2. Su sonrojo lo mató.

8:34 a.m.

Los cadetes están desayunando para poder iniciar con su calentamiento y después el entrenamiento matutino.

—Eren, llegas tarde —le dijo la siempre preocupada Mikasa a su hermano.

—Lo siento, Mikasa, ayer no dormí muy bien.

—¿Estas bien? ¿Te sientes mal?

—Estoy bien, no es nada importante.

—Mmn... —Mikasa nota a Eren muy distraído volteando hacia todas direcciones como si buscara algo o a alguien—. Eren, ¿buscas algo?

—Hmn... ¿Está aquí el sargento Rivaille?

—No. Él llegó más temprano, término de comer y se largó.

—Hahh... Menos mal —suspiró el chico despertando la curiosidad de la chica.

—¿Sucedió algo con el sargento que no me contaste, Eren?

—Emm... —Eren quedó en silencio unos segundos mientras pasaban a su mesa a servir el desayuno, pensaba que debía contárselo a Mikasa, después de todo es su hermana y se cuentan todo, lo que sea, pero esto era diferente, si le contaba ella podría rebelarse contra el sargento y no sería nada bueno para Eren ni para ella—. No... Nada en especial —respondió al fin, aún distraído, revolviendo la comida con su tenedor.

—Eren, ¿sabes que puedes contarme lo que sea?

—Si, Mikasa, sabes que confió en tí.

—Bien —ella se levantó de la mesa y llevó su plato a su lugar para que lo laven, después salió del comedor dejando a Eren sólo, desayunando aún.

~

3:56 p.m.

Los cadetes correspondientes en la tropa de reconocimiento hacen su entrenamiento diario, el cual está a punto de terminar, en 4 minutos. Después se separarían en grupos para limpiar cada rincón del castillo o hacer la cena. La sargento Hanji está encargada hoy del entrenamiento de los cadetes, mientras el sargento Rivaille, está haciendo papeleo en su oficina o al menos eso creían todos. Cuando se dirigió hacia ellos todos los cadetes se pusieron en formación con el puño de la mano derecha cerrada en el pecho y la otra en sus espaldas, saludando a la llegada del sargento.

—¡Hey! ¡Enano! ¿Qué haces aquí?

—Sólo veo como entrenas a los mocosos, cuatro ojos.

—¡Já! Pues no lo hacen nada mal, tienen muy buena condición física.

Rivaille volteó hacia todos los cadetes, buscando la mirada de Eren, a quién encontró al lado de Mikasa y Armin.

Se dirigió hacia la formación con las manos atrás y mirando fijamente y de cerca a los cadetes que estaban parados ahí, que estorban al sargento para llegar a Eren. Los cadetes sólo ven como sus penetrantes ojos se dirigen a los ajenos con intenciones de intimidar, que lo lograba.

Rivaille llegó por fin a Eren, este estaba nervioso que hasta le temblaban las rodillas y apretaba la quijada, mientras el otro se daba varias vueltas alrededor del menor para verle desde todas perspectivas.

Después, regresó a verlo de frente, se puso a centímetros de su cuerpo acercándose a la oreja del menor susurrándole—: Hoy estas diferente, cadete. ¿Qué te hiciste?

—M-me bañé en la mañana, señor —Le respondió hablándole bajo, para que sólo el sargento le escuchara.

—De ahora en adelante te bañarás por las mañanas y no en las noches, cadete.

—¡S-sí, Señor! —al sargento le encantaba, Eren era resplandeciente cuando hacia eso, y Rivaille lo notaba a kilómetros de distancia.

Se quedaron en silencio unos cuantos segundos, mirándose directo al rostro, hasta que Rivaille preguntó algo que hizo sonrojar a Eren como nunca jamás.

—¿De qué color traes los bóxers?

—¡¿Q-QUÉ?!

—Responde.

—... Negros —dijo bajando la cabeza para ocultarse del sargento, pero fue demasiado tarde, Rivaille ya notó su sonrojo, haciendo que le dieran demasiadas ganas de verlos, sus bóxers negros.

Rivaille tomó la muñeca derecha de Eren, y éste se sorprendió al ser jalado fuertemente por su sargento.

—¡¿E-eh?! ¡S-sargento! ¡¿que pasa?! —Rivaille no le respondió a Eren, pero le dijo algo a la sargento Hanji.

—¡Hey! ¡Cuatro ojos! Este mocoso me ayudará a limpiar las habitaciones interiores del castillo.

—¡Enano! ¡No seas muy duro con él! ¡JAJAJA! —la sargento le respondió a Rivaille haciendo que éste frunciera el ceño. Eren se asustó al escuchar lo último, su cara de sorprendido cambio por una de preocupación y la sargento se quedo con una sonrisa, divertida.

—¡Soldados, rompan filas! —Lo último que Eren escuchó antes de entrar al castillo y ser jalado por los pasillos a los que nunca le habían dejado pasar, pero que ahora estaba siendo obligado a recorrerlos.

—Emm, sargento, ¿a dónde vamos?

