11. Eres el mejor regalo.

"Está... bien... Hágalo."

Esas tres palabras hacen que la cabeza de Rivaille dé vueltas. Al tener la aprobación de su pareja, se aleja un poco de Eren y mete su mano a una bolsa para sacar un pequeño bote con letras grandes color negro. "Lubricante vaginal"

—Espere. ¿Es lubricante... vaginal?

—Es esto o lo hago con tu saliva. Decide.

—¡¿Tan bien se puede con saliva?! ¡No, con eso, eso! —pregunta sorprendido Eren, señalando el botecito y después llevando ambas manos a cada hombro del hombre frente a él.

Rivaille deja a un lado, sobre el escritorio el bote y se acerca a Eren. Besándole los labios levanta su camisa y se deshace de la estorbosa chaqueta del uniforme militar.

—¿Te dolió la vez pasada? —pregunta Rivaille al separarse por un momento de Eren para deshacerse de las botas del castaño y las suyas y desabrochar los cintos negros que le recorren y aprietan desde los hombros hasta los pies.

—Sólo al principio —le responde de inmediato para evitar cualquier sonido que salga sin permiso de su garganta.

—¿Y que sentiste después? —lleva sus labios al cuello del castaño lamiendo de arriba a abajo y de lado a lado. Después pasa sus, algo húmedos, labios por los lugares en donde había dejado un poco de su saliva.

—Sentí... bien —responde el menor llevando su mano a los cabellos azabaches de su pareja. Mientras que con la mano restante lo abraza y aprieta su ropa por detrás de él.

—Entonces... ¿Por qué estás tan tenso ahora? No es tu primera vez conmigo... —vuelve a preguntar el mayor, dejando el cuello del castaño para dirigir su atención a la palpitante erección que tiene entre las piernas. Desabrochandose él mismo los cintos negros y el pantalón blanco.

—Es... diferente. Esta no es su habitación —el mayor, al escuchar respuesta, dirige su mirada hacia el chico, quién había estado atento a todo lo que hace el sargento.

—Entiendo. Entonces, no hay tiempo para esto —se levanta y le tiende las manos a Eren, quien las toma confundido. Entonces el sargento lo levanta y eleva sus brazos a los costados—. Quítame la ropa.

—¡¿AH?! ¡No! ¡No puedo! —Eren sorprendido se lleva las manos a la cara y retrocede un poco. Al notarlo, el sargento le toma de un brazo rápidamente.

—Hazlo. Desvísteme. Desnudame. ¿Cómo debo decirlo para que entiendas, Eren? —le dice dominante, mirándolo a los ojos, con más seriedad de la que suele usar el sargento.

Hasta entonces Eren comprende y obedece. Acerca primero sus manos al pañuelo del Sargento, desanudándolo. Cuando termina lo coloca en una de las sillas que tiene al lado. Siguiendo con los cintos que ya están medio desabrochados, ya que el sargento había hecho el trabajo a medias, dejándole lo demás al cadete.

Mientras Eren pasea sus manos por el pequeño cuerpo del sargento deshaciendose de los cintos, éste sólo está de pie deleitandose con el toque del menor y el simple hecho de pensar que es lo que pasará a continuación.

—¿Lo estoy haciendo bien? —pregunta el castaño sin dejar de mirar la siguiente prenda, su camisa. Comienza nervioso con el primer botón, lo desabotona lento, siguiendo con el segundo, y así sucesivamente. Mostrando el pecho del sargento y al final sus abdominales marcadas.

—¿Es pregunta? —continúa el azabache haciendo que el castaño se ponga aún más nervioso.

Eren traga saliva y termina con el último botón. Mira al sargento a los ojos y éste tira su camisa al suelo para después volver la vista a Eren, quién comprende que debe continuar con la siguiente prenda.

Pone sus rodillas en el piso, acerca sus manos al botón del blanco pantalón y lo desabrocha. Baja la cremallera, mete sus dedos a los costados de la cadera del mayor y comienza a bajar lentamente las dos últimas ropas que le quedan.

Sigue con la mirada lo que hace y cuando sus prendas están en los tobillos del sargento, el cadete vuelve los ojos a la gran erección del mayor.

