Veredicto
Empecé a escribir esto cuando tomé el teléfono para hablar a Stanford y dejar mi lugar.
En momentos me pareció una tontería. Parecía que estaba cediendo muy fácil a los caprichos de Abby, sólo para ver a mi amigo feliz.
Excepto que no eres mi amigo. No quiero que lo seas.
Gracias a ti, sé lo que quiero en esta vida. ¿Y qué crees? Te quiero a ti.
Después de reflexionar durante todos estos versos, está más claro que el agua. Estoy enamorada de ti. De la idea de la vida que tienes. De lo que yo soy cuando estoy contigo. De cómo fui feliz mientras escribía y recordaba todo esto.
Eres el estereotipo de hombre perfecto. O bueno, al menos de mi hombre perfecto. Eres el indicado para mí. Tienes todo lo que me gusta. Te sobra todo lo que a mi me falta.
Dicen que, en el amor, hay que darlo todo o mejor nada. Que hay que lanzarse de cabeza. Sin tientos ni reparos. Sin dudas ni reproches.
Pero es que como te quiero yo... Hacer todo eso puede ser peligroso. No creo que nadie en esta vida quiera a alguien así, como te quiero yo.
Te enaltecí demasiado. Me hice tan adicta a ti, que me queman las lágrimas al darme cuenta de que tú no eres adicto a mí.
Y por más romántico que suene, no es sano. Puede llegar a ser tóxico el querer tanto a alguien. Puede convertirse en aprehensión. Y se vuelve mucho peor cuando ese sentimiento no es correspondido.
Y mira, sé que me quieres. Pero de una manera diferente, eso también lo sé. Y lo admito. Fue mi error enamorarme de ti. Estábamos destinados a ser sólo amigos. Pero sé que no puedo soportar estar más tiempo cerca de ti mientras siga con estos sentimientos a flor de piel.
No puedo ser la persona egoísta que te mantenga a mi lado, estudiando en la misma universidad, mientras sé que pude haber hecho más para que fueras feliz. Para que estuvieras con la persona de la que estabas enamorado.
Reúno toda la serenidad de la que soy capaz, y me dispongo a llamar a la escuela. Me duele el alma. Ya sé que estoy siendo demasiado dramática, pero la vida sería muy aburrida sin un poco de exageración en las metáforas, ¿no?
Respiro hondo. Ya he tomado mi decisión. Pareciera que no es la correcta, porque mi vida es más bonita a tu lado. Pero sé que voy a encontrar otros rumbos. Y voy a sobrevivir. No se me va a acabar el oxígeno si no respiro junto a ti.
Pero es que, todo se volvió tan complicado...
Maldita sea.
Me enamoré de ti.
Farrah J.
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