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Bangchan y Seungmin se conocían desde pequeños, aproximadamente desde los 10 años, es decir, desde que sus padres adoptaron al menor del orfanato. Desde el momento en que lo llevaron, era obvio que Felix estaría triste, así que podía visitarlo cuando quisiera. Absolutamente todos los días venía a jugar con él. Se divertían, pintaban, hablaban de sus vidas, etc.
Pasaron los años y ellos se llevaban muy bien; tan bien que hasta su forma de cariño era agarrarse de la cintura. Hasta que un día, algo cambió en su relación como amigos.
—Oye, Seung —le decía Bangchan.
—¿Pasó algo, Bang? —preguntó Seungmin.
—Es que... desde que te conocí, me enamoré completamente de ti. Tus ojos, tus labios, tu cabello... básicamente todo de ti. Hace un tiempo quería pedírtelo, pero no tenía la valentía suficiente para decírtelo... ¿Quieres ser mi novio? —proclamó Bangchan, con la voz entrecortada por la emoción.
Se hizo un silencio. El menor suspiró y habló.
—Bangchan, tú tienes 20 y yo tengo 17. No puedo aceptar eso, por más que quiera.
—Pero vas a cumplir 18, ¿no? Tres años de diferencia no son nada, ¿o sí?
—Y tus padres, ¿cómo se lo tomarán? ¿Quieres que te castiguen después de que hayas salido de tu castigo? Yo sé muy bien cómo son tus padres, todo lo toman a pecho.
—No se los diré entonces. ¿Te cuesta decir un simple "sí"? —le decía el mayor mientras lo agarraba de la cintura y se acercaba más a él para robarle un beso.
El menor suspiró y dijo que sí. Bangchan se puso feliz ante eso; realmente lo quería demasiado.
Pasaron dos años. Seungmin había cumplido sus 20 años, mientras que Bangchan cumplía 22. El mismo día que Seungmin cumplió años, Bangchan le propuso matrimonio, algo que, por supuesto, el menor aceptó. Ese fue el día más emotivo de sus vidas, pero no esperaban que alguien les diera un giro a su felicidad.
A los padres de Bangchan les costó aceptar la realidad, pero lo hicieron con tal de que su hijo estuviera feliz con la persona que había elegido para pasar el resto de su vida.
Llegó el día de la boda. Todos los invitados estaban presentes, entre ellos, Seo Changbin, quien era muy cercano a Bangchan por su trabajo. Pero pronto, el mayor se daría cuenta de que Changbin sería su mayor enemigo. El pelinegro estaba completamente enamorado de Seungmin desde que Bangchan lo presentó como su prometido.
Todos ya estaban sentados en sus mesas, hablando mientras tomaban soju, vino, whisky y otros tipos de bebidas alcohólicas. Los padres de Bangchan conversaban con sus amigos, los niños jugaban y corrían, y Seungmin se estaba vistiendo para el evento.
Una vez que todos se reunieron para las palabras del matrimonio, llegó el momento de lanzar el ramo. Las mujeres se amontonaron para poder atraparlo.
Cuando el menor estaba a punto de lanzar el ramo, Changbin empezó a disparar con un arma que tenía guardada en su chaqueta. Obviamente, todos comenzaron a armar un escándalo, y el pelinegro aprovechó para llevarse al pelirubio a un cuarto de la gran mansión.
Llegaron a un cuarto de huéspedes donde Changbin aprovecharía para hacer lo peor. Se encerró con Seungmin en la habitación, mientras se desabotonaba la camisa.
—¡Déjame salir, idiota! —decía el menor mientras agarraba un florero que estaba cerca.
—No, tú eres mío y punto —respondió Changbin, acercándose lentamente a él.
Seungmin reaccionó y le lanzó el florero, que, por si acaso, era de vidrio. El impacto le dio en la cabeza, haciendo que Changbin sangrara y se quejara, lo que le dio una oportunidad al menor para escapar.
Cuando Seungmin salió de la habitación, se encontró con Bangchan, quien lo estaba buscando muy preocupado. Tan pronto como lo vio, corrió hacia él para abrazarlo y ahogar su llanto en su pecho.
—Cariño, ¿estás bien? —le preguntaba el mayor, queriendo ver su rostro.
El menor simplemente estaba llorando, no quería que viera su cara. Bangchan lo cargó para llevarlo a un lugar seguro: el sótano. El pelinegro lo dejó allí, asegurando la puerta con llave y candado para que no le pasara nada.
