Capítulo 8

—Supongo que fue una intervención un poco ruda de mí parte. Sigues siendo un alma muy frágil, Bakugou Katsuki.

Katsuki sintió una sensación de vértigo y luego, un dolor muy fuerte en el centro de su pecho. Intento ponerse de pie pero había algo que lo mantenía flotando de alguna manera. No entendía nada. Pero extrañamente, no sentía miedo.

Estaba aterradoramente calmado.

—Espera. Te daré una forma corporal. Así estarás más cómodo y será más fácil que conversemos.

La voz que decía eso no era ni masculina ni femenina pero le transmitió una paz muy grande y luego, poco a poco, pudo volver a verse a sí mismo, sus manos, sus pies, su ropa. Pero había algo distinto, seguía siendo Bakugou Katsuki de Boku no Hero Academia, tenía el cabello rubio y ojos rojos, un olor a caramelo debido a su quirk rodeando su cuerpo.

Sin embargo, no tenía cinco años.

Su cuerpo, reflejado en lo que parecía el espejo más lujoso que alguna vez hubiera visto, tenía quince años.

—Tu alma se adoptó muy bien, por eso el cuerpo pudo tomar esta forma. Es una prueba de tu pertenecía a este mundo.

Katsuki giro la cabeza, encontrándose con la imagen de su madre, de Mitsuki Bakugou, pero algo en su interior le decía que no era ella.

Se alejó un paso, chocando con el frío vidrio detrás de su espalda y miro fijamente aquella sonrisa amable, materna e irreal.

— ¿Quién rayos eres?

—Mí niño, siempre tan perceptivo, tan a la defensiva. Me gusta mucho eso de ti —sonrió la rubia — ¿No te gusta mí forma? Puedo tomar otra. Mira.

Mitsuki paso a ser Masaru pero la sensación de incomodidad solo siguió persistiendo y aumentando en el interior del cenizo. Y solo fue mucho peor cuando...aquel ser se transformo en su mamá. Una mujer de cabello negro y ojos ónix, idéntica a como él había sido.

Le dolió verla. Más porque cuando sonreía hacia él podía recordar que no hubo ninguna ocasión en que su madre le hubiera sonreído tan relajadamente. Siempre, siempre, siempre, tenía una mueca de eterna preocupación por su culpa.

—Basta, ¡basta! —cerro los ojos con fuerza — ¡Basta!

Una extraña calidez le envolvió y entonces, sintió unas manos tocando gentilmente su cabeza, haciendo que el agobio se fuera.

Nuevamente, era Mitsuki quien le miraba.

—Creo que mantendré está forma. Perdón por eso —se disculpo — ¿Estás bien?

El de ojos rojos asintió, volviendo a sentirse aterradoramente calmado ante aquel ser que no era Mitsuki pese a estar usando su misma imagen. Al menos, cuando se separó de él pudo sentirse un poco de control y enfocarse en donde estaba.

Sus ojos rojos se abrieron con impresión cuando vieron lo que parecía ser un mundo negro pero lleno de lucecitas. El espacio exterior y sus estrellas sería una comparación adecuada. Aunque estaba seguro que las estrellas no eran de colores y que lo negro del espacio no debía parecer líquido.

— ¿Donde estoy? —quiso saber viendo con preocupación hacía la mujer de cabello rubio — ¿Quién eres?

—Donde estás es mí centro de monitoreo —explicó con simpleza la mujer —Quien soy es un poco más difícil de explicar. Humm, ¿tendría sentido si te digo que soy lo que lo seres humanos consideran un Dios?

Katsuki hubiera creído que era ridículo en otra ocasión, si no fuera porque había pasado de estar en su cuerpo al de un maldito villano con su mismo nombre. Así que, solo volvió su vista hacia las luces de colores que estaban en todas direcciones.

— ¿Y para qué me trajiste aquí?

—Lo aceptaste bastante rápido —se rió la rubia.

—No es como si me quedará otra maldita opción —bufo el de ojos rojos —Al punto, ¿por qué mierda estoy aquí?

