Capítulo 70

Alguien lo estaba sacudiendo, no sabía quién era, solo que era molesto y eventualmente sus ojos se abrieron, encontrándose con un hombre parado enfrente suyo, con el ceño fruncido y las brazos cruzados, no debería tener más de veinte años, pero estaba tan delgado y pálido que no podía estar seguro.

-Hasta que abres los ojos, maldita sea. Pensé que hice todo este puto viaje por nada -se quejo el hombre molesto.

- ¿Quién carajos eres?

El hombre alzó una ceja, luego, le tomo la mano y le ayudó a pararse, sus alturas estaban igualadas y en el reflejo de sus ojos negros, se vio a sí mismo, unos ojos rojos, cabello cenizo y un cuerpo sano, en medio de una habitación desconocía que se sentía vagamente familiar.

Entonces, Katsuki finalmente se despertó y la habitación se iluminó y cayó en cuenta de que estaba delante de su antiguo cuerpo, es decir, delante del alma del Katsuki Bakugou original del mundo de Boku no Hero Academia.

- ¿Tú...? -se sentía tan consternado que le fallaba la voz - ¿Cómo es que estás aquí?

-Me llegó la hora, eso es todo. Morí -aclaró con facilidad, casi como si no fuera nada -Volví a ver a ese Dios inútil, me dió mis recuerdos anteriores que bloqueo de mi alma y me dijo que debía volver a ti, para que así la naturaleza no te asesinara y que sé yo. Solo lo hice porque sentí que debía estar contigo y nada más.

-Lo que quiere decir que estabas preocupado y eres muy orgulloso como para admitirlo, incluso a ti mismo -alzó la barbilla el de ojos rojos de manera desafiante y el hombre mayor rodó los ojos, pero termino asintiendo con tranquilidad - ¿Te puedo hacer una pregunta?

-Depende. Ese Dios inútil me dijo que tampoco podía revelarte muchas cosas, mierdas sobre el equilibrio del mundo y bla, bla, bla. Hipocresía humana de un Dios que tiene favoritismos -se encogió de hombros el azabache con un aire engreído y petulante -Pregunta y veo si te contesto.

- ¿Pudiste...ser feliz? ¿En mi cuerpo? -quiso saber el cenizo con un tono de angustia en su voz - ¿Con una esperanza de vida tan corta?

La otra parte de su alma lo pensó, las cejas levemente fruncidas pero luego de pocos segundos, su expresión se suavizó y sonrió. El cenizo estaba seguro que nunca antes en su anterior vida había sonreído con tal calma y en paz, con gestos tan apasibles.

-Viví diez años, morí a los veinticinco años al lado de la persona que amaba, tomando mi mano. La peor mierda que puedas imaginar pero, él dijo que así lo quería y nunca pude alejarlo realmente, no, en realidad no quería que se fuera -reconoció el azabache -Me prometió seguirme en poco tiempo y yo le dije a cambio que le deseaba una jodida vida larga y próspera, que no quería ver su maldita cara en treinta años o más y que si lo veía antes, le golpearía la cara para después besarlo.

-Ugh, demasiada información -hizo una mueca de asco el cenizo.

-Tú querías una respuesta, ahora, te jodes -le saco la lengua infantilmente el adulto -El tiempo que pase en tu cuerpo, en tu vida, fue miserablemente corto pero valió la pena y fui feliz. No tengo quejas. Ni una. Ahora, ¿no quieres volver ya al mundo al cual perteneces?

Katsuki pensó que se sentiría dividido cuando llegara este momento, en el que él supiera que había muerto en su mundo original, para al ver la expresión tan pacífica y sincera en su rostro, el rostro con mejillas ahuecadas por la delgadez extrema a lo que lo sometió su enfermedad y pálido por el poco tiempo que pasó al sol, habiendo ese mismo rostro madurado sin que él estuviera presente, la sensación que tuvo fue una de extraña tranquilidad y alegría.

