Capitulo 72

— ¡¿Pero que has hecho?! ¡Nao-chan!

Yuna hubiera deseado poder decir "esta bien, no importa" o "las heridas en la cabeza sangran más pero no es tan grave, por favor, no se preocupe" pero como no podía hacerlo, solo se cubrió el costado de su ceja derecha que sangraba abundantemente y miro hacia la pálida mujer, una de las refugiada, que perdió la pierna derecha y a su esposo en la batalla de hace unos días, quedando postrada en una camilla hasta que iniciará su recuperación y con su pequeño hijo, de la edad de Rui, bajo su cuidado.

El niño, el cuál se llamaba Nao, la veía con odio desde que escucho a alguien decir que era hija de villanos. Claro, una cosa era la mirada de un niño enojado y una muy diferente era ser atacada por un odio injustificado, cuando en medio al tratamiento a su madre, el pequeño niño le arrojó una de sus herramientas, un delicado bisturí y este le dió en la frente, creando un corte vertical en su ceja.

Nao no dijo nada, se le quedó viendo, sus ojos eran violetas y su cabello castaño, parecía arrepentido al ver la sangre, pero cuando Yuna alzó la cabeza pudo volver a notar el odio en los ojos del niño, uno que parecía que ya no era necesario ocultarle a su madre que estaba exigiendo una disculpa de su parte.

Otra ves, la rubia nunca había deseado tanto tener su voz de vuelta para decirle que no era necesario y evitar aquella triste confrontación madre e hijo.

— ¡Ella es una villana, mamá, lo escuché! ¡La llamaron "hija de villanos", es como las personas que atacaron la ciudad! ¡Es mala y...!

Yuna hizo una mueca de dolor, cuando la débil mujer que era su paciente, alzó su mano derecha y la estampó con dureza en la cara de su hijo, el cuál se callo y la miro, sus ojitos violetas brillando con lágrimas que la llenaron a ella de compasión. Nunca le levanto la mano a su hermanos menores, ni siquiera para jugar por miedo a lastimarlos con su quirk, ver a un niño siendo castigo de esa manera por su causa la lleno de culpa y quiso, nuevamente, decirle a la mujer que se detuviera. Pero sus ojos se veían tan enojados, que no tuvo el valor de interferir.

— ¿Mala? ¿La persona parada al lado mío, la cual salvó mi vida, la mujer que veo todos los días atendiendo paciente tras paciente sin la menor queja o mueca de cansancio te parece "mala"? ¡Debería llevarte a que te revisen los ojos, Nao-chan! —exclamo enfurecida la mujer — ¡¿Es así como juzgas a las personas?! ¡Hijo de quien no importa! ¡Está muchacha es una buena persona y nos estuvo cuidando todo este tiempo! ¡¿O quién fue la que te curo las heridas apenas llegaste aquí, eh?! ¡Niño ingrato!

Yuna vio a Nao bajar la cabeza, orgullosamente se limpio las lágrimas y luego, salió corriendo, ignorando los gritos de su madre acerca de que volviera a seguir escuchando sus regaños. Al no tolerar más la situación, le puso la mano en el hombro a la mayor para detenerla, ella la miro apenada, borrando su furia y dejando paso al rostro que estaba acostumbrada ver, el de una profunda tristeza y melancolía.

—Lamento el escándalo, Kaminari-san. Sé que mi Nao-chan está abatido por la muerte de su padre y que escucha cosas, queriendo buscar un culpable como todos los demás de esta horrible situación. Si no le doy un buen reproche ahora seré una vergüenza de madre en el futuro —suspiró la mayor penosamente —Debe juzgar a las personas por sus acciones, no por sus orígenes y...¡oh, mi cielo santo, yo hablando y usted herida! ¡por favor, vaya a lavarse, vaya, vaya! ¡está sangrando mucho!

