Primer Shot

*ADVERTENCIA: El capítulo contiene maltrato físico. No lo suelo escribir, no es algo que me guste, pero es de lo que quiero hablar en la trama y por ende lo escribí. No me gusta mucho la primera parte de este capítulo por eso pero de la segunda mitad para abajo me lo goce (tal vez pq ya de ahí no hay eso jiji) y espero que ustedes también disfruten. ¿Por qué advierto esto? Porque quiero que ustedes estén lo más cómodos posibles. Ustedes saben que yo a ustedes, lo que no les guste, yo advierto o hago algo pero espero la advertencia sirva. Si no les gusta se pueden retirar y comprenderé. La historia en serio va a ser bonita (si resulta de la manera en que quiero) así que veamos. De todos modos habrá otro shot MewTul y de fantasía así que habrá variedad MewTul no se preocupen jiji. ¡Lxs quiero! ❤*

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—Te casarás con Max y punto. — Declara tal cual un juez el progenitor sentado tras un escritorio. Bien vestido con el nudo de su corbata casi asfixiandolo y sujetando un bastón con cabeza de águila. Es un hombre mayor ya arrugado pero de buen aspecto. Se ve serio, fornido, fuerte para su edad. Tan fino como el vino tinto.

Su hijo, Mew Suppasit, no viste como él. No viste como nada de todo lo elegante que esta en la habitación. Solo porta una chaqueta blanca desgastada, mahones y tenis. Una camisa cuadrada verde bajo la chaqueta. Un cero al lado de toda la suma de dinero que tiene. —Pero papá, yo no quiero casarme con él. No me gusta. — Intenta remediar todo con palabras.

—La cuestión aquí hijo es que no me importa si te gusta o no. Es el único heredero homosexual de la familia Yang. Y dado a que la desgracia no me permitió tener un hijo viril he buscado la mejor solución para complacerte y a la vez, que jamás nos quedemos en banca rota. Dos pájaros aniquilados de un solo tiro.

—Papá.— Bufa Mew severo pero con los ojos cristalizados. Aún no quiere llorar. No quiere mostrarse ASÍ de débil. —Dices querer complacerme pero no seré feliz con alguien que no amo. ¡A quién único intentas complacer es a ti mismo junto a todo tu estúpido Imperio de drogas!

—Insolente.— Ese hombre se para recto golpeando el regaton contra el suelo. Haciéndolo sonar. —Haré que mis hombres empaquen tus maletas y te irás ahora mismo. Llevenselo.

Dos hombres formales se acercan al progenitor. Comienzan a agarrarlo de los brazos cuando este les desvía los mismos. —Puedo llegar a mi habitación solo. — Indignado les comenta antes de atravesar aquellas puertas mármol. Los hombres solo suspiran sin opción a más que seguirlo.

El padre, aunque fuerte como un águila, lentamente deposita su trasero en la silla. Mirando adolorido las puertas. Teniendo sus ojos cristalizados. Suspira como si hubiese aguantado la respiración todo este tiempo. Aunque no lo pareciera hablarle de ese modo a su hijo no le gustaba. Más le dolió aún todo lo que Mew dijo pues cierto era, pero el clan necesitaba desesperadamente esta unión para un pacto de paz eterno y no caer en la banca rota.













































































Lo llevaron en limusina a una enorme mansión. No una mansión espeluznante ni nada por el estilo sino una mansión moderna del estilo millonario. Por las puertas abiertas entra Mew, cargando una mochila sobre su hombro derecho y mirando todo como si él fuera una hormiga pequeña dentro de todo esto. Incómodo y nervioso espera ahí.

Bajando los escalones a paso lento va Max. Un hombre de facciones y extremidades delgadas con una cintura ancha, su rostro engreído tiene el molde de una fresa, ojos similares a un cristal con parabrisas, cejas pobladas tan rectas como una carretera, nariz delgada de base redonda y labios delgados.

Tiene ambas manos hundidas en los bolsillos de sus pantalones. Lleva puesta una blusa con los primeros tres botones desabotonados. Alza la mirada apenas llegando y revela una de sus ocultas manos. Sosteniendo algo entre dedos y rodando tal objeto entre estos.
—H--Hola.— Apenas Mew saluda, Max ha llegado a él y le agarra una mano entre los abdomenes de ambos.