Está alma, era suya y a la vez no, vivió cosas que él pudo haber vivido y a cambio, a le tocó la otra parte, una vida nueva. Compartían la misma escencia porque siempre fueron una sola y una vez se juntaron, el cuerpo del cenizo brillo en la habitación, con calidez y nostalgia, como si hubiera recibido un pequeño trozito de sí mismo que no tenía idea de cuánto extrañaba.

Antes de abandonar la habitación amueblada de manera extrañamente familiar, la miró un poco, noto que había un hombre en ella que al parecer no podía verlo parado al lado de la ventana principal. El hombre era el mismo que Dios le permitió ver hace tiempo en su esfera, alto y delgado, caminaba con pasos ligeros por la habitación y tosía de vez en cuando, un anillo de oro brillando en su dedo anular izquierdo, una banda de luto negro en su mismo brazo izquierdo. Lo observo sentarse en la cama de la habitación que parecía matrimonial, con un par de pastillas al lado un vaso de agua, las cuales no tomó pese a que estaba tosiendo fuertemente. En cambio, el hombre solitario tomó una fotografía al lado de la cama y la abrazo contra su pecho, sus ojos tristes y solitarios girando hacia donde él estaba y una sonrisa se mostró en sus labios.

El de ojos rojos se preguntó si podía verlo pero eso sería imposible y así que se giró, estaba a punto de irse cuando escucho al hombre murmurar debilmemte con la voz ronca.

-Nos veremos pronto, Kat.

Se volteo rápidamente, viendo la sonrisa del hombre y aunque los rasgos eran muy distintos, pudo ver en ellos el reflejo de su Shoto.

Kaminari sentía la electricidad saliendo por su cuerpo haciéndole cosquillas. La tormenta tan intensa hizo que fuera inútil por unos momentos -si usaba su quirk en esa condiciones podía dañarse a sí mismo- pero por suerte ya se había acabado. Así que, ahora podía usarlo y seguir ayudando.

Los Nomus habían sido, en su mayoría, reducidos. En cambio, los villanos lograron escapar con facilidad del bosque, los héroes estaban más preocupados por los monstruos que por capturarlos a ellos. Él logró dejar inconscientes a un par pero no estaba seguro de que los hubieran arrestado.

Estaba cansado y se preguntó si la batalla se había terminado, los héroes estaban haciendo tratamientos médicos como podían entre ellos. La vanguardia era el grupo más alejado de todo hospital, por lo tanto, salvarse ahora de las heridas graves era lo primordial.

El rubio ya había escuchado que perdieron a un par de personas, intentó no perder el ánimo y siguió ayudando constantemente. Había aprendido la técnica que su padre quiso usar en la mujer que no pudo salvar, guiar su electricidad cuidadosamente por sus manos y convertirse a sí mismo en una especie de máquina reanimadora. Por supuesto, la primera vez que lo hizo no estuvo seguro de que funcionaría, pero lo intento de todas formas cuando una de las chica de la clase B que termino de alguna manera en la vanguardia resultó gravemente herida. El héroe que la vio hacerla exclamó lleno de alegría que fuera a ayudar a los demás, si lo necesitaban y él obedeció. Y como el bosque era grande, denso y no tenían comunicaciones, empezó a correr por el césped en busca de quienes lo necesitaran y no supieran de su técnica.

Ayudo a tres héroes más. No pudo con cinco. Salvó a una heroína de un paro cardíaco pero murió por la perdida de sangre excesiva. Su compañera le pidió que no se culpará por eso, pero él se sintió dolido de todas formas.

Pero el de quirk eléctrico siguió corriendo, en busca de a quien salvar, hasta que agitado y agotado, se detuvo por un segundo, apoyándose en un tronco viejo y enorme. Había llegado a una zona destrozada, posiblemente por Gigantomachi pero el sonido de un sollozo le llamo la atención y alentó a sus piernas cansadas a seguir adelante. Los sollozos empezaron a convertirse en voces y figuras familiares, hasta que se encontró con sus amigos rodeando a una persona.

