capítulo 4

—¿Quién eres? Lárgate antes de que... —amenazó Milk.

La persona que llegó de sorpresa golpeó a Milk en el rostro, haciendo que caiga al suelo, y le dio una patada. 18, al ver eso, aventó a Luanch quien cayó sobre unas flores y se dirigió hacia la persona y Milk.

—Oye —18 le llamó la atención, la persona se volteó y ella aprovechó para golpearle en el rostro. En ese momento también se escuchó un estornudo.
—Ahora sí las voy a matar —dijo Luanch decidida.

18 y Milk se pusieron de pie y voltearon a ver a Luanch a quien le había cambiado el color el cabello y los ojos. Sostenía dos armas mientras les apuntaba.

—Cálmate, Luanch. No quieres matarnos —balbuceó Milk asustada.
—Sí, Luanch. Es más, ya nos vamos —dijo 18 también aterrada. Ella y Milk dieron vuelta y avanzaron un par de pasos.
—Alto ahí. Dense vuelta —demandó Luanch. Las chicas se detuvieron en seco y voltearon hacia ella.
—¿Q-Qué piensas hacer? —preguntó Milk temblando de miedo.
—Luanch no lo hagas, tú no eres una asesina, tranquilizante. —La persona alzó los brazos y comenzó a caminar lentamente hacia ella.
—Caulifa no te metas —dijo Luanch y disparó.

—¡Por poco me das, Luanch! —se quejó Caulifa esquivando el disparo. Luanch y ella miraron hacia unos arbustos porque se escuchó un grito, momento que aprovechan Milk y No.18 para correr.

—Luanch tu bala le dio a alguien, vamos a ayudarlo. Baja las armas —dijo Caulifa caminando hacia la persona que gritó.
—Espera —pidió y siguió a su amiga—, te ayudaré; después de todo fue mi culpa.


Ambas caminaron un poco, al mover los arbustos vieron a un chico con cabello de palmera y orejas de gato sosteniéndose un costado. Estaba sentado recargado contra un árbol. A Luanch rápidamente se le llenaron los ojos de lágrimas. Se arrodilló frente a él.

—Chico gato, ¿qué haces aquí? —preguntó Caulifa.
—¿Lo conoces? —curioseó Luanch.
—Sí, él me dijo que estabas peleando con ellas. —Había estado buscando a su amiga en su escuela nueva cuando se topó con él—. Me trajo hasta aquí.
—El color de tu cabello cambió —observó Goku, adolorido y débil, pero sonriente.
—Vamos a curarte —dijo Luanch preocupada para después explicar ese cambio—: eso pasa cuando estornudo.

—Yo no pienso ir con un doctor; solo fue una rozadura.
—¿Cómo que no vas a...?
—Luanch, él tiene razón —interrumpió Caulifa—, le preguntarán cómo pasó y podrían meterte a la cárcel.
—Está bien —aceptó secándose unas lágrimas—. Ayúdame a llevarlo a mi casa para curarlo. —Las chicas levantaron con mucho cuidado a Goku para llevarlo a la casa de Luanch.
—Tardaremos mucho caminando —observó Luanch.
—¿Y quién dijo que iríamos caminando? —preguntó Caulifa arrojando una capsula de donde salió un carro—. ¿Puedes conducir o lo hago yo?
—Yo manejo —dijo Luanch.


Recostaron a Goku en el asiento de atrás del auto. Caulifa se sentó a su lado y Luanch se colocó en el asiento del conductor. Comenzó a conducir a su casa. Tardaron diez minutos en llegar. Bajaron al chico con cuidado y entraron a la sala de la casa.

—Voy por lo necesario para curarlo; tú ayúdalo a sentarse en esa silla —aconsejó Luanch y se fue corriendo a buscar el botiquín de primeros auxilios. Mientras, Caulifa ayudó a Goku a llegar a la silla para sentarse y esperaron unos minutos—. Aquí está todo. Ahora... Nekito Goku quítate la camiseta —se sonrojó levemente. Goku sonrió y se quitó la camiseta. Las chicas lo miraban sorprendidas por el formado y musculoso cuerpo, producto de su diario entrenamiento

—Ehhh, chicas —balbuceó Goku un poco sonrojado.

—¿Qué pasa? —preguntaron las muchachas a coro sin quitarle la vista de encima.
—Mi herida —les recordó él sujetándose el costado.

