PROLOGO
Llegué al primer día del tercer semestre.
Sam fue la única de mis amigos que se quedó conmigo en recursos humanos; varios hicieron el examen de ingreso otra vez y pudieron irse a una mejor escuela o simplemente no eligieron la misma área, hay un sinfín de posibilidades. Al final del día nos enteramos de la existencia de otros grupos.
—Yo te espero—David no suele dejar a la gente sola.
—Gracias—no estoy de tan buen humor.
Nunca lo estás.
—Uy—dijo burlón—Ya viste a su novia ¿Verdad?
Lo miré confundida, esperando lo peor. Sí que lo veo con muchas chicas, como siempre, y las trata a todas igual, como amigo.
—¿Hablas en serio?—parece intimidado por mi tono.
—Sí, está siempre con una bajita morena.
No le creas, mañana veremos.
Eso pasó. Al día siguiente en medio del patio estaba con una chica mirándola de una forma parecida a como yo lo miro. No fui directo a preguntarle, porque eso hubiera sido lo más lógico. Estuve días preguntándole a sus amigos y compañeros de semestres pasados; todos decían cosas fuera de lugar o se negaban a darme una respuesta.
—Hey, Hazel—Dalia llegó corriendo ignorando mi molestia—¿Te acuerdas de mi amigo?
No, en realidad no.
—¿Cuál de todos?—recargo el peso de mi cuerpo en el balcón.
—Uno güero como de mi estatura, nos acompañó a la tienda el lunes—creo que sí, es muy mimado.
—Sí ¿Por qué?
—Dijo que le gustas, pero le das miedo—provocamos un silencio largo.
—No es mi culpa, es culpa de mi rostro—no soy hermosa, pero tampoco soy un adefesio sacado de tus pesadillas más profundas...¿O sí?
—Eres bonita, tonta. Si fueras un poco más...—le miré fijamente—bueno, me callo.
—No tengo que cambiar por alguien más. Menos si es para aparentar...
La risa adorable de una chica nos hizo voltear. La he visto antes con Arnold; es más pequeña que yo, de cabello rizado castaño y ojos enormes, siempre lleva shorts cortos o faldas lindas. Es amable con todo el mundo, nunca falta a clases y es bonita.
—Es muy guapa—susurra Dalia—¿Amiga de Arnold?
—Mucho, creo.
Dalia me miro un largo minuto como si tratara de leer mi mente. Al final, su respuesta me convenció de sus poderes psíquicos.
—Hazel, no digo que seas como ella o que deberías ser más femenina. —decido escucharla sin interrupciones—Pienso en que serías más feliz si dejas esa mascara—dio unos golpecitos a mi cabeza y se fue.
Me dejó atada de manos ¿Qué mascara?
Creo que habla de tu actitud amargada.
Tiene sentido ¿Las cosas cambiarían mucho si lo hago?
¿Lo intentamos ahora?
Vayamos despacio, tenemos todo un semestre.
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¡Hola!
Prometo no hacer muchos comentarios aparte de la historia.
Si eres nuevo, bienvenido a mis historias. Esta es la segunda parte de "26 días para enamorarlo", necesitas leerla para conocer mejor el comportamiento de los personajes.
Por favor comenten cualquier falta ortográfica y editaré estas cuando pueda.
Gracias por leer.
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