Pero no fue así... Cuando se alejó del lugar, se encontró con Changbin, quien tenía un arma en la mano y no tenía miedo de usarla; también estaba sangrando por la frente, por el golpe que le dio Seungmin con el florero.
—¿Qué carajo le intentaste hacer a Seungmin? —le decía Bangchan mientras agarraba un arma que estaba tirada en el suelo. Pero lo que no sabía era que esa arma no tenía balas; todo era parte del plan de Changbin.
—¿Solo eso? Ja... ¿No te preocupas por tu esposo, no? —se burló Changbin.
Bangchan llegó a su punto máximo, así que intentó disparar, pero no pudo. Como ya dije, el arma no tenía balas. Changbin le disparó en las dos piernas, haciendo que el mayor cayera al suelo, incapaz de moverse.
El pelinegro aprovechó eso para quitarle las llaves que estaban en su bolsillo. Las agarró, se dirigió al sótano e intentó abrir la puerta; esta se abrió, dejándole el paso libre para poder entrar.
Pero fue detenido por Bangchan, quien se estaba arrastrando para poder llegar a él y evitar que le hiciera algo a Seungmin. Intentó levantarse para coger el arma que Changbin tenía en la mano, la cual, afortunadamente, logró quitarle. Le dio un disparo en el pecho y en las piernas para dejarlo en el suelo e ir hasta el menor, quien había quedado dormido en un rincón de la habitación.
El mayor, al ver esa escena, querría ponerse a llorar; no le gustaba que Seungmin sufriera de esa manera. Lo cargó e intentó llevarlo a su habitación para dejarlo allí, sin que Changbin lo viera.
Cuando subió, los superiores de la policía ya estaban llevándose al culpable de que el menor estuviera así y de que un montón de personas hubieran muerto. Bangchan veía cómo se lo llevaban, con una cara de satisfacción. No permitiría que le hiciera algo de nuevo a Seungmin.
Entró en su cuarto y cambió al menor, algo que le costó un poco, pero lo logró. Lo acostó en su cama para que pudiera descansar, pero cuando lo acostó, este se despertó.
—Bang... ¿pasó algo mientras estaba dormido? —preguntó el menor, con la voz aún adormilada.
—No, nada, nada sin importancia —respondió Bangchan, intentando mantener la calma.
Bajó al primer piso para ver a sus familiares y amigos, quienes estaban llorando por lo sucedido. Niños rompiéndose a llorar con sus madres, adultos mayores con la presión por las nubes y sus padres más que molestos con Changbin, aunque ya lo hubieran llevado a prisión.
Bangchan presenciaba cómo sus familiares se derrumbaban a llorar, y se le estaba partiendo el corazón al ver esa escena. Sus padres estaban preguntando por Seungmin, pero el mayor no les dijo nada. La familia Bangh era una familia sin problemas ni deudas, un lugar tranquilo. Niños jugando de un lado a otro, adultos mayores jugando bingo y riendo, mientras sus padres disfrutaban con sus tíos. Bangchan y Seungmin pasaban el día juntos, disfrutando de cada momento mientras todos estaban ocupados.
Los Bangh siempre habían estado unidos a pesar de lo que sucedía a su alrededor. Los padres de Christopher, o más bien conocido como Bangchan, eran muy cariñosos con él. Se aseguraron de que no le faltara nada; siempre estaban a su lado, intentando hacerlo feliz y gritando su nombre, pero en el fondo, lo amaban profundamente.
Él era hijo único (¿o no?), así que siempre lo consintieron. Sin embargo, hasta que llegó Seungmin, su vida no fue la misma. No se volvió menos interesante, sino que se fortaleció en formas que nunca imaginó. Pasaba el tiempo, y el mayor y el menor se llevaban mejor que nunca. Jugaban juntos, se hacían bromas entre ellos y también a sus padres. A veces se escapaban de casa para ir al parque y dormían juntos cuando Seungmin tenía pesadillas. Practicamente hacían todo juntos.
—¡Deja mi peluche! —gritaba Seungmin a Bangchan.
—¡Si no lo sueltas, te voy a acusar con tus padres! —respondía el mayor.
—¡No me importa! —decía Bangchan, mientras se reía.
Al final, terminaron rompiendo el cuello del peluche que ambos adoraban. Obviamente, los regañaron, y ese peluche había sido un regalo de la abuela materna de Bangchan, así que también los castigaron con una semana completa sin salir al patio.