—Ehhh, sí —dijo Luanch reaccionando con un sonrojo y empezó a curarlo. Caulifa pensaba mientras miraba a Goku: estaba bien guapo, pero podía caber la posibilidad de que le gustara a Luanch, de no ser así quería invitarlo a salir—. Listo —avisó terminando de ponerle la venda con una sonrisa.

—Gracias, Luanch —agradeció él, también con una sonrisa.

—Luanch, ¿puedo hablar contigo? —preguntó Caulifa.

—Si Nekito Goku nos permites un minuto —respondió volteando a verla. Él asintó así que las chicas fueron a hablar a la cocina.

—¿Qué pasa, Caulifa?
—¿Te gusta ese chico? —preguntó señalando a lo lejos a Goku. Su amiga se puso roja de la vergüenza y se molestó un poco.
—No, Caulifa. Yo tengo novio y lo conoces... se llama Ten.
—Bueno, entonces no te molestaría si yo... —murmuró sonrojándose también.
—Si tú ¿qué?
—Si invito a Nekito Goku a salir —concluyó roja como una manzana. Luanch se sorprendió y por otra parte también sintió un poco de ¿celos?

—No creo que acepte.

—¿Por qué lo dices? —cuestionó algo sorprendida— ¿Tiene novia?
—No.

—Entonces ¿por qué lo dices? —preguntó con suspicacia—. No me estarás mintiendo y sí te gusta.
—¡No, Caulifa! —le gritó— ¡Ya te dije que no!
—Está bien, tranquila —dijo sorprendida por el arrebato de su amiga. Luanch se quedó pensando: ¿por qué le molestaba que Caulifa quisiera invitar a Goku a salir si supuestamente solo era su amigo y apenas lo había conocido ese día? —Tierra llamando a Luanch —dijo moviendo las manos frente a su amiga.
—¿Eh? ¿Qué pasa?
—Luanch, entonces...
—Claro, invítalo —la alentó fingiendo una sonrisa.
—Gracias, amiga —dijo sonriente y abrazándola—. Si nos volvemos novios te lo contaré inmediatamente.
—Genial —murmuró desanimada.
—¿Por qué te pusiste así? ¿En qué piensas? ¿En Ten?
—¿Qué? ¿Cuál Ten? Ahhh, sí... lo extraño.
—Bueno, voy a preguntarle si quiere salir conmigo en una cita.

—Aquí te espero.

En la sala estaba Goku pensando, ¿de qué tanto hablarán las chicas? Ya empezaba a tener hambre. Qué bonita se veía Luanch con el cabello amarillo, aunque también le gustaba el azul, era definitivamente su color favorito. ¿Pero qué piensas, Goku? Se dijo a sí mismo, hasta que un grito lo sacó de sus pensamientos.

—¿Qué fue eso? ¿Estarán bien? Debería ir a ver —se cuestionó algo preocupado—. Tal vez no es nada. Mejor las espero aquí. —Caulifa entró a la sala y se paró frente a él.

—Hola.
—Hola —correspondió él—. ¿Y Luanch? —preguntó, mirando hacia la cocina.
—Ella está bien. ¿Y tú cómo sigues?

—Bien, gracias —respondió con una sonrisa—. Gracias a ti y a Luanch, pero... ¿cuál es tu nombre?
—Mi nombre es Caulifa —contestó sonrojada—. ¿Y el tuyo?
—Son Goku, pero todos me dicen Nekito Goku. —Le tocó las mejillas—. Estás algo roja. ¿Tienes fiebre?
—No —dijo más sonrojada—. Esteee... quería preguntarte algo.

—Está bien, ¿qué quieres preguntarme?

—Esteee... que si te gustaría... —empezó nerviosa y cada vez más roja— ir conmigo al cine.

—Sí, claro —aceptó él con una sonrisa—. ¿Luanch irá también?

—Ella va a ir con su novio.
—Oh, entonces... nos vemos en una hora. Necesito tiempo para cambiarme.
—Sí, claro. En una hora en el cine.
—Sí, ya me voy a casa para estar a tiempo. —Se puso de pie y le dejó un beso en la mejilla—. Me despides de Luanch.
—Esteee... sí, hasta al rato —dijo sonrojada nivel dios.

—SÍ, adiós. —Abrió la puerta y se fue.
—¡Luanch! —gritó Caulifa.
—¿Qué pasó?
—Me dijo que sí —comentó emocionada.

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