21. Sentimiento mutuo.
"Que tal si soy tuyo sin anillo ni título. Y que tal si soy tuyo porque quiero y porque te quiero. Y que tal si la vida nos encuentra más juntos que casados, más enamorados que morados, más unidos que asociados. Y que tal si nos queremos sin porqués, sin excusas ni miedos. Y que tal si nos hacemos verdad, realidad y luna."
-Brando. Cartas al tiempo.
Mind of Brando
Narra Rivaille.
Sina. El lugar en donde el puberto precoz que amo me confesó sus sentimientos. El lugar en el que nuestra relación comenzó oficialmente sin necesidad de que alguno de los dos preguntara, porque ambos estamos más que seguros acerca de los sentimientos del otro. Nos lo hemos demostrado. Desde aquel día, el día en que yo di el primer paso que comenzó con la etapa más hermosa y peligrosa de nuestras vidas. Y, entonces, yo sabía lo que él sentía. Desde el principio, siempre. Pero me preocupaba que se estuviera mintiendo a si mismo... Que no supiera lo que quería.
Pero ahora me doy cuenta de que estaba equivocado. De qué este chico ahora tiene bien en claro lo que lo hace feliz. Y espero que ese "algo" sea yo... O haré que lo sea, a cualquier costo. Quiero ser yo quien lo haga feliz.
—Sargento... —me llama en un susurro apenas audible. Abro los ojos para intentar mirarlo en medio de la oscura habitación.
—Eren... —le respondo intentando asimilar su voz. Él se voltea y me abraza con brazos y piernas. Él y yo, abrazados en una cama, las sábanas enrollándonos y haciendo que nos acerquemos más y más el uno al otro.
Lo beso en los labios. Un beso suave, tierno. De esos que quisieras que nunca se acabaran. Que transmiten amor con movimientos leves.
Me separo un segundo para susurrar su nombre otra vez, en su oreja. Se estremece y yo lo tomo de la cintura para acercarlo más a mi y volver a besarlo.
Paso de sus labios a sus mejillas, su frente, sus orejas... Su piel tan suave se siente como se estuviera besando... Emm... A Eren Jaeger. No hay definición, simplemente todo él es lo más perfecto que pudo haberme pasado jamás.
—Te amo —me dice. Ya no es un susurro, es su voz. Lo abrazo más fuerte, rodeando por completo su cuerpo para que pueda sentir la consecuencia que sus palabras le han causado a mi corazón acelerado.
—Te amo, Eren. También te amo. Te amo casi tanto como al té negro —respondo y él ríe paseando sus manos por mi espalda e intentando apretar más sus brazos en busca de más y más cercanía.
—Sargento... Hágame el amor. Quisiera sentirle, tocarle... Ahora que somos oficialmente pareja.
—Me gusta la forma en que lo dices. Hazlo otra vez —ordeno y después comienzo con su cuello, besándolo delicada y suavemente. Él ríe y estira el cuello para hacerme más fácil el trabajo.
—Hágame el amor, hágame el amor, hágame el amor... —repite acariciando mi cabeza y subiéndome la camisa con intenciones de deshacerse de ella, lo ayudo y la tiro al suelo, para después dar un último beso en su clavícula antes de seguir la orden de un cadete a su sargento.
Él se deshace de mi pantalón y ropa interior y yo de la suya. Tomo firmemente su cadera y lo monto sobre mi. Entonces, yo sentado sobre la cama y él sobre mi, nos besamos de nuevo. Paseando nuestras manos por donde alcanzaran a tocar. Quiero sentir cada perfección e imperfección de su cuerpo otra vez, y, si es posible, encontrar más.
—Acércate más —le ordeno interrumpiendo el beso. Dejo marcas en su cuello, clavícula y pecho de mis besos. Él obedece abrazándome y dejándose besar.
—Ngh... ah —gime al sentir mi mano masajeando su miembro y el mío al mismo tiempo. Y yo me silencio (o al menos eso trato) con los besos ahora húmedos que le dejo en la piel.
—Ahh... Eren, bésame —ordeno y él obedece casi de inmediato, tocando mi pecho y brazo, bajando sus manos para acariciar también mi antebrazo y abdomen.