Se alejó muchísimo de la vanguardia ya que estaban en la entrada a la ciudad, al parecer, pero no le interesó, el rubio se acercó con pasos rápidos y vio a Ashido de rodillas en el suelo, llorando fuertemente. A Yaoyorazou cubriendo su rostro con sus delicadas manos mientras le temblaban los hombros y a Kirishima, haciendo RCP a alguien en el suelo, contando, sin rendirse. Todavía mojado por las gotas de lluvia que se deslizaban por su piel herida.

Nadie le escucho acercarse hasta que jadeo al ver el cuerpo de su profesora, Nemuri Kayama, en el suelo. Sus ojos azules sin lentes estaban abiertos, vacíos, mirando hacia el cielo.

Ella le dijo que perdonará a los adultos, a los héroes, al director, a todos, por ponerlo en una situación tan injusta. Luchando en la vanguardia, ella hizo el esfuerzo de cuidarlo. Fue la única que no lo vio como un héroe más enviado a ayudar por ser fuerte, si no, que lo trato como su estudiante y el hijo querido de dos de sus amigos.

Kayama lo trato con amabilidad, sincera amabilidad y el cariño de una profesora.

De inmediato, el de ojos dorados se acercó, se agachó en el piso y tocó el cuello pálido de Mindnight. No encontró el pulso pero se negó a desesperarse todavía.

-Mil catorce, mil quince, mil...-escuchó la voz del pelirrojo frente suyo, en lo que hacia las compresiones y el rubio supo que, aún, no era tarde.

Tuvo la buena suerte de no llegar tarde.

-Kirishima, alejate, alejate -le detuvo de su trabajo, encontrándose con los ojos rojos llenos de lágrimas del contrario y forzó al propio nudo de su garganta a retroceder -Puedo ayudarla. Pero debes moverte, no quiero lastimarte.

El de quirk de endurecimiento estaba tan concentrado en su tarea, tan desesperado, que no noto la presencia del rubio hasta que le hablo y obedeciendo sus órdenes, se alejó. Entonces, dejándole trabajar, miro con atención como su ceño se fruncia en concentración, en lo que sus manos se ponían sobre el pecho de la heroína, pero sin rozarla y cerraba los ojos para concentrarse. Los destellos de una fuerte electricidad le hicieron estremecerse a él, a las femenina que pararon de llorar para ver la reanimación del rubio, y provocaron que el cuerpo de la mayor se levantará hacia arriba en una contracción muscular. El proceso se repitió dos veces con la misma electricidad, hasta que el de ojos dorados se detuvo y le volvió a tomar el pulso a la heroína.

Momo y Mina se habían agarrado de las manos con los rostros iluminados en esperanza, Tenya que llegó corriendo en el momento más oportuno de la escena se quedó en silencio para ver su final, Eijirou observó la expresión de preocupación de Denki, quien tenía muchísimo miedo de haberle fallado a la profesora, pero cuando sintió un débil pulso en su dedo, sonrió con alegría y miro a sus compañeros, enfocándose en el más alto de todos.

- ¡Iida, que bueno verte! ¡Hay que llevarla de inmediato a una ambulancia! -exclamo el rubio - ¡Rápido, rápido, llévatela!

- ¡Por supuesto, Kaminari-kun!

Los adolescentes ayudaron a Mindnight a subirse a la espalda del de lentes, una vez que se fueron, se quedaron quietos viéndose, las femenina más calmadas pero aún asustadas por el futuro de la heroína tenían una mirada ansiosa en sus rostros y el de dientes puntiagudos fue sorprendido por el repentino abrazo del rubio, que se escondió en su pecho y lo apretó contra sí.

- ¿Estás...muy herido, Kirishima? -pregunto nervioso, aflojando su agarre en el pelirrojo y alzando la cabeza para poder verlo a los ojos - ¿Te duele esto?

La verdad, sí, le dolía todo el cuerpo y tenía moretones en todos lados, quería desmayarse y sus ojos rojos seguían cubiertos de lágrimas pero al ver al de quirk eléctrico, con el polvo en su rostro, la palidez en su piel por el uso de su quirk y el cuerpo temblando contra el suyo, ¿cómo podría pensar siquiera en soltarlo?

