¿La conoces?
Eloisa.
Las semanas pasaron con la mayor rapidez posible; Max, comenzó a venir al local todos los días a las 7:30am. Lentamente, me fui acostumbrando a su presencia que hasta a veces, me daba miedo encariñarme con él y que de un día para el otro desaparezca de mí vida.
Estábamos ordenando las masetas con margaritas, cuándo vino una señora, parecía ser de la alta sociedad. Una mujer refinada sin dudas.
—Buen día ¿En qué puedo ayudarle?—saludo Max, mostrando su mejor sonrisa.
—Buen día joven, me recomendaron este lugar para comprar flores, y quería saber si tienen algo para decorar.
—¿Interiores o exteriores?
—Es para la sala de mi hogar, la siento fúnebre y fría. Pensaba que con algunas flores alegraría el lugar.
—Tengo lo que necesita.
Se levantó de la mini butaca y salió hacía el depósito. Cuándo regresó, traía son el, dos ramos de lirios de color amarillo y naranja. La señora colocó una mirada sorprendida pero a la vez contenta.
—Estos son lirios, estoy seguro de que llenarán de alegría su hogar.—dijo dejándolos arriba del mostrador.
—Son preciosos, los llevaré. ¿Tienen algún significado?.
—En realidad si, los Lirios amarillos están vinculados a la alegría y la felicidad.También pueden expresar lealtad. Los Lirios naranjas expresan energía, creatividad, ánimo y positivismo; también simbolizan amor y pasión ardiente, ideales para alegrar cualquier ambiente o persona. —explico el significado de cada flor a la perfección, hasta me daban ganas de aplaudirle.
—Maravilloso, muchas gracias jóven. Sin dudas, no me mintieron al recomendarme este lugar. —dijo una vez que Max le había envuelto y entregado los ramos.
—Cada flor tiene un significado único, espero que con esos Lirios pueda alegrar su hogar. —dije regalándole una sonrisa sincera.
—Muchas gracias, adiós.
Otra clienta que se iba con una sonrisa en el rostro.
—Estuviste excelente, Max. Buena elección con las flores.
—Las cosas que me explicaste ayudaron, aprendí mucho.
Me sonrió de lado, apoyándose sobre el mostrador.
Pasamos el resto de la mañana acomodando las cosas, cuándo se hizo la hora de ir a la escuela comenzé a prepararme. Me ponía un poco los pelos de punta que Emily no llegue, y ya comenzaba a preocuparme un poco.
Cuándo sonó mí celular, y vi el mensaje de Emily; pude respirar en paz, pero a la vez llego a preocuparme.
—¿Ocurre algo? —me preguntó Max, viendo mí rostro.
—Emily no vendrá, se despertó con malestar y dolor de cabeza. Me quedaré.
—Yo me puedo encargar, ve corre.
—Para nada, no hay problema con que falte una vez. Además, es agradable pasar tiempo contigo. —No sabía porqué había dicho eso, y tampoco entendía porqué me había gustado decirlo.
Él me respondió con una sonrisa sincera, una linda sonrisa a mí parecer.
—Continuemos, tenemos trabajo que hacer.
<•>
Al pasar el medio día, Max se había ido a su casa a comer algo y yo me dirigí a mí departamento a ver a Emily. Efectivamente, su aspecto era un asco, en verdad estaba descompuesta.
—¿Quieres comer algo? —le pregunté luego de tomarle la temperatura, por suerte, no tenía fiebre.
Negó con su cabeza y cerró los ojos un momento.
—Esta bien, vuelvo a la florería, te prometo no volver tarde ¿Si? Mándame un mensaje cuándo te sientas mejor, para saber cómo estás
Asintió a duras penas.
Salí del departamento, y me encaminé al local; a los diez minutos llegó Max, se había cambiado de remera, a la mañana temprano estaba algo templado, pero frío, y ahora hacía demasiado calor cómo para andar de remeras mangas cortas. Este invierno es de lo más bipolar
Pero, sin dudas esa remera le quedaba genial.
Se colocó su delantal de trabajo y yo bajé la mirada para no ser descubierta mirandolo.
