22. Interrupciones.
—Buenos... días.
Al encontrarse con tal escena frente a ella sólo atina a mirar sin poder creérselo, un tanto boquiabierta y con sus manos temblorosas. No se mueve ni un centímetro, esperando la reacción de alguno de esos dos soldados primero.
—Oe... ¿No deberías esperar respuesta antes de entrar? —pregunta Rivaille con el ceño más fruncido que de costumbre, Eren voltea hacia arriba para verlo también.
—Eh... Yo... —la chica busca las palabras en su mente pero por los nervios y al no encontrar lo necesario, aparta la mirada y se sonroja a más no poder—. Toqué la puerta...
—Tocar la puerta no es suficiente —responde el azabache sentándose en el colchón de nuevo, haciendo que el castaño y él quedaran pegando sus cuerpos otra vez, sin apartar la mirada de la intrusa.
—E-Eh... Lo siento... Vendré en otro momento —dice caminando hacia atrás jalando la puerta.
—Oe —llama de nuevo el sargento, afilando los ojos hacia ella, arrugando la frente y apretando a Eren contra su cuerpo más y más—. Ni se te ocurra hablar sobre esto. Si lo haces...
Inhala fuertemente en silencio y al mismo tiempo mueve la cabeza hacia los lados dando a entender a ambos que no diría nada. Entonces la sonrojada señorita abandona la habitación no sin antes ponerle seguro a la puerta (algo que a ellos no se les ocurrió hacer) para que sigan en lo suyo.
Después de el ruido que emana la puerta al cerrarse, Rivaille vuelve su vista al más que rojo rostro de Eren. El castaño sobre él hace lo mismo, observa de cerca los globos oculares de su, ahora, novio. Entre decidiendo y peleando con él mismo por no saber con exactitud el color de ojos del azabache. "Es un color entre gris y azul, hermosamente indescriptible" piensa el cadete.
Mientras, el gran pequeño bajo Eren se cuestiona lo mismo. "¿Verdes o azules?". Sólo que al mayor no le importa tanto y en vez de pensar eso, se acerca más a su castaño, acariciándole la espalda y estando atento de el palpite de su corazón. Que, por cierto, se acelera.
Estirando su espalda para alcanzar sus labios y besarlos de nuevo sin dejar de abrazarlo fuertemente, empujando su boca contra la del contrario logra recostar a el castaño sobre las sábanas blancas y posicionarse sobre él, dejando sus labios por un momento y lograr ver su rostro.
Después de mirarle por largos segundos, le da tres tiernos besos, uno en la frente y los otros dos en cada mejilla del menor. Y sin separarse, el azabache lleva sus labios al alargado cuello de su castaño y lo besuquea mientras mueve su cadera para sacar su miembro del menor.
—Ah... —suspira el cadete sintiendo los labios de su pareja en su cuello y también su miembro dejándolo lentamente, como si no quisiera—. Sargento... —suelta mientras lleva sus manos a acariciar el suave cabello azabache de su pareja, mientras éste sigue ocupado en su cuello, un brazo está ayudando a apoyar su cuerpo para no caer sobre Eren, mientras el otro brazo lleva a su mano a recorrer el cuerpo de su castaño, hasta llegar a uno de sus glúteos y apretarlo con ésta mano explotadora.
—Eren... —gime roncamente el mayor. Tanto le excita la situación de tener a su quinceañero debajo mientras le besaba el cuello con gula y le apretaba una nalga con lujuria. Mientras su pareja le acaricia el cabello y la espalda dándole permiso de tocar la parte de su cuerpo que más le apeteciera.
Lo piensa un segundo y decide detenerse. Si seguía seguramente se le habría subido la sangre de nuevo y no hay tiempo para volver a follárselo y terminar antes de la hora del desayuno.
Así que le acaricia el muslo para alejar su mano de ahí y levanta la cabeza a mirarle. Suspira al observar la cara de Eren formando una dulce sonrisa, con los ojos cerrados y respirando suavemente mientras mueve los dedos en el hombro de su sorprendido novio.
—¿Sargento...? —pregunta Eren abriendo los ojos antes de sentir los labios de Rivaille en su fría nariz. Le acaricia de nuevo el muslo hasta llegar a su trasero, darle una sonora nalgada y después levantarse a duras penas de la cama.