-Ni un poquito -beso la frente del rubio con cariño -Estemos así por un rato. Después, sigamos ayudando a los que podamos.

El de ojos dorados estaba por decir que deberían seguir inmediatamente ayudando a los héroes pero, se sentía muy seguro en los brazos del pelirrojo y quería sentirse así un poquito más. Quería está protección un poco más.

Así que, ¿por qué no permitirlo? Se la merecía después de tanto trabajo duro. Por lo tanto, se apoyo nuevamente contra ese pecho firme y sintió las caricias dulces en su espalda, el olor a la sangre en la ropa de ambos y dejo que el dolor de su quirk se filtrara por su cuerpo, junto con las lágrimas de cansancio que se deslizaron por su rostro.

Todo ese tiempo que estuvieron abrazados, el de dientes puntiagudos lo sostuvo sin quejarse ni un poco. Le hizo pensar al rubio que para toda su vida, únicamente necesitaría a este hombre, a este héroe, abrazándole después de un largo y difícil trayecto, para sentir que finalmente, estaba en casa sano y a salvo.

Enji abrió los ojos lentamente, sintiendo los rayos del sol que entraban por la ventana interrumpiendo su descanso y giro la cabeza en la dirección opuesta, solo para encontrarse con dos pares de ojos café mirándole con cierto alivio.

-Todoroki-san, que bueno que se despertó, ¿cómo se encuentra? ¿quiere que llame a una enfermera?

La voz tranquila de Masaru Bakugou le trajo al pelirrojo recuerdos de su pelea contra Touya, justo antes de que sus llamas azules se apagarán, él enfrentó violentamente a su hijo y no obtuvo de ninguna manera la victoria. Lo último que puede recordar antes de desmayarse por el dolor de las quemaduras fue a Keigo elevándose en el cielo, con sus alas rojas y el cuerpo de alguien entre sus brazos. Esa imagen en su cabeza hizo que intentará levantarse de la cama, el pánico brillando en sus ojos azules y que peleará por quitarse la intravenosa con suero en su brazo.

-Mí hijo, ¿dónde está? ¡¿dónde está?! -grito desenfrenado, cual bestia herida y asustada - ¡¿Dónde?!

El castaño no le respondió, ya que estaba débil y anestesiado, todavía con las diferencias de fuerza, no le fue difícil forzar al héroe a la cama y mantenerlo ahí, cuando el pelirrojo se dió cuenta que la pelea sería inútil, se calmo y se quedó quieto en la cama. Domado pero no vencido, le dirigió al otro hombre una mirada amenazante.

Masaru hizo una pequeña mueca de burla.

-Mí esposa e hijo me han mirado de formas mucho peores, Enji-san, le pido que desista de querer copiarlos -dijo para que el héroe no perdiera sus fuerzas en eso - ¿Ya se calmo?

-Sí, Bakugou -gruño el de ojos claros -Ya me calme.

Enji y Masaru no se llevaban bien y no lo ocultaban. Podían soportarse mutuamente pero cuando se hablaban se notaba la ligera tensión en el ambiente, por eso no lo hacían seguido para evitar incomodar al resto. Y por mucho que el pelirrojo no quisiera reconocerlo, no era que el castaño estuviera necesariamente resentido con él por el pasado de Touya, si no que él mismo nunca se lo perdono del todo y cuando veía al castaño siendo tan buen ejemplo paterno para su hijo, no podía evitar el detestarlo. El de ojos cafés había notado esto a lo largo de los años y lo consideraba un comportamiento muy infantil por parte del otro, pero tampoco se molestó en remediarlo, ya que él también contribuyó a que fuera de esa forma.

Pero bien, su relación debía cambiar, ahora eran consuegros debido a sus hijos y además, ya no albergaba tantos resentimientos contra el héroe en la camilla. Podían llevarse bien si ponía de su parte, Enji tenía una personalidad similar a la de su esposa e hijo, así que para Masaru no sería un verdadero problema el tratarlo. Y en todo caso, Rei seguramente estaría dispuesta a compartirle un consejo o dos al respecto para controlar a su temperamental esposo.

