Capitulo 69
Katsuki se acostumbro al ritmo de la motocicleta bastante rápido, frenar fue la parte más difícil, siempre que se detenía en alguna casa o edificio sintiendo a las almas rogando por su rescate, el vehículo casi lo arrojaba fuera de su asiento. Una vez aprendió el truco para evitarlo y a usar la radio a la vez para saber qué ambulancias había cerca para los heridos, sus rescates se volvieron más rápidos en lo que se acercaba al centro de Tokyo, guiado por los ruidos de destrucción de la zona.
Izuku debía estar peleando contra Tomura. Le preocupaba ese idiota como nunca antes en su vida. Pero para empeorar la situación, el escuchar por la radio acerca de incendios de llamas azules le causaron una angustia horrible en el estómago.
Algo muy malo debería estar pasando como para que Touya estuviera usando su quirk fuera del bosque. No era fácil extinguir las llamas azules, usar el agua de la manera común no funcionaría y el mayor debía suponer que su destrucción llevaría a dañar a civiles inocentes, ¿por qué lo estaba usando entonces? ¿qué razones tendría para hacerlo?
Se informó que Gigantomachi estaba tranquilo viendo el combate de su maestro, entonces, ¿por qué las llamas aparecían en otro lugar?
Estaba llegando casi al centro de Tokio. Incluso sus ojos rojos detectaron un destello de verde en el cielo.
Pero, a último segundo, el cenizo desvió a Chek hacia la zona más recientemente acordonada por las llamas azules.
Aguanta Deku, aguanta un poco más. Veré que mi estúpido cuñado no se halla convertido en carbón y luego iré a ayudarte contra Shigaraki. Aguanta un poco más, jodido héroe llorón. Pulga llorona.
El sonido de escombros cayendo pareció ser su respuesta y la motocicleta acelero en una curva para luego desaparecer entre las calles de la devastada ciudad.
El Pico de Sekoto. Fue la primera imagen que llegó a la cabeza de Enji cuando le alertaron de un extraño torbellino de llamas azules que se acercaba hacia la ciudad por la zona norte, moviéndose lento pero constantemente, el corazón se le contrajo y pudo sentir sus mismas llamas disminuyendo, cómo si fuera un perro cuya cola se escondía entre sus patas por el miedo.
Touya le prometió mantenerse a salvo. Keigo le prometió a él que haría valer esa promesa. Aún así, ¿por qué sentía esa opresión en su pecho? ¿esa desesperación e incertidumbre?
— ¡Número uno! ¡Está ahí! ¡Parece ser un Nomu extraño! —lo alertó uno de los héroes de su agencia, apuntando hacia el torbellino de llamas azules que se acercaba peligrosamente a ellos — ¡¿Qué deberíamos hacer?!
— ¿Shoto? —fue lo único que logro murmurar el pelirrojo, buscando algo, a alguien entre medio de esas llamas poderosas — ¿Dónde está?
— ¡Su hijo está detrás nuestro! ¡Ayudando al rescate! ¡¿Quiere que lo llame?!
El pelirrojo asintió, en lo que mandaba al resto de los héroes detrás, dejando parte de la calle libre y sintiendo la temperatura incrementando, el Nomu en el torbellino se quedó quieto, sus llamas azules creciendo de izquierda a derecha consumiendo los edificios a su alcance. Él trago saliva, débilmente, dando un paso adelante y extendiendo su mano derecha hacia el calor de esas llamas ardientes y poderosas.
Había alguien escondido detrás de ellas.
— ¿Touya? ¿Hijo?
Las llamas azules subieron hacia el cielo, cómo en señal de alerta al oírlo y el héroe número uno tuvo que esquivar un ataque de frente.
—Te mataré, te mataré, te mataré, ¡te mataré!
Sí, definitivamente, sin importar la distorsión enloquecida, esa voz masculina pertenecía a su hijo primogénito, su querido y rebelde niño.
¿Qué mierda le hicieron a su hijo? ¿Quien se atrevió a hacerle esto?
