20. Volar.

Narra Rivaille.

Cuando Eren salió del titán lo único en lo que pude pensar fue en los policías militares. Esos idiotas malinterpretarán la situación y querrán atacar al mocoso apenas lo vean, así que lo mejor por ahora es salir de aquí. Ya después explicáremos lo ocurrido. Tomé rápidamente mis botas y me las puse, continué con el equipo tridimensional y, ya listo, fui por el mocoso, debilitado por la transformación le puse la capa verde y la capucha de ésta para después levantarlo en mis brazos como princesa.

—¡Rivaille! ¡¿Qué rayos...!? —Erwin intentó preguntar pero un fuerte ruido proveniente de la puerta le interrumpió.

—¡No sé! ¡Tu distraelos, yo sacaré a el mocoso de aquí! —le respondí gritando. El vapor que sacaba el cuerpo del titán comenzaba a calentar la habitación y el aire hervía ahí dentro.

—¡Rivaille, sólo salgamos de la habitación, no hay porqué escapar! —me grita y yo volteo a verle un segundo. Estaba abrazando con una mano a Kirshtein y con la otra cubriéndole la nariz y boca con un pañuelo. Toda su atención estaba concentrada en el cadete, así que sólo me voltee y le grité.

—¡¡Cállate, Erwin!! —pateé la ventana fuertemente haciendo que se rompa para poder salir disparando los cables del equipo tridimensional.

Y ahora pienso muy seriamente que un maldito mocoso en los brazos no ayuda mucho a maniobrar en el aire, pero algo tenía que hacer con este idiota. A este paso los policías militares nos alcanzarán y ahí no sé qué se me ocurrirá para salir de esa, pero algo pasará, seguro.

—Ngh... —murmura Eren, tratando de moverse para identificar la situación en la que está.

—No te muevas, mocoso —obedece quedándose quieto. Me detengo sobre el techo de una casa para dejar respirar al chico tranquilamente.

Me acerco a la orilla de la casa y lo recargo en la pared de ésta, tomando su hombro para evitar que se cayera, me alejo y le veo la cara.

—Eren, ¿estás bien? —intenta verme también pero se le dificulta quedarse mirando sólo una cosa, sus ojos no dejan de moverse y sus párpados luchan por mantenerse abiertos.

—¿S-sargento? —pregunta tendiéndome la mano para intentar tocarme, la tomo y la pongo sobre mi pecho para que pueda sentir mis latidos cerca de él—. Sargento Rivaille... —reconoce en un suspiro acercándose a mi y al final quedarse recargado en mi pecho, abrazándome suavemente con sus manos detrás de mi. Hago lo mismo, acariciando su cabeza, pasando mis dedos por entre sus suaves cabellos castaños y frotando mi mano en su espalda.

Volteo hacia arriba encontrándome con las brillantes estrellas que adornan todas las noches, ya sean tristes, felices o indiferentes. Las estrellas siempre estarán ahí para hacerte recordar que sigues atrapado en el mismo mundo. "Atrapado". ¿Voy a ser liberado? ¿Vamos a ser liberados? ¿Será el amor libertad aunque esté atrapado? Supongo que si. ¿Entonces yo vuelo? Vuelvo mi vista a Eren. ¿Este adolescente me hace volar?

Sí. La respuesta es sí.

Siempre será sí. Aunque sea no, será sí. Siempre.

—Eren... —le llamo susurrando empujando su hombro para intentar levantarlo y poder mirarlo a los ojos. Se sienta frente a mi, lo veo. Lágrimas, Eren llora. Llora con una sonrisa en los labios. Llevo mi mano a su cara y lo acaricio, él me toca también y se lo digo. Se lo digo una vez más. Una de las tantas veces que se lo he dicho y se lo voy a decir de ahora en adelante—. Te amo, Eren.

Eren se echa a llorar, sin contenerse. Llora frente a mi, con una gran sonrisa y un poco cabizbajo toma mis manos.

—Sargento... Y-Yo también... Lo amo. ¡Lo amo tanto!

...Eren Jaeger no podía ser más oportuno.

Pareciera que él ya lo tenía todo planeado desde aquel día en las caballerizas. Aquel día en que nuestra historia dio inicio, pero que hoy comienza de verdad.

Lo abrazo fuertemente dejando que llore cuanto quiera en mi hombro.

Después de unos cuantos minutos se calma y me dice algo.

—Sargento.

—¿Que pasa?

—Quiero hacer pipí.

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