Como todo niño, ellos no hicieron caso y se escapaban al patio a escondidas para jugar en los columpios, en el tobogán, en la arena y en todos los juegos que tenían allí. De la mañana a la noche pasaron los años, y su relación como amigos fue cambiando. Bangchan se sentía atraído por Seungmin, y a su vez, Seungmin se sentía atraído por Bangchan. Eran dos almas gemelas no predestinadas.
Llegó el día en que el mayor le pidió a Seungmin que fuera su novio, y el rubio, por supuesto, aceptó. Ambos eran tan felices que ni siquiera se dieron cuenta del tiempo que había pasado. Ya eran adultos, así que decidieron dar un paso más en su relación y comprometerse.
—Mamá, papá —decía Bangchan mientras miraba hacia arriba—, Seungmin y yo nos vamos a comprometer.
Sus padres, al principio, no sabían qué decir ante eso, pero después de unos minutos, comenzaron a hablar.
—¡Felicidades! —le decía la madre de Bangchan—. Hemos estado esperando este momento desde que te conocimos.
—Lo mismo digo —decía su padre, mientras se levantaba del sillón—. Espero que él te haga feliz durante el resto de tu vida.
—Muchas gracias, padre. También gracias, madre. No saben cuánto los amo —respondía Bangchan, mientras todos se daban un abrazo.
Bangchan y Seungmin fueron a poner fecha a su boda, y comenzaron a preparar todo desde que Bangchan le propuso matrimonio. Seungmin había estado esperando ese momento de su vida: casarse con alguien que lo quisiera tal y como era... y lo encontró. 💗
Ya tenían el lugar, los invitados y los preparativos listos; todo estaba hecho para el gran día. El día de la boda, o más bien, el día que daría un giro a sus vidas. Todos estaban felices por ellos, los familiares de Bangchan llorando de alegría, algunos admirando la unión, y los padres de Bangchan derramando lágrimas al ver que su hijo se casaría con la persona que tanto amaba.
Sus padres habían invitado a familiares y amigos, y Bangchan a sus amigos más cercanos, entre ellos: Seo Changbin, Hwang Hyunjin y Han Jisung. Aunque Bangchan no tenía muchos amigos, se divertía enormemente con ellos. Todos ya estaban sentados en sus sillas esperando a los novios. A Seungmin lo ayudaba Han a colocarse el traje. Aunque casi nunca se veían, ellos dos eran amigos cercanos por Bangchan.
—¡Ya está listo mi esposo hermoso! —decía el mayor, mientras quería entrar a la habitación—. ¡Déjenme verlo! ¡Lo deben haber vestido de una manera hermosa, ¿no?!
—¡El novio no puede ver a la novia antes! —gritaba Han, intentando cerrar la puerta—. ¡Eso da mala suerte!
—Aja, puras creencias estúpidas —decía Bangchan, abriendo la puerta—. Déjame verlo. Para empezar, ¡es mi esposo, ¿no?!
Han hizo un puchero y salió de la habitación, susurrándole "suerte" a Seungmin.
El pelirubio estaba vestido con un hermoso traje decorado con perlas y diamantes de último modelo. Ese traje había sido diseñado con las telas más finas del mundo; no tenía hilos colgando ni era muy extenso. Además, lo acompañaba con unas preciosas joyas de oro y plata que le había comprado Bangchan, diseñadas según las preferencias de Seungmin.
—¿Te gusta? —decía el mayor mientras se acercaba a él—. Yo mismo lo mandé a diseñar. Si te gusta, ¿no? Si no te gusta, puedo denunciar a la que hizo ese traje.
—No es necesario —decía el menor mientras se daba una vuelta—. No me gusta... ¡me encanta!
El pelinegro sonrió ante la respuesta y luego le robó un beso en la mejilla antes de irse a ver a sus familiares. Seungmin lo miró y después visualizó un cuadro que estaba tapado con una tela negra. Como es muy curioso, tiró de la cortina, dejando a la vista un cuadro familiar.
En él se observaban los padres de Bangchan, el mayor y a dos personas más. ¿Quiénes eran ellos? Abajo del recuadro había una placa que decía el nombre de la familia y los nombres de los integrantes.
Familia Bangh
1890-2000
Integrantes:
Carlos Bangh, María Do, Christopher Bangh, Lucas Bangh, Hannah Bangh
Seungmin se sorprendió ante eso; Bangchan nunca le había dicho que tenía hermanos. Siguió mirando la imagen durante unos minutos hasta que Jisung lo llamó para que fuera a la planta baja, ya que se estaba a punto de celebrar la boda.