La rubia negó con la cabeza, presionando la herida de su ceja con la palma de su mano, no dolía, solo molestaba y bloqueaba su vista. Después de frotarla un par de veces, dejaría de sangrar y podría seguir atendiendo a los pacientes. Tuvo unos días muy agotadoros al inicio, pero logró finalmente el punto de equilibrio cuando los casos más graves se estabilizaron y otros, lamentablemente, fallecieron. No deseaba dejar la enfermería —ampliada por los refugios— desamparada por un pequeño e insignificante corte. Sin embargo, debido a que la mujer siguió insistiendo y llamando la atención de los demás, Recovery Girl que había estado atendiendo a unos niños en recuperación, la miro a la distancia, su ceño se frunció de manera consternada al notar la sangre en su rostro y corrió a verla, dándole un golpecito en las rodillas para indicarle que se agachara y pudiera revisarla correctamente.

Sabiendo de antemano que sería inútil luchar contra la vieja heroína, la rubia se agachó y la dejo tocar su herida. Chiyo debió notar que no era nada grave y ella esperaba, en serio esperaba, que la dejara seguir con su trabajo. Pero, todo lo contrario, la heroína la mando a descansar un poco y a curar su corte. Yuna ni protestó, notaba en los ojos de la mayor la terquedad y dudaba poder luchar contra eso. Así que, derrotada completamente, salió de la enfermería y estaba caminando por el pasillo hacia un pequeño cuarto de descanso, cuando vio venir delante de ella a Tenya vestido en su traje de héroe. Caminaba con bastante prisa, haciendo que su armadura hiciera un curioso sonido metálico en el silencioso pasillo y la rubia ya estaba sonriendo, hasta que recordó la sangre en su rostro.

Oh, no.

El menor vio la herida apenas ella pensó en que estaba metida en un verdadero aprieto. Sin usar su quirk, corto igualmente su distancia en el pasillo velozmente y le tomo de los hombros, sus ojos azules reflejaron una profunda preocupación que conmovió a la mayor, pero que también le pareció algo exagerado.

Era un corte. Vamos, tuvo heridas mucho peores. No importaba mucho.

¿No importaba verdad?

— ¿Qué sucedió, Yuna-san? —cuestiono preocupado, tocando delicadamente su cara y viendo el corte en la frente —Te ayudaré a curarte, venga, vamos. Justo tenía un momento libre.

¿No deberías usarlo para comer? ¿O dormir? Escuché que no lo estás haciendo, Iida-kun.

La rubia se trago sus pensamientos, creyendo que se estaba tomando más libertades de que las tenía que tener en su relación con el joven. Lo consideraba un amigo y suponía que él a ella la veía de una forma igual, así que seguramente sus preocupaciones le parecerían exageradas. Pero no podía evitarlas, Tenya estaba muy sobrecargado, haciendo misiones de rescate constantemente y manteniéndose fuera del refugio peleando con los villanos de la anarquía que estaban en las calles. Las pocas veces que iba a la enfermería a verla, lo notaba pálido y agotado, siempre lo sentaba en un banquito y le entregaba un sándwich de pollo con lechuga —siempre preparado antes de que llegará— sabía que le gustaban mucho y lo escuchaba hablar de su última misión, en lo que atendía a los pacientes.

Debería usar su escaso tiempo para descansar, no malgastarlo en ella, en llevarla hasta la pequeña habitación que quedó a su uso y el de Recovery Girl, un pequeño almacén con medicación que debía estar refrigerada. Seguía pensando que debía estar haciendo otras cosa, en lo que veía al alto chico ir por unos algodones, alcohol etílico y una pinza. Lo miro sacarse la incómoda armadura de su traje, dejándola en el piso con un pesado sonido metálico y quedándose con una prenda de color negro, una malla protectora que marcaba todos sus músculos y abdominales.

A Yuna le papito fuerte el corazón y sintió calor, pese a que el lugar era frío. Sentada en una silla de madera, junto las manos sobre el regazo y sus piernas se pusieron rígidas.

—Dime si te arde, Yuna-san —pidió el de lentes en lo que mojaba el algodón en el alcohol —No te muevas.