—De hoy en adelante eres mi esposo. — Informa Max directo al grano. Mew mira abajo a sus manos y él le está colocando un anillo. Desplazandolo por el largo del dedo anular hasta el nudillo. Es un anillo plateado pero brilloso. Sin palabras románticas ni nombres escritos. Solo un anillo costoso. —Lamento no poder homenajearte con una boda ni nada de ese estilo, pero debes estar al tanto que en este país eso no está permitido. — Finalmente alza la mirada. Mirándolo a los ojos con frialdad. Dicen que los ojos reflejan el alma, sin embargo, estos ojos no parecen reflejar nada. Es como mirar dos túneles vacíos. Sin sentimientos, pensamientos, simplemente huecos.

Mew permanece estático tal cual una estatua. Buscando bondad pero no la encuentra. Tampoco le da buenas vibras. A ver, él jamás se ha considerado una persona de liderar su juicio por vibras pero ¿Qué es esto? ¿Era su esposo un humano?

—Imagino has de estar demasiado conmocionado para hablar.— Max comenta, serio. —¿Sabes cocinar?

—S-- Sé algo.

—¿Limpiar?

—Disculpa, pero, ¿por qué esto parece una interrogación? — Mew mira sobre sus hombros a los guardaespaldas antes de mirarlo a él. Incómodado.

—Tú solo contesta y ya.

—Sí. No por ser millonario soy una clase de niño mimado. Puedo limpiar mis propias cosas. Cocinar,... Debo aprender pero--

—De ahora en adelante aprende a cocinar.

—¿Se supone que debo obedecerte porque tú lo digas--?

—Si me quieres de buenas, sí. Eres mi esposo ahora. Eso significa que tienes responsabilidades. Debes satisfacerme en todo. Ya no necesito sirvientes en la cocina ahora te tengo a ti. Me cocinarás, lavarás la ropa, y a cambio: tendremos sexo.

Mew se indigna por completo. —¿Qué hay de mí? ¿Qué obtengo yo? ¿Por qué NADIE piensa en mí? — El chico cristaliza sus ojos.

Aquel esposo le da una fuerte bofetada que lo hace caer de rodillas. Mew se sostiene la mejilla con la boca abierta en una "O" mientras parpadea. Respirando agitado.

—Pueden irse. — Max avisa a los guardaespaldas del chico. Estos miran con pena a quién debían proteger pero ya él no era su responsabilidad. Estos se van lentamente cerrando las puertas atrás suyo.

—¡¿Cómo te atreves a golpearme?! Soy tu esposo. — Mew habla adolorido mirando arriba. Se pone de pie lentamente y intenta golpear a Max, pero este lo esquiva y lo vuelve a bofetear. Cuando Mew cae de rodillas, Max le agarra un puñado del cabello para alzarle el rostro y abofetearlo severas veces.















































🔹

𝙴𝚗 𝚞𝚗𝚊𝚜 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜, Mew anda en la cocina con su mejilla moretoneada. Cortando cebollas sobre una tabla de madera y, podría culpar a la cebolla, pero está llorando por sí mismo. Por su situación. Llora todo lo que no pudo en su propia casa y arruga las cornisas de la boca. Dejando las lágrimas caer en el tablón. Sus mejillas rojizas al igual los párpados inferiores de sus ojos.

Intenta seguir cortando tales por más que le duela. No se ha podido cambiar de ropas aunque ya acomodó todo en su habitación. La casa es hermosa no puede negarlo, pero ¿De qué sirven los lujos y la belleza si no hay amor? Mucho peor, resulta que Max es un abusador con problemas de ira.








































🔹

Pronto, está sentado en la mesa de cenar junto a Max. Ambos comiendo juntos. La mesa negra está tan limpia que los refleja a ambos. Mew apenas come mientras que el esposo engulle todo como algún cerdo. Sin preocupaciones solo moviendo de arriba a abajo sus infladas mejillas.

Con temor, Mew lo mira. —¿A qué te sabe? — Reúne valores para preguntar.