Mitsuki torno una cara seria, un aura inquietante saliendo de su cuerpo y que atrajo a las luces, como si buscarán calmarla. El cenizo se quedó viendo aquel curioso espectáculo, ¿acaso él había sido una de esas luces antes de que ese Dios le diera una forma? Se sentía raro pensarlo, pero no le encontraba otra explicación a las sensaciones que tuvo antes.

—Pensé que te debía una o dos explicaciones —dijo finalmente la rubia —En especial, en vista que te preocupaste tanto de que el destino de Keigo Takami de convertirse en Hawks no pueda ser cambiado.

Katsuki apretó los puños y un par de las luces que estaban con Mitsuki acudieron a él, como si buscarán consolarlo. Eran cálidas y frías y por algún motivo, podía sentir sus emociones mezclándose con las suyas. Pero intento enfocarse más en su charla con la rubia.

—No debes sentirte ansioso por ello, aún si él se vuelve Hawks, su vida mejoro bastante gracias a ti. Estará bien —prometió Dios —Lo mismo aplica a ti y a Touya Todoroki. Sus relaciones cambiaron sus destinos pero ciertas cosas todavía deberán mantenerse.

— ¿Cómo cuales? —quiso saber con ansiedad el cenizo.

—Eso es algo que no puedo decirte, mí niño. Verás, la intervención que puedo hacer se limita a detalles de uno en un millón —explico la rubia girando la cabeza hacía el espacio basto —Tú eres mí uno en un millón para salvar este mundo.

— ¿Yo qué...?

—Tienes un alma especial —lo interrumpió la rubia —Sin importar qué o quién seas, tu alma es bastante única. Fuerte y poderosa. Por eso, cuando tu alma de este mundo estaba por morir, le ofrecí un trato.

Katsuki se llevó una mano a la cabeza, sintiendo bastante confusión y Mitsuki le vio con compresión, se acercó a él y lo tomo de la mano para llevarlo hasta los bordes de aquel lugar, donde sentaron viendo hacía lo oscuro y frío del espacio. Le sostuvo la mano y continuo hablando.

—El alma se repite en varios mundos. Por eso, a veces una persona puede sentir que ha vivido ciertas cosas que no le pasaron en su vida actual. Y también, el alma viaja por muchos lugares, se divide, se multiplica, se unifica. Son muy caprichosas, en serio —suspiro la rubia —Pero, en fin, la razón en primer lugar por la cual estás en este mundo, es porque hice un trato con tu alma. Un intercambio.

—Sigo sin entender una mierda —se quejo el cenizo sintiendo que tenía un enorme dolor de cabeza.

—Para ser más claro, tú alma y la del Bakugou Katsuki de este mundo, son la misma. Por eso, es posible que estás aquí —intentó ser más directo —Y mí razón para hacer ese trato, es que necesito que salves el mundo donde vives. Estoy seguro que eres el único que puede conseguirlo.

— ¿De qué mierda hablas...? ¡¿Y por qué tengo que ser yo?! ¡¿Además que es eso de que mí alma es la del villano?! ¡También a Deku le corresponde esa mierda de salvador, no a mí!

Dios soltó un suspiro, aunque se esperaba esa reacción por parte del pequeño niño, así que lo dejo gritar a gusto un buen rato y luego siguió con su conversación una vez se calmo y se cruzó de brazos, a la defensiva, pero listo para seguir escuchándolo.

—Tienes que ser tú por varios motivos, no puedo explicarte todos eso, pero harás grandes cosas Katsuki. Ya las hiciste —le dio una palmada en la espalda al cenizo —Sé perfectamente que es una enorme carga. Pero eres el único que puede hacerlo.

— ¿Por qué? ¿Qué tiene mí jodida alma de especial, eh? —se tiró hacía atrás el cenizo, en el suelo blanco donde estaba y miro las luces de colores que brillaban intensamente en la oscuridad —Si es el alma de un jodido villano y de un chico enfermo que no conoció nada más que un maldito hospital, ¿qué puedo tener de especial?