La rubia obedeció, se quedó quieta sintiendo el ardor del alcohol contra su ceja, pero sin que fuera lo bastante malo para que hiciera una mueca o algo parecido. En cambio, lo que le hizo sentirse inquieta, que provocó que una de sus rodillas se moviera con nerviosismo y que jugará con sus dedos, fue la presencia tan cercana del adolescente. Había crecido muchísimo en los últimos meses, su cuerpo se volvió tan alto que debía alzar bastante el cuello para mirarlo, su espalda era ancha y su rostro tan amable, pero sin ningún rasgo infantil notorio ahora. Se sentía un poco abatida cuando lo veía, muy diferente a esa única vez que bailaron juntos, cuando le seguía pareciendo un chico normal y amable. Sus pasos torpes y rígidos, la manera en que sus ojos azules brillaban divertidos e inocentes por la música, no podía encontrar estás características en el hombre de manos firmes que curaba sus heridas.

Yuna no lograba entender porqué una persona con la que antes se sentía tan a gusto, ahora la incomodaba y la ponía nerviosa.

—Ya termine, Yuna-san, se curará por completo en un día o dos —aviso el de lentes, satisfecho con su trabajo y sentándose en una silla delante de la rubia, interrogó con preocupación —Pero, ¿cómo te la hiciste?

No importa, gracias por curarme, Tenya-kun. Debo volver al trabajo.

Sus manos temblaban cuando las movía para usar el lenguaje de señas al cual ya estaba acostumbrada pero lo que más aturdió a la rubia, fue la mirada sería del joven delante suyo.

—Lo siento, Yuna-san, pero no lo creo y no podré estar tranquilo hasta que me diga la verdad, ¿alguien la atacó en la enfermería? —preguntó ansiosos el de lentes —Debo notificarle a Aizawa-sensei si fue así. Ya el director advirtió que no se tolera el maltrato indiscriminado en Yuei. Es bastante estricto por lo que...paso al principio.

Yuna noto la mirada enojada en el más alto, no le sentaba bien, así que, alzó una de sus manos y pese a sus propios nervios, tocó gentilmente el hombro del joven. Quería decirle con ese gesto que lo que no deseaba mencionar, realmente, no le importaba mucho a ella.

Que los refugiados al enterarse de sus orígenes —no era difícil, su hermano menor se volvió bastante popular entre las masas por su buen humor y actitud jovial para ayudar a los rescatados, lo que le atrajo tanto popularidad cómo comentarios críticos— la quisieran golpear o insultar, no le importaba realmente. Claro, una cosa era Nao, el pequeño niño que perdió a su padre por los villanos, que lleno su corazón de odio para no tener que pensar en su pérdida y desquitó su dolor con ella. Consideraba al niño inocente, dolido y desbordado de tristeza, con su madre aprendería que lo que hizo estaba mal, él estaría bien y cambiaría, además, ella no podría nunca culpar a un niño por sus actos. Por otro lado, los adultos que quisieron atacarla en la enfermería los primeros días, a esos sí que no podía perdonar y no se arrepentía para nada de haberlos sacado de su lugar de trabajo con una verdadera paliza.

Por supuesto, como eso trajo después las medidas de Nedzu de cerro tolerancia al maltrato, dejando fuera de Yuei a todo aquel que hiciera algo en contra de otra persona por sus orígenes o, bien, cualquier otra razón, no se permitían ningún tipo de agresiones.

Iida miro la suave mano en su hombro, la piel pálida y los dedos fríos que lo tocaban, luego miro hacia los ojos dorados que le observaban, tranquilos y serenos. Ella hablaba en serio, pero a él le seguía doliendo cada vez que escuchaba a alguien hablando mal de la rubia, o de Kaminari que se esforzaba tanto, o de la pequeña Rui que preparaba bolas de arroz y las repartía entre los refugiados...le dolía mucho y se hacía preguntarse porque protegía a estás personas, porque eligió ser un héroe, cuando no podía decir ni una palabra en defensa por la mujer de la cual estaba enamorado. A la cual herían, criticaban, señalaban. Y bien, ella cometió errores, mató personas por orden de All For One y quién sabe qué otros crímenes cometió, pero odiaba verla en esta situación.