Endvaour contuvo la ira. No le serviría de nada ahora. Touya no parecía ser un Nomu completo, solamente estaba encerrado entre sus llamas azules, controlando las mismas para crear poderosos incendios. Debería haber una forma de solucionar esto. Hacerlo entrar en razón. Solamente, debía acercarse e intentarlo. Pero el problema era precisamente ese.
Iba a morir una vez estuviera en contacto con las llamas azules, ni su propia quirk era rival para el de su hijo. Sin embargo, con gusto daría la bienvenida a la muerte si ella le traía a su hijo de regreso.
Podría ir hasta el infierno mismo a rogarle al Diablo si se lo traían de vuelta.
Le falló cuando era un niño. Mitsuki Bakugou y Masaru Bakugou le dieron el amor que él debió darle, la protección, la seguridad, el ánimo que necesitaba. Lo cuidaron con devoción, lo adoptaron como un sobrino, pero seguía siendo su hijo, con el cuan intentó volver a tener una relación y lo logro. Pudo darle amor y ánimo como correspondía, aún si fue tardío, ahora solo le faltaba darle seguridad, protección.
Si muero, cuento con ustedes dos para que cuiden de Touya y hagan que Rei me perdone.
Enji imagino a Mitsuki gritándole furiosa por ese pensamiento y a Masaru, con esos ojos marrones suyos que siempre le veían con seriedad —el castaño no podía perdonar sus errores con su hijo pero sí eligió seguir adelante y creer en él— mostrándose por una vez más amable que en todos estos años que se conocían, diciéndole suavemente que tuviera fe.
La escena imaginaria le hizo sentir un poco reconfortado al héroe número.
— ¡Viejo! ¿Para qué...?
Shoto llegó en el momento justo en que el torbellino de llamas azules se alzó poderoso a atacar a los héroes y creo una barrera de hielo grueso para detenerlo, no sirvió de mucho pero los héroes lograron retroceder antes de salir heridos. Entonces, él se acercó hasta su padre, el cuál tenía una expresión en blanco y sus llamas apagadas, la iluminación de porqué lo llamo en medio de sus misiones de rescate a unos metros apareció en su cabeza y negó con desesperación, sintiendo su pecho oprimirse.
—Shoto, escúchame —le puso las manos en sus hombros, dándole un apretón y viéndole con seriedad —Necesito que seas una defensa indestructible para estás personas, en lo que peleó contra...
Enji dudó, había estado tan seguro de mencionar que las llamas azules venían de Touya, que se le olvidó por completo que su cuarto hijo pensaba que su hermano mayor estaba en una misión en el extranjero y que, además, no tenía una idea clara sobre su quirk. Ahora no sabía si debía decirlo o solamente omitirlo.
—Touya-nii —dijo el menor, llamando la atención de su padre que abrió levemente los ojos con sorpresas —Sé que es Touya-nii y no te dejare pelear solo contra él, viejo. Lo haremos juntos. Lo que sea que lo halla puesto así, lo vamos a solucionar.
El pelirrojo no pudo evitar sonreír ante el temperamento temerario de su hijo pero todavía le seguía pareciendo una mejor opción que se mantuviera detrás de todo en lo que él iba a pelear contra Touya. Sin embargo, esa idea murió con el sonido de un motor acercándose y el revolotear de unas alas acompañados de los gritos de dos voces distintas pero familiares.
— ¡Enji-san!
— ¡Shoto!
Los Bakugou tienen una coordinación aterradora.
El héroe número alzó la cabeza para ver hacia el cielo y el menor miro hacia la calle desde donde los héroes empezaban a apartarse del camino de una persona que manejaba a una velocidad increíble.
Hawks descendía con sus alas rojas delante de la pareja de padre e hijo, en cambio, Katsuki se acercó en una gigante motocicleta hasta ellos, bajando de la misma para tomar la cara pálida del bicolor y abrazarlo fuertemente, susurrando que venía a ayudar con lo que sea que le hubiera pasado a el azabache. En lo que estaban en eso las llamas azules volvieron a atacarlos y se refugiaron los cuatro a la vuelta de un enorme edificio.
