18. Destino: Sina.
Narra Hanji.
—Rivaille me contó sobre lo que pasó el día de los enamorados —digo sentada en el comedor.
—Hmm... Hm —asiente atenta la chica Ackerman azabache que está frente a mi.
—Y... —dejo en suspenso lo que quiero decir a continuación, para hacer entender de que es algo importante. Mikasa se acerca más a mi, supongo que para asegurarse de no perderse nada de lo que diga—. Estoy segura de que... —me acomodo los lentes—. ¡Eren ya se enamoró!
La quinceañera frente a mi sonríe de la emoción ante la afirmación que acabo de hacer.
—¡Hanji-san! ¡¿Lo dice en serio!? — pregunta estrellando las manos contra la mesa y levantándose de la silla.
—Claro. Pero ese chico es un ingenuo que no se ha dado cuenta. Necesitaremos hablar con él.
—Voy por él —dice la adolescente caminando hacia la salida, dispuesta a traer y hacer entrar en razón a su hermano. Pero la detengo.
—No tan rápido —la paro entre risas—. No está. Fue a Sina para unos estudios.
—¡¿Qué!? ¿¡Por que nadie me dijo!?
—Llegó un soldado de la policía militar con órdenes. Debíamos enviarlo de inmediato. Sé que ni siquiera tuvo tiempo de despedirse, pero volverá aquí en quince días.
—Y... ¿quién fue con él? —pregunta la azabache en un tono serio. Mirándome con ojos de ilusión a que mi respuesta sea "el sargento Rivaille". Pero no puedo mentirle. Destruiré sus sueños por un segundo.
—Mikasa... sabes que si alguien va a la capital debe ser con el comandante de la legión.
—Así es. Pero no sólo él. Según yo deben ser por lo menos tres personas.
—Erwin, Eren y Jean —digo cabizbaja apoyando mi cabeza en mis manos. Pero seguramente de alguna manera Rivaille convenció a Nile (quién es el encargado de su traslado) de que también debería ir. O por lo menos debió haberse colado de alguna forma, de perdida colgado debajo de la carreta. Pero es obvio que no se quedo de brazos cruzados. Ese enano no dejaría a su castaño a merced de la competencia.
—¿¡Qué!? —Mikasa no se detiene a pensar las cosas como yo, es normal que se altere. Pero la tranquilizo y le explico mi teoria gay rápidamente.
—Calma, jejeje. Rivaille no se ha aparecido, seguro se fue con ellos.
—¿Y si no? —pregunta muy preocupada la chica.
—Aún si no fue no pasará nada. Eren no dejará que lo toquen. Casi puedo asegurarlo —no le estoy mintiendo, es la verdad. Bueno, al menos es lo que yo creo y lo que quiero creer. Eren puede a veces verse tierno, pero tiene fuerza y se puede defender él sólo. El único que me preocupa es Erwin. Eren jamás golpearía a un superior, mucho menos al comandante. La razón por la que Rivaille debe ir también.
~
Narra Nile.
De alguna manera las cosas aquí se pusieron demasiado tensas.
Me enviaron hace una semana con órdenes de llevar al chico titán a la capital para unos cuantos experimentos. Acaté las órdenes. El comandante del chico también debe venir y para asegurar, otra persona. O sea, mínimo tres personas de su legión, máximo cinco.
Vamos cinco personas en el carruaje camino a Sina. El chico titán, Smith, por alguna extraña razón el cadete Kirshtein, el sargento Rivaille y yo.
En realidad no tengo la menor idea de por qué Erwin escogió a ese cadete. Pensé que traería a Rivaille, o de perdida a Hanji o Mike. Da igual. Rivaille hasta amenazó con matarme si no lo dejaba venir. Aunque esa es decisión del comandante de su legión, dije que sí sólo para no hacer enojar a ese maldito enano.
Y ahora estamos camino a Sina. Estoy sentado al lado de Erwin, a su lado, Kirshtein, y, frente a nosotros, Rivaille y Jaeger. Que por cierto ellos dos están demasiado cerca...
Volteo y veo a Erwin cruzado de brazos y piernas, frunciendo el ceño y con los ojos fuertemente cerrados. A su lado, Jean Kirshtein, sentado con los puños cerrados sobre sus muslos, sin despegar su vista de Rivaille y Jaeger.
—Pararemos en un pueblo cerca de aquí. Al atardecer continuaremos —les digo a todos. Erwin abre los ojos y me ve confundido.
—¿Viajaremos de noche? —pregunta extrañado.
—No hay otra opción. Deberían agradecer que podemos parar en un pueblo aunque sea por pocas horas.
Erwin suelta un suspiro y asiente. Bajo del carruaje e intento estirarme un poco mientras los demás bajan también.
Estábamos relativamente cerca de la muralla Sina, pero ya que no tenemos nada de comida, necesitaríamos comer en algún pueblo. En el camino se nos cruzan otros dos pequeños pueblos, pero no será necesario parar en esos.
—Jean, ve a comprar más comida —ordena Erwin con su mano en el hombro del cadete. El mencionado voltea a ver dentro del carruaje donde aún están Rivaille y Jaeger, frunce el ceño y camina obedeciendo la orden de Erwin.
Narrador en 3ª persona.
Rivaille y Eren están sentados aún en el carruaje, sin mover un músculo con intenciones de salir de éste.
—Sargento —le llama el menor mirando a el otro—. Qué bueno que vino usted.
El mayor mira al sonriente cadete—. ¿Por qué? —le pregunta.
—¿Eh? —el menor se sonroja por la cercanía del sargento y responde mirando hacia otro lado—. Pu-pues porque... Por alguna razón siento seguridad cuando está usted cerca.
Rivaille pone una rodilla en el asiento para poder darle un beso en la frente y después abrazarle la cabeza.
El mayor pasa sus manos a los hombros del cadete, se separa para mirarlo a los ojos y dice—. Idiota, ¿creías que te dejaría sólo con esos dos? Siempre estaré contigo, Eren —le planta un tierno beso en los labios.
El cadete aún sonrojado corresponde a el beso e, inconscientemente, abraza al mayor de los hombros, haciendo que se acerque más.
El sargento le toma de la cintura y se aleja de su cara—. Eren, maldito inoportuno —el mencionado, confundido y sonrojado le mira esperando que diga lo demás pero el sargento sólo le suelta y cuando está a punto de bajar del carruaje le dice—: No podemos hacerlo aquí, estúpido adolescente caliente.
—¡Y-Yo no...! —quiso responder el menor pero Rivaille se fue sin escucharlo. Y Eren se quedo sentado haciendo un puchero.
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