—A desayunar, mi castaño —ordena mientras se pone la camisa blanca que siempre usa con el uniforme de la legión, lanzándole la ropa interior a Eren para que se vistiera también y abrochándose los botones de abajo hacia arriba.
—Sargento... Un poco más. ¿Sí? —reniega el menor haciendo a un lado su ropa y ladeando la cabeza mientras mira atento al mayor. Éste ya completamente vestido con sólo los lazos negros faltantes se acerca lentamente al cadete y al llegar se inclina para besar sus labios por un segundo, después revolver su cabello y después caminar hacia la puerta.
—Me iré en un minuto. Contigo o sin ti, mocoso —aclara recargándose en la pared a un lado de la puerta sin mirar a el cadete, quién hace un puchero antes de cumplir la orden del sargento.
~
—En realidad esa "alianza" fue sólo para acercarme a ti —dice el rubio mirando a su cadete, sentado en una banca frente a una mesa junto a él, tras haber revisado que estén solos en el lugar.
—Y yo acepté por la misma causa, comandante —responde el cadete, forma una sonrisa y voltea todo su cuerpo hacia el mayor después de ver que éste se acerca demasiado.
—Qué conveniente, cadete. Bien hecho —le dice a milímetros de separación, tomando su mandíbula para que abra la boca y besarlo a continuación.
Jean cierra los ojos y toca tímidamente el pecho de Erwin mientras éste le besa con deseo, sosteniéndolo de la espalda y acariciando la sonrojada mejilla del cadete.
—Ya nadie puede venir a desayunar tranquilamente sin que haya dos hombres besándose —dice casi gritando el intruso, o más bien, uno de los dos intrusos. Justo después de escucharlo el sonrojado cadete se separa de inmediato de su pareja y baja la cabeza mirando fijamente el plato vacío.
—Rivaille —reniega el comandante molesto por la interrupción, frunciendo el ceño y mirando como se acerca caminando con una mano en la cintura.
—Oh... Siento la interrupción —responde con ironía mientras da una palmada en la espalda de el rubio. Después mira a Jean y forma una expresión de sorpresa—. ¡Ohh! No me digas que no lo has tocado, Erwin —el rojo cadete se exalta y levanta la vista hacia el sargento después mira al comandante como una zebra frente a dos tigres. Entonces el azabache suspira y se sienta cruzando los brazos frente a ellos en la misma mesa—. Pues ojalá lo desvistas pronto... Sólo míralo, te lo esta pidiendo a gritos. Y no dejaré que nadie en mi equipo de exploración se sienta así.
—¡No, no, sargento Rivaille! Yo... Ehh... No hay por qué apresurarse... —dice moviendo las palmas de lado a lado en señal de negación. Erwin observa estas acciones y se da cuenta que lo que dice el sargento es la verdad.
—¡Sargento Rivaille! ¡Dijo que esperaría un minuto! —entra Eren corriendo mientras se abrocha la cinta negra en la parte del pecho, sin tener éxito. Se sienta junto al mencionado aún jadeando por la distancia que recorrió.
—Tardas demasiado sólo para ponerte el uniforme, sólo me adelanté —responde Rivaille abrochándole la cinta negra que al parecer él no puede. Ignorando a los otros dos soldados al otro lado de la mesa—. Listo —termina dándole una palmada en el brazo.
—Gracias —responde sonriente y nota al fin a esos dos frente a él, entonces se decide a declarar su amor hacia el sargento y rechazarlos "formalmente"—. Eh... Buenos días, comandante, Jean. Bueno... Yo me di cuenta que el sargento...
—Déjalo, Eren. Sabemos que tu quieres a Rivaille. Pero no hay cuidado, Jean y yo estamos felices así —interrumpe Erwin tomando del hombro a Jean y sonriéndole a éste. Eren se queda callado sin entender aún que pasa.
—O sea que somos pareja, idiota. —aclara Jean mirando al confundido Eren con el sonrojo que se negaba a dejar su rostro.
—¡Wa! ¡B-Bien, bien! ¡Qué... sorpresa! —felicita el sonriente castaño y Erwin recibe sus palabras sonriéndole también.
El ruido de algún recipiente de porcelana rompiéndose se escucha no muy lejos de la mesa en donde estaban sentados ellos tres. Espera... ¿tres?
—Oh... La rompí. Lo siento —de disculpa aquel azabache al sentir la mirada de los tres soldados sentados. Eren sonríe.
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