—Himiko me mandó una alerta hace unos minutos, no sabe cómo exactamente, pero el doctor Maruta convirtió a Touya en una especie de Nomu incompleto —se mordió los labios el rubio al contar eso —Encontró a Fuyu-chan en su laboratorio, a punto de morir por unas apuñaladas en el abdomen.
Los rostros del padre e hijo se pusieron más pálidos que antes, el de alas rojas se apresuró en seguir explicando en lo que las paredes del edificio resistían las llamas.
—Ella está bien, se la llevo una ambulancia y Rei-san fue informada. No sé más. A Himiko le cortaron la comunicación, la apresaron y no sé dónde mierda la metieron —y él estaba jodidamente angustiado por ella pero, carajo, su esposo le era más importante —Pero cómo dió los puntos importantes, deberíamos poder salvar a Touya. Devolverle la razón. De alguna manera.
— ¿Y qué manera sugieres? —quiso saber nervioso el pelirrojo.
Keigo vaciló, mirando hacia el cenizo quien comprendiendo el temor en los ojos de su hermano, no dudo en asentir y ponerse a un lado del edificio, más cerca de las llamas azules. Shoto al ver su posición, sintió un escalofrío subiendo por su columna y un hueco en su estómago.
Sin embargo, todo paso demasiado rápido como para que el bicolor pudiera interferir.
—Haga una distracción, ¡ahora! —indicó el de cabello rubio rizado, saliendo del edificio detrás del menor que empezó a hacer explosiones a diestra y siniestra — ¡Katsuki, tu mano!
El cenizo asintió y tomó la mano del mayor en lo que se elevaban en el aire, en el suelo, Enji torno sus llamas contra las de Touya que enloquecido se enfocaba solamente en el contricante que tenía delante suyo y no en los otros dos que volaban sobre el cielo. El de quirk dual se limito a mantener una posición defensiva para que las llamas no hicieran daño a los héroes y civiles en la zona, pero su cabeza giraba constantemente hacia el infierno que tenía detrás suyo y su corazón se hundía cada vez más ante la imagen del chico que amaba a metros de las llamas azules de su hermano.
Intentó reunir toda su concentración en la muralla de hielo pero, irremediablemente, su atención volvía atrás y pudo ver cómo los hermanos discutían en el cielo.
— ¡Más cerca, pajarraco, más cerca! —demandaba el de ojos rojos.
— ¡Nos quemaremos vivos si hago eso, Katsuki! —negó el de alas rojas — ¡¿No puedes usar anima de otra forma?!
— ¡Nunca lo he intentando desde tan lejos, maldita sea!
Keigo gruño, ya sin creer que fuera tan buena idea que Katsuki usará anima para traer a Touya devuelta. No obstante, cuando sus alas rojas del lado izquierdo empezaron a quemarse y él no pudo evitar soltar un grito de dolor, el torbellino cambio de forma y volumen. Seguía girando y era muy intenso, pero debajo de ellos ya no estaban las llamas, en cambio, había un hombre de pie, con la piel toda quemada y partes de su ropa negra pegada a ella, con sus ojos antes azules ahora teñidos de rojo. A el rubio se le encogió el corazón al ver a su amado así pero el cenizo comprendió otra cosa.
— ¡Él te reconoció, Kei-nii! ¡Baja, baja ahora! —alerto el menor — ¡Antes que se vuelva loco otra vez y no podamos entrar en su jodido torbellino!
El mayor obedeció, su vuelo descendió al torbellino de fuego antes de que se cerrará y quedaron en el centro, de frente al hombre que controlaba todo, el cuál se mantenía sin expresión en su rostro, olía a quemado y cuyo cuerpo sangraba por todas partes. Apenas era reconocible su rostro, únicamente la boca y los ojos de un horrible color rojo muertos.
—Touya...amor...—murmuro el rubio deshecho, con un nudo en su garganta y una horrible opresión en su pecho.