—...Katsuki Bakugou no quería ser un villano. No era esa su intención, en realidad...—murmuro Dios sin atreverse a ver al chico de expresión triste al lado suyo —Él estaba fingiendo para poder escapar por su cuenta. No pensó que lo irían a rescatar en primer lugar y cuando vio que causó la caída de su ídolo, pues no sintió que sería perdonado por eso y se quedó donde estaba.

Para Dios fue muy doloroso ver eso, como Katsuki se quedaba en la Liga de Villanos porque no creía que sus compañeros, padres, la sociedad entera, fuera a perdonar que hubiera provocado la caída de All Migth. Después, de ese evento, para All for One le fue fácil lavarle el cerebro con sus creencias estúpidas y volverlo uno de los suyos. El niño estaba tan herido, sintiéndose tan culpable de lo que había pasado, que realmente creyó que encajaba mejor con ser un villano que un héroe.

Incluso, en su batalla contra Deku, no se defendió. Fingió pelear al inicio, para no quedar en ridículo, pero después dejo que lo matará fácilmente. O claro, eso hubiera pasado sin su intervención.

—Era un niño bueno. Las circunstancias hicieron que llegará a dónde estaba —concluyo el tema —Lo especial de su alma era que, aún con dolor y tristeza, él nunca pensó en hacerle daño a nadie. Estaba más preocupado por aquellos que seguían vivos. Por eso supe que hacer un trato con su alma, tu alma, era lo correcto.

—Pero, ¿por qué no lo devolviste a él cuando era niño? —cuestiono el de ojos rojos — ¿Por qué tenías que traerme a mí?

—Si hubiera hecho eso, los mismos errores habrían sido cometidos. Aparte de que el alma de ese niño ya estaba bastante cargada de arrepentimiento y culpa como para hacerla empezar de cero —suspiro Dios —Te busque a ti porque tu cuerpo ya no podía soportar tu alma. Y lo envíe a él en tu lugar.

— ¿Eso quiere decir que murió cuando entre en el quirófano? —pregunto el cenizo sin saber cómo sentirse sobre que alguien más, aún si en cierto modo era él mismo, había muerto en su lugar.

—No, mejore un poco tu cuerpo. Pero no mucho, le di unos pocos años de vida en paz solo con sus padres —dijo con cierto pesar —Es posible con el avance tecnológico darle más tiempo pero yo ya no puedo hacer más.

—Entiendo...—susurro el cenizo — ¿Y él es feliz?

—Tiene amnesia, debido a que no podía dejarlo con sus recuerdos o sería en vano su descanso. Pero, sí, es feliz —aseguró Dios —Vive una vida tranquila. Que quizás no sea mucho de su gusto pero es lo que necesita.

Katsuki suspiro con cierto alivio al escuchar eso y Mitsuki sonrió. Después, se sentó correctamente y juego con sus dedos unos segundos, sintiéndose un poco inquieto y nervioso.

—El mundo...mí mundo, ¿qué le pasará? —interrogó.

—Ahora que estás aquí, nada semejante a lo que vi —paso una mano por el cabello del cenizo con dulzura —Será un mundo mejor con tus pequeñas y grandes acciones, Katsuki. No puedo asegurar que será perfecto y habrá varias tragedias en el medio, pero nada como lo que pudo ser con anterioridad.

Al ver la expresión vacía que el rostro de Mitsuki mostró por unos segundos, el de ojos rojos decidió que no quería ni preguntar qué tan malo fue el mundo que Dios vio.

Únicamente, quería saber una última cosa.

— ¿Por qué en mí mundo Boku no Hero Academia es una serie anime?

—Ah, bueno, ¿ves esas lucesitas, no? —señalo Dios con el dedo hacia arriba —Son almas vivas que van de aquí y allá, de personas que después ven por mis monitores otros mundos y los plasman en libros, canciones, obras, etc. Hum, creo que el monitor G-C hay un mundo de magia, de ahí varias historias de fantasía han sido creadas, ¿no es fantástico?