Pero también le gustaba que se mostrará tan firme, tan dedicada a seguir con su labor y que nunca, nunca, diera un paso atrás.

—Me gustaría poder protegerte —murmuro viendo hacia los ojos del oro, preso de un hechizo desconocido por ellos —Pero no serías tú si lo hiciera, así que, quedarme contigo también...

La mayor retiró la mano del hombro del más alto, sintiendo sus mejillas calentarse, la palpitaciones en su pecho superiores al promedio. Las palabras del joven sonaban tan serias mientras la miraba, como una propuesta con la cual nunca se atrevería a soñar. Se llevó las manos a la cabeza, jugando con un mechón de su cabello corto, sin saber a dónde huir, teniendo miedo del silencio en el que se quedó el contrario, cuyos ojos azules empezaron a arder mientras observaba su comportamiento tímido e inexperto.

Yuna estuvo en situaciones más íntimas con hombres cuando intentó venderse sin éxito en los callejones. Pero en esas ocasiones estaba asqueada, asustada, angustiada y su quirk la protegía todo el tiempo antes de que uno siquiera pudiera rozarla. Después, hubo uno o dos idiotas que intentaron hacer lo mismo sin éxito. Y luego, como ella nunca se mostró interesada en el amor debido a que estaba enfocada en sus hermanos menores, siempre rechazo a todo aquel que intentará conquistarla fríamente.

Era increíblemente penoso que se sintiera tan abochornada solamente porque un joven que consideraba atractivo la estuviera viendo.

¿Atractivo? Ah, estoy mal de la cabeza, ¡tiene la edad de Den, por todos los santos! ¡como si fuera posible que le gustará!

La rubia se calmo con esos pensamientos, la situación estaba haciendo que tuviera ideas indebidas, darse cuenta que le parecía atractivo y guapo Iida, que quizás incluso le gustaba un poco. Era patético. Muy patético, ¡tenía veinte tres años y el chico delante suyo apenas iba a cumplir dieciocho! Quería comer una de las bolas de arroz de Rui, de esas saladas con trozitos de zanahoria, para recobrar el ánimo. Teniendo eso en mente y que ya pasó un tiempo largo lejos de la enfermería, se puso de pie, dispuesta a irse sin hablar más de lo necesario con el joven. Pero de manera inesperada, él también se puso de pie, cuando lo hizo la diferencia de alturas entre ellos la hizo sentirse inquieta.

Apenas le llegaba a los hombros, su figura ancha, musculosa, la cubría por completo y estaban tan cerca, que la de ojos dorados podía sentir el calor emanando de su cuerpo. Nerviosa e inquieta, se movió hacia atrás, tropezando con la silla y quedándose muy quieta para no caerse. La atmósfera dentro del pequeño cuarto se sintió pesada, una tensión extraña que no podía explicarse a sí misma, quería levantar la cabeza para ver la expresión que tendría el más alto, pero tenía miedo de la suya. De que viera que estaba avergonzada por su cercanía, como una niña ingenua e insegura.

Yuna quería encogerse. Ya era pequeña, pero deseaba volverse todavía más pequeña, para huir sin ser vista. Para su mala suerte, Tenya parecía tener otros planes, una curiosa emoción le subía por el cuerpo, como si estuviera delante de un pequeño gatito, un gatito inocente y lindo, que si bien podía arañarlo al notar sus intenciones, no lo haría hasta que fuera demasiado tarde y eso le daba a él una ventaja importante. No estaba bien pensar así, no lo hacía una persona justa y recta como siempre pensó que era, pero la rubia despertaba en él emociones poderosas, lujuriosas y exitantes por decir lo menos. Sin poder resistirse, llevo sus manos hasta su cara, levantando su mentón para ver su piel clara enrojecida en la zona de las mejillas y los ojos dorados, tan agudos, mostrando un visible nerviosismo. Sus ojos azules se pusieron de un tono más oscuro, en lo que examinaba los labios pequeños y rosados de la mayor, se preguntó que tan bien se podrían sentir entre los suyos y empezó a inclinarse lentamente...

