4. Él intentó...

8:52 p.m.

Eren despierta de su profundo sueño en la habitación de Rivaille, recuerda todo lo sucedido y revuelve su cabello.

—Mierda... —tapa la mitad de su cara con su mano—. ¿Por qué me dejé llevar? Ahora el sargento pensará que puede hacer conmigo lo que se le dé la gana...

Hace un puño con su mano derecha y golpea con su izquierda, en señal de decisión.

—No dejaré que eso pase... ¡Jamás!

Se levanta, toma su ropa y comienza a vestirse. Mira hacia el reloj de pared en la habitación de Rivaille.

—8:53... Debo apresurarme. Cenaremos en siete minutos.

Termina de vestirse y sale corriendo de la habitación.

~

—¡Eren! ¿Dónde estuviste estas cuatro horas? —le pregunta su preocupada hermana Mikasa al verle llegar al comedor, mientras el castaño se sienta. Rivaille casualmente iba caminando detrás de ellos cuando ella preguntó y el Cadete se puso nervioso por la pregunta, la cual no sabía como responder—. ¿Eren?

—Ehh... Mikasa yo... Estaba... —el azabache golpea la espalda del castaño haciendo que éste se incline hacia adelante, Mikasa le ve hacer eso y se levanta de golpe, pensando que molesta a Eren pero en realidad le está ayudando.

—¡Sargento! —le grita llamando su atención mirándole fijamente pero cabizbaja—. ¿Qué rayos está haciéndole a Eren?

—¡Limpiando! —Responde Eren poniéndose de pie también, mirando a Mikasa, aún con el Sargento detrás—. ¡El sargento y yo estuvimos limpiando! Pero él tuvo que hacer otra cosa y me dejó aseando el castillo... —mira al Sargento en busca de ayuda.

—Es cierto... Tenía que hacer papeleo en mi oficina, por eso dejé a Eren limpiando —respondió Rivaille en ayuda al Cadete.

—¿Y por qué el castillo? ¿Una zona donde no nos es permitido entrar?

—Como sabes estoy encargado de vigilar a Eren y no podía dejarlo sólo mientras yo limpiaba el castillo, fue sólo una excepción. Deja de hacer preguntas tontas y come —toma a Eren del hombro y le empuja hacia abajo, haciendo que éste se siente.

—Entonces... ¿Por qué le dejó solo aseando el castillo? —Eren se sorprende. Mikasa los atrapó con esa pregunta, ni Eren ni Rivaille saben como evadirla y ya no era por el empujoncito de Rivaille hacia Eren, ahora estaba preocupada de que el Sargento le haya hecho algo y quedo inconsciente esas 4 horas, pensando lo peor como si fuera su madre. Pasan unos segundos.

—¡Ah! Tu sargento me pidió de favor que vigilara al joven titán mientras hacía su papeleo. Y así tu otra sargento se quedó a cargo de Eren —Hanji aparece de la nada para salvar a aquellos dos de las garras de Mikasa.

—Hmm... —Mikasa ya no tiene más que preguntar, no hay razón para no creerle a la Sargento Hanji, ya que cuando terminó de dirigir el entrenamiento vespertino de los cadetes se dirigió al castillo y no se le volvió a ver hasta ahora, así que la azabache se sienta satisfecha—. Entiendo, gracias. Lo siento.

—Esta bien. Nosotros también lo sentimos, Cadete, te hicimos preocupar.

Mikasa esta dispuesta a comer tranquilamente después de esa tensa discusión que por poco gana y les saca la verdad frente a toda la tropa.
Eren también se tranquiliza y toma sus cubiertos, mientras ve a Hanji irse a su mesa, seguida de Rivaille quién no sabe que pensar acerca de que es lo que quiere la Sargento al haber dicho eso.

—Cuatro ojos, ¿qué pretendes? —le pregunta Rivaille a Hanji ya alejados de aquella mesa.

—Sólo los ayudé, Enano. Me debes una.

Rivaille frunce el ceño y después se sienta para también comenzar a comer.