El menor bajó inmediatamente y, en el camino, se encontró con Changbin.
—Así que te casarás con Bangchan —decía, mientras tomaba vino—. ¿O me equivoco?
—¿Eres ciego o qué? —decía el menor, algo molesto—. Claramente, en la invitación dice mi nombre y el de Bangchan.
—Ya, ya, si me doy cuenta. Te tomas las cosas muy a pecho. No creo que él se haya enamorado de ti.
—...—
—Toma —decía Changbin, mientras sacaba una tarjeta de su billetera—. Aquí tienes mi tarjeta de presentación con mi número. ¡Llámame!
El menor solo lo miró con rareza por su actitud. ¿Por qué alguien le daría su tarjeta de presentación justo cuando se iba a casar? Seungmin no le tomó importancia y miró la tarjeta. La tarjeta tenía unas abreviaciones: SC.
El menor se rió ante eso; fácilmente se confundiría, como por ejemplo, San Carlos. Arrugó la tarjeta y la tiró por ahí mientras bajaba.
Todos ya estaban sentados, esperando que aparecieran. Apenas cruzó el arco decorado con flores, todos aplaudieron y gritaron por él. El menor se sentía tan feliz; nunca nadie le había aplaudido así.
Como Seungmin no tenía padres, la madre de Bangchan lo llevó al altar. El padre de Bangchan le dio un déjà vu. El día de la boda de los padres de Bangchan, su madre también lo llevó al altar, ya que su padre estaba en el servicio militar.
Bangchan lo miraba con una expresión de felicidad desbordante. Estaba a punto de casarse con el amor de su vida. Desde que conoció a Seungmin, algo en su corazón cambió; sentía algo por él: sus ojos, su sonrisa, su cabello, su rostro, sus labios... Todo de él. Su corazón había quedado flechado por su belleza.
Cuando el menor llegó al altar, Bangchan lo tomó de las manos, acercándolo más a él. El cura estaba dando la palabra para, por fin, comenzar.
—Christopher Bangh, ¿aceptas casarte con Kim Seungmin?
—¡Acepto! —respondía Bangchan, con una sonrisa radiante.
—Kim Seungmin, ¿aceptas casarte con Christopher Bangh?
—¡Acepto! —respondía el menor, con los ojos brillando por la emoción.
Cuando ambos se dieron el "sí, acepto", los aplausos se escucharon en todo el lugar. Se despidieron de la familia y se acercaron a darles la mano; aunque todos les ofrecieron sus mejores deseos, un grito rompió la fiesta.
Una persona había comenzado un tiroteo ensordecedor, dejando heridas a varias personas. Los niños corrían despavoridos, mientras los adultos mayores intentaban mantener la calma en medio del caos. Bangchan estaba al lado de Seungmin, tratando de protegerlo, pero en un momento de distracción, tuvo que alejarse para verificar que sus padres estuvieran a salvo.
Al quedarse solo, Seungmin sintió una oleada de pánico y se escondió detrás de una mesa. Sin embargo, su intento fue en vano. Alguien apareció detrás de él, lo agarró con fuerza y lo llevó a un cuarto solitario. Con un golpe seco, el hombre cerró la puerta, bloqueando cualquier posibilidad de escape.
—¿Quién eres tú? —dijo el menor, temblando de miedo—. Más te vale que no te acerques.
—Para empezar, soy Seo Changbin, amigo de Bangchan —respondió el agresor, desabotonándose la camisa mientras se acercaba con una sonrisa inquietante—. Y más te vale que hagas algo, o te mato.
Seungmin se quedó paralizado, sintiendo que el terror lo invadía, hasta que finalmente reaccionó. Agarró un florero que estaba cerca y se lo lanzó a la cabeza. Changbin cayó al suelo, quejándose de un dolor insoportable.
Aprovechando la oportunidad, Seungmin salió corriendo para buscar a Bangchan. Cuando lo vio, se abalanzó hacia él, ahogando su llanto en su pecho.
—Seungmin... ¿Estás bien? —preguntó Bangchan, preocupado—. ¿Te hizo algo?
El pelirubio no podía hablar, estaba demasiado asustado por lo que había sucedido. Bangchan lo cargó en sus brazos, decidido a llevarlo al sótano, donde pensaba que estarían a salvo. Pero no fue así. Cuando se alejaron, se encontraron de frente con Changbin, quien sostenía un arma con firmeza y no mostraba signos de temor, a pesar de la herida que le había causado Seungmin.