Hasta que alguien entro por la maldita puerta.

— ¡Hey, Iida! ¡Te estaba buscando! —exclamó Mina con una actitud alegre —Debemos seguir con los...oh.

A la de quirk ácido le recorrió un escalofrío cuando, el siempre amable y formal delegado de la clase A le dirigió una mirada fría e irritada, en lo que cubría de su vista a una persona que ella ya había visto, de cabello rubio corto y figura delgada, usando una larga bata blanca.

—Ya voy, Ashido-kun —respondió en el de lentes en un tono educado pero en el cuál no pudo ocultar su disgusto —Dame unos minutos.

La de cabello rosado no necesitaba escucharlo dos veces para saber que el más alto no la quería ahí ni un segundo más, cerro la puerta y echo a correr, queriendo borrar el miedo que sintió al ver a un hombre tan calmado por primera vez enojado.

Por otro lado, Yuna sintió que el alma le volvió al cuerpo cuando el más alto soltó su rostro y se alejó de ella, no tenía idea de cómo pero su respiración estaba agitada y dentro de sí misma, se encontró decepcionada por...lo que no sucedió cuando el contrario se inclino en busca de sus labios. Tiro de los mechones de su cabello frustrada por ser tan estúpida y salio del pequeño cuarto sin dejar que el más alto le dijera ni una palabra.

Iida al verse solo en el pequeño cuarto, no reprimió su frustración y exhaló pesadamente, en lo que se frostraba su rostro sonrojado y pensaba que, de ahora en adelante, volver a atrapar a la mayor con la guarida tan baja como hoy no sería posible. El pequeño gatito se escondería de él lo más posible, hasta que no pudiera hacerlo más y lo peor de todo, era que no le dijo una cosita muy importante.

Lo muy enamorado que estaba de ella.

Bakugou y Todoroki vieron a su alrededor con cuidado, siendo seguidos de Uraraka que se veía agotada y demacrada por lo de Midoriya, pero que estaba en pie firme detrás de ellos. La sala de reuniones era amplia, con una mesa para veinte personas, sillas de madera rígidas y un ventanal que dejaba pasar la luz del día. A un costado de ellos, la persona que los dejo entrar en tal importante reunión, Rei Todoroki dió un paso al frente para pasar a la sala, una mirada fría y su espalda recta le daban una figura poderosa y majestuosa.

La Reina del Hielo los trajo de Yuei hasta está reunión en un edificio de gobierno porque, según ella, necesitaba su ayuda para ciertas cosas y les aseguro que en esta reunión se podrían enterar de otras. Así que, los adolescentes estaban bastante ansiosos, más que nada la castaña la cual realmente no tenía ni un idea de porque una figura de tal poder como la albina le pidió venir a una reunión de estás.

Los adolescentes se sentaron en la larga mesa antes de que los demás miembros a la reunión llegarán. De los héroes, estaban presentes MountLady, Present Mic —su esposo seguía en el hospital, así que el héroe se veía físicamente bastante mal y decaído— Miss Jocker, el equipo de PussyCats, entre otros. La presencia de Shirakumo Oboro, sentado a un lado del rubio, en un silencio tímido y nervioso, llamaba la atención de todos pero nadie se atrevía a hacer comentarios. El resto de los presentes eran hombres de trajes formales, ejecutivos y representes del gobierno, al final de la larga mesa, se sentó el ministro japonés. Un hombre alto, de apariencia severa y acompañado de dos guardias que se pusieron a sus espaldas.

—Les agradezco a todos por venir hoy. Han sido unos días difíciles, extremadamente difíciles, así que valoro mucho el esfuerzo de los héroes en esta situación y agradezco sus servicios de protección al país —empezó el ministro en un tono casi amable pero que parecía más monótono que otra cosa —Han perdidos a muchos de sus compañeros. El gobierno japonés lamenta sus pérdidas. Pero les pediremos que sigan con su trabajo tan bien como puedan. Más ahora que hemos recaudado información importante sobre Shigaraki Tomura y sus principales ayudantes.

