Las horas pasan volando cuando duermes, el señor Hill me despertó después "no se cuantas" horas de viaje.
- ¿Llegamos?¿Tan pronto? - dije somnolienta.
- Pasaron como 8 horas, el vuelo no dura toda la vida - dijo el señor Hill ¿aguantando a risa? y pasando un dedo cerca de mi boca - Deberías limpiarte la cara, tienes saliva.
La vergüenza se apodero de mi cara, dormí con la boca abierta... ¿que puede ser peor? Nada... excepto tropezar y caerme.
- ¿Esta bien? - dijo mi jefe ofreciéndome su mano.
- Estoy perfecta, el suelo necesitaba cariño - dije con sarcasmo, el volvió a aguantar la risa y me ayudo a levantarme.
Bajamos del avión y subimos a una limusina, los empresarios si que tienen lujos. La reunión fue al tercer día, no duro mas de una hora, el señor Hill me pidió que fuera lo mas seria posible y se terminaría rápido.
- Bien, tenemos cuatro días libres, ¿a donde ira? - dije recostada en la cama.
- No lo se, ¿TU donde quieres ir? - dijo el recalcando el "Tu"
- Le dije a mi hermano que le compraría un recuerdo, sera mejor que vea lugares - dije levantándome y revisando el armario en busca de un conjunto, fui al baño y me cambie - ¿Y esa ropa?
- Iré contigo... como turista - dijo mi jefe, es la primera vez que lo veo sin traje - ¿Vamos?
- Vamos.
Los dos salimos del cuarto, con los lentes de sol no se notaba quien era. Pasamos por una tienda de recuerdos y compre un amuleto, una estatua y otras cosas mas.
- ¿Para tu familia? - dijo el señor Hill mientras compraba un juego de te.
- Bueno, si... le dije que quería comprarle algo a mi hermano - dije guardando todo en una bolsa.
- Dale esto a ellos... - dijo mi jefe dándome el juego de te - de mi parte.
- Señor, no es necesario - dije con modestia.
- Insisto - dijo tomando mi mano - Vamos a relajarnos, conozco un lugar.
Yo lo seguí, tal vez fui criada en Japón pero no explore mucho que digamos, el señor Hill conoce mas que yo. 
Continuara...