Capítulo 50: Realismo.
Han pasado unos días y todavía no lograbas recordar a Law. Te dolía mucho pensar que sólo le habías olvidado a él. Durante esos días Law no hizo otra cosa que ser amable contigo, hablábais siempre, leíais y llegaste a conocerle mejor, aunque no te contaba nada de sus gustos, edad ni nada de eso.
Un día, a principios de mayo, te llamó (mejor amiga). Sólo por la voz se notaba que estaba emocionada.
"(Mejor amiga), ¿qué pasa? ¿Has visto un fantasma?" Preguntaste de broma, una risa acompañó tu frase al final.
"No, desafortunadamente no. Es algo mejor... ¡Hay una feria!" Lo gritó de tal manera que casi te quedas sorda. Nunca tiene piedad de mis tímpanos...
"¿Una feria? ¿Quieres que vaya?" No la veías, pero sabías que estaba asintiendo frenéticamente. Suspiraste de broma y miraste hacia abajo. Tu pijama no era la mejor indumentaria para ir. Tu amiga te había llamado un sábado... por la mañana, temprano. "Está bien... ¿Irán los otros?"
"Sí, quiero que vengan. Sabes lo mucho que les gustan los parques de atracciones. También irá Law" Tu cara se iluminó inmediatamente. No necesitabas saber que Law iba a ir para convencerte, pero ahora tenías incluso más ganas de ir.
"Vale. ¿A qué hora?" Ella te dijo que sería esa tarde a las cuatro, asentiste -aunque no podía verte- y te despediste. Dejando el móvil sobre la mesa te volviste a tumbar en tu cama. Aún quedaba tiempo para ir, y solamente eran las ocho menos cuarto de la mañana. ¿Acaso duerme alguna vez?
Por la tarde preparaste todo lo necesario para ir -dinero, móvil, llaves de casa...- y los metiste en un bolso. Estabas vistiendo una camisa azulada que te llegaba a los muslos y que revelaba un poco tus hombros, acompañada de unos vaqueros cortos. Esa era una de esas tardes primaverales que parecían más veraniegas, hacía un calor casi insoportable en la calle. Antes de salir se tu habitación te diste cuenta de que en el suelo, detrás de la puerta, había algo brillante. Te pusiste en cuclillas para cogerlo. Era un colgante con una bonita caracola. Que extraño... no recuerdo haber comprado este colgante... Te encogiste de hombros y te lo pusiste, bajando después por las escaleras.
"¿Ya te vas, cariño?" Preguntó tu madre sonriendo. Tú asentiste y le diste un beso en la mejilla como despedida. Justo antes de salir por la puerta, notaste que la curiosidad por conocer el origen de ese collar iba creciendo, así que te giraste hacia tu madre de nuevo.
"Mamá, ¿tienes idea de dónde he podido conseguir este colgante?" Ella se quedó mirándolo unos segundos antes de contestar con una sonrisa.
"Si mal no recuerdo... hace unos meses fuiste con Law al acuario. Creo que lo compraste allí" Inclinaste la cabeza a un lado, aún confusa. Realmente no recordabas eso, y el hecho te irritaba cada vez más. Parecías haber tenido tantos buenos momentos con Law, y resulta que no recuerdas ninguno de ellos. Suspiraste y te despediste de nuevo, esta vez saliendo de veras por la puerta.
Estuviste caminando unos diez minutos hasta llegar al descampado donde se encontraba la feria. Era un lugar enorme, nunca habías visto tantas atracciones. Pero si no hay dinero para organizar esto... pensaste con una gotita en la frente. Escuchaste gritos detrás de ti, más especificamente tu nombre. Alguien te estaba llamando y suponías que era (mejor amiga) por la voz. No fallaste. Tu querida amiga casi te tira al suelo de un abrazo, detrás de ella todos los demás. Parecía que siempre eras la última en todo...
"¡(Tu nombre)! ¡Bien, ya estamos todos!" Anunció felizmente (mejor amiga). Te cogió del brazo y te arrastró a la feria. "Vamos, no te quedes ahí pasmada. ¡A divertirse!" Suspiraste y asentiste mientras te dejabas llevar. Además, jurarías que viste a Law sonreir... Extraño.
Después de mirar todas las atracciones os decantastes sólo por algunas, puesto que no teníais el dinero suficiente y otras, directamente, no os llamaban la atención. Os dividisteis en parejas -bueno, más bien os dividió (mejor amiga). Mala idea...-, tú caiste con Law. Lo juro, juro que a la próxima hago yo las parejas... Law se rió con tu expresión y dicho sonido mandó un sonrojo a tu cara.