Touya gruño, las llamas azules se agitaron y el de quirk explosivo tiro de su hermano hacia atrás, porque si los atacaba aquí serían reducidos a cenizas. Debía usar anima rápidamente para salvar el alma del azabache y que detuviera todo esto. Ya estaba convencido que había calcinado unas diez manzanas de Tokio, si dejaban que se siguiera propagando su fuego, toda la ciudad se convertiría en un incendio gigantesco.
Que la naturaleza viniera a joderlo por esto no le importaba. Se trataba de la vida de miles de personas y sobre todo, del idiota a quien quería como un primo mayor odioso y era la pareja amada de su hermano.
Katsuki tomó la mano zurda del rubio, creando un hilo del alma entre ellos y luego lo lanzo hacia el azabache el cuál ni reaccionó. Un dolor agudo de cabeza empezó a molestarlo ya que no pudo usar un contacto físico para hacer la unión más sencilla, pero lo soporto y le indico al de alas rojas, que lo miraba con atención, lo que debería hacer a continuación.
—Enlace tu alma a la suya, cierra los ojos y búscalo, no sé qué mierda verás ahí dentro, pero eres su jodido esposo y tendrías que poder encontrarlo rápido —sintió una punzada en la cabeza y apretó la mano de su hermano mayor con fuerza — ¡Ve, Kei-nii! ¡Que no se cuanto tiempo pueda soportar esta mierda!
Nunca había usado su quirk anima como un puente entre dos personas. El cenizo podía sentir el agua de un río fluyendo por su cuerpo, de manera intensa, haciendo que le dolieran todas sus extremidades y su rostro se pusiera blanco por ello. Realmente no estaba seguro cuánto aguantaría de aquella forma, así que, el mayor debería darse prisa.
Keigo cerro fuertemente sus ojos y vio en la oscuridad un extraño hilo rojo que se iba hacia un extremo, guiado por ese hilo, su conciencia se desplazó por su cuerpo y empezó a caminar como si estuviera en una sala, vestido con unos simples pantalones azules, su chamarra de aviador favorita y una camiseta negra, su anillo de casamiento brillando en su dedo anular izquierda. La sala era una que conocía bien, la de la familia Todoroki, tradicional y bonita, con olor a madera y té recién hecho. No sabía porqué estaba ahí, hasta que salió al patio y vio a un niño sentado junto a otra niña en el lugar.
Debían tener trece y diez años, tal vez. El niño parecía ser mayor que la niña, pero ella era más alta que él y le estaba colocando una corona de flores que el niño aceptaba haciendo pucheros. A el de ojos amarillos le dió mucha ternura y pensó que debía ser un recuerdo en el alma de su esposo, de la infancia que compartió con su hermana menor hasta que paso lo del Pico de Sekoto.
Se quedó quieto viéndolos por unos escasos segundos. La niña, con cabello corto albino y un par de mechas rojas, se reía dulcemente del niño avergonzado que jugaba con las flores de su absurda corona. Pero después se quedó en silencio, sus mano en el regazo, una sonrisa triste adornando su bonito y blanco rostro.
A Keigo se le acelero el pulso cuando el niño, cuando Touya, dejo también de sonreír y empezó a gritar cuando Fuyumi empezó a sangrar por el estómago, cayendo de espaldas al césped verde.
—No, no, no, ¿qué paso, qué paso, qué paso? —repetía el niño que se transformó en un adulto y tomó el cuerpo de la niña, ahora mujer en sus brazos con cuidado — ¿Fuyumi? ¿Fuyu? ¿Hermana? ¿Qué paso? ¿Quién te hizo esto? ¿Qué...? ¡Los mataré, los mataré a todos, los mataré, los mataré, los mataré!
El de alas rojas corrió hacia su esposo, el cuál uso sus llamas azules para rodearse y destruir todo a su alrededor, sintió cierta quemazón al pasar por ellas pero logró hacerlo y tomó los hombros del albino, lo sacudió con fuerza y vio como sus hermosos ojos azules derramaban lágrimas en lo que su rostro tenía una horrible mueca de odio y venganza.
Debía hacer que despertará de una vez de esta horrible pesadilla.
