Yo no sabía qué estaba pasando realmente, pero me sentía muy nervioso y no podía pararme a pensar mucho, por más que trataba de darle vueltas al tema no podía, no con el Hoseok tan cerca de mí.

-Tae, ¿te acuerdas cuando se te pegó el helao a la lengua? -tragué saliva y cerré los ojos con fuerza ante el vergonzoso recuerdo.

-Sí... -suspiré sin muchos ánimos y con el corazón palpitaldo al ritmo de Thriller de Michael Jackson. Algún weón de la sala estaba escuchando esa wea con parlantes.

-He estao esperando a que te pase de nuevo po -yo me impacté por un segundo, ¿qué quiso decir?

-¿Po..por qué?

-Pa ayudarte po -sonrió y se acercó más, por el rabillo del ojo noté al Kuko sonriendo con malicia mientras nos observaba a la distancia, luego vi al Bairon entrar y un destello de celos apareció en sus pupilas, quiso acercarse, pero mi narigón amigo se lo impidió y suspiré con tranquilidad y orgullo, hasta que sentí el aliento del Hoseok en mi cuello ¡SEÑOR JESÚ, SEÑOR JESUCRISTO! ¡SANTA MARÍA PURÍSIMA! ¡SANTO DE LOS APÓSTOLES! ¡NOÉ Y SU ARCA! Abrí los ojos más de lo que a un asiático se le permitía normalmente y tragué saliva sintiéndola más espesa de lo que debería.

-¿A-a-ayuda-arme? -tartamudeé.

-¿No te acordai? Cuando derretí el helao entre nuestras bocas -susurró cerca de mi oído, luego posó una mano en mi cintura y di un respingo.

-Tocó el timbre, señor Jung. Será mejor que no flirtee en mi clase -escuchamos al profesor y se alejó con lentitud, guiñándome un ojo con picardía antes de volver a su puesto junto al Bairon.

-¿Y? -preguntó el Kuko con emoción cuando me eché en mi silla junto a él.

-¿Y, qué? -repliqué sintiendo demasiado calor en todo el cuerpo, toqué mis mejillas y me sentí un tomate, me sentí como la  nariz mágica de Rodolfo el reno.

-¿Hubo lengua? -fruncí el ceño y le di un zape en la cabeza.

-Aweonao

****Comenzaron a ponerse intensas las cosas oe zi shsnsk****