"¿A dónde quieres ir primero?" Preguntó pacientemente. Te quedaste pensativa un momento, mirando a tu alrededor. Por fin divisaste una atracción que te llamó la atención. Te giraste de nuevo a Law con ojos de estrellas, y haciendo un mini puchero.
"Casa del terror, por favor" Arrastraste ese por favor, para sonar más adorable. Law sonrió y asintió. En el fondo se estaba muriendo por besarte, sobre todo cuando hiciste ese puchero sacando tu labio inferior. Esos labios tan dulces y suaves... Law sacudió la cabeza para deshacerse de esos pensamientos mientras le arrastrabas a la casa del terror.
"Damas y caballeros, bienvenidos a la casa del terror. Aviso que las personas con problemas cardíacos, de estrés o mujeres embarazadas no deberían visitar esta atracción. Todavía tienen la oportunidad de irse" Dijo el hombre encargado de dicha atracción. Nadie salió del oscuro y tenebroso vestíbulo de la habitación, pero el fuego de la emoción que había a tu alrededor parecía iluminar de sobra. "Bien, que disfruten de la atracción y... buena suerte"
Saliste corriendo, llevando a Law a rastras hacia la primera sala. Estabais vosotros dos solos, puesto que la otra gente había decidido tomar caminos distintos. A Law le entristecía un poco el hecho de que no te asustases fácilmente, no podría servirte como hombro sobre el que llorar, otra vez. Pero la valentía en una mujer era algo que él apreciaba profundamente.
No pudisteis seguir avanzando, un portó de madera os impedía el paso. Law se adelantó y llamó varias veces. No hubo respuesta. Te acercaste a él y te aferraste a su brazo, pero no de miedo sino anticipo. Se abrió un poco la puerta, un sonido desagradable al hacerlo, y se asomó un hombre rechoncho, no con muchos pelos, su mirada estaba oculta por unas gafas moradas y tenía dos hleras de dientes afilados
"¿Quiénes sois vosotros?" Preguntó con una voz ronca, pero algo aguda a la vez. Este lugar te ponía los pelos de punta, y te alegrabas. Hacía tiempo que no encontrabas algo terrorífico de verdad. Law te miró con una sonrisa que no pudiste ver por la falta de luz y se dirigió al hombre de nuevo.
"¿Quiénes deberíamos ser?" Dijo misteriosamente. Le miraste curiosamente, sin saber exáctamente a lo que se refería.
"Me gusta como piensas, chico. Tú puedes pasar... la señorita no" Dijo mirándote a ti. Te tensaste, pregúntandote que iba a pasar. El hombre abrió la puerta del todo y dejó paso a Law. Salió él y se acercó a ti. Empezó a dar vueltas a tu alrededor, como juzgando tu aspecto. Law miraba cada uno de sus movimientos, y se sobresaltó un poco cuando el hombre soltó un sonido de aprobación. "La chica parece ser un buen sacrificio" Antes de poder reaccionar, el hombre chasqueó los dedos y algo bajó del techo. Sentiste como algo rugoso y maloliente te cogía por la cintura y te llevaba hacia arriba, fuera de la vista de los otros hombres. Law, reaccionando, intentó salir para seguirte, pero el hombre se puso en su camino. "Si quieres recuperarla, tendrás que seguir tú sólo. Yo que tú me daría prisa, los sacrificios no esperan" Dijo finalmente, soltando una tenebrosa carcajada mientras cerraba el portón de golpe. Law se quedó mirando la zona por donde habías salido y suspiró, decidiéndose a avanzar.
"¿Quién es esta jovencita tan encantadora?" Escuchaste desde las sombras la voz de una mujer. Era una voz dulce, demasiado dulce. De la penumbra salió una mujer de piel aulada, marcada con varias cicatrices y pelo rubio, corto. Vestía un corto vestido que le llegaba hasta los muslos y sonrió fríamente al verte.
"Es el sacrificio para el Señor..." Dijo la persona que te tenía inmovilizada, su voz era desagradable. La mujer asintió aprovadoramente, y señaló con un dedo una puerta tras ella. El hombre, porque por su voz sabías que era masculino, te llevó a esa habitación. Te fijaste en tu alrededor: era una bonita habitación -antigua, porque habían telarañas decorando las paredes, esquinas, objetos...-. Tenía una gran cama de matrimonio y un tocador. Estabas confusa, pero a la vez feliz. De verdad, esto era tan realista que pensabas que bas a explotar de emoción. Entró la misma mujer de antes en la habitación, una sonrisa en su rostro.