-De acuerdo. Le haré un breve resumen de lo sucedido -anticipo, dándole una mirada severa para que se mantuviera callado en lo que hablaba -Para empezar, Touya-kun y Fuyumi-san están bien, se recuperan con un buen pronóstico.

El pelirrojo soltó el aliento con alivio y después, al relajarse, noto las ojeras profundas en el rostro del mayor y se dió una buena idea de a qué se debían.

- ¿Y tus hijos? -cuestiono sin querer dar a notar el leve rastro de preocupación en su voz, aunque su ceño se frunció con ansiedad al ver la expresión del castaño decaer - ¿Qué les pasó?

-Keigo no tuvo lesiones graves, por suerte. En cambio, Katsuki...fue alcanzando por un rayo en la tormenta, su corazón se detuvo en el campo de batalla y Shoto-kun lo estuvo reanimando por cuarenta minutos, llegó apenas con pulso al hospital y ahora está descansando, tiene un buen pronóstico pero la verdad los médicos estaban bastante sorprendidos de que hubiera sobrevivido -su voz tembló levemente y apretó los bordes de su pantalón para calmarse -Esperan que cuando despierte por completo, tenga secuelas como alguna sordera o daño renal permanente.

Enji no supo que decir a eso, se quedó en silencio y ni una palabra salió de su boca, así que Masaru eligió continuar la charla.

-Mí esposa y Shoto-kun se han mantenido a su lado. Mientras que Rei-san y Keigo están con Touya. Natsuo-kun cuida de Fuyumi-chan pero también ha tenido que salir a organizar la Fundación de Protección a Niños que se convirtió en un provisional refugio -soltó un suspiro de cansancio -Por eso me quedé aquí a esperar a que despertará. Pensé que se sentiría muy solo si no había un rostro conocido para recibirlo y contarle los eventos importantes.

-...Eso no era necesario, pero gracias -murmuro el pelirrojo sin saber cómo aceptar esa amabilidad - ¿Cuánto tiempo dormí?

-Cuatro días. Estuvo en la unidad de quemados bajo cuidados intensivos los primeros días -relató el castaño -No haga movimientos bruscos, ¿de acuerdo? Iré a avisar a Rei-san de que se despertó.

El mayor se puso de pie, listo para irse pero antes de eso, el pelirrojo le agarro el brazo y lo detuvo, con la cabeza baja, susurro unas palabras que jamás creyó que su orgullo le permitirían sacar a la luz.

-Gracias por haber cuidado de Touya. Gracias por amarlo y guiarlo, de una manera que yo nunca podría haberlo hecho. En el resto de su largo camino, yo me haré cargo de él siempre.

Masaru parpadeo sorprendió por la confesión y apoyo su mano sobre la que ajena que estaba en su brazo, le dió un apretón y sus ojos cafés se volvieron más amables.

No se dijeron nada más. No era necesario.

"¡Momo, mí niña! Ya reserve los pasajes para ir a Europa. Como te prometí, seremos únicamente tú y yo está Navidad, tu padre puede hacer el papel del Grinch hasta que recapacite. También como siga manteniendo ese orgullo suyo, pueda pasar el Año Nuevo solo en algún templo. Ah, no puedo esperar para verte, ¿has pensado en eso que te dije sobre cortarte ese bello cabello largo tuyo? Dijiste que querías algo más práctico y cómodo, mamá ha buscado un par de fotos con estilos que podrían gustarte. Más tarde te los mandaré, aunque cualquiera que elijas seguro te quedará hermoso. Te amo muchísimo Momo, ¡estudia mucho!"

El audio se terminó, la voz cálida de la mujer mayor hablando del otro lado se acabó, Yaoyorazou estaba por reiniciarlo cuando alguien se acercó hasta ella y se sentó a su lado. Puso el celular contra su pecho, protegiéndolo en su corazón, como si está persona pudiera quitárselo. Seguramente, esa sería la última de sus intenciones.

