Probablemente
Recorrimos el edificio entero como un rebaño de ovejas, sintiendo la paranoia, empujándonos y riendo del "miedo". Me tomó nueve minutos darme cuenta que nadie nos seguía.
—¿Dónde estabas?—le grité a Janeth cuando bajé las escaleras.
Me tiembla todo el cuerpo.
—Bajé cuando gritaron que subiéramos al gallinero.
—¿Sí nos seguía?—llegó Gabriel a mis espaldas.
—En nuestra paranoia si—Janeth tomó la palabra.
Nos sentamos en las bancas del patio a descansar las piernas y fingir que no tenemos clases.
—Parte de mi la sigue queriendo—dijo Gabriel en tono nostálgico.
No guarde el silencio mucho tiempo.
—Me duele la panza—respondí.
—Cuanto caso me haces...
—Perdón. Estoy rara, solo...perdón.
Esperábamos la llegada de Amelia y la siguiente clase, lo que ocurriera primero.
Fuimos al baño, Janeth y yo nos quedamos afuera.
—¿Y tú crush?
—Por ahí—alcé los hombros—. Haciendo cosas y respirando.
—Yo digo que se ven mejor como amigos.
Creo que tiene razón.
Sí, como digas.
—Ve con él y dile que ahora será tu nuevo amigo.
—Janeth...
—Anda, hazlo. No huyas de él y enfréntalo.
Suspiré.
Cambié de tema con otra cosa mucho más fuera de lugar, Dalia llegó para hablar. Me desaparecí unos minutos y subimos a "nuestro lugar" de charla.
Para mi desgracia Dalia tocó el mismo tema...y no me contuve un minuto más.
—No puedo, cada vez que lo veo no es como antes. Ahora me siento incómoda, confesarme es lo peor que pude hacer en mi vida...oficialmente ya no me gusta.
—Arnold—dijo con la intención de hacerme sonreír como boba.
El efecto fue distinto, apareció una sonrisa fuera de lugar invadiendo mi rostro de pocos amigos.
Continuó:
—No vuelvas a hacer esa cara nunca—hizo una mueca de susto tremenda, muy exagerada—. Da mucho miedo, no es broma.
—¿Ves lo que te digo? Es una sonrisa incomoda y sacada de onda.
Volvimos a nuestras clases.
Subíamos las escaleras del edificio B para saludar a una amiga de improviso.
Justo en el segundo piso, en el primer escalón, con una vista periférica y de mal gusto del baño de hombres. Vi a Arnold.
Por favor, Hazel. No huyas.
—¿En qué salón era?—pregunté un tanto desesperada.
—No recuerdo, pero es en el siguiente piso—respondió Amelia.
¿De qué color era su suéter?
Yo que voy a saber ¿Quién usa suéter en esta época? Hace un calor asqueroso.
¿Qué ropa llevaba?
No sé... ¿Por qué?
¿Te vio? ¿Cómo te miró?
No tengo idea...no lo mire mucho.
Felicidades, Hazel.
¿Ahora que hice?
Estás avanzando. Pronto dejará de gustarte y ese espacio de almacenamiento exclusivo para Arnold lo usarás en algo más importante.
¿Cómo qué?
En estudios, algún deporte, elección de carrera, libros, juegos de rol, matemáticas...
¡Oh! Puedo ocuparla en ese niño bonito de segundo semestre o en la rubia del otro grupo.
Okay...no tienes remedio.
—Amén—susurre subiendo el último escalón.
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