"Bien, veamos si puedo encontrar un bonito vestido para ti..." Dijo esta mirando en un gran armario que se encontraba al fondo de la habitación. "¡Aja!" Se giró a ti con un precioso vestido de novia en los brazos, solamente este estaba desgarrado y algunas motas carmesí lo decoraban. "Póntelo y empezaré con tu pelo"
"¿A qué vienen tantos arreglos?" Preguntaste curiosa. La mujer te sonró, una sonrisa aterradora.
"Un sacrificio siempre debe verse bien, ¿no crees?" Ella empezó a reirse, y esto te desconcertó un poco.
POV de Law.
Seguí avanzando por los pasillos oscuros. Hasta ahora sólo había encontrado habitaciones llenas de tumbas y sarcófagos, de los cuales se solía escuchar porrazos, como si la persona en su interior quisiera salir. He de admitir que alguna vez me pegué un pequeño susto, pero ignorándolo continué.
Llegué a una sala mucho más oscura. Agradecí haber cogido una antorcha que vi colgada en la pared. Cuando la habitación estaba lo suficientemente iluminada, me fije en su decoración. Las paredes estaban manchadas de sangre, así como el suelo, y habían cadenas colgando de ellas. En algunas incluso habían esqueletos, parecían muy reales. Mientras seguía caminando, pisé algo que crujió. Bajé la mirada para ver que era un costillar, o por lo menos lo que quedaba de este. En la amplia habitación pude distinguir camas ensangrentadas. Sobre varios escritorios habían utensilios relamente espeluznantes. Ya me había hecho una idea de que era este lugar desde que entré, pero entonces estaba completamente seguro. Eran una sala de torturas.
Justo cuando ese pensamiento cruzó mi mente, la puerta por la que había entrado se cerró de golpe y me giré de inmediato. Delante de mi había un hombre que más o menos me duplicaba en altura. Vestía una pesada armadura negra, el yelmo no dejaba ver su rostro, pero tampoco tenían intención de verlo. Además, por si fuera poco, tenía un gran mandoble en una de sus manos. Preparó la gran espada y me atacó. Sin más. Logré esquivar ágilmente el golpe que podría haberme matado. Esto estaba empezando a ser demasiado realista.
Cuando esquivé el ataque me caí al suelo, y vi que a mi lado había, oportunamente, una espada. Se parecía a la que yo tenía en mi casa, Kikoku, así que la cogí y cargué contra el caballero. Este bloqueó el ataque sin mucho esfuerzo. Volví a atacar, esta vez calculando la trayectoria y la fuerza. No sirvió en absoluto. Me alejé del enemigo y empecé a pensar una estrategia. Para librarme de él y sus mortales ataques empecé a correr a su alrededor. Entonces me di cuenta. Su armadura no cubría su espalda. No pude evitar que una sonrisa apareciera en mi cara, pero es tan satisfactorio cuando encuentras una solución a algo...
Aumenté la velocidad y me acerqué a su espalda, hábilmente conseguí golpear y el caballero gruñió de dolor. Este, reaccionando, se giró y me propinó un puñetazo que me mandó a volar. En el suelo me limpié la cara y me di cuenta de algo. Estaba sangrando, y no era precisamente sangre de la habitación. Me levanté y volví a cargar hacia él, hacia su espalda. Parecía fuerte, pero no muy inteligente viendo que no había pensado en cubrirse su punto débil. Continué siguiendo la misma estrategia hasta que, por fin, cayó derrotado. Jadeé, estaba cansado. Vi como se empezó a iluminar una zona en la habitación y entró a la vista otra puerta. Sin soltar la espada, me dirigí a ella y continué el camino. Esto es demasiado real... Pensé sintiendo el sabor a hierro de sangre en mi boca. Espero que (tu nombre) esté bien...
Volviendo con (tu nombre).
"¡Estás preciosa!" Exclamó la mujer que habías llegado a conocer como Cindry. Te sonrojaste un poco y te miraste. El vestido era realmente antiguo y desgastado, pero realmente te quedaba bien. Cindry te había hecho un bonito y decorado moño. "Bien, ya estás lista. Vamos a empezar el sacrificio" Asentiste, aunque en el fondo no te sentías muy segura de esto.
Ya fuera de nuevo, viste la cara del hombre que te había llevado hasta allí. Tenía pelo rubio y largo, tapado por una especie de turbante. Cuando te vio, tuvo una hemorragia nasal por el extraño hocico de felino -y parecía de verdad- que tenía en la cara. Te volvieron a atar de manos y te llevaron hasta una sala oscura. Notaste como te ataban a un palo, y empezaste a sentirte nerviosa. Escuchaste pisadas, fuertes pisadas que se dirigían a esa misma habitación. Apareció entonces la figura de un hombre enorme -sin mentir, era muy alto-. Tenía la piel pálida y un pelo extralo violáceo. La estructura de su cuerpo era un poco difícil de explicar, dado que tenía un cuello muy largo, y de ahí para abajo estaba redondo, literalmente. En su boca había dos hileras de dientes afilados, parecidos a los del mismo hombre de antes, que también estaba en esa habitación. El hombre recién llegado te miró de reojo, con una mueca.