— ¡Fuyumi está bien, está bien, Touya! ¡Tienes que despertar ahora! ¡Tienes que controlar tu quirk antes de que acabes muerto! —lo abrazo, sintiendo las llamas quemando su pecho y parte de su barbilla — ¡Te lo ruego, por favor, vuelve con nosotros! ¡Vuelve conmigo! ¡Vuelve!
Las llamas azules los rodeaban, el calor, el dolor y la ira del alma del hombre que amaba eran increíbles pero el rubio no redujo la fuerza en su abrazo y siguió rogándole que, por favor, volviera con él. Finalmente, las llamas disminuyeron, el dolor y la ira se fueron, las llamas azules reemplazadas por gentiles copos de nieve que caían sobre ellos, unos brazos se engancharon a la cintura del más bajo y ahogo unos sollozos de puro alivio al escuchar la voz de su esposo, quebrada pero calmada y lúcida llegando hasta sus oídos agudos.
— ¿Fuyumi...está bien? ¿No murió?
—Sí, lo está —confirmó —Ella está bien.
— ¿Te hice daño, Keigo?
—...Un poco, pero no importa, Touya —beso la frente de su esposo y alzó su cabeza, viendo los bellos ojos azules que le devolvían la mirada —Te amo.
Touya no respondió, se acostó en su pecho y cerro los ojos. Entonces, Keigo abrió los suyos, en el mundo terrenal, dándose cuenta que las llamas azules se habían extinguido y que Katsuki estaba de rodillas en el piso, con la respiración pesada y la nariz sangrando. Alertado y preocupado, se agachó para ayudarlo, pero su hermano menor le empujó y alzó la mano derecha, señalando al hombre tirado en el suelo y los residuos de las llamas azules a su alrededor.
—Él necesita más tu ayuda que yo, pajarraco —declaró el cenizo severamente preocupado —Su alma está bien pero no sé que tanto lo este su jodido cuerpo, ¡ve con él! ¡ve!
Hawks asintió y corrió hacia el hombre moribundo en la calle, herido, con el calor emanando de su cuerpo y lo tomo entre sus brazos sin importarle las quemaduras, en lo que abría sus alas rojas para dirigirse hacia un hospital.
El intruso, el intruso, el intruso.
Bakugou se tapo los oídos, creyendo que eso ahuyentaria a la voz perturbadora de la naturaleza, pero de todos modos la siguió escuchando cuando Todoroki llegó a ayudarlo para que se pusiera de pie y vio como el cielo azul de Tokio se cubría de nubarrones negros que prometían una feroz tormenta.
Debemos acabar con el intruso. Acabar con el intruso.
Un trueno se escucho a lo lejos. Y el cenizo supo que tenía poco tiempo.
La naturaleza iría con todo su poder contra él y ya estando debilitado, cansado por los cortos rescates y las explosiones usadas contra el Nomu del área residencial, el hacer que el alma de Keigo se encontrará con la de Touya, sería difícil soportarlo. Pero, de alguna forma, tendría que hacerlo.
No, él podía hacerlo.
Aún así, no podía negar que estaba un poco asustado.
—Shoto —llamó a su novio con un susurro, que estaba poniendo su mano derecha en su frente para bajarle un poco la fiebre y alzó la cabeza para verlo a los ojos — ¿Me acompañas para que vaya a salvar el trasero de Deku?
La mano derecha del bicolor tembló y estuvo a punto de discutir que no pensaba dejar que el cenizo fuera a ninguna parte después de usar anima —las consecuencias por esto serían terribles— hasta que se recordó de quién era novio y que esa persona era las más terca de todo el universo. Además de que, si él le pedía acompañarlo, era porque quería que estuvieran juntos.
Si estaban juntos, podía protegerlo en caso de necesitarlo.
— ¿Cómo iremos? Está bastante lejos de aquí —fue todo lo que tuvo que decir y el cenizo ya lo estaba arrastrando hacia una motocicleta de héroe que nunca había visto — ¿Sabes manejarla?