La analiza con la mirada por unos segundos hasta que Rivaille también pone una de sus rodillas en el suelo para verse frente a frente. Y la otra un poco levantada para tomarla con su mano.

—Entonces... ¿Si lo hice bien? —vuelve a preguntar el castaño, mirando al azabache directo a los ojos. El sargento le toma los hombros y responde.

—Lo hiciste bien —con esa respuesta el cadete, satisfecho, sonríe. Rivaille nota su sonrisa y entonces se acerca al rostro del contrario, besándolo.

Este beso es diferente, es el único en donde Eren se siente completamente libre de también pelear contra el sargento, aunque sea con sus lenguas.

Mientras su saliva cae por las barbillas de ambos, las manos del sargento recorren el cuerpo del cadete deshaciéndose de sus últimas prendas. Y el castaño sólo está sintiendo sus abdominales con una mano y con la otra su espalda.

El azabache hace a un lado los pantalones junto con los bóxers de el castaño. Ambos están completamente desnudos, sólo a excepción de las calcetas, pero no es importante quitarlas.

—Ven —dice Rivaille mientras se pone de pie y también ayuda a Eren a hacerlo. Lo lleva frente al escritorio—. Recárgate aquí, voy a dilatarte.

En castaño hace lo que le dicen, poniendo sus manos en el escritorio y estirando sus brazos, sin voltear hacia el azabache, dejando al sargento toda su parte trasera frente a él.

Acariciando la espalda y hombros del cadete estira su mano para alcanzar el pequeño bote que antes había dejado, y ahora está al lado del castaño.

Toma el producto, lo abre y embarra sus dedos con una sustancia color blanco. Sin detener las caricias, Rivaille acerca su mano a la entrada de Eren, quién espera con los ojos cerrados a que el sargento haga de las suyas con sus dedos.

Introduce primero su dedo más largo, el medio. Girándolo y moviéndolo de arriba a abajo, haciendo que Eren reprima sus gemidos de dolor, sabe que después de eso sentirá el calor del sargento dentro de él.

Sigue con el segundo, el índice. Lo introduce y juega con ellos en la entrada de Eren, juntándolos y separándolos para dilatar el agujero.

Mientras prepara su entrada el sargento abraza desde atrás al cadete, frota su miembro entre las nalgas del castaño y lame su nuca para después limpiar su saliva con sus labios, con pequeños y tiernos besos.

—Parece que sólo con dos te dilataste —susurra el sargento, refiriéndose a que con sólo esos dos dedos el cadete esta listo para lo que sigue.

Saca sus dedos y sacude su mano para deshacerse de el líquido en ella, pero sólo el exceso se fue.

Eren voltea curioso al ya no sentir los dedos que le invadían, encontrándose con el sargento acariciando su miembro levemente, mientras lo acomoda para introducirlo dentro de él.

—Ngh... Lento, por favor —gime Eren al sentir el toque allá abajo. Y le pide al sargento que se lo tome con calma. El sargento voltea hacia su cara y pasa su mano desde su espalda baja hasta su hombro, acariciando todo en el recorrido.

—Tranquilo. Estarás bien —hace a un lado su mano para poder besar el hombro del castaño con los ojos cerrados, dándole la tranquilidad necesaria al menor.

Comienza a introducir lento su miembro estando al tanto de que a su pareja no le duela, pero también disfrutándolo como si fuera la primera vez.

—Ngh... Ahh —comienza Eren a gemir, ya que Rivaille va directo a golpear contra su próstata.

—¿Te... gusta? Hmn... —pregunta Rivaille quien también comienza a sentir ya el calor dentro de Eren creándole un tremendo placer.

Lo que el mayor recibe de respuesta es el movimiento de cabeza del menor, de arriba a abajo, rápidamente.

El castaño no puede continuar con los brazos estirados y entonces pone sus codos en el escritorio haciendo que baje su cabeza, sus hombros se levanten y sus omóplatos se noten.

Tomando las caderas del contrario, Rivaille comienza con un ritmo más acelerado haciendo que Eren y el escritorio se muevan igual que las embestidas.