Detrás de Max hay unas puertas transparentes que conducen al patio trasero. Las paredes de la cocina tienen estampados antiguos oscuros tales como verde y negro. Zócalos negros acompañan estos. Se podría decir que el millonario tiene un estilo victoriano gótico.

—Está bien. Cocinas bien, gracias. Sírveme más vino por favor.

Max agarra la copa vacía al lado del plato para posicionarla cerca al del tímido marido. Este mira la botella de vino que literalmente está cerca del mafioso. CERCA. No le cuesta nada servirse él mismo. Una vez más intenta no dejarse intimidar: —Puedes servirte por ti mismo.

El mafioso deja de rebanar el bistec entre el cuchillo metálico y el tenedor de la misma fábrica, para mirar mal al esposo. Inhalando como alguna persona zen reuniendo paciencia. Forma una tenebrosa sonrisa labial. —Si es tan simple ¿qué te cuesta a ti?

Golpe bajo. Realmente bajo. A Mew le irrita pero no discute más y toma la botella desganado. Vierte el vino en la copa. Deposita tanto la botella como la copa en sus lugares correspondientes. Al azotar ambos objetos, el vino salpica la mano del millonario quién vuelve a congelarse. Esta vez bufando sarcástico. Sabiendo que su esposo está enojado.

—¿Puedo irme a mi habitación? — Mew demanda. Súper serio.

Max alza la mirada en un lento parpadeo. Mirándolo sarcástico. —Por supuesto que puedes, cariño. Gracias por la comida. Ansioso por el postre..., pero no te preocupes. No será hoy.

El chico tiembla de cabeza a los pies. Intenta tranquilizarse pero los escalofríos son bastantes. Se retira. Abruptamente empujando para atrás la silla y camina enfurecido a las escaleras de la casa. Dejando solo a ese hombre. Ese joven hombre ha vivido solo desde que cumplió dieciocho con un enorme cargo: ser líder de la banda criminal más enorme de Tailandia. Para él todo era un negocio. Y jamás de los jamases, amaba a alguien. Ni siquiera a su propia familia. Pues su madre era una prostituta que lo abandonó tan pronto su padre le dió dinero. Entonces su padre, era también un mafioso, quiénes cuidaban a Max eran los sirvientes y se le era enseñado en casa todas las materias escolares. A la edad de los catorce se le fue induciendo el legado familiar hasta que le enseñaron a mantenerse en ese negocio.


🔹

𝙻𝚘𝚜 𝚍í𝚊𝚜 𝚜𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚟𝚒𝚛𝚝𝚒𝚎𝚛𝚘𝚗 en meses y los meses en años hasta que pasaron tres años. Mew ya estaba acostumbrado a la brutalidad de su esposo pero perdió toda la confianza. Ahora lo rigen inseguridades. En la casa mantiene la cabeza baja todo el tiempo. Habla cuando se le es permitido, siempre cocina y lava la ropa. Va al centro comercial, pero no tiene la libertad de todas las personas que ve.

Compra pocas cosas pues a pesar de tener una tarjeta propia, siente que Max lo vigila todo el tiempo.

Incluso cuando anda solo, mira a sus alrededores buscando su sombra. Ya intentó pedirle ayuda a su padre pero este no lo buscó ni movió un solo dedo. Tampoco le convenía ir a la policía pues su padre y su esposo lo harían ver cómo un maníaco. Tuvo sexo con Max pero a decir verdad no le gustaba. Max era demasiado rápido. Muy brusco incluso en los toques. Nada se sentía bien con él.

𝙷𝚘𝚢 es noche de Paz, un día antes de Navidad. Un árbol hermoso fue puesto en la sala de estar y Mew anda colocando los platos en la mesa. Ha cocinado como siempre. Viste un suéter cuello tortuga, pantalones negros y zapatillas.

Max lo abraza desde atrás súper amoroso, pero Mew pega un brinco exaltandose y desviando el rostro con los ojos cerrados. Esperando un golpe. Pero este nunca llega.

—Qué te pasa, ¿te asuste? — Max se consterna retrocediendo pero manteniendo sus manos sobre los antebrazos ajenos.

—Uh, no, lo siento. No me esperaba eso, fue bonito perdón. — Asume todo la culpa incluso si fue un reflejo defensivo.