— ¿Acaso no me viste venir en ella? —se subió, prendió el acelerador de Chek y miro de reojo al más alto que se quedó estoicamente de pie a su derecha — ¿Asustado?
El de quirk dual no respondió pero la manera en que se aferró a la cintura del más bajo al subirse a la motocicleta, sin ninguna intención oculta más que la de mantenerse seguro, fueron suficiente para que el de ojos rojos soltará una carcajada y acelerará a máximo el motor de Chek, ganándose un pequeño grito de pavor por parte de su novio.
Katsuki estuvo convencido de que nunca más volvería a subirse a ningún vehículo que manejara. Ni siquiera a una simple bicicleta.
En lo que llevaba a Shoto en lo que consideraría más adelante "el viaje de su vida", el de quirk explosivo tocó los botones de la radio en el manubrio de la motocicleta, buscando las últimas transmisiones acerca de la batalla de Tomura e Izuku. No tardo en escuchar la voz de un asustado héroe que gritaba que la zona E de Tokio se había vuelto un campo de batalla aterrador con solo dos guerreros. Al parecer, el resto de los villanos se habían ido, exceptuando a Gigantomachi que se reportaba se quedó quieto sin hacer nada en el borde de dónde pasaba la pelea. Los héroes no querían intentar contenerlo y que la jugada les saliera mal, haciendo al villano gigante irse en su contra, así que había claras órdenes de no molestarlo.
Las calles se empezaban a poner cada vez más y más difíciles de atravesar, destruidas como estaban y bloqueadas por escombros, a Chek se le hacía complicado hacer curvas en el arruinado asfalto. Por lo tanto, al de quirk explosivo no le quedó de otra que detenerse en el puesto más cercano de héroes, a unos veinte metros de dónde sucedía la pelea, destellos de verde se distinguían en el cielo y los gritos de Shigaraki llegaban hasta sus oídos. Al bajar de la motocicleta, corrió hasta el puesto, encontrándose con un pálido Yagi que estaba parcialmente herido, pero todavía en pie sin perder rastro de su discípulo peleando.
A un lado suyo, en una carretilla, vio a Aizawa sumamente lastimado, al lado de la heroína Mirko que estaba en condiciones más graves. Yamada los atendía a ambos con ayuda de Recovery Girl, su expresión usualmente alegre marcada con rasgos de desesperación y preocupación. En el costado derecho, Shirakumo Oboro usaba su quirk para hacer que los héroes pasarán de un lado al otro por sus sombras, viendo desconfiados hacia el túnel oscuro, pero pasando de todas formas.
Shirakumo debía estar llevando a estás personas a la ubicación más segura.
El cenizo pensó que podría hacer lo inverso por él.
La luz de un relámpago atravesó el suelo finalmente oscuro de Tokio y el sonido arrasador de un trueno se escucho a lo lejos, como si partiera el cielo en dos. Las primeras gotas de lluvia cayeron gentilmente para limpiar la sangre pero luego fueron tan feroces que lastimaban la piel y los ojos de las personas debajo.
Katsuki detestaba la lluvia pero ahora, sabiendo su significado, podría usarla a su favor.
Eliminar al intruso, eliminar al intruso, eliminar al intruso.
El sonido repetitivo de esas palabras irritó sus oídos pero antes de que pudiera enojarse, la mano de alguien tomó la suya, una mano cálida que envío su calor hacia su cuerpo y al girar la cabeza, se encontró con un par de ojos hermosos que lo contemplaban, de color gris y azul.
Por un momento, la imagen le asusto, le hizo pensar que como este chico le miraba ahora, quizás ya no podría hacerlo después y está vez sí sería enteramente su culpa, a diferencia del día del terremoto. Está vez, él le pidió venir sabiendo las consecuencias de lo que pasaría a continuación, sabiendo que estaba en un peligro grave y que lo arrastraría con él a ello. Su boca se abrió para decirle que se fuera, que debía volver con Enji, que estaría más seguro quedándose dónde Oboro pudiera transportarlo a otro lado con facilidad, pero los labios ajenos tocaron los suyos, suavemente, cálidos y fríos, el miedo se esfumó cómo por arte de una magia extraña y única.
