Capítulo 7: Vamos a hacerle una visita.

Un día maravilloso: el Sol brilla, los pajarillos cantan... y tú has perdido tu rebeca. Estabas comiéndote el desayuno cuando escuchaste un mensaje en el móvil. Te levantaste para cogerlo y viste que era Law.

'Buenos días, (tu nombre)-ya. Espero no despertarte pero tenía que decirte que te dejaste tu rebeca en mi coche anoche' Leer eso fue como ver un rayo de luz venido del cielo. 'Si no te importa, ¿podrías venir a recogerla?' A continuación te escribió su dirección, un poco lejos por cierto. 'Espero que no sea una molestia. Hasta luego'

"Bueno, tampoco tengo nada que hacer" Te pusiste la camisa y los pantalones vaqueros que compraste con (mejor amiga) y saliste a la calle.

Salto temporal

"Menudo pedazo de edificio" Dijiste mirando boquiabierta al gran... no, eso es incorrecto, al enorme edificio que había delante de ti. Sus fachadas estaban pintadas de un color grisáceo acercándose a azul claro con unos grandes ventanales. El interior no se quedaba corto tampoco, la paredes eran rojas y estaban decoradas con patrones amarillos. Parecía un hotel de lujo. Según la dirección del mensaje era el apartamento 114, que estaba en la tercera planta, al final del pasillo. Llamaste a la puerta y lo primero que escuchaste fueron ladridos, que te dejó algo sorprendida. Acto seguido se abrió la puerta.

"Espero que no te haya molestado venir hasta aquí" Law estaba vistiendo la misma ropa que de costumbre, pero además tenía un extraño sombrero blanco con motas marrones. Parece ser... suave fue lo primero que se te vino a la mente. "Y bien, ¿vas a entrar?" Asentiste y pasaste.

El lugar era precioso: las paredes de un tono azul marino quedaban bien con el salón de estar que estaba conformado por varias estanterías llenas de libros, un sofá gris matálico, una mesa de cristal y una televisión en la pared. A la derecha una puerta que, suponías, conducía a la cocina y a la izquierda otra puerta, posiblemente el dormitorio. Law vio tu expresión de asombro y rió suavemente mientras que entró en su habitación. De la misma puerta en la que había entrado salió un perro blanco como la nieve y bastante alto. Lo que tardó en verte corrio hacia ti y te tiró al suelo, donde empezó a olisquearte y a lamer tu cara.

"Bepo, bájate de ella, la vas a asfixiar" Ordenó la profunda voz de tu profesor que ya había salido de su habitación con tu rebeca en las manos. Te ayudó a levantarte y te dio la prenda de ropa.

"Muchas gracias, y siento las molestias" Te agachaste para acariciar al perro, que según habías escuchado se llamaba Bepo, y este empezó a mover la cola de felicidad. "Que suave es..."

"Parece que le gustas. Por cierto, ¿te gustaría que te enseñase la casa? Ya sabes, por si vienes otra vez ya la conocerás."

De su salón te enseñó algunos de los libros que decoraban sus estanterías. Entraste en su habitación donde había una cama bastante grande, en la esquina una gran espada que era maś o menos de su altura. Según te dijo se llamaba Kikoku, una Nodachi. En su dormitorio estaba la puerta del baño, en el cual había un plato de ducha y un lavabo. La cocina era también muy completa y en la esquina estaba la cesta donde parecía dormir Bepo, junto a su comida, bebida y caja de arena.

Ya lo habías visto todo y era casi hora de almorzar. Antes de irte Law se quitó el sombrero y te lo puso en la cabeza. Tal y como habías pensado, era muy suave. Le miraste con ojos curiosos y él solo te dirigió una mueca.

"Te queda bien, es un regalo, así que no hace falta que me lo devuelvas" Te despediste de él y de Bepo y fuiste a casa. Por el camino fuiste pensando en un regalo para su cumpleaños. ¿Libros? No, no me extrañaría que tuviese toda la zona de anatomía de la biblioteca en su casa... Tampoco creo que le vaya ir al parque de atracciones...

Esto va a ser muy difícil.

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