"¿Quién es esta chica, Hogback, Absalom, Cindry?" Ellos se inclinaron ante él y te señalaron.
"Es un sacrifico para usted, gran Moria-sama" Dijeron los tres a la vez. Moria, según habías escuchado ese era su nombre, sonrió y se acercó a ti. Sentiste tu corazón latir más rápido a medida que se acercaba a ti, con cada zancada.
"No está mal" Dijo cuando por fin te alcanzó. Sacó unas grandes tijeras y sentiste tus ojos a punto de desorbitarse. Moria acercó las tijeras a tu frágil cuerpo, en comparación con el suyo. Cuando la herramienta estaba a milimetros de tu cuello se escuchó un intenso ruido y la puerta que debería estar cerrada con llave, según ellos, voló abierta. Por esa forma de entrar pensaste que era Luffy, pero cual no fue tu sorpresa -y alegría- cuando viste a otro moreno entrar. Law se lanzó a Moria con su gran espada en mano. Le tumbó en el suelo, dado que este no se había esperado el ataque, y le apuntó al largo cuello con el arma.
"Suéltala" Rugió este. Moria levantó las manos, indicando que se rendía. Law fue a liberar tus manos, y lo que tardaste en tener movilidad de nuevo, fuiste a abrazarle, gesto que él devolvió enseguida. Le habías echado tanto de menos... Notaste que su cara estaba empapada en sudor, y su aliento era metálico.
"Law, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?" Preguntaste preocupada. Law sonrió y sacudió la cabeza, señalando que no te preocupases. Suspiraste y saliste con él de la atracción. Pero al salir visteis que la atracción estaba rodeada de coches patrulla, policías apuntando con sus armas y uno de ellos tenía un megáfono en la mano.
"¡Gekko Moria y compañía! ¡Quedan detenidos por muertes y torturas a gente inocente, además de timos! ¡Salid sin presentar resistencia!" Dijo este. Al cabo de un rato salieron todos, manos en alto. Viste a Cindry y te sentiste mal. Te acercaste al jefe de policía rápidamente, ignorando las palabras de Law.
"Señor, la chica es inocente" Dijiste. Estabas convencida de que Cindry no era mala persona. El policía arqueó una ceja curiosa.
"¿Qué te hace pensar eso?" Preguntó, no muy convencido. Frunciste el ceño.
"Ella mismo me lo dijo... estaba poseída. Moria la obligó a hacer todo eso, no estaba pensando como ella misma. Por favor, no la encarcelen" El jefe miró a la joven un momento y suspiró. Señaló a los otros polcías que le quitasen las esposas a Cindry.
"Como resulte que al final es una delicuente tú te harás cargo de las consecuencias" Le agradeciste muchas veces antes de correr donde se encontraba la rubia. Ella te miró con lágrimas en los ojos.
"Gracias... muchas gracias" La envolviste en un abrazo y ella hizo lo mismo. Te separaste y le sonreiste dulcemente.
"Por supuesto. ¿Para qué están las amigas si no?" Ella asintió y viste como se alejaba. Estaba atardeciendo, el horizonte pintado de un bonito color naranja.
Law y tú os volvisteis a encontrar con los demás poco después. (Mejor amiga) te abrazó, casi dejándote sin oxígeno. Estaba tan preocupada por ti, decía que incluso ni te iba a soltar. Suspiraste y le devolviste el abrazo suavemente. Te diste cuenta de que aún tenías el vestido de novia, pero no te importaba.
"Tengo hambre, ¿podemos ir a comer algo?" Preguntaste tímidamente. Tu estómago ya había hablado por ti. Todos respondieron con un ruidoso "¡Sí!" y, mientras avenzabais a un bar con buenas racciones de comida, te quedaste caminando al lado de Law. "Tienes que admitir que ha sido divertido" Susurraste. Él bajó la mirada y te sonrió.
"Sí... sobre todo la parte en la que casi mueres" Dijo sarcásticamente. Le pegaste un pequeño puñetazo en el hombro, tal y como antes solías hacer cuando te enfadabas falsamente con él. "Ha estado bien. Pero, una última cosa..." Le miraste con una sonrisa, imaginando lo que iba a decir. "...Nada de casas del terror en un tiempo"
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top