Katsuki pensó que sí. Realmente lo era.

—Ah, pero no todo es tal y como lo recuerdan estás luces, así que debes tener en cuenta eso y no confiarte de lo que viste en tu serie animada sobre este mundo —advirtió Dios seriamente —Algunas cosas, detalles importantes, pudieron haber sido cambiados por el alma creativa que lo halla visto.

—Bien, comprendo —asintió el de ojos rojos para después ponerse de pie y mirar a su alrededor — ¿Cómo vuelvo a mí mundo? No veo una jodida puerta de salida o un ascensor por aquí.

Dios, aún con la forma de Mitsuki, se rió y se puso de pie para extender su mano derecha hacia el cenizo. Él la tomo y luego, sintió la misma sensación de dolor que tuvo antes.

—Lamento que sea un viaje tan incómodo para tu alma, intentaré hacerlo lo más ligero posible —se disculpo Dios —Nos vemos, mí querida alma. Cuidate mucho.

Katsuki pudo sentir el agudo dolor comiéndose su cuerpo y después, nada. Vacío.

Pero un vacío que se sentía confortable.

Rei le había dicho que fuera un buen niño, lo que implicaba hacer silencio y estarse quieto en su lugar, Shoto podía con eso. No era una tarea diferente a la que hubiera hecho antes y no era tan hiperactivo como su hermano mayor, Natsuo. Podía mantenerse quieto por un largo tiempo.

O eso quería creer.

Parece estar sufriendo mucho.

Aquel día, Touya no llego a su hogar para la hora familiar. Un momento dentro del día donde todos estaban en la sala, charlando, jugando, haciendo cualquier cosa que los hiciera tener que interactuar. Era una rutina nueva que le gustaba mucho, hacía a su madre y hermana reírse y que su padre y hermanos no se vieran con tanto enojo. Pero cuando pasaron los minutos y el albino no paso por la puerta de la sala, todos se preocuparon.

Enji tomo la decisión de llamar a la casa de los Bakugou, que era donde su hermano se estaba quedando por una razón que el bicolor desconocía. Pero por las expresiones que puso, nadie debió atenderlo y eso inquieto más a Rei, parecía muy asustada de que algo malo le hubiera pasado al mayor. En ese momento, Fuyumi se lo llevó a él y a Natsuo para que sus padres pudieran discutir qué hacer a continuación.

El bicolor no recuerda bien qué sucedió pero, en un punto, escucho el teléfono de la sala sonar, las voces sus padres preocupadas hablando con quién llamo y luego, silencio. Unos minutos después, Rei llego a su habitación y le pregunto si quería acompañarla a ella y a Enji a ver a Katsuki.

Katsuki era el niño con quién habia jugado el otro día, que tenía cabello cenizo en punta y ojos rojos. El que se lastimó las manos debido a su quirk pero que Touya le aseguro que estaría bien.

Shoto acepto de inmediato y su madre lo preparo, le explicó que el albino no había venido a la hora familiar porque estaba preocupado por el cenizo —eso realmente no lo entendió— y que ellos debían ir a apoyarlo a él y a la familia Bakugou.

No entiendo nada de eso hasta que llegaron a un hospital, incluso cuando su madre lo llevo a la habitación del cenizo, seguía sin entender todo lo que pasaba. Vio a una mujer sentada a un lado del niño dormido en la camilla, era idéntica a él, mismo cabello, mismos ojos. Pero ella se veía tan triste que hacía una gran diferencia con el recuerdo que tenía del cenizo sonriendo y jugando en el patio de su casa.

Rei le soltó la mano para acercarse a la mujer, Enji salió a hablar con un hombre de cabello castaño y ojos marrones que se veía muy cansado. El bicolor dudo en acercarse pero, al final, lo hizo para ver a Katsuki.

Estaba rojo, parecía que tenía fiebre, se retorcía un poquito entre sueños y tenía una aguja, muy larga —lo que considero debía ser muy doloroso— clavada a la mitad de su brazo derecho. De sus ojos cerrados, se escapaban pequeñas lágrimas.