—No me pidas que me vaya, Katsuki. Quiero estar contigo, elijo estar contigo, teniendo conciencia de que puedes llevarte mi corazón si algo te pasa ahora —murmuró contra los labios del más bajo, viendo sus ojos rojos humedecerse y sintiendo un nudo en su garganta por ello —No te culpes a ti mismo si eso sucede. Yo te amo y parte de amar, es sufrir.
Mí madre debe saber eso mejor que nadie, con tantas veces que el viejo, mis hermanos y yo la hicimos pasar mal. Amar a alguien es sufrir, es alegrarse, es enojarse, es decepcionarse. Y por sobre todo, seguir amando a esa persona, cada día, porque la elegimos.
Todoroki no podía tener una idea de cuándo eligió a Bakugou, cuando los sentimientos de amistad por el primer niño que jugó con él se transformaron en amor pero si tenía una idea de cómo esos sentimientos fueron evolucionado, los trasfondos que formaron y las raíces que sembraron en su corazón. Lo importante que se había vuelto su existencia para él, lo mucho que le ayudo a crecer y mejorar en incontables cosas. Las formas en las que comprendió que el chico delante suyo no era tan fuerte como pretendía, que en realidad, tenía sentimientos muy sensibles y profundos y que se dejaba cuidar solo cuando alguien obstinado lo hacía constantemente.
Lo amaba tanto pero tanto que, incluso si estaba destinado a perderlo hoy, no se arrepentiría nunca de nada. Agradecería por siempre al Dios que lo puso en su mundo y viviría el resto de sus días, guardando su amor para él.
—Así que, haz lo que tengas que hacer —beso una última sus labios —Estaré detrás tuyo en caso de que te caigas y te levantaré.
El de quirk explosivo bajo la cabeza, sus mejillas tan rojas como los bordes de sus ojos, sin poder expresar todos los sentimientos que pasaban por su corazón, únicamente pudo apretar la mano del bicolor y llevarlo con Shirakumo.
El mayor al verlos se alertó y pregunto si querían que los llevará a Yuei, a la enfermería donde serían atendidos por Yuna que se estaba haciendo cargo de los héroes heridos, pero el cenizo negó con la cabeza y explicó que necesitaba que le abriera una sombra a la pelea que se estaba desatando. El de cabello celeste se puso pálido, a punto de negarse, pero al ver que no se rendirían y que la pareja estaba más que dispuesta atravesar el campo de batalla todavía sin su ayuda, solo pudo suspirar y alejarse de sus deberes, viendo hacia la zona de la batalla, calculo dónde debería hacer aparecer su quirk.
Una vez estuvo listo, volteo a mirar a la pareja y les abrió una sombra, la cual ellos atravesaron con determinación.
Oboro no dudo ni por un segundo que Shota le daría un buen golpe en su cabeza por esto.
A Izuku le dolía cada molécula de su cuerpo, sangraba de tantas heridas que ya ni sabía cual dolía más y cuál menos, las voces de los portadores de One For All intentaban darle ánimos pero él no las escuchaba. Perdería la concentración al hacerlo y Tomura era demasiado rápido.
Sin embargó, a medida que intercambiaban golpes, podía notar la cara del villano distorsionada, como si algo más quisiera ocupar su lugar, una cara más fea y horrible y loca. Y el villano se retorcía cuando eso pasaba, gritaba "fuera, fuera" y la imágen volvía a ser la misma, aún así le resultó escalofríante.
Parecía que quería ayuda.
Una ayuda que él no podía darle. No ahora. Debía impedir que seguiría destrozando la ciudad, después, podría pensar en qué podría ayudarlo. O qué era lo que le atormentaba tanto.
¿No era humano, de héroes, el brindar misericordia ante el sufrimiento de incluso los peores criminales?
Los portadores de One For All dijeron algo sobre que estaba siendo insensato, que mejor prestará atención a la lucha, ya que ellos lo habían elegido para derrotar a All For One, creían que él podía hacerlo y aunque estaba feliz por eso, la presión en sus palabras le calo en los huesos.