Max retrocede unos centímetros entristeciendo el rostro. Lo voltea de un hombro, plasmando la parte baja de este contra la mesa, Mew lo mira con miedo.

—¿Me tienes miedo? — Pregunta Max.

—No lo hago.

Alza una mano como si fuera a darle una bofetada y el chico se cubre el rostro con ambos brazos. Volviendo a desviar la mirada y cerrando los ojos. Esperando. Simplemente esperando el golpe. Max baja la mano lentamente. Dándose cuenta del tremendo daño que marcó en su esposo.

—Eres mi esposo. Actúa como tal. ¿Qué pasa si te abrazo en una cena rodeados de personas?

—Perdón.

—¡¿EH?!

—¡¿Cómo quieres que actúe?! ¡Siempre me golpeas sin importar qué! Solo desahogas tus problemas conmigo. No tienes a nadie más a quien golpear ¡así que me golpeas a mí!

Max agarra el plato detrás de Mew y con eso le mete en la cabeza. Rompiendolo. El chico cae de rodillas todo adolorido. Su cien izquierda sangrando.

El mafioso respira agitado viéndolo en el suelo pero sin ser consciente. Hasta que poco después recupera la consciencia y regresa a sus sentidos. —Oh por Dios, — Hiperventila colocándose de rodillas mientras su esposo llora. Mirándolo como a un monstruo. —¡Mew! Debo... Debo llamar a una ambulancia.

—¡Solo déjame en paz!

Mew corre. Atraviesa el corredor hasta llegar a las puertas principales cuyas empuja a la misma vez y sigue corriendo. Desesperado por conseguir ayuda.

































🔹

Bajo las miles de estrellas se encuentra caminando un chico bronceado de hombros anchos, cintura delgada y piernas correspondientes a tal. Su cuello es bastante robusto, con una nariz perfilada de ensueño, ojos pequeños rasgados y unos labios carnosos. Tal viste una camiseta azul, mahones negros y converses. Una bolsa plástica con varios objetos carga en una mano. Es un simple peatón bajando por un vecindario de muchas casas.

Debe doblar en la última casa, pero alguien viene corriendo desesperado en su dirección. Ese hombre mira para atrás como si estuviese huyendo de algo, pero estampa con él. El chico agarrandole los antebrazos al igual Mew agarra los suyos.

—¡Woah! Espera, eso es mucha sangre. ¿Estás bien? — Pregunta el chico. Mew deja de mirar hacia atrás para mirarlo entre respiraciones agitadas. Ojos angustiados. Un poste color oro iluminandolos a la izquierda.

Sangre fresca deslizándose en gotas gordas por el lateral de su ojo derecho.

—Estás a salvo ahora, tranquilo, estás a salvo. — El chico, aún sin conocer su situación, dice las palabras que Mew necesitaba oír.

Aún conmocionado sin tener un buen juicio razonal, Mew pregunta: —¿Me lo prometes?

Ambos se siguen contemplando. Mirándose de ojo en ojo. Tul, el bronceado, no tiene tiempo de dar una contestación (o tal vez se tarda mucho) pues Mew se desmaya. Plasmando el rostro sobre su pecho. Va a caerse entero de no ser porque Tul lo sostiene.

—Oh Dios. Tranquilo, — Mira a sus alrededores desconfiado. Pero vuelve a mirarlo. —tienes suerte, soy un doctor. — Dice. Como mejor puede lo acomoda de modo en que lo carga de forma nupcial. Doblando en la última casa para llevárselo.


















































🔹

𝚂𝚒𝚐𝚞𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚍í𝚊

Mew despierta. Abriendo los ojos poco a poco. Al principio ve borroso pero luego la visión se ajusta. Viendo un tejado crema. Ya no tiene sangre en la cien pues todo su cráneo esta vendado con tal de cubrir esa área. Está acostado sobre un cálido catre. Sábanas lo cubren hasta el pecho por más vestido que esté y hay un horrible sonido. Mira a su lado arrugando el ceño y ve que proviene de un horrible abanico. Jamás tuvo uno pero Dios, este abanico sí que está feo. Se ve desgastado hasta la médula.

—Hola.— Escucha una voz pasos más enfrente. Se alza hasta sentarse en la cama. Mira extrañado al chico bronceado. Este tiene un uniforme de doctor puesto y carga una bandeja de desayuno.