A el cenizo le invadió un mal presentimiento, por la manera en que el ministro apoyaba una carpeta delgada en la mesa, moviendola hacia el héroe más cercano para que pasará las hojas dentro al resto. Cuando llegó hasta él, sus ojos rojos se abrieron y sintió una gran ira creciendo en su interior.

Confesión de Himiko Toga.
Confesión de Jin Bubawagari, Twice.

Por mucho que el gobierno japonés no tratara con la agencia internacional de héroes de la que formaban parte Keigo y Touya, algo debían saber sobre que estás dos personas no estaban ni remotamente asociadas a los crímenes de Shigaraki. Pero claro, lo último que sabia el público sobre ellos era de sus hazañas al lado del villano, como el ataque al campamento de verano de Yuei, su secuestro y acerca de la colaboración con la Yakuza. Tanto Himiko como Jin, estaban fuertemente vinculados a la figura de su líder y no costaba nada volverlos chivos expiatorios, para compensar que no tenían a ningún otro villano útil en su poder para brindar tranquilidad al público.

—Como podrán ver, la señorita Toga y Twice han confesado varios de los crímenes hechos por Shigaraki, la manera en que los llevo a cabo y sus posibles intenciones a futuro. Podemos decirles de esto a las masas para que se queden tranquilos de que todos estamos haciendo un trabajo adecuado por su seguridad —continuó hablando el ministro — ¿Cómo creen qué...?

Antes de que el ministro pudiera seguir hablando, la puerta de la sala de reuniones fue abierta de manera abrupta, los héroes se pusieron de pie y los oficiales de gobierno sacaron sus armas, pero todos vieron la figura de un hombre entrando con las manos en alto, una de las manos de carne y hueso, mientras que la otra era de metal. Usaba una simple camiseta blanca y un pantalón de vestir oscuros, sus cabello estaba despeinado y era de un tono negro, acompañado con unos desafiantes ojos ónix y unas pecas en sus mejillas que le daban un aspecto inocente y dulce. Todo lo contrario a su aura de enojo.

El de quirk explosivo miro al recién llegado con atención, Shoto lo cubría parcialmente para que no saliera herido de ninguna manera, pero igualmente logró identificarlo de los recuerdos de Himiko, el que había entrado en la habitación era Saito Takeo.

—Lamento interrumpir su pequeña reunión, señor ministro. Pero me harté un poco de ser ignorado —sonrió de manera encantadora, bajando las manos y ladeando su cabeza, dejando que algunos de sus rizos cubrieran su rostro — ¿Le importaría que me uniera a su reunión burocrática?

El ministro solo alzó una mano, indicándole a sus hombres que detuvieran al desconocido pero ellos no le obedecieron. Si no que, al contrario, dejaron sus armas de lado y se unieron a los costados del hombre que sonrió alegremente. Los héroes que empezaron a preocuparse de estar en presencia de alguno de los villanos sueltos, empezaron a ponerse de pie y Miss Jocker intentó usar su quirk para desconcentrar al villano con un ataque de risa pero, extrañamente, no le causó el menor efecto.

Saito miro amablemente a la heroína de cabello verde pero sus ojos onix reflejaban una irritación aterradora.

—Les sugiero, a todos, que se queden quietos. Mí paciencia llegó a sus límites y no quisiera que nadie saliera herido. Para que se queden tranquilos, mí quirk es abismo —explicó el azabache —Sus quirks no funcionan dentro de mí abismo en esta habitación. Los estoy absorbiendo, por ende, no me afectan. No es un quirk muy poderoso, si me atacan físicamente entre muchos pueden reducirme. Pero ya dije que no quiero que lleguemos a eso. Así que, héroes y funcionarios, les pediré que se queden quietos en lo que hablo con el señor ministro.

Los héroes se quedaron en silencio, viéndose los unos a los otros, hasta que Rei tomó asiento en su silla con calma, cómo si así le dijera al resto "es mejor seguir la corriente" sin que tuviera que decirlo en voz alta. Lo demás la obedecieron. Uraraka lo hizo también, pero se tomó su tiempo en hacerlo, en lo que veía al mismo hombre que le apunto con una pistola caminando en la habitación, con pasos ansiosos y un enojo que le daba más miedo que antes.

