15. Antes de Valentín.
13 de Febrero. 12:34 a.m.
—¡No puedes! —se escucha el grito de Erwin hablándole a Rivaille en la oficina de rubio.
—No hay por qué alterarse —el azabache sentado en la silla frente al escritorio, cruzado de piernas y brazos.
—No me estoy alterando —continúa Erwin—. Sólo... quiero San Valentín con él.
—¿Por qué tanto alboroto sólo por un día?
—Si lo ves de esa manera ¿por qué no dejas que esté conmigo?
A Rivaille se le tensa el cuerpo. El simple hecho de pensar que es lo que puede hacer ese rubio con el castaño le enoja.
—Sólo... no lo permitiré. No me importa si eres mi superior. No tengo porque obedecerte en este sentido —dice con seguridad—. Además... Soy el encargado de vigilarlo.
—...Entonces haz lo que quieras. Pero te advierto que también estaré detrás de él.
—No es problema. No eres competencia difícil para mi.
Erwin frunce el ceño, se sienta en la silla detrás del escritorio y acaba la conversación.
—Entonces... Si era todo lo que debía hablar conmigo, ahora puede retirarse, sargento.
—¿Por qué tanta formalidad tan de pronto? —Rivaille se levanta de la silla y se va de la oficina sin esperar respuesta.
~
—Eren —le llama su hermana al verle sentado en la mesa del comedor. El castaño voltea—. ¿Qué haces?
—Nada —responde y Mikasa se sienta en la mesa, frente a él—. No me asignaron algo por hacer.
—A mi tampoco. Parece que todo va bien.
—Sí. No hay mucho que hacer cuando se acerca un día festivo. La sargento Hanji se emociona y lo hace todo ella. Nosotros sólo limpiamos.
—¿Día festivo? De qué habl...
—San Valentín —interrumpe la azabache—. El 14 de Febrero, Eren.
—¡Ah, sí! ¿Qué día es hoy?
La chica suspira. Se esperaba que a Eren no le interesara el día de los enamorados. Pero para todos, incluyéndola, era emocionante. Y no quería que Eren se excluyera de todo eso.
—Hoy es trece. ¿Tienes algún plan para mañana?
—Pues... no. Sólo esperaré a que alguien me invite.
Mikasa suspira de nuevo—. Eren, ¿acaso esperas que el sargento lo haga todo?
—¿¡Qué!? ¿C-Cual sargento? ¿Mike? ¿Ri-Rivaille? ¡No se que hablas! —Dice exaltado el castaño. Con las mejillas coloradas a más no poder.
—¡Calma! Sólo pienso que... él ya ha hecho mucho. ¡Te toca hacer algo por él!
Eren se sorprende. Es cierto, todo lo que ha pasado es gracias al sargento. Sólo porque Eren no quiere sentir más que respeto hacia él.
—Mikasa... ¿Cómo sabes tanto?
—El sargento le cuenta todo a la sargento Hanji... Y ella a mi.
—¿Qué es "todo"?
—Pues... todo lo que él hace para intentar... ya sabes... que sientas algo —hace una pequeña pausa—. También sobre el comandante, Jean...
—Ah... —la cara colorada de Eren no cambia en toda la conversación. Pero ahora sus cejas señalan preocupación. ¿El sargento les cuenta todo? Y lo peor... ¡Ellas lo escuchan!
—Pero... desgraciadamente él no entra en detalles.
—¿Desgraciadamente? ¿Quieres oír lo detalles?
—¡Sí, Eren! Cuéntame. ¿Eres el pasivo, cierto? ¿Duele? ¿Cómo comienzan? ¿Cómo terminan? ¡Dímelo todo!
Mikasa se ilumina y emociona con cada pregunta. Mientras Eren también esta sorprendido pero de otra forma. El color en sus mejillas en vez de bajar sube de tono y cada vez está más nervioso y se pone más incómodo.
—E-Emm... Yo no...
—¿Qué hacen, ustedes dos? —lo interrumpe la voz de la sargento Hanji acompañada por Rivaille, quien al escuchar que le habla a alguien voltea y se acerca con más interés hacia la mesa donde están sentados los dos cadetes.
Eren salta por la sorpresa de escuchar tan de repente el casi grito de Hanji llamándolo. Voltea y lo primero que ve es al sargento acercándosele para sentarse al lado. Hanji ríe silenciosamente y hace lo mismo, pero a lado de Mikasa.
—Llegan muy temprano para comer —bromea Rivaille apoyando sus codos en la mesa y volteando hacia el castaño.
—E-Ehh... No teníamos nada que hacer, así que sólo estábamos charlando...
—¿Sobre qué? —Rivaille sólo quiere sacar tema de conversación, pero ¿por qué con esa pregunta? Es casi como si supiera de que hablaban estos chicos antes de que él llegara.
—Ah... Que... —Eren intenta responder a la pregunta de Rivaille, quien espera la respuesta mirando muy atentamente al castaño a su lado.
—Sobre mañana —responde Mikasa ayudando a Eren. Los sargentos voltean hacia ella y entonces continua—. Eh... Mañana es San Valentín ¿cierto? Hablábamos sobre que haríamos mañana...
—Oh —susurra Rivaille volviendo la mirada a Eren—. Entonces... ¿Qué harán mañana?
Eren volteo hacia la sargento Hanji, después hacia Mikasa, quien le asintió, haciéndole a Eren recordar lo que habían hablado antes de que aquellos dos llegaran.
"¡Te toca hacer algo por él!"
—¿S-Saldría conmigo mañana, sargento?
¡Lo dijo! Logro callar su mente para decir tales palabras. Jamás había pensado que preguntar algo se le haría tan difícil. No se había dado cuenta de que tenía los ojos cerrados, apretándolos a más no poder.
Mientras, Rivaille tiene los ojos abiertos de par en par, sorprendido de que él ni siquiera haya tenido que pedírselo. Y el peor de los casos era tener que estar con él aunque no quisiera, sólo para cuidar que Erwin o Jean no se le acercaran. Pero queda más que sorprendido al escuchar al castaño pedírselo sin previo aviso y por sí mismo.
El sargento toma los hombros del cadete, voltea hacia el otro lado de la mesa donde dos chicas sorprendidas igual o más que él y con las mejillas coloradas se levantan y salen rápidamente del comedor para dejar a esos dos hombres a solas.
—Eren, mírame —le llama el sargento. El cadete abre los ojos y siente los labios del azabache chocar contra los suyos, haciendo que vuelva a cerrar los ojos.
El beso es tan brusco que hace al castaño recostarse en la banca de la mesa, seguido por Rivaille quién se acomoda entre sus piernas para facilitar el alcance a sus labios.
Acariciándole los costados, las piernas, los hombros y todo lo que sus manos puedan llegar a tocar mientras lame, muerde y acaricia sus labios con los ajenos, disfrutando de los jadeos del menor y sus intentos de seguir el ritmo del beso.
—¿Q-Qué fue eso, sargento? —pregunta justo después de que el sargento se separara de él, aún jadeando.
—Sólo... me dieron ganas —lo besa de nuevo, pero esta vez sólo por un segundo para ver el rostro sonrojado debajo de él y responder energéticamente a su pregunta—. Y sí. Saldremos mañana.
Eren relaja el cuerpo—. Pudo haberlo dicho mucho antes, sargento...
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