Capítulo 51: El arco iris tras la tormenta.

Ya era mediados de mayo y Law se estaba preocupando. Habían pasado los días y seguías sin recordarle. Lo peor era que se acercaba fin de curso, y si no te conquistaba antes de la fiesta de graduación, pensaba, te perdería. Suspiró pesadamente mientras avanzaba a la puerta del instituto. Allí estabas tú con (mejoro amiga) esperando a que abriesen la puerta. Te fijaste en Law entrando y discretamente le dirigiste una sonrisa que él, afortunadamente, vio. No podías negarlo, estabas bastante colada por tu profesor, por incorrecto que te pareciera. De repente, tu amiga te miró como si se hubiese acordado de algo importante.

"(Tu nombre), casi se me olvida" La miraste con una expresión curiosa, y esperaste a que continuase. Pero, oportunamente, el portón del edificio se abrió y no os quedó más remedio que entrar. (Mejor amiga) no pudo decirte lo que quería, así que pasadas las tres primeras horas se te había olvidado.

En el descanso te volviste a reunir con Law donde siempre. Sacaste la novela, a la cual sólo le faltaban dos capítulos para que la terminaseis, y la abriste por la págna correspondiente. Law te miró sonriente, pero no te percataste de ello. Empezasteis a leer en silencio y, gracias a la falta de interrupciones, terminasteis el libro a los quince minutos. Con un suspiro y una gran sonrisa cerraste la novela y miraste a Law.

"Ese ha sido un final desconcertante, ¿no crees?" Él asintió sin poder quitar sus ojos de los tuyos. Esos grandes globos (color) que tanto le gustaban. Tampoco pudo evitar fijarse en tu indumentaria, siendo esta un poco reveladora: pantalones vaqueros cortos parecidos a los que llevaste al parque de atracciones hace poco -menuda memoria...- y una camisa verde hierba que definía bien tus curvas. Law escuchó un chasquido y volvió de su trance para ver que tenías una expresión confusa en el rostro. "¿O-Ocurre algo con mi ropa?" Law se incorporó de inmediato, una vez se dio cuenta de que su cabeza estaba demasiado cerca de la tuya, y sus ojos habían estado trazando -notablemente, por cierto- tu figura.

"No... es nada. Está perfecta" Te relajaste un poco y Law suspiró, casi le pillabas mirándote como un viejo verde. Él, definitivamente, no lo era. Metió la mano en la cartera que había llevado -bueno, que siempre llevaba pero hasta ahora no te habías fijado- consigo y le miraste confusa. Sacó un par de manzanas y te dio una. "Nunca traes nada para comer... No me preocupes" Te sonrojaste y tomaste un mini mordisco a la manzana. Tu mirada se desvió a su boca por un segundo. Sus labios estaban envolviendo gran parte de la fruta, y dio un bocado. Esa acción te hizo sonrojar aún más, sobre todo porque al terminar, Law fijó su mirada en ti con una expresión satisfecha, pero no dijo nada.

"Ya mismo va a sonar el timbre" Te excusaste mientras te levantabas, Law mirándote desde abajo con su mueca de siempre. Sabía que te estaba intimidando, y eso le gustaba. Él se levantó también y se adelantó, sin decir nada, su expresión hablaba más que mil palabras. "Hasta luego, Law" Dijiste en un susurro. Él levantó un brazo y se despidió con un suave adiós. Efectivamente, iba a sonar el timbre, pero en vez de dirigirte al edificio te apoyaste en el árbol con la mirada perdida. No puedo estar enamorada de Law, es imposible... es imposible. De veras intentabas convencerte de que no era buena idea, pero sabías que le conocías desde hace tiempo, a pesar de ser tu profesor era también tu amigo, pero sabías que eso no valía. Con un suspiro de frustración avanzaste hacia el edificio mientras que, de fondo, sonaba el timbre que estabas esperando.

Esa tarde no tuviste que hacer deberes. Estando a finales de curso habían llegado los temible exámenes finales, así que te encerraste en tu cuarto estudiando. Y eso mismo hiciste durante tres horas, hasta que por fin, a las seis y media, te tomaste un descanso. No tenías nada mejor que hacer, de todos modos.