Todoroki le miro con preocupación y sin decir nada, le pasó unas galletitas saladas. Ella uso una mano libre para tomarlas y las miro, sin deseos de llevarlas hasta su boca, pero sintiendo como su estómago respondía con dolor. Se preguntó a sí misma cuánto tiempo llevaba sin comer, escondida en la terraza del hospital donde estaban la mayoría de los evacuados y los héroes heridos en la batalla, sin responder el celular, ignorando los mensajes de Jiro, los de Hagakure, los de Asui, los de todos. Únicamente el bicolor la encontró hasta ahora y por como parecía pedirle que comiera con la mirada pero sin forzarla, supuso que él ya debía saber qué le sucedía.

Posiblemente, Iida también lo sabía y por eso ni siquiera la buscaba para cumplir con sus obligaciones como heroína. Aunque él debía pensar que estaba con su padre, que ocupaba una habitación en el hospital, en vez de sola en la azotea del mismo. No sabía la historia completa como el de quirk dual.

La azabache sintió su estómago gruñir más fuerte e hizo el esfuerzo de llevar las galletas contra sus labios, tragó sintiendo su garganta adolorida por el llanto de los últimos días y cuando terminó, se le ocurrió una única cosa para evitar lo que venía a continuación.

- ¿Cómo está Bakugou-san?

-Él está bien, ya abrió los ojos un par de veces, vagamente. Su vida no corre peligro -susurró el más alto con suavidad -Yaoyorazou, yo...

-No hables, por favor, no lo digas.

Momo se abrazo a sus rodillas, con la frente apoyada en las mismas, todo su cuerpo temblando, débil y vulnerable.

Todavía no estaba lista. No, todavía, no deseaba escucharlo. No quería creerlo. Por eso mismo estuvo escuchando ese último audio, una y otra vez, para no aceptarlo pese en que su interior lo sabía.

Desde que Itsuka se acercó a ella hace cuatro días, acompañada de la heroína que ambas eligieron para unas cortas prácticas, el rostro blanco y sin mirarla a los ojos, en el pasillo del hospital mientras ella ayudaba a los evacuados. La heroína vestida de manera elegante pese a que estaba herida, la miro con dolor, le tomo de la mano para guiarla a un rincón un poco más privado del transitado lugar y le dió la noticia del fallecimiento de su madre.

Aunque la heroína lo hizo con mucho cuidado, con palabras suaves y queriendo darle alivio, ese instante, el mundo dejo de existir, el ruido, el color, el olor, todo.

Únicamente el dolor existió dentro de ella, atravesando su pecho, congelando su sangre, haciendo que su existencia pasará a otro plano a dónde no le importaba nada excepto llorar y hundirse en sí misma. Quería desaparecer pero como no podía hacerlo, hizo lo más parecido, huyó de todos y se escondió.

Mientras nadie estuviera con ella, mientras nadie más viera su dolor, mientras nadie le diera las condolencias, podría fingir que nada sucedió y que su madre le mandaría las fotos de los cortes de pelo, que no tenía solamente su audio mencionando eso en su celular.

Absurdamente infantil, inmaduro, indigno de alguien que quería ser un héroe.

Se sentía muy avergonzada de sí misma. Pero estaba lo suficientemente devastada como para que le importará una mierda.

Perdió a su mamá. Su mamá. Su compañera, su amiga, su mamá. La perdió.

No quería que alguien más viniera y la viera con lastima para que lo supiera, ella lo sabía.

-Momo -la llamo el bicolor al ver la lágrimas deslizarse por las mejillas de su amiga y se arrodilló delante suyo, le puso las manos sobre los hombros pero ella no le dejo acercarse más -Momo, escucha...

-No quiero, vete, por favor. Vete -sollozó -Vete, ¡vete, Todoroki-san! ¡lárgate!

-No lo haré. Momo, no me iré, pégame, llora, haz lo que querías -dijo con firmeza el bicolor apretando su agarre en los hombros de su mejor amiga -No te dejare. Llora...llora la perdida de tu madre. Llora todo lo que quieras, porque después te sacaré de esta azotea. No debes estar sola. No tienes que pasar por esto sola.