¿Y qué pasaba si no lo vencía? Tokio ya estaba semidestruido, ¿qué más podría hacer Shigaraki? ¿liberar a los villanos para que continuarán la locura? ¿eso sería su culpa? ¿únicamente suya? ¿él sería el responsable de todas las muertes si no acababa con el villano aquí y ahora?
Los portadores respondieron juntos, sí.
El pecoso se trago su dolor entonces, pensó en todas las personas en Tokio, en sus amigos, en su madre, en sus profesores y se dio cuenta que el tormento era secundario cuando enfocaba su atención en eso. Entonces, pensó en aquellos que le eran más queridos uno por uno con mayor claridad, como Inko, Ochako, Katsuki...
Apenas el recuerdo de su amigo de la infancia apareció en su mente, el de ojos esmeralda sintió un tirón en su cuello y el ruido de una fuerte explosión lo salvó de los dedos del villano que estuvieron por tocarlo, consternado, fue arrojado hacia alguien más, que se sentía helado y alzó una barrera de hielo delante de ellos, en lo que le sostenía para que no se cayera al piso al haber perdido el equilibrio.
Antes de que pudiera procesarlo todo, unos ojos rojos le miraron de arriba a abajo, negando con la cabeza y chasqueando la lengua, en lo que una mano se ponía sobre su cabeza y le revolvía el cabello. Un toque tan familiar, amistoso, cálido, que hizo que su corazón se partiera.
Se sintió tan...solo durante la pelea.
¿Estaba mal alegrarse porque alguien más hubiera llegado por él?
—Estás hecho mierda, Deku, maldita sea —gruño el de quirk explosivo examinando las heridas del más bajo — ¿Cómo siquiera puedes mantenerte en pie?
—Ka...Kacchan...—balbuceó el de pecas — ¿Cómo es que estás aquí...?
—Yo también estoy aquí, Midoriya —hablo el de quirk dual, siendo recibido por unos expresivos ojos esmeralda y tuvo que reconocer que su novio fue benevolente con sus palabras, se veía realmente mal —Necesitas atención médica. Con urgencia.
—Pero Shigaraki...—quiso protestar el de pecas —Tengo que detenerlo.
—Puedes dejarme ese bastardo a mí, tengo un truco que lo hará irse al otro mundo —sonrió de manera engreída el cenizo —Si tengo suerte, claro.
Izuku no pudo entender la última frase pero antes de que pudiera frenar algo de lo que sucedía, Katsuki se lanzó a la batalla contra un Tomura que parecía haber renovado las energías ante un nuevo oponente. Shoto los seguía a la distancia con su hielo, manteniéndose lejos y a la vez cerca, usando escudos en caso de que el cenizo los necesitará.
El pecoso quiso acercarse, seguir luchando, pero apenas dió un paso adelante su cuerpo cayó y se desplomó en el suelo, quiera levantarse, pelear, pero se sentía agotado, cansado y solamente quería dormir un poco. Los portadores siguieron diciéndole que se levantará también pero, unos segundos después, otra vez se escuchó en su cabeza, suave y gentil. Alejando todo su dolor, impotencia y pena.
—Estará todo bien, estúpido Izuku, vete a dormir. Nadie te molestará.
La voz sonaba tan familiar y le lleno de tanta paz que, antes de desmayarse, el de ojos esmeralda no pudo evitar susurrar el único nombre al cual podía pertenecer.
— ¿Kacchan...?
Eliminar al intruso, eliminar el intruso, eliminar al intruso.
La lluvia caía tan intensamente que sus explosiones no salían como querían, le faltaba sudor para generarlas y las muñecas empezaban a dolerle por los intentos vanos.
Eliminar al intruso, eliminar al intruso, eliminar al intruso.
El viento se ponía más intenso, cómo la voz de Shigaraki, la voz de All For One. Se reía de manera desquiciada, loca, completamente fuera de sí mismo. El viento arrastraba