Te relajaste en tu silla una vez habías guardado los libros en tu mochila. Miraste el sombrero de Law, ese que no recordabas que te hubiese regalado. Ese colgante de caracola estaba situado grácilmente alrededor de tu cuello, ahora no te separabas de él. Pensabas que si te rodeabas de las cosas que tuviesen relación con él, te acordarías. Pero no era suficiente, no lograbas recordar nada, era frustrante.

Escuchaste el timbre, y acto seguido tu madre fue a abrir la puerta. No pudiste distinguir las voces, pero sí escuchaste a alguien subiendo las escaleras. Te levantaste de la silla y abriste la puerta antes de que esa persona pudiera siquiera tocar. Era (mejor amiga), tenía una bolsa colgando de la muñeca y una gran sonrisa en la cara.

"(Mejor amiga), ¿qué te trae por aquí?" Preguntaste a la par que te apartabas del camino para dejarle entrar. Ella se sentó sobre tu cama nada más pasar a tu habitación, tú hiciste lo mismo poco después.

"Eso que te quería decir hoy" Tu curiosidad aumentó al recordar esa conversación sin finalizar. Ya ni te acordabas de ella. "He estado haciendo limpieza en la maleta para guardarla..."

"Espera... ¿me estás diciendo que han pasado semanas y semanas, y aún no habías recogido la maleta?" Estabas impresionada. Sabías (mejor amiga) era vaga, pero no hasta este extremo. Ella hundió su cabeza en la palma de su mano derecha con un pesado suspiro.

"Eso no viene a cuento ahora. El caso es que encontré esto en su interior" Dijo entregándote la pequeña bosa blanca. La cogiste con curiosidad y sacaste uno de sus contendos. Era una caja de cartón pesada, posiblemente por lo que contenía. La abriste delicadamente y sacaste una preciosa estatuilla de un ahada muy parecida a ti. Con una expresión asombrada pasaste rozando las puntas de tus dedos por el definito contorno de la muñeca. Su material era tan suave que incluso parecía piel de verdad.

"Es preciosa" Susurraste ensimismada por la belleza de la hadita. (Mejor amiga) sonrió y se acercó más para verla. "¿Es mía?"

"Estoy bastante segura de que sí. Ese día, cuando fuimos al mercado, te quedaste con Law atrás. Cuando nos volvimos a encontrar con vosotros tenías esta misma bolsa. Además..." (Mejor amiga) señaló con el dedo índice que, bajo la figura, había un cartel donde estaba escrito con letras mayúsculas y de madera tu nombre. Te sonrojaste, no habías caido en algo tan simple. "No te preocupes, todos cometemos errores"

"No uno tan garrafal como el mío..." Murmuraste, todavía avergonzada. Viste que dentro de la bolsa aún había algo. Lo sacaste y observaste, maravillada, el bonito diseño clásico de la pequeña cajita de música. Su forma perfecta, su color blanco puro con encajes dorados, además del colgante que se encontraba a su lado, este era del mismo estilo. No podías abrir la caja, hasta que caiste en que a lo mejor el colgante era la llave. Así que, como si se tratase de la más pura y frágil joya, empezaste a girar la llave en la pequeña ranura de la caja. Esta se abrió lentamente y aparecieron en vista una pareja bailando, ambos con ropa usada para el baile flamenco y, de fondo, una bonita canción interpretada con un sonido parecido al de una guitarra española.

"Esa canción me suena" Se sorprendió tu amiga. "Esa fue la que bailamos con Viola, tú también la bailaste con Law" Te quedaste mirando la pareja que daba vueltas dentro del pequeño recipiente. Esta canción... la he escuchado alguna vez, estoy segura. Lo que tardó ese pensamiento en cruzar tu cabeza sentiste una jaqueca insoportable, como si alguien te hubiese propinado un golpe seco. El dolor se volvió tan intenso que te caiste de la cama y, ya en el suelo, empezaste a retorcerte de dolor. Tu amiga tenía una expresión horrorizada en el rostro. "¡(Tu nombre)! ¡¿Estás bien?! ¡Contesta, (tu nombre)! ¡(Tu nombre)!" Eso fue lo último que escuchaste antes de sumirte en absoluta oscuridad.