El ambiente era el mejor, la compañia de Max era refrescante, natural. Por lo general, yo soy una mujer muy cerrada, no tenía confianza con nadie, a pesar de ser un poco sociable; al conocer nuevas personas me cierro en mí y ese lado optimista y divertido no lo dejo ver; pero con Max, es todo muy distinto, las palabras fluyen y yo no hago nada para detenerlas.
En este momento, me encontraba arreglando una maseta de orquídeas.
«Yo quiero soñar, con las flores, respiro su olor y me hace feliz » cante un pequeño fragmento de una canción que me aprendí cuándo era niña.
«El sol florece, las ilumina, y con el aire comienzan a nacer. Solo las flores están conmigo y de colores el cielo pintarán. » escuché el último pedazo de la canción, proveniente de los labios de mí compañero, Max.
—¿En... En donde aprendiste esa canción? —balbucee confundida.
—Mi madre me la enseñó cuándo era chico, te lo dije, me obligaba a cuidar el jardín. —Al final, lo dijo con un toque de gracia, que hizo que soltara una carcajada.
Al tranquilizarme, me quedé observando sus ojos. Nunca los había notado, pero tenían el color azul más hermoso que había visto en mí vida. Sin querer, me quedé pérdida en ellos, y yo sabía que el se había quedado igual. No sé cómo paso, pero de repente, nuestros rostros estaban más cerca de lo normal, mí mirada pasaba de sus ojos que parecían que había millones de estrellas a sus labios, quienes de veían realmente apetecible y besables.
El ruido de la puerta fue lo que nos saco de nuestra pequeña nube, mí vista se vio dirigida hacia una mujer joven, más grande de yo, pero que no llegaba a los treinta.
Mire a Max, y el tenía el rostro en una mueca de sorpresa.
¿Quién era esa mujer? ¿él la conocía?
—¿Max?
—¿Alaska?
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—A ver si entendí ¿Ahora tú trabajas aquí? —interrogó la chica, que por cierto era la hermana de Max—. Te dejo solo un par de semanas y me encuentro con que estás trabajando ¡Bien hermanito!
—Deja el drama, Aska. —dijo mí compañero, poniendo sus ojos en blanco—. Mejor dinos ¿Por qué estás aquí?
—Luego hablaremos de esto—. Le dijo mirándolo amenazante—. Escuche que está florería es muy buena, y muy eficiente, no quería que te enterarás así Max, pero ¡Me caso!—. A lo último, lo dijo chillando que casi me saca los tímpanos.
—¡¿Qué?!—. Ese fue el grito proveniente de Max. —¿Cómo que te casas?
—Si, Estanislao me propuso hace una semana casamiento.
—Ese imbécil. —murmuró Max, entre dientes.
—Y bueno, vine a averiguar, para que ustedes decoren el salón con las flores más bellas que tengan—. Terminó la explicación con una sonrisa.
Mire a Max, y el a mí.
—¿Cuándo sería la boda? —pregunte posando mis brazos sobre el mostrador.
—Dentro de tres semanas, si queremos que sea algo rápido.
—De acuerdo, nosotros nos encargaremos de la decoración de las flores. Ya te hago cuánto le saldría todo. —comencé a anotar las cantidades de flores que se iban a requerir y el precio estimado. Se lo di para que lo evalúe y pareció gustarle.
—Esta perfecto, te agradezco mucho. —agradeció con una sonrisa. —Ya me tengo que ir, en casa hablaremos, Max Veigan.
Y así como vino, se fue.
¿Qué acaba de pasar?
<•>
Al llegar la noche, cerré la florería y me despedí de Max. Cuándo llegué a casa, me encontré con Emily en el sillón mirando una película romántica antigua que tanto le gustan, al parecer ya se sentía mejor. Al intentar dar un paso, un fuerte mareo me inundó, sentía un líquido bajar por mí nariz, al tocarme vi que era algo pegajoso color carmesí, y en mis tanto años de experiencia, supe que era sangre. Lo último que escuche antes de caer a la oscuridad misma, fue la voz de mí mejor amiga rogándome que no cierre mis ojos.
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