Si tendría que definir a las parejas yo diría que realmente eran hermosas. Verlas cogidas de la mano o cómo se contemplaban entre ellas con tanto amor me hacía creer que había fe aún en ello.
Yo conocí el amor y amé tanto a tal punto que tuve que dejarla libre por su felicidad. Porque eso también era parte del amor. Dejar a la persona que amabas debido a que sabes que ella halló ese amor en alguien más.
Sí, yo conocía el amor. Conocía lo que era ver a esa persona y perderte solo en sus ojos o quizá en los nervios traicioneros porque nadie más provocaba eso en uno.
Conocía ese sentimiento de escucharle hablar de cualquier cosa y para ti ese sería tu deleite con solo querer disfrutar de su compañía. No importaba nada más que eso.
Tarde entendí que el no luchar por eso mismo ella terminaría encontrando su propio amor. Uno que la volvería loca y que también me volvería loco a mí.
La amé. No, miento. La sigo amando con esa misma intensidad pero solo mi adolescente Damián pudo disfrutar de sus caricias y besos. Solo él alcanzó a conocer por un periodo el amor. Sin embargo; de la misma forma, ese mismo Damián tuvo que dejarla ir.