—Gracias, prometo ser rápido —agradeció el azabache en lo que miraba hacia el primer ministro en la cabecera de la mesa —Señor ministro, es la primera vez que nos vemos cara a cara, mí nombre es Saito Takeo, oficial de policía de la jefatura número once del distrito de Tokio. Pero el alias con el que me conoce es el de Lamb, cordero. El hacker que se infiltró a su red y le estuvo mandando mensajes, supongo que no es necesario decir de qué hablaban esos mensajes, ¿cierto?

Ante la vista de todos, el ministro se puso pálido.

Bakugou empezó a disfrutar de tal particular espectáculo.

—No tengo idea de lo que habla —negó rotundamente el ministro.

— ¡Oh! ¿No lo sabe? Que gracioso, no lo sabe. Bien, puedo refrescar su memoria, no me cuesta nada —dijo encantador el azabache y miro hacia los guardias — ¿Pueden hacer lo que les dije, por favor?

Los guardias asintieron, sacaron sus celulares y tocando un par de teclas, los celulares del resto de los héroes en la habitación sonaron, junto con los de los funcionarios públicos. De inmediato, se vieron una serie de mensajes, dónde Lamb exigía la liberación de Himiko Toga y Bubawagari Jin, debido a su trabajo de infiltración en la Liga de Villanos por órdenes del héroe Phoenix, Touya Todoroki. También, a esa información se agregaba el nombre de Keigo Bakugou, el cuál como Hawks sabía de las identidades de estos dos y colaboró con ellos en sus misiones. Lamb explicaba, detalladamente, los papeles de cada uno dentro de la Liga y las formas en las que ayudaron a evitar mayores daños a Tokio. En las últimas partes, amenazaba al ministro de que no liberarlos, él lo haría lamentarlo.

—Como todos pueden ver, los villanos que el ministro quiere arruinar públicamente, son los que ayudaron a investigaciones de suma importancia y evitaron mayores perdidas a la ciudad, ¿o es que acaso los héroes aquí presentes no vieron a los clones de Twice rescatando civiles, llevándolos a hospitales y protegiéndolos de los demás villanos?

Los héroes se quedaron pensando por un momento. Lo que decía Saito era verdad, se vio que los clones de Twice ayudaron en los rescates, pero debido a la mentalidad inestable del villano, la mayoría creía que se debía a un desliz en su cabeza y que no lo hizo por voluntad propia. Pero tampoco tenían un argumento sólido para opinar sobre eso. Únicamente, MountLady, apoyando las manos en las confesiones, miro con sus ojos rosados a el azabache y le hizo una pregunta directa.

—Si lo que dices es verdad, ¿por qué ellos hicieron estás confesiones? ¿por qué Phoenix y Hawks no los ayudan a salir de esta situación?

—Phoenix resultó herido de bastante gravedad durante la batalla. Por si no les quedó claro con el documento, él estuvo haciendo el papel del villano Dabi, fue descubierto por el doctor Maruta y lo llevo al estado de semi-Nomu que todos vimos en el oeste de la ciudad —detallo con calma el de ojos onix —Aún no se recupera, pero tengo su permiso para esto. En cuanto Hawks, a él lo amenazaron para que no me ayudara.

Al de quirk explosivo le recorrió la misma ira que antes, solo que más intensamente y poderosa, ¿quién mierda se atrevía a amenazar a su Kei-nii? ¿quien tuvo la osadía de meterse con su hermano mayor?

—Hawks es una persona bastante amable e integra, así que me dió su permiso para hablar de esto con ustedes. Keigo Bakugou, hace muchos años atrás se llamaba, Keigo Takumi, un hijo de villanos que fue rescatado por Endvaour y dejado en un orfanato donde sufrió de innumerables maltratos por parte de los adultos del lugar por sus orígenes. Su padre era un villano, asesino y ladrón, así que no tenían la mejor impresión de Keigo-san, pese a que en ese entonces no superaba los siete años de edad —relato el de ojos onix —Aún siendo tan jóven, su quirk le permitió escaparse del orfanato y vivió un tiempo en las calles, hasta que un accidente que él vió, lo llevo a ser el blanco de la antigua Comisión de Seguridad Pública de Héroes. Keigo-san salvó a veinte tres personas con sus plumas rojas de morir en un choque. Su quirk era un diamante en bruto para la Comisión, entonces, ellos lo tomaron....