—¿Qué no escuchaste allá afuera?

—¿A usted o a la sargento?

—Hmm... A el que tu hayas querido escuchar.

—Emm, ¿a qué se refirió ella con "muy duro"?

—¡Hm! Así que la escuchaste a ella.

—¡No! Solo... es que me llamó la atención... eso último...

—Ella tiene una mente podrida, cadete. No le hagas caso a todo lo que diga.

Después de caminar rápidamente por todos los pasillos, el sargento paró frente a una puerta y sacó una llave, la introdujo en la perilla y la giró, haciendo que la puerta se abra.

—Entra.

—C-Con permiso... —Eren entró en a la habitación seguido de Rivaille, quien después de entrar se quitó la chaqueta y la colgó en un perchero.

—Esta es mi habitación. Eres el primero que entra aquí desde que me fue asignada.

—¿Eh? ¿Porque me trajo aquí, sargento?

—Quiero una respuesta.

—¿A-A qué se refiere? —Eren sólo podía pensar en lo que Rivaille le dijo el día anterior, pero ¿sólo le habrá llevado todo ese camino para que respondiera un sí o no?

—¿Ya te olvidaste de mi confesión de ayer? Quiero saber si soy correspondido o no, así que apúrate y dime que sí —Eren se sorprendió y abrió los ojos aún más de lo que estaban, haciendo sus cejas hacia arriba— ... ¿Y bien?

—Emm, sargento, c-creo que sus sentimientos n-n-no son c-correspondidos —dijo el menor, inseguro, cerrando los ojos y agachando la cabeza.

—¿Hmn? Entonces tú... ¿No me quieres?

—¡No, no, no! ¡Si lo quiero! Pero no de la forma... en qué usted cree.

—Entonces... si me quieres... —dijo el sargento, mientras se acerca a Eren con pasos cortos.

—¡Eh, no! ¡Sí! ¡¡No lo sé!! ¡No me haga este tipo de preguntas!

—¿Ahora intentas ordenarme? —el sargento tomo a Eren por las manos, empujandolo hacia atrás.

—¡No, Sargento! ¡Sólo que usted me confunde!

—¿Dices que no piensas claramente cuando estas conmigo?

—¡No! ¡Deje de alterar la verdad! —Eren se topó con la orilla de la cama, pero el Sargento no dejaba de empujar, haciendo que ambos cayeran a el colchón. El sargento sobre el Cadete, sosteniendo sus muñecas a cada lado de la cabeza del menor y las piernas del mayor tienen prisioneras las del otro.

Narra Eren.

Espera, ¿que esta haciendo el sargento?

Cálmete, Eren y analiza la situación... El sargento se te declaró ayer, hoy te trajo a su habitación y lo rechazaste, en este momento estas acostado en su cama, él sobre ti, te esta sosteniendo las manos y piernas ¿deberías tomar esto a mal? ¡Claro que sí! Eren... ¡deja de hablarte mentalmente a ti mismo y has algo! ¿¡El sargento está a punto de violarte y tu sólo lo miras a los ojos!? ¿Qué harás? No puedes golpearlo ¿o sí? No. Te iría muy mal si lo golpeas. ¡Pero tampoco dejarás que haga lo que quiera contigo! Dile algo...

—Ehh, Sargento. Suelteme, por favor.

—No —¿No? ¡¿Cómo que no?! ¿Y ahora?

—¿Por favor? —¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué pongo esa cara de niño pequeño pidiendo una paleta? ¡No soy un niño pequeño y no pido una paleta! ¡Soy un adolescente y pido que no me violen!

—Te dije que no.

—¿Por qué?

—Quiero ver tus calzones negros.

—¡No son calzones, son bóxers!

—No te traje aquí para que me rechazaras.

—¿Usted quería que le correspondiera?

—Esperaba que me correspondieras, Eren.

—Pero no lo hice... ¿Que me hará entonces? —espera... ¿¡qué acabo de preguntar!? ¿De verdad quiero escucharlo? ¿O quiero que no me diga lo que obviamente va a decir?

—¿No es obvio, Cadete? ¿Quieres que te lo explique con manzanas?

El sargento comenzó a besarme el cuello, aún sin soltarme.

—Sargento, yo no quiero hacerlo —el sargento no hace caso a lo que yo digo ¿acaso le vale todo en ese momento?

—Lo siento, Eren. Ya es tarde —tomó mi mano izquierda y la llevó a su entrepierna, lo sentí, el sargento estaba... duro. Miré hacia donde esta mi mano, sorprendido y comencé a acariciarlo, miré a el sargento y ahora él era el sorprendido.

—¿Qué haces? ¿Ya te rendiste?

—Si va a ser mi primera vez debe ser especial ¿no?

—Entonces haré que sea especial para ti.

Eren se quedó callado y entonces el sargento continuó.

—¿Cómo quieres que te lo haga en tu primera vez?

—Hm... fólleme como desee, sargento.

—No te follaré, te haré el amor, Cadete.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top