El bicolor no supo qué debía hacer exactamente en ese momento. La orden era quedarse quieto en su lugar pero, ¿cómo podía hacer eso viendo a el cenizo sufriendo tanto?

No podía. No podía.

Por lo tanto, miro hacía los lados para asegurarse que los adultos no le prestaban atención y cuando vio que no era así, se acercó hasta el de ojos rojos para tomarle la mano con su mano derecha y así usar un poco de su lado frío, esperaba que con eso pudiera bajarle un poco la fiebre o que al menos, dejará de hacer esas muecas dolorosas entre sueños.

Esto es lo mejor que puedo hacerlo. Lo siento, Bakugou.

Shoto se sentía muy inútil y estaba por soltar la mano del contrario, porque no quería ser regañado por los adultos que no debían querer que perturbara el sueño del cenizo, cuando vio los ojos rojos abrirse poco a poco.

—Frío...—murmuro el cenizo medio dormido —Hum, mí cabeza.

El bicolor entro en pánico cuando vio al niño despertarse y dio la vuelta la camilla, hacía las mujeres que hablaban en una esquina del cuarto con susurros para no molestar a quien ya estaba despierto y jaló de la remera azul de su madre con urgencia.

— ¿Shoto? —lo vio la albina un poco confundida por la expresión de ansiedad de su hijo.

—D-Despertó, se despertó —señalo hacía la camilla —Bakugou se despertó.

Shoto vio de inmediato como la mujer rubia miro hacía la camilla donde Katsuki se estaba sentando y frotando sus ojitos con sueño. Ella parecía al borde del llanto cuando corrió a abrazarlo con fuerza.

— ¡N-No puedo respirar! —se quejo el de ojos rojos al ser asfixiado por la mayor, pero se calló cuando la escucho llorar — ¿M-Mamá?

—Lo siento, lo siento, lo siento mucho Katsuki. Te descuidé, perdoname —se disculpo entre lágrimas la rubia —Hermanos, una mudanza, una nueva escuela, debió ser realmente mucho estrés para ti aunque no lo expresaras. Lo lamento, debí estar más atenta. Lo siento.

El cenizo estaba realmente confundido por las palabras de su madre pero no es como si pudiera iniciar una conversación con ella cuando la tenía llorando sobre su pequeño hombro y acariciando su cabeza con cuidado, como si pudiera lastimarlo al mínimo roce. Así que, lo aguanto, pese a que todo fue aún peor cuando Masaru entro en la habitación, acompañado por Enji Todoroki, y corrió a abrazarlo también.

El punto bueno es que el castaño pudo contener mejor su llanto y explicarle qué le sucedió.

—El médico dijo que tuviste una fiebre por estrés, que era normal considerando los cambio que se estaban dando dentro de tu vida —explicó el castaño —Katsuki, pudiste decirnos si te sientas agobiado. Lo hubiéramos entendió.

—Pero no lo estaba. Ese médico se equivoca —hizo un puchero el de ojos rojos —Estaba bien.

—La fiebre que te tuvo dos días durmiendo opina lo contrario —reprochó la rubia que tenía los ojos un poco hinchados por su anterior llanto —Incluso tuvieron que conectarte fluidos por intravenosa.

Maldito Dios, tu jodido viaje fue todo menos ligero.

A Katsuki no le preocupaba tanto las consecuencias que tuvo su encuentro con Dios para su cuerpo pero sí le hacía sentir mal que hubiera afectado tanto a su familia.

—Es un alivio que hallas despertado —agrego el mayor —Keigo estuvo tan desesperado. Lloro todo el día cuando tuvimos que traerte aquí al ver que no despertabas. Katsuki, sé que no te gusta mucho, pero darle un fuerte abrazo cuando lo veas, ¿bien?

El cenizo agradeció que la fiebre camuflara el ligero rubor que cubrió su rostro debido a la petición de su padre. Es decir, él estaba bien con el contacto físico, incluso le agradaba. Pero era muy diferente cuando se trataba de tomar la iniciativa. Demasiado embarazoso si debía hacerlo por su cuenta.