Shoto no la iba a abandonar, no importaba que ella le estuviera empujando, importaban más las lágrimas que soltaba por sus ojos, las ojeras, lo débil que sentía sus golpes en el pecho. Su corazón, ya agotado por estar sufriendo por la condición de su novio, volvió a sangrar al verla en ese estado y cuando ella se canso, cuando dejo de pelear y permitió que la abrazará, se sintió aliviado.

Pasaron unos minutos así, hasta que él se puso de pie, levantando a la azabache que se sintió algo mareada por el movimiento, sus piernas rígidas y sus manos todavía aferrándose al celular. El más alto se sacó su campera para ponerla sobre sus hombros y la guío por la puerta, bajaron con cuidado las escalera hasta llegar al tercer piso. Él sabía que ahí habían habitaciones de descanso para los médicos y los héroes, entro con la femenina a una que estaba vacía, la acostó en la cama y busco una botella de agua en el pequeño refrigerador que se encontraba en una esquina.

Ella bebió en silencio el agua, comió dos galletas más, luego cerro los ojos, sus largas pestañas cubiertas de lágrimas temblaron un poco y se durmió abrazando el celular. La cubrió con una manta para después salir de la habitación. Se quedó ahí de pie unos minutos, pensando acerca de a quien debía mandarle un mensaje para que supiera de la azabache y termino optando por lo más obvio, Kyoka. Le escribió acerca del estado de su amiga, la habitación en la que estaba y que debería estar muy hambrienta la próxima vez que se despertará, que sería mejor si le llevaba algo de ver cuándo fuera a verla. La respuesta de la más baja no tardo en llegar, diciéndole que abandonaría por completo sus tareas para ir hasta el hospital de inmediato y dándole las gracias por el aviso.

El de quirk dual mando otra corta respuesta para luego sí irse de la habitación. Se dirigió por las mismas escaleras hasta el tercer piso, doblo por la izquierda y se encontró con la puerta de la habitación del cenizo. La abrió despacio, encontrándose con que Mitsuki seguía durmiendo en la mismo sillón de antes que él se fuera a buscar a su amiga, el rostro marcado por las ojeras y cubierta por el abrigo de Masaru. El bicolor se aseguro de hacer sus pasos más silenciosos para no despertarla y camino despacio hasta una silla a un lado de la camilla, la cual estuvo ocupando los últimos días. Se sentó ahí, tomó la mano de quién dormía profundamente y le beso el dorso de la misma.

Katsuki abrió los ojos debilmemte, se notaba que apenas estaba conciente, pero había reconocimiento brillando en sus ojos como siempre.

-Hola, amor -lo saludo con cariño, el alivio emanando de su voz como la primera vez que lo vio despertarse.

-Uhm...-murmuró bajito, sus labios fruncidos, su cuerpo moviéndose hacia el contrario - ¿Sho...?

-Sí, estoy aquí, tranquilo -llevó la mano del más bajo hacia su rostro, sintiendo como sus dedos se movían para rozar su piel - ¿Cómo te sientes?

Tal vez, la anestesia y la morfina empezaban a dejarle de hacer efecto. Los médicos se la habían sacado esa mañana, para que despertará por completo, en vez de las pocas veces que abría los ojos durante el día y los volvía a cerrar. El más alto estaba feliz por eso, su corazón no soportaba verlo durmiendo por tanto tiempo.

Sin embargo, el cenizo no contesto, en cambio hizo una mueca e inclino su cuerpo más todavía hacia él, con la mano en su rostro demandado que se acercará más. Se veía preocupado.

- ¿Qué sucede, amor? -cuestiono inquieto el más alto.

-...No te escucho -alertó preocupado -No muy bien.

-Oh -su boca se abrió en una "o" y suspiro de alivio que fuera eso y no otra cosa lo que le estaba afectando a su pareja -Dame un minuto.

