10. Sé mi primer regalo.

Cuando Erwin y Eren hablaron sobre el día en que el castaño saldría del castillo, faltaban cuatro días para el 25 de diciembre. Los cuales pasaron casi volando. El sargento Rivaille no se acercó a Eren, a Erwin sólo por trabajo y a Jean sólo pasaba a mirarle con ganas de que muriera, pero sin hablarle nada.

8:03 a.m. Jueves 25 de Diciembre.

Eren entra al comedor, donde la comida aún no está servida pero en la mesa de siempre están ahí todos sus amigos... y Jean.

Le ven entrar y todos en esa mesa sonrieron. Pero Jean se encoge levantando los hombros y mirando a algún lugar en el piso.

Eren camina y se sienta en su lugar de siempre, entre Mikasa y Armin. Quedando frente a Jean.

—Feliz navidad —dijo Jean completamente sonrojado, sorprendiendo a todos.

—Feliz navidad, Jean —le responde Eren para romper un poco el ambiente tenso de aquella mesa.

—Feliz navidad, Eren —ahora Mikasa a el castaño, quien le sonríe y responde.

—Igual tu, Mikasa —la chica le mira y sonríe tambien.

Armin se levanta, toma aire y dice casi gritando—: ¡Feliz navidad a todos, chicos!

Y desde ese grito todos comienzan a felicitarse entre sí. Entonces el comedor esta hecho casi como un mercado, todo el mundo hablándose con tanta emoción y felicidad. Qué bien que son los únicos que han llegado o ya abrían sido silenciados por alguno de sus mayores.

Pero en la Legión de Reconocimiento es algo extraordinariamente raro vivir para presenciar otra vez una época de convivencia como lo es Diciembre. Y debían disfrutarlo al máximo. Quien sabe, tal vez sea la ultima vez. Y todos ellos lo saben.

Y a pesar de eso sus labios siguen con la sonrisa sincera. Esa sonrisa que nunca falta cuando están juntos.

—¡Chicos! —grita Sasha interrumpiendo todas las voces—. ¿Creen que el comandante nos haya traído algo de comer para celebrar? Como... pasteles. ¿Tal vez?

—Quizá. ¡Sería genial! ¿No, chicos? —le responde Connie pasando sus ojos por los de todos los presentes en busca de alguien que responda.

—El comandante seguro ni siquiera estará con nosotros —habla Ymir, como siempre al lado de Christa y con un tono entre feliz y decepcionada.

—¿Por qué crees eso, Ymir? —le cuestiona Christa tomándola del brazo y mirándole desde abajo.

—No lo sé, pero creo que seguramente tiene cosas mas interesantes que hacer —Eren se encoge y da pasos hacia atrás—. Aunque soñar no cuesta nada, solo no se ilusionen demasiado.

Jean ve al chico titán salir del comedor sin siquiera haber desayunado aún y le sigue hasta afuera.

—¡Eren! Espera ¿A dónde vas? —se detiene frente al castaño, impidiéndole avanzar.

—¿Te importa? —le mira a los ojos desde abajo y después de nuevo al suelo—... Sólo apártate.

—Me importa, y mucho... —pone su mano en el hombro de Eren y este levanta de nuevo la vista—. Aunque me odies tienes que desayunar, que esté en la misma mesa no te afecta en nada.

—No es eso, idiota —golpea su mano para que deje de tomarle el hombro.

—¿Entonces qué rayos te pasa? ¿Es por lo que dijo Ymir?

"Exacto" es la respuesta de Eren. Se siente culpable de que la razón de que Erwin no estaría ahí es por él. Pero piensa que no puede decirle a Jean. No sería muy inteligente contarle a Jean que podrá salir por todo el día, pero con Erwin.

—Ehmm... No. Es solo que el nombre de Erwin me hizo recordar todo aquello. Y ahí vienes tú a seguirle, bastardo.

—Da igual, regresemos —le da vuelta y comienza a caminar de nuevo hacia el comedor. Entonces Eren camina detrás de él.

Cuando entran ya todos están sentados desayunando. Pero con un plato lleno de galletas de todos colores y formas en el centro de la mesa, al alcance de todos.