—Hola-- Oh Dios, — Se apena Mew al recordar. Cerrando los ojos mientras se toca la cien. No se da cuenta de cómo Tul le coloca una bandeja en su regazo. —lo siento. Me has traído a tu casa, siento causarte problemas--

—Bueno, después de que no sea una estafa no me molesta. — Tul retrocede centímetros de la cama con una sonrisa. —Pero tu herida se veía demasiado real y temblabas del miedo así que mejor te traje aquí. No me molesta para nada. — Sonríe labial. Amable ante todo.

Mew abre los ojos para seguir disculpándose pero congela la mirada en el desayuno depositado en su regazo. Pancakes con revoltillos y un jugo de naranja.

—Uh, no tenías por qué. En serio. Esto es mucho--

—Tranquilo, de verdad, yo quería hacerlo. Puedes sentirte tranquilo.

—Muchas gracias. No sé cómo agradecerte.

—Comiendo y aceptando mi hospitalidad. Haz lo que te dice un doctor.

Ambos ríen tiernos. Mew se toca la cien no del todo recuperado, pero lo mira con una sonrisa. Entonces la ve. Ve bondad en esos ojos. La bondad que siempre buscó no estaban en Max, estaban en ese doctor de ahí. Reduce las cornisas de su sonrisa pero no en mal sentido. Sino en uno bueno. Impactado.

—Come el desayuno. Si quieres, puedes hablarme de tu situación en cuánto vuelva. No debes irte aún.

—.... Me temo que tendré que irme después de comer. Alguien no estará muy feliz si no me ve en las próximas horas.

—Sé que no es mi asunto pero ¿ese alguien es el causante de tu herida?

Mew alza la mirada. Mirándolo con miedo. Miedo a confesarle a un desconocido. Tul se encoge de hombros.

—Perdón, no haré más preguntas. Haz lo que sea más cómodo para ti, pero un consejo: no regreses a lo que te hace mal.

Tul sonrie labial. Súper amistoso. Entonces se va. Mew siguiéndolo con la mirada hasta que desaparece. El chico se queda pensativo ahora... Volviendo a mirar el desayuno.





🔹

Max está en una conferencia, todos poseedores de cuartetos de drogas, pero él no puede enfocarse en la conversación. Anda sentado al final de la mesa. Tan serio como cuervo, mirando el suelo. Su esposo no llegó a la casa está mañana. De alguna forma se siente preocupado por él. Le preocupa a dónde habrá ido. Es extraño pese a que casi nunca comparten juntos como un verdadero matrimonio debería hacer, pero aquí anda extrañandolo. Es el único de los dos que está enamorado en esta enferma relación.

«¿Dónde está? Encima dejó su teléfono en casa. » Se angustia. Para la ocasión usando una blusa roja con los primerizos botones abiertos, pantalones negros y mocasines del mismo color.

—¿Sr. Yang? — Finalmente la voz del hombre llega a sus tímpanos. Max sale del trance girando a los huéspedes en la mesa, quiénes lo miran expectantes y el individuo al principio de tal, que era el que hablaba. Tras este toda una pared transparente revela la ciudad.

—Sí, lo siento, ¿Qué decías otra vez? — Plasma ambos codos en la mesa posicionando el mentón sobre ambos nudillos.

El anciano abre y cierra la boca. Titubeando. Agotado e impactado de tener que repetirse otra vez solo por la falta de atención de ese mocoso. Los demás huéspedes suspiran agotados y alargando: «Ay.... »s mientras se cabizbajan. No queriendo escuchar al viejo repetir su largo monólogo.

N/A: Tenemos el primer shot de este MewTul, aproximadamente serán dos shots pero en caso de que me deje llevar lo alargaría a tres. ¿Qué les ha parecido? 😻😻 Yo ame la escena en que MewTul se encontraron 😭 Para este shot quiero mostrar lo que es una relación verdaderamente tóxica versus una relación bonita & sana❤ ¡Mew vio bondad en Tul! ¿Se quedará en esa casa o regresará a los brazos de Max (😨)? Díganme qué piensan plis. Y sí, habrá smut pero saben que me gusta desarrollar bien un romance 😻

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