Todoroki beso la frente del más bajo, en lo que buscaba en el bolso de la dormida rubia algo en lo que escribir. Encontró una agenda y una lapicera suelta de tinta azul, se volvió a sentar en la silla y comenzó a escribir. Luego, le entrego la agenda a Bakugou, que de inmediato leyó sus palabras escritas.

Son las consecuencias de ser alcanzado por un rayo. Las menores, una sordera temporal que puede durar unos días o como máximo una semana, no te preocupes.

Al leer eso, el cenizo solo pudo pensar que realmente tuvo muchísima suerte. Pensó que en verdad moriría cuando ese rayo atravesó su cuerpo, calentando todas sus células y deteniendo su corazón. No recordaba nada más que el rostro de pánico del hombre delante suyo, que ahora le miraba afectuoso y aliviado. Se acomodo en la camilla, dejando de lado la agenda y golpeó el lugar a su lado.

- ¿Quieres que me acueste contigo? -preguntó confundido el más alto, señalándose a sí mismo y luego a la camilla para que el de ojos rojos pudiera entender sus palabras -Es muy pequeña, amor.

Katsuki hizo un puchero y volvió a golpear el lugar, Shoto dudo pero se terminó sentando y luego, acostando ahí, viendo como el más bajo llevaba tímidamente sus manos hasta su pecho, tocando con las puntas de sus dedos la superficie y formando palabras de esa forma.

La primera fue "lo siento". El bicolor sonrió levemente ante eso y le beso la frente nuevamente.

-No tienes que disculparte -le recordó pero el de ojos rojos volvió a escribir la palabra de manera insistente -Bien, bien. Acepto tu disculpa.

El de quirk explosivo pareció comprenderlo, porque su expresión se relajo un poco y los movimientos de sus dedos se volvieron más gentiles sobre su pecho.

Lo segundo que quiso saber fue "¿cómo estás?".

-Mí hombro derecho está algo dañado por el uso de mí quirk de hielo -uso un tono alto, guiado a los oídos del cenizo y módulo con los labios en caso de que no llegara todavía a escucharlo del todo -Aparte de eso, estoy completamente bien.

"Mentira" lo acusó con sus ojos rojos enfocados en su rostro. "Te ves mal". Su cabeza bajo, sus manos se detuvieron, pero siguió escribiendo con delicada fuerza "te hice sufrir, de nuevo".

-Me preocupaste, sí, pero eso no fue todo -le aseguro el de quirk dual a su pareja -La situación...es muy catastrófica. Mis hermanos mayores y mi padre resultaron heridos. Mi mejor amiga...perdió a su madre. Y sí, gran parte de mí angustia se debió a ti, pero también a otros factores. Iida también me preguntó si ya podía volver para ayudar con ciertas zonas que no fueran del todo evacuadas y no estoy del todo cómodo con eso, porque quiero seguir estando cerca de ustedes. Pero el personal de héroes es escaso y...

Las manos del cenizo salieron de su pecho para cubrirle la boca, sus ojos rojos reflejaban confusión y el bicolor soltó una bajita risa, en lo que besaba esas manos, causando un sonrojo en el rostro de su amado y aprovechó ese momento de vergüenza para apartarlas de su rostro.

-Lo siento, hablé demasiado rápido -se disculpo, abrazándose a su novio con cuidado para no lastimarlo y hablando muy cerca de su oído - ¿Podemos dormir? Sé que debes estar muy cansado de eso ahora, pero yo lo necesito.

Bakugou no respondió, en cambio, se sentó en la camilla e hizo que la cabeza del más alto quedará apoyada en su muslo derecho y empezó a acariciarle el cabello con cariño. Como él mismo había dicho, se sentía muy despierto como para volver a dormirse y pensó que su novio lo necesitaba más. Por lo tanto, quería mimarlo y que descansará bien.

Todoroki se sintió reconfortado por el calor del cenizo, sus manos acariciando su cabello y el hecho de que estaba bien, por fin devuelta a su lado. Así que dejó que sus ojos se fueran cerrando poco a poco, entregándose por primera vez en días a un sueño profundo y reparador.

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