—¡Hahh! Ngh... ¡Hmn! —el castaño echa un grito y después se muerde el labio inferior para silenciarse un poco, pero no le sirve.

Cada que al sargento se le da la gana aumenta la intensidad y rapidez de las embestidas, mientras gime discreta y silenciosamente. En una última y profunda embestida el azabache suelta su líquido blanco dentro de Eren y saca su miembro de él, haciendo que escurra un poco de éste por las piernas del castaño.

Al sacarlo, el sargento cae deliberadamente a la silla frente al escritorio, echando la cabeza hacia atrás y tratando de calmar su agitada respiración.

Mientras que el castaño desliza los codos hacia los lados haciendo que se quede sobre el escritorio, acostado y al igual que el azabache, calmando su respiración.

—Eren... —le llama el mayor sin moverse de la silla. El castaño voltea su cabeza sólo para ver al sargento y entonces éste levanta la cabeza y también lo mira.

—¿Qué pasa?

—Aún no te corres ¿verdad?

—¿Ah? —se levanta para ver su miembro, efectivamente, erecto—. Emm... No, pero no importa... Lo haré cuando lleguemos al castillo.

Se levanta y camina hacia dónde está su ropa, se agacha pero la mano del sargento no le deja alcanzar su ropa.

—¿Estás loco? Ven, yo lo haré —tomando su brazo, lo lleva de nuevo al escritorio, sentándolo ahora frente a su pareja.

—¿"Yo lo haré"? ¿Hacer que- Nmm... —iba a preguntar, pero el sargento le interrumpe con un brusco beso, que se termina cuando Rivaille baja de sus labios hacia las abdominales del menor, terminando con las rodillas en el piso.

—Te la voy a mamar. Así que quédate ahí, quietecito —responde el azabache mientras toma el miembro de Eren para comenzar a masturbarlo delicada y lentamente al principio.

Eren se torna completamente de color rojo en la cara y sorprendido intenta alejar al sargento de su miembro—. ¡¿Qué dice?! ¡No! ¡Dije que puedo hacerlo solo!

—¡Y yo dije que lo haría! ¡Así que cállate que no te voy a hacer nada malo!

Con eso Eren deja de luchar y obedece a la orden de quedarse quieto. Dejando sus manos de nuevo en los hombros de Rivaille y agachando su cabeza.

Allá abajo el mayor se divierte masturbando al castaño, disfrutando de sus expresiones y la forma en como su miembro se torna más y más duro.

Se cansa de hacerlo con sus manos y entonces acerca su boca a la hombría del castaño, dejando un beso con sus blandos labios en la punta. Después deja salir su lengua y lame del glande hacia la base, para después volver arriba y metérselo todo en la boca.

—Hmn... Ngh —los sonidos de la garganta del castaño comienzan a salir y aprieta con fuerza los hombros del azabache, clavándole las uñas en la piel.

Una de las manos del sargento pasó del miembro a acariciar los testículos del menor, y la otra a frotar la pierna más cercana de ésta.

—Avísame cuando venga —habla rápido Rivaille para seguir con su tarea.

—S-sí... Ngh. Hahh...

No tengo que explicar detalladamente como se hace un oral, es una sensación de pura lujuria, donde puedes sentir la lengua de tu pareja en esa parte que hace enloquecer. Y ellos no son la excepción. El líquido blanco se acerca y Eren lo siente.

—Ya, viene —dice rápidamente, no quiere que luego el sargento le culpe por hacerle tragar su semen.

Al escuchar, el mayor se levanta a besarle los labios, masturbando al castaño para ayudarle a terminar.

Eren derrama su líquido blanco en el suelo y suelta un último grito-gemido de placer, abriendo su boca para dejarlo salir. Y ahí es cuando Rivaille aprovecha para meter más profundamente su lengua en la boca del castaño.

Al notar que el menor termina de eyacular, el mayor deja de masturbarlo lentamente. Y también deja el beso. Se alejan un poco y se miran mutuamente directo a los ojos, hasta que el azabache se acerca de nuevo pero ahora a abrazarlo.

—Eres el mejor regalo, Eren.

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