El beso se fue tornando voraz con cada movimiento, con cada caricia.
—Ah, sargento... —gime interrumpiendo el beso y abrazándome de nuevo.
Beso su hombro mientras él sigue jadeando aferrado a mi. Sigo con las caricias a su suave espalda para intentar calmarlo.
Se separa de nuevo y me da otro beso. Lleva sus manos a mi cara, acariciando mis mejillas y mi nuca. Mientras que yo correspondo con ansias el beso y toco su creciente erección.
Tomándome de ambos hombros e introduciendo su lengua en mi boca me recuesta de nuevo en la cama, estando él sobre mi sobando mi, ahora, duro miembro con su trasero.
—Ah... M-Maldito mocoso. Métetelo de una buena vez.
—No puedo solo hacerlo, sargento... —me explica intentando imitar una mueca de niño inocente sin dejar de moverse sobre mi erección—. Diláteme, por favor.
—A la orden, cadete.
Beso sus labios de nuevo y llevo mis manos detrás de él, separando sus nalgas y dejando que mi miembro se pasee entre ellas pero aún sin introducirlo.
Con la humedad de nuestros miembros (consecuencia de los roces) introduje mi dedo medio, sacándole un gemido alto a mi castaño. Comienzo a dibujar círculos imaginarios dentro de él. El segundo dedo de mi mano derecha acompaña al primero juntándose y separándose repetidas veces para aligerarle la carga al tercer dedo, ahora de mi mano izquierda.
Mientras todo esto pasa en su parte baja, él, mas rojo que una manzana, deja caer su cuerpo sobre mi, gimiendo mi rango y nombre en mi oreja derecha y acariciando suavemente mi cabello.
Yo beso su mejilla mientras levanto mis caderas para sentir el creciente calor de Eren en mi palpitante miembro.
—¿Listo, Eren? —le pregunto susurrando a su oído, sacando mis dedos para apretar sus nalgas.
—Sí, señor... —dice con ansias mientras se levanta de nuevo sobre mi ereccion. Yo la posiciono para que él solo baje y la introduzca en él.
Apoyándose en mi abdomen, comienza lento, mirándome a los ojos y jadeando levemente. A la mitad cierra fuertemente sus ojos, lleva su mano a su boca y la muerde para tratar de silenciarse.
—Eren... no hagas eso —le digo tomándole de la muñeca y jalándola hacia abajo, y, con mi otra mano tomo su muslo y lo jalo abajo para acelerar la penetración.
—¡Ah! ¡Sargento, mas lento!
—Ngh... Ya no aguanto, mocoso —explico levantándome de nuevo, dejando pocos centímetros entre nosotros.
Con los ojos cerrados y tomándome ambos hombros me da un rápido beso, autorizándome hacer lo que me pegue la gana.
Le tomo firmemente por debajo de los muslos y lo levanto de nuevo con algo de su cooperación también.
—Ngh, ah... Eren, déjate caer cuando estés listo —le digo y se sentó de inmediato sacándome un ronco gemido, y él, gimiendo también, alto y fuertemente, alzando la cabeza. Ahí yo aprovecho para besar y lamer de su clavícula hasta su barbilla y de regreso.
Después de eso las cosas se pusieron más rápidas e intensas. Eren saltaba y salta sobre mi, gimiendo con cada uno de sus movimientos, haciéndome gemir a mi también de tanto placer en una sola noche.
—¡Ah! ¡Sargento, voy, voy a correrme! ¡Ah! —grita desesperadamente y yo continúo incluso más rápido. Entonces como dijo, se viene.
—¡Ngh! ¡Eren! —gimo también y eyaculo dentro de él, terminando con dos estocadas más.
Lo abrazo para calmar nuestros jadeos, pero al escuchar que alguien toca la puerta ambos nos quedamos paralizados. Eren solo atina a recostarse y cubrir la mitad de nuestros cuerpos con las sabanas.
La persona abre la puerta y entra sin soltar la perilla.
La reconozco, es ella, la chica del laboratorio... ¿Cuál era su nombre? ¿Ana? ¡Ana!
—Buenos... —alza la mirada hacia nosotros en aquella posición en la que Eren nos ha dejado— ...días.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top