~

Narra Eren.

Nosotros los cadetes bañamos nuestro caballo, limpiamos nuestras habitaciones y hacemos el mantenimiento de nuestros respectivos Dispositivos de Movimiento Tridimensional (DMT) nosotros mismos. Y estas son las únicas horas del día que podemos hacerlo.

Estoy en mi "habitación", no precisamente limpiándola, aún no puedo creerme que el Sargento esta enamorado de tal forma que el simple hecho de tenerme en su habitación le haya excitado, jamás pensaría de el Sargento Rivaille de tal forma.

Pero... ¿quien dijo que estaba enamorado? El sólo dijo que yo le gustaba. Quien sabe por qué o más bien para qué le gusto. Tal vez sólo me quiere en su cama y a eso se refirió con su cursi "Me gustas, Cadete", tal vez sólo le guste mi cuerpo. No, no, no... El Sargento Rivaille podría tener tantas mujeres quiera, porque, a pesar de su baja estatura él tiene el título de "el soldado más fuerte del ejército" y eso vuelve locas a muchas. Pero entonces... ¿por qué yo?

—Ey, Eren —me levanto de inmediato al escuchar la voz de el sargento llamarme, que me saca de mis pensamientos.

—¡Sí! Sargento ¿qué pasa? —me tranquilizo y pregunto.

—Cuando te fuiste de mi habitación no limpiaste nada, ni siquiera tendiste la cama.

—Ah, sí. Quería llegar a tiempo para la cena.

—Hmm... Vamos. No pienso limpiarlo solo —se da la media vuelta para salir y yo le sigo.

~

Narra Rivaille.

Vamos de camino a mi habitación, ya que el niñato se largó sin siquiera ordenar nada.

—Sargento, ¿está molesto? —me pregunta.

—Sí. Tú sabes bien que odio el desorden. Y más cuando tu lo hiciste.

—¡Yo no lo hice! ¡Usted lo hizo!

—Pero tú me provocaste.

—No es cierto...

Se quedó callado. Llegamos, saco la llave, la introdusco en la perilla para después girarla y hacer que la puerta se abra. Eren entra y se dirige directamente hacia la cama, tomando todas las sábanas y cobijas para comenzar a tenderla.

Mientras yo cierro la puerta y me recargo en la pared a ver todo lo que hace el joven titán.

Él se ve hermoso tendiendo mi cama, igual que en las fantasías que he tenido cuando no podía dormir, en esos momentos sólo me inventaba toda una vida de amor y sexo con este puberto. Pero si pienso eso, el puberto parezco yo.

—Eren, cuando despertaste ¿en qué pensabas?

—Ehh... Miré el reloj y pensaba que debía llegar temprano a la cena... Creo —respondió sin dejar de hacer lo que debe con las sábanas, pero ese "creo" lo dijo como si no quisiera que lo escuchara.

—¿Crees?

—Ehh ¡Sí! Supongo...

Él termina de hacer la cama y se dirige hacia mi.

—Si era todo lo que necesitaba, me retiro con su permiso, sargento —dice en firmes y después va hacia la puerta estirando la mano para abrirla e irse, pero yo le tomo esa mano y lo acorralo contra la pared.

Narra Eren.

Estaba por irme de su habitación antes de que se le ocurra hacer algo pero al parecer fue demasiado tarde. Me tomó del brazo y me puso contra la pared.

—¿Q-Qué pasa? —pregunté inseguro.

—Eso no es todo...

—¿Qué falta p-por hacer?

No me respondió pero toma mis hombros y me empuja hacia bajo haciendo que quedáramos frente a frente, de la misma estatura, pero el aún debe estar completamente derecho para poder alcanzarme.

—No te vas sin esto...

El sargento acerca su cara cada vez más, cuando esta ya muy cerca cierra los ojos y me doy cuenta de que... ¿quiere besarme?

Pero lo empujo, me alejo, abro la puerta y digo—: ¡Con su permiso!

Salgo de la habitación corriendo.

—¡Eren!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top