda maldiciéndose por balbucear. Al otro le parece bonito y sonríe.

—Me gusta que te hayas cuidado. Eres alguien de la salud después de todo. Nunca he ido arriba aunque siempre he querido, — Ríe avergonzado Mew. —espero hacerte sentir bien y si no lo hago detenme, ¿sí?

No sabe ni cómo pero a Tul le parece re-sexy su petición además el pelinegro le ha bajado el labio inferior con su pulgar. Casi adentrandolo a la boca.

—Sí.














🔹

En unos minutos estaban desnudos y, tras una buena preparación, Mew está dentro de Tul haciéndole el amor. Meciando los glúteos de adelante a atrás, su pene deslizándose por la libre de adelante a atrás en su hoyo por la lubricación.

Tul se sostiene como más puede a los costados de Mew. Sus manos deslizándose por la piel como si se fueran a salir pero vuelve a agarrarse firme. Rebotando gentil bajo suyo. Gimiendo sin control aunque bajo.

Las rodillas mantiene agachadas para que los pies rasguen las sábanas.

Mew traza una línea de besos por todo su cuello hasta usurpar con cariño su lóbulo. Tul pierde la cordura ante esas caricias y no sabe cómo recuperarla. Exhala un gemido, derritiendose en el tacto ajeno.
Su culo es aplaudido consecutivamente pero nada de eso le molesta. Sí le arde un poco pero el placer lo ha sucumbido por completo.

—¿Cómo te sientes? — Pregunta Mew rebotando encima suyo. Atento a él. Tul abre los ojos, agitado.

—Bien. No pares. Tan solo no te detengas, por favor. Ve más rápido.

Mew acelera las embestidas escuchandose sus pieles azotar más fuerte. Tul ahora siente un ardor masivo en sus glúteos pero tan solo gime más fuerte. Se sujeta a las mejillas del pelinegro pidiendo clemencia con los ojos, pero impurezas con los gemidos. Sucumben a otro beso. Esta vez enredando lenguas, compartiendo saliva gustosos.

—¡Mew! Huh,— Intenta respirar pero su cuerpo rebota demasiado rápido. Arquea la espalda tirando para atrás la cabeza mientras agrieta los dientes. Por la posición favoreciente, Mew atrapa uno de sus pezones en su boca. Succionandolo para arriba entonces dándole vueltas con su lengua.

Lo mismo hace con el otro pezón hasta dejarlos brillosos.

—Me voy a correr, Mew, me voy a... — Tul intenta advertir preocupado. Mirando al chico como mejor puede. Rasgando sus mejillas.

—No necesitas contenerte, solo, — Gruñe. —ven.

Tul titubea un gemido tirando para atrás la cabeza. Comprimiendo el estómago por unos buenos segundos mientras vacía todo de sí. Mew finaliza también corriendose. Tiembla de cabeza a los pies con ambas manos plasmadas a los laterales del bronceado.

Han detenido el acto más abajo de ellos y se miran agotados. Ambos sudorosos con hebras de sus cabellos pegadas al rostro. Mejillas, frente, pecho sonrojados.

—¿Te gustó? — Pregunta Mew.

Tul bufa una risa. —Creo que necesitaba ir abajo para tener un orgasmo como este, joder.

Ríen ambos.

—Me gustó, Mew. Me gustas. — Sigue diciendo Tul.

—A mí también me gustas, Tul. — Se acuesta a su lado abrazandolo de la cintura. El otro se agarra a su antebrazo para mirarlo cariñoso. —Por cierto, no me has dicho: ¿dónde trabajas?

—Supongo que debería decirte la verdad. — Agrieta los dientes por un segundo antes de volver a indiferenciar sus labios. —yo no trabajo en un hospital. Trabajo para un hombre apedillado "Luset"--

—Espera.— Mew agranda los ojos. —¿Trabajas para mi papá?

—Un momento, ¡¿tu padre es uno de los mejores mafiosos existentes en la Tierra?!

Ambos se contemplan asombrados pero Mew un tanto sonriente por la noticia.









🔹

Mientras tanto, el padre de Mew no se quedó de brazos cruzados con Max sino que le consiguió otro candidato para matrimonio... Un candidato familiar, de lindo aspecto pero retorcido mentalmente. Un pequeño castigo por el maltrato a su hijo.

Ahora el primo Luset estaba sentado al final de la mesa de Max.  Un joven de baja estatura, extremidades delgadas, viste unos cortos que exponen sus piernas. Unas botas mahones, camisa blanca bajo la chaqueta mahón y un beanie. Max lo escanea de cabeza a los pies. Arrogante como siempre.


—Entonces, tú serás mi esposo. — Dicta Max analizando la frase en sí.

—Espera un momento, honey, — Nat Luset rueda sobre la mesa el tenedor metálico a un lateral del plato. Luciendo como un chico bastante psicópata. Max le alza una ceja. Oh, vaya que no sabe a quién tiene enfrente. —oí rumores de lo que le hacías a mi primo. Eso es maltrato. En cambio, te digo desde ahora que mis gustos sexuales son la dominación. Mezclar el placer con el dolor. Si no me provocas placer te castigare hasta que aprendas a hacerlo. — Su aura es ultra poderoso a pesar de ser un pasivo.

—¿Me castigarás?— Bufa Max.

—Con dolor. Mucho dolor. — Nat se alza de la silla paseando coqueto por el largo de la mesa hasta desplomar el trasero en el regazo de Max. Tal se abre de manos expectante y su mentón es amenazado a subir, por los tres filos del tenedor. Mira sorprendido a Nat, quién sonríe mezquino. —Seré tu Dom (dominante) con los instrumentos y tú mi mascota. ¿Listo para ladrar?

Permanecen viéndose. Max todo tenso... ¿Qué clase de pesadilla le había repartido el progenitor de su ex-marido?

*N/A: AHHHHHHHHHHH no se ustedes pero ¿quién más encantada con este final? ¿Qué les pareció? A mí me parecieron súper tiernos los chicos. Incluso Mew estuvo atento durante el sexo 💔 Sentí todo tan bonito, ¿nos leemos en alguna otra? No olviden dejar opiniones para yo saber jiji, hace tiempo que no escribía de vida normal. ¡Cuídense mucho chicos & chicas! 🤭😭😭😭💖*

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