—¡Miren! ¡Eren, Jean! ¡¡Cookies!! :D —grita Sasha casi saltando sobre la mesa de la emoción.

Eren acelera el paso y toma todo lo que su mano pudo agarrar de galletas. Luego camina a sentarse donde antes y comienza a dar grandes mordiscos a la primera.

De la puerta principal entra Erwin y camina a ver a todos los cadetes ahí sentados. Entonces de entre todos ve a Eren con un montón de galletas en la mano, la boca llena y alrededor de sus labios hay muchas migajas.

Eren también voltea a verle y entonces Erwin le sonríe deliberadamente y se acerca hasta quedar detrás de él.

—Así que te gustaron las galletas —dijo inclinándose un poco hacia adelante mirando más de cerca a el chico y sin dejar de sonreír.

—¡¡Así es, comandante!! ¡Nos encantaron! —responde Sasha gritando y poniéndose de pie con una galleta en la mano y al igual que Eren, llena de migajas. Al escucharle gritar, tanto Erwin como Eren dirigieron su vista a ella.

Erwin le dedica una sincera sonrisa y después vuelve a ponerse de pie correctamente.

—Entonces disfruten —dice con una mano en la cabeza de Eren mientras revuelve su cabello antes de comenzar a caminar hacia su mesa donde ya le espera el desayuno servido.

Al poco rato entran el sargento Rivaille y Hanji. El sargento caminaba cruzado de brazos, con los ojos cerrados y el ceño fruncido. Y Hanji tiene un sombrero navideño de color rojo con un algodón blanco en la punta, un espantasuegras de colores y mucho confeti encima. Ellos dos caminan juntos y a pesar de que Hanji parece demasiado divertida, Rivaille mas bien parece enojado.

—¡JAJAJA! ¡Chicos! ¡Feliz Navidad! —grita Hanji abrazando sobre los hombros al azabache, quien solo paraba de caminar por unos segundos para que su loca amiga pueda hacer su show.

—Pareces borracha. ¿Tan temprano, cabrona? —le pregunta Rivaille a su amiga.

—¡Oh, vamos, enano Grinch! ¡No seas aguafiestas! ¿Acaso quieres que le diga que día es hoy a los Cadetes?—al preguntar eso ultimo Hanji hace una cara traviesa, alzando una ceja y sonriendo al mismo tiempo.

—No. Está bien, ya no hablaré —responde para comenzar a caminar descruzando los brazos hacia la mesa en donde desayunaría. Hanji le sigue.

Cuando está apunto de sentarse busca algo o más bien a alguien con la mirada. Lo encuentra y le ve robar una galleta a su mejor amigo Armin y otra a su hermana Mikasa. Esa escena le divierte un poco y entonces satisfecho, se sienta.

~

10:20 a.m.

Por este día tan especial se les permite a los soldados salir con sus familias. Pero los que no tienen deben quedarse ahí. Ya que si alguien quiere salir debe presentarse algún miembro de su familia para dar el permiso.

Pero Eren ya tiene otros planes. A pesar de no tener familiares.

La hora de salida es a las 10:30 a.m. y ya hay varias personas en espera de sus queridos hijos, hermanos, sobrinos, primos o lo que sea que sean.

Muchos de los soldados se quejaban porque piensan que es estúpido que nos dejen salir el 25 y el 24 no. Piensan que es mas importante estar en la cena de Noche Buena con su familia que el día después de ésta. Pero el ejército se basa en "el día 25 es el día en que nació Jesus, así que el festejo es ese día".

Aunque Eren no se quejaba, después de todo no tendría con quien ir a cenar... Bueno, hoy saldrá. Pero con alguien que tal vez solo le quiere momentáneamente.

Y ahí está sentado ahora, en una banca cercana a la puerta principal, está Eren sentado. Esperando a Erwin o algo que le indique que es hora de irse, aunque regrese a las 9:00 p.m.

Entonces voltea a la derecha y ve a Erwin trotar hacia él. Se levanta y camina también acercándose al rubio.

—Lo siento, Eren. Pero como quise tomarme este día debía terminar el trabajo de hoy. Por eso me retrasé.

—No se preocupe. No estuve esperando mucho.