—¿Qué carajo le intentaste hacer a Seungmin? —gritó Bangchan, recogiendo un arma que yacía en el suelo. Pero lo que no sabía era que esa arma no tenía balas; todo formaba parte del plan de Changbin.
—¿Solo eso? —se rió Changbin—. ¿No te preocupas por tu esposo, eh?
Al llegar al límite de su paciencia, Bangchan intentó disparar, pero el arma no funcionó. Changbin, con una sonrisa siniestra, disparó a Bangchan en las dos piernas, haciéndolo caer al suelo por la falta de movimiento.
El pelinegro aprovechó la situación, quitándole las llaves que tenía en su bolsillo. Se dirigió al sótano y trató de abrir la puerta, la cual se abrió de par en par, permitiéndole entrar. Pero fue detenido por Bangchan, que se arrastraba con esfuerzo para llegar a él y evitar que le hiciera daño a Seungmin.
Con determinación, Bangchan se levantó, intentando alcanzar el arma de Changbin. Logró desarmarlo y le disparó en el pecho y las piernas, dejándolo en el suelo, antes de correr hacia Seungmin, quien había quedado dormido en un rincón de la habitación.
Al ver esa escena, Bangchan sintió que se le rompía el corazón. No soportaba ver a Seungmin sufrir así. Lo cargó y lo llevó a su habitación, donde podría descansar sin preocuparse de que Changbin lo encontrara. Afortunadamente, ya estaban llevando a Changbin a la estación de policía.
Cuando Bangchan subió, se encontró con sus superiores, quienes estaban llevando al culpable de todo lo que había pasado esa noche y de las numerosas muertes. Observó cómo se lo llevaban, sintiendo una extraña satisfacción al saber que no podría volver a hacerle daño a Seungmin.
Sin embargo, la felicidad se tornó en tristeza cuando vio que entre los fallecidos estaba su prima. Había desarrollado un cariño inmenso por ella, y aceptar que ya no estaba en este mundo era desgarrador.
Con el corazón pesado, Bangchan se retiró a su cuarto, buscando un momento de tranquilidad. Sin embargo, fue interrumpido por su madre, quien lo llamaba para hablar.
—¿Cómo se te ocurre traer un criminal a la casa? —le gritó, su voz llena de desesperación—. ¡¿Qué pasa si tú hubieras muerto?!
—¡No es mi maldita culpa que se haya enamorado de Seungmin! —gritó Bangchan, sintiéndose abrumado por la situación.
Dejando atrás a su madre, se encerró en su habitación, deseando un poco de paz. Al entrar, se encontró con Seungmin, quien revisaba su celular. Bangchan se sentó a su lado y lo abrazó, pero el menor se apartó, visiblemente incómodo.
—¿Pasa algo, cariño? —preguntó Bangchan, preocupado—. ¿Te sientes incómodo?
Seungmin se cubrió con las sábanas, intentando olvidar lo sucedido, pero era imposible. La marca que le había dejado Changbin era imborrable. Comprendiendo su dolor, Bangchan decidió dejarlo a solas y se fue a bañar.
Después de asearse, Bangchan tomó una decisión. Salió de casa con un propósito: quería comprar un lugar donde pudieran vivir tranquilos, lejos de los recuerdos traumáticos. Tras un arduo proceso legal, logró conseguir la casa.
Equiparon sus cosas y abandonaron la casa de los padres de Bangchan. Seungmin sintió una punzada en el corazón al separarse de ellos, ya que había creado un fuerte vínculo con sus futuros suegros. Con lágrimas en los ojos, siguió adelante.
Tiempo después, Seungmin se convirtió en un reconocido actor y modelo en Corea y Asia. Mientras tanto, Bangchan alcanzó el puesto de jefe de la Policía Nacional Coreana y también ganó fama como modelo a nivel mundial.
Su relación mejoró notablemente, llenándose de amor y apoyo mutuo. Sin embargo, durante los primeros dos años de matrimonio, nunca pensaron en tener hijos. La experiencia traumática de la boda había dejado huellas profundas en ellos.
Aunque se amaban, cada vez que discutían, terminaban en la cama juntos, siempre usando protección. Pero la pregunta seguía presente: ¿realmente se amaban de la forma que pensaban?
La relación, aunque fuerte, comenzaba a deteriorarse. Seungmin sentía la presión de tener que pedirle permiso a Bangchan para salir, y si no lo hacía, sabía que podría tener problemas. Esto le generaba confusión; amaba a Bangchan, pero empezaba a cuestionar si la relación era tan sana como debía ser.
-Aly
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