Pero el pajarraco seguramente enloqueció por mí culpa. Darle un abrazo...no puede ser tan malo.

En lo que el cenizo pensaba en eso, la puerta de su habitación fue abierta con fuerza y por ella paso un torbellino de plumas rojas, que incluso antes de darse cuenta ya tenía a otra persona abrazándolo.

Bien, por lo menos él no tuvo que iniciarlo. Genial.

Katsuki paso sus manitas por la espalda del niño de doce años que lloraba en su hombro, le dio unas cuantas palmadas en la espalda y tomo una de las plumas rojas que se le habían caído. Con ella, le hizo cosquillas en el interior de la oreja al rubio que se removió incómodo y finalmente, le soltó.

—Te ves horrible, pajarraco —menciono escaneando los ojos hinchados del rubio, sus ojeras y la expresión demacrada que tenía —Ya estoy bien. No llores, Kei-nii.

—S-Soy un mal hermano —balbuceo el mayor —No m-me di cuenta que te sentías mal cuando e-estabas en mí habitación. S-Si hubiera hecho algo antes, si me hubiera dado c-cuenta...

Keigo paro su disculpa cuando el cenizo cubrió sus labios con su pluma. Tenía en sus ojos rojos plasmada la molestia y sus labios habían formado un puchero, mientras que su rostro seguía rojo por la fiebre y vergüenza.

—Eres un buen hermano, idiota —murmuro el menor —No vuelvas a decir eso.

Mitsuki y Masaru miraron con dulzura como su hijo menor consolaba al mayor desde un lado de la camilla. Por otro lado, Touya se acercó hasta Shoto que se había quedado detrás de Rei cuando la familia se reunió y lo alzó en brazos.

— ¿Touya-niisan? —le llamo confundido el bicolor.

—Perdón, solo quería abrazarte, es todo —se explicó el albino — ¿Te molesta?

Shoto negó con la cabeza. No estaba acostumbrado a que otra persona que no fuera su madre le abrazara o tratara amorosamente. Fuyumi hacía el intento pero era muy incómodo y terminaba alejándose. Pero con el mayor resultó ser un poco tranquilizante.

Rei le dio una pequeña mirada a Enji para que le dijera a los niños que era momento de irse y dejar a la familia a solas. Podría hacerlo ella pero su esposo debía mejorar bastante con su hijo mayor y menor. Así que indicarle que hiciera aquellas pequeñas cosas era una ayuda.

El pelirrojo se movió incómodo, casi mecánicamente hacía el albino y el bicolor que le vieron con idénticas expresiones en blanco, un muro de hielo que todavía no lograba derretir con sus llamas paternales. Pensando con cuidado sus palabras, carraspeo y dijo.

—Hay que darles un momento a solas a los Bakugou, ¿les parece si vamos por sus hermanos y comemos un helado todos juntos? —propuso el pelirrojo esperando que fuera una buena idea —Luego, puedo dejarte con el auto en la casa de los Bakugou, Touya.

Los hermanos Todoroki se vieron entre sí, ambos siendo tentados por la idea de un helado y la compañía hiperactiva de sus otros dos hermanos, pero no querían ceder tan fácilmente ante su padre. Sin embargo, terminaron aceptando en el momento en que sin decir nada salieron de la habitación de hospital.

La albina le dio una palmada de consuelo a su esposo que veía a sus hijos irse.

—Un paso a la vez, Enji —le recordó —Un paso.

—Sí, ya que hallan aceptado es bastante —suspiro el pelirrojo —Vamonos.

Rei asintió e inclino su cabeza hacía Mitsuki que justo noto que se estaban yendo. Enji hizo lo mismo y antes de seguir a su esposa, se quedó viendo la familia en torno al más joven, sonriendo los unos a los otros y mostrando su afecto sin reparos.

En su interior, deseo que algo similar pudiera ocurrir entre él y su familia. Sin importar el tiempo que lo le llevará conseguirlo.

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