— ¡Mentira! —gritó el representante del Comité Disciplinario de Héroes — ¡Eso no pasó así!

Takeo se detuvo, inclino nuevamente la cabeza y camino hacia adelante, quedando al borde de la mesa, él solo miro hacia el lugar donde se encontraba sentada Rei, la cual observaba fríamente al representante. Al sentir su mirada, ella le vio también y él le sonrió.

—Si a Rei-san no le importa, me gustaría pedirle su testimonio —hablo de manera dulce.

—Será un placer —asintió la albina para luego mirar a cada una de las personas en la sala de reuniones —Las palabras de Saito-kun son ciertas. Yo misma ví a Keigo-kun en ese momento, delgado, pequeño y herido, bajo el mando de la Comisión de Seguridad Pública de Héroes. Mí esposo y yo luchamos para disolver la Comisión para que ningún otro niño tuviera que sufrir por esto. Que a ningún otro pequeño se usará para el beneficio del país. Pero debido al apoyo del ministro, eso no sucedió, se le cambió el nombre y sus actividades se mantuvieron ocultas y bastante restringidas.

Los héroes se mostraron atónitos, el color abandonando sus rostros en lo que observaban a los representantes del gobierno. Antes de que una disputa pudiera armarse, el azabache volvió a tomar las riendas de la conferencia y dejo su quirk activo, para evitar heridos. Pero sinceramente, no le importaría si alguien salía lastimado, con excepción de Rei a quien conocía y Katsuki Bakugou, porque a Himiko le agradaba. Los demás, por él, podían morirse en ese mismo momento.

—Gracias por su aporte, Rei-san —agradeció a la albina su apoyo y miro hacia el ministro, el cuál estaba sudando —A Keigo-san se le amenazó con divulgar sus orígenes si me ayudaba. A él no le importaba mucho eso, la razón de que no esté aquí presente dándome su apoyo se debe más que nada a que está preocupado por la situación de su cónyuge y no tengo más que decir al respecto. Quiero volver a lo importante, señor ministro, es su última oportunidad, me dice dónde se encuentran Himiko Toga y Bubawagari Jin o sigue jugando a los héroes con el público y sufre las consecuencias por eso. Usted elige.

Katsuki inclino la cabeza, queriendo ver lo que diría el ministro japonés, parecía dividido entre dar su brazo a torcer o mantenerse en su posición sin importarle lo que Takeo hiciera a continuación. A su lado, Shoto murmuro un "sería mejor si le dice" que le hizo reírse un poquito. Pero después, el silencio del ministro fue tan largo que lo empezó a irritar y le puso impaciente. Más que nada porque, mientras más tardaba en contestar, los ojos ónix del azabache se ponían cada vez más y más oscuros.

No tenía idea de cuan importante era Himiko para él. Se daba una idea de los sentimientos de ella debido a lo que vio en el examen de licencia provisional de héroes, pero los de Takeo le eran un misterio. Por como estaba actuando, parecía que le correspondía, pero eso mismo lo hacía peligroso.

Al parecer, debido a que Toga no es una villana ahora, él tomó su papel para protegerla.

Debía ser la manera curiosa en que el universo se mantenía en equilibrio, ¿no?

Finalmente, Saito suspiro pesadamente y saco su celular.

—Usted eligió, señor ministro, ¡juguemos a los héroes y a los villanos! —tocó un par de botones y empezó a escuchar los celulares de todos en la sala sonando —Solo recuerde esto con claridad. Yo soy el villano. No Himiko Toga ni Jin Bubawagari. Yo soy el villano aquí, parado delante de usted y no me iré hasta obtener lo que quiero.

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