Perdón

Toda la semana, cinco días, estuve en un pequeño curso básico de psicología. Luego de mucho pensar; economía, escuela, oportunidades, pasión, etc. Me decidí por la psicología, pero conociéndome todo puede cambiar de un rato a otro.

—No hagas tonterías, loca—dijo papá dejándome en la entrada del edificio, cerré la puerta del auto.

—¿Qué? ¡No te escucho por las voces en mi cabeza!—Coloqué mis manos jalando mi cabello con dramatismo, di media vuelta antes de que alguien me viera.

Me senté hasta adelante, que extraño de mi parte. Solo había una chica de mi edad, Raquel, fuimos amigas en la secundaria.

—Oye— el profesor salió a contestar una llamada y aunque todos estaban hablando ella lo hizo en tono bajo— ¿No notas una mirada?—en realidad no, asentí con la cabeza—Desde que entré hay un ocho mirándote—cada que hablábamos de chicos los calificábamos, nuestras platicas son en noventa por ciento sobre hombres.

—¿Desde cuándo lo notaste?

—Desde el primer día, de hecho iba a ir sobre él, —hizo unas garras con las manos, negué con la cabeza ocultando la risa—pero no dejaba de verte. Incluso una vez que estabas de espaldas estuvo a punto de hablarte. Creía que te habías dado cuenta, es muy obvio.

Nunca presto la atención necesaria o al menos no a lo que debería.

¿Qué harás, Hazel?

—¿En qué mesa está?—Nos acomodamos fingiendo que escribíamos.

—Casi al fondo, está con otros dos...un siete de brazos brutales y un cinco que huele a piedad y ternura. —Okay, siempre ha sido rara.

Espera ¿Escuchaste eso?

Sonó una risa, una inconfundible risa sonora...giré el rostro y nuestras miradas chocaron.

Alzó la mano temblorosa, con una media sonrisa incómoda y asustada.

—Yael...

Giré al frente.

Intenté huir cuando terminó la clase, lamentablemente Yael siempre fue más rápido.

—Hola—se interpuso entre yo y las escaleras, giré a la derecha—. Sé que soy un completo retrasado imbécil, tienes todo el derecho de estar enojada conmigo. —Lo esquivé, bajamos sin llamar la atención o eso intentamos—Quiero arreglar las cosas, —aceleré el paso, sostuvo mi brazo—porque ese día perdí a mi mejor amiga. —Sus palabras se apoderaron de mi cabeza— No merezco tu perdón, pero por favor déjame disculparme y luego de eso puedes olvidarme si quieres.

Soltó mi brazo, no hubo ninguna corriente eléctrica recorriéndome ni mis latidos de aceleraron cuando tomó mi mano. Tampoco sentí rencor o asco.

—Te perdono y lo olvido.

Sin aviso me dio un abrazo.

¿Volverás con él?

—No te aseguro volver contigo ni cómo amigos.

Suspiró.

—No lo merezco.

Insistió en esperar a mi padre conmigo.

—Entonces te gustaba alguien más cuando estábamos juntos—Dio una lamida a su helado, asentí con un ruido extraño—¿Cómo dices que se llama?

—Arnold—dije antes de terminar con mi barquillo.

—Y tu pseudo amiga lo quiere y por eso decidiste alejarte dándole el camino libre. Muchas otras lo quieren por lo que entendí—miramos los árboles un rato.

Siguió hablando:

—Y...¿Te sigue gustando?

¿Te sigue gustando?

Respiré profundo. No puedo siquiera serme honesta.

—Ya no me gusta. Es simplemente que yo, me acostumbré. Y con esa necesidad de hacer todo lo que me prohíbo—dio unas palmadas en mi espalda— ¿Me gusta?

—¿Piensas en él como lo hacías al principio?¿Arnold piensa en ti? —Se levantó terminando su helado—¿Lo dejaste solo por tu amiga o fue por ti? ¿Conoces todo sobre él y el sobre ti? ¿De verdad hay algo? ¿Tienen metas en común?—Respiró profundo y calmado—A veces es mejor si ambos se gustan en serio, no te atormentes si él no lo hace. No seas su amiga o amigo si sabes que va a doler. —Se arrodilló delante de mí, depositó algo en mi mano—Tú me gustabas y también a mi amigo Max, yo preferí volverme tu amigo, luego hice estupideces y te dolió a ti, a quien quería. Por eso ya no quiero ser tu amigo o algo más. —Se levantó con mucha nostalgia—Te quiero, nos vemos en la siguiente clase.

Miré mi mano, una frase en un trozo de papel rojo;

"Un fuego apaga otro, un dolor mata otro dolor, a una pena antigua otra nueva. Un nuevo amor puede curarte del antiguo"

—Romeo y Julieta

Estúpido y sensual Benvolio.

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Este es el capítulo final.

Como prometí existirá un epílogo.

Le hablo luego.

Bye bye.

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