—Menos mal... ¿Nos vamos ahora? —pregunta apuntando a la puerta principal e inclinándose hacia aquel lado, sin dejar de mirar a Eren. El menor asiente y comienza a caminar a la puerta con tranquilidad. Adelantándose deja a Erwin solo un metro atrás, éste le sigue.

Narra Eren.

Dios... hace ya mucho tiempo que no salía de la propiedad de la Legión de Reconocimiento. Justo ahora estoy caminando hacia la puerta principal con el comandante.

Hay muchos de mis compañeros haciendo una larga fila para que registren sus nombres, afuera están los que seguramente son sus familiares para llevarlos a festejar.

A pesar de que hay una larga fila de soldados esperando salir, el comandante solo camina pasando a todos los que están formados, llegamos y casi de inmediato el encargado de la puerta se hizo a un lado para darnos paso hacia afuera.

Los civiles que estaban frente a nosotros solo se hacen a un lado y pasamos entre ellos.

Salimos del montón de personas y lo primero que veo son los arreglos de la época, los típicos colores navideños y muchos niños jugando fuera de las casas con los juguetes que probablemente acaban de abrir ésta mañana.

Estamos fuera, con nuestro uniforme del logo de las Alas de Libertad. Si, aunque salgamos no se nos permite vestir de civiles. Estar preparados por si los titanes aparecen es lo mas importante.

El comandante respira hondo y suspira fuerte. Toma mi hombro y pregunta—: Bien, ¿hay un lugar al que quieras ir?

—En realidad... no —respondo. Y es la verdad... Bueno, supuse que como él me invitó tenía un plan de los que haremos todo el día.

—Bien. ¿Entonces iremos a donde yo diga?

—Eh... Sí.

—¡Entonces vamos! —toma mi muñeca y trota para entrar en la ciudad. Observo todo, en ninguna parte faltan los arreglos, niños o colores. En pocas palabras... hoy el día está lleno de felicidad.

Entramos a un lugar techado, todos en el lugar están sentados. Una persona en el escenario no para de hablar mientras mueve sus brazos hacia las personas que le escuchan. Todo el lugar es color blanco incluidas las ropas del señor y del público. Somos los únicos que entraron vestidos con algo que no es blanco. Pero al parecer al Comandante no le importó y comenzó a caminar entre todas las sillas. Entró a una fila horizontal pidiendo permiso. Mientras yo siempre le sigo de cerca.

—Oh, Erwin —le susurra una persona sentada y el comandante voltea—. Te guardé dos lugares como me pediste.

—Muchas gracias, te lo debo —se sienta en una de las sillas y yo en otra, al lado de él.

~

Ya pasó demasiado tiempo, ni siquiera sé cuanto y el señor del escenario sigue hablando. Había dejado de escuchar lo que decía hace como una hora porque, mierda, es lo mas aburrido que he hecho en mi puta vida.

Lo siento, estoy enojado.

Me la he pasado viendo a la gente, quienes solo miran al del escenario, escuchando todo lo que habla el hombre. Había veces que se ponían de pie, de rodillas y de nuevo a sentarse. Sólo hacia lo mismo que ellos.

También volteo a ver al Comandante repetidas veces... Hace exactamente lo mismo que todos en el lugar, poner atención.

Parece que soy la única persona aquí que esta aburrida de esta forma.

—Tengo que ir al baño —busqué una excusa para ausentarme por un momento o siquiera para poder caminar aunque sea de aquí al baño y de regreso.

—No tardes, aquí viene la parte que más me gusta —responde el comandante. Aún no puedo creer que hasta esté disfrutando esto. Además ¿"La parte que más le gusta"? ¿Qué clase de persona es este?

Levanto una ceja en forma de desaprobación y salgo de la fila. Revuelvo un poco mi cabello y cuando levanto la vista de nuevo... Rivaille.

Busco rápidamente con la mirada el baño, lo encuentro a mi derecha y camino con pasos rápidos hacia allá.

Entro en el baño y me sorprende que esté completamente solo, no hay nadie. Camino hacia el lavamanos y me echo agua en la cara, solo para refrescar un poco. Pienso en la manera de llegar al comandante sin que el sargento me vea. Y, ¿¡por qué rayos esta aquí el sargento?!

Bueno, no es lo importante saber por qué esta en un lugar tan aburrido. Mejor no le doy tantas vueltas a la situación y dejo que lo que vaya a pasar, pase.

Camino al fondo del baño y tomo un papel para secar mis manos y cara. Escucho como se abre la puerta del baño y volteo rápidamente a ver quien es. ¡Mi suerte es la mejor de todas! Es el sargento.

—Eren —dice mi nombre mientras se acerca lentamente.

—¿Qué quiere? —pregunto mientras aún froto mis manos con el papel y camino hacia atrás. Cuando me topo con la pared tiro el papel al bote de basura y no dejo de mirar como se acerca el Sargento.

Se detiene cuando está a unos dos metros de distancia. Y también me ve a los ojos con su típica expresión.

—¿Qué haces aquí?

—Me trajo el comandante.

—¿Y te gusta estar aquí?

—... No. Es lo mas aburrido en el mundo —le respondo con la verdad. De nada serviría mentirle.

—Entonces vámonos. Hay una feria cerca de aquí y pensé que tal vez te gustaría ir —¿acaso está loco? Bueno... de eso no hay duda. Pero ¿Que diría Erwin?

—No puedo.

—No seas tonto. El rubio oxigenado no dirá nada.

—¿Está usted seguro? —pregunto ante la oportunidad de salir de aquí.

—Claro, vámonos.

No sé, seguramente esté pensando una tontería. Pero realmente quiero salir de aquí. Así que me decidí a caminar hacia el Sargento y sonreírle cuando estamos frente a frente. Él voltea la vista hacia el frente y sale caminando, yo le sigo de cerca y también volteando varias veces a donde está sentado el comandante. Solo veo su cabeza rubia, pero no voltea hacia acá ni una vez.

Al salir noto que ya es tarde, seguramente habré estado horas ahí dentro.

—¿Dónde esta la feria que dijo? ¡Vayamos! —le digo alegre. Por alguna razón estoy feliz de que me hayan sacado de ahí.

—Tendremos que caminar hacia allá —apunta a una dirección, volteo y comienzo a caminar.

—Espera, mocoso —paro y volteo a verlo—. No me dejes —camina a ponerse a mi lado y toma mi mano. ¿¡Qué!? ¡Toma mi mano!—. Vamos juntos.

—Ehh. ¡Ah! Sí, lo siento —camina como si nada hacia la dirección mencionada.

Mientras caminamos, no hablamos. Sólo vemos lo que hay a nuestro alrededor y cuando menos pensamos ya estamos en la feria.

¡Es hermosa! Tiene muchas luces y hay montones de juegos a los que quiero subir. Y hasta el sargento tal vez quiera subir conmigo, después de todo él me invitó a venir. Hay uno entre todos los juegos que me gusta más, se llama "martillo" y es un juego donde la gente se sienta en un barco y éste comienza a balancearse de lado a lado, hasta dar la vuelta completa.

—¡Sargento, vamos a ese! —le dije emocionado y lo jalo de la mano, pero él no avanza y me pone una cara de desaprobación—. ¡Por favor!

Respira hondo y camina conmigo hacia el juego. Llegamos y nos soltamos para subir, se sienta casi al extremo del barco y yo a un lado de él. Nos ponen los cinturones y entonces comienza a moverse el barco.

—Eren, mas te vale que no me maree. O te golpeo —ay... Ya valió.

—¡Sargento! Es imposible marearse aquí —miento, va a vomitar. Si tengo suerte solo le va a dar vueltas la cabeza y listo. Pero es un hecho, estoy muerto.

Narra Rivaille.

Sé que él mocoso me mintió. Este maldito juego me va a poner de cabeza. Pero no importa, puedo confiarle a mi estómago el no vomitar.

Esta cosa está volviéndose de lado a lado cada vez más rápido y más arriba. Eren no para de reírse. ¿Pero que rayos tiene de divertido esto?

Rayos, ya me estoy revolviendo. Seguro estoy de color verde.

La vuelta completa se acerca y Eren no para de reír. Tomo el cinturón con fuerza y llega. Volteó a ver a Eren y su cabello está colgando igual que sus brazos y piernas.

También voltea a verme y sonríe con los ojos cerrados. Pasa la vuelta, el juego va parando poco a poco y yo dejo el cinturón un poco maltratado.

Sueltan los cinturones y el primero en salir soy yo, fue necesario empujar algunas personas pero vale la pena. Abajo suspiro profundamente y trato de calmar el mareo llevando mis manos a la cabeza y mirando al cielo.

Al parecer funciona porque esa sensación se va después de inhalar y exhalar repetidas veces.

—¿Está bien? —pregunta la voz de Eren, quien se acerca caminando hacia mí.

—Sí, solo me dio vueltas la cabeza —Suspira en forma de alivio.

—Ah. Menos mal. ¿A donde vamos ahora? —pregunta observando otros juegos. ¿Qué? ¿Acaso quiere más? Esta juventud...

—Eren, ya es tarde. Mejor vámonos.

—¿Eh? Pero apenas son las 7:46...

—QUE YA ES TARDE, dije —repito, sin gritarlo pero remarcando las palabras—. Vámonos.

—Bueno...

Camino y él me alcanza poniéndose a un lado mío.

Después de caminar sin rumbo por un rato, veo una pequeña construcción cerrada de madera apartada de los juegos de la feria.

—Mira, entremos ahí para matar el tiempo —dije señalándola. Él la mira y corre hacia ella. Bueno, al parecer le gustó la idea. Qué bien, así hablaremos y si tengo suerte me lo follo ahí mismo. El mejor regalo de Navidad.

Jala las puertas intentando abrirlas, pero en ninguno de los intentos lo logra.

—¿Qué pasa? Ngh... No se abre.

—Déjame intentarlo —se aparta y tomo ambas puertas, empujándolas. Se abren y entro.

Para ser un lugar sin usar, esta bastante limpio. Hay seis sillas, un escritorio y dos de esos muebles con cajones. Eren entra y se sienta en una de las sillas frente al escritorio y yo en la que está detrás de éste.

—¡Sargento! Cuénteme algo que sólo les cuenta a las personas con las que tiene mucha confianza —qué lindo... El mocoso cree que confío en él, tierno.

—Tú primero.

—¡Yo le dije primero! Usted primero.

—¿Tenemos cinco años?

—Pero... no es justo.

—Olvídalo. Solo dime.

—Emm... Bueno ¿promete no reír?

—Hahh... Lo prometo —suspiro y lo digo mientras levanto una mano.

—Una vez me puse la ropa interior de Mikasa.

Este... sabía que este chico tiene tendencias homosexuales, pero no sabía que a tal grado.

—Qué raro eres.

—¡Sargento! No es cierto, además solo fue una vez y tenía diez años. No cuenta cuando eres pequeño.

—¿Tu hermana lo sabe?

—... Sí, ella no dejaba de molestarme con eso.

—Sí, te creo.

—Ahora dígame usted.

Hehh... No sé, hay tanto que puedo decirle. Bueno, lo primero que se me viene a la mente, por el día que es hoy.

—Hoy es mi cumpleaños.

—¿¡En serio!? ¡¿De verdad?!

—Sí —esa reacción... Sí, nací el mismo día que nació Jesús. ¿Algún problema?

—¿Cómo le gusta festejarlo?

—Normalmente duermo o estoy de depresivo todo el día.

—¡No desde ahora! ¡Festejaremos su cumpleaños de ahora en adelante! ¡Todos los años! ¿Sí? —joder, Eren, me encantas. Por favor nunca mueras.

—Como quieras... Pero, ¿sabes? —me levanto a apagar la luz y después me pongo de rodillas frente a él, tomándole los brazos y frotándolos—. Nadie me ha regalado nada el día de mi cumpleaños. ¿Quisieras ser el primero?

—Eh... ¿Q-qué desea?

—... A ti —me acerco a su cara y lo beso tiernamente al principio, y cada vez me hago mas brusco, terminando con un beso húmedo.

—Está... bien... Hágalo.

Que gran regalo de Navidad/Cumpleaños, Eren.

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