Te despertaste con un estable y firme pitido. Abriste, lentamente y con gran esfuerzo, los ojos para ver que te encontrabas, de nuevo, en una habitación de hospital. Soltaste un pequeño gruñido de dolor y frustración. Tengo malas experiencias con los hospitales... Estabas sola, y viste por la ventana que era de noche. Después de fijarte más intensamente en tus alrededores te diste cuenta de que esta habitación te resultaba familiar.

El sonido de la puerta abriéndose te trajo de vuelta a tus sentidos. Lo que viste delante de tus ojos te hizo llevar tus manos a la boca. Ahí estaba Law, con una expresión preocupada pero levemente aliviada en el rostro.

"Me alegra ver que has despertado, (tu nombre)" Se sentó a tu lado en la cama, mientras que tu le mirabas con ojos bien abiertos. Law no entendió tu reacción, así que se limitó a mirar el diagnóstico sintiéndose levemente confuso. "(Tu nombre), ¿qué ha ocurrido?" Seguías sin respoder, simplemente le mirabas con expresión asombrada. Esto le inquietó bastante, pero lo dejó pasar. "(Tu nombre), necesito saber qué pasó. ¿Cómo te sentiste antes de desmayarte?"

"Trafalgar..." Susurraste tan bajo que Law no pudo oírlo.

"¿Perdona?"

"Trafalgar D. Water Law" Repetiste, esta vez más alto y claro. Law se sorprendió. ¿Podrá ser?

"Ese es mi nombre... (Tu nombre), ¿te encuentras bien?" Sin previo aviso, lágrimas empezaron a rodar por tus mejillas y una sonrisa apareció en tu cara, casi inperceptible. "Oye, ¿estás bien? ¿Por qué lloras?"

No contestaste, simplemente te lanzaste hacia él, envolviéndole en un abrazo. Él correspondió, aún algo confuso, pero con un sentimiento de esperanza. Hundiste la cara en su cuello, tomando su aroma y asegurándote de que era él. No había duda.

"Recuerdo..." Susurraste mientras las lágrimas caían con más intensidad. "¡Law, te recuerdo!" Sus ojos estuvieron al borde de desorbitarse. Te separó de él para mirarte momentáneamente, antes de volver a abrazarte, esta vez más fuerte. No podía hablar, Law se había quedado mudo. Sólo quería abrazarte y no soltarte jamás, temiendo que podrías irte si lo hacía.

"¿Estás segura de que me recuerdas? ¿Cuantos años tengo?" Preguntó cuando se separó de ti. Sonreiste, tan fácil...

"Tienes 25 años, los cumpliste el 6 de octubre. Ese día fue la primera vez que... me besaste" Dijiste tímidamente. Law sonrió, pero era una sonrisa de felicidad, no una de sus típicas muecas. Acercó su mano derecha a tu cara y limpió las lágrimas con su pulgar, mientras que la otra mano trazaba círculos en tu espalda baja. Esta vez fue él quien hundió su cabeza en tu cuello, y entonces suspiró.

"Gracias a Dios" Era la primera vez en mucho tiempo que Law hacía mención a una deidad, quizás se le pegó un poco de su estancia con monjas en su infancia. Rodeaste su torse con los brazos y le volviste a abrazar. Era simplemente demasiado tentador, hacía tanto tiempo que no sentías la calidez de sus abrazos... "Has vuelto..." Asentiste suavemente. Law se separó de ti y acercó vuestras caras cogiéndote por la nuca. Se detuvo al notar vuestras narices rozarse y los alientos mezclarse. "...Y no pienso volver a dejarte ir, (tu nombre)" Cerró la distancia entre los dos, callando por fin el deseo que habías sufrido, secretamente, durante todas esas semanas. Law no pensaba diferente, y por eso únicamente se separó cuando la necesidad de oxígeno se volvió extrema. Law apoyó su frente sobre la tuya, y plantó un suave beso en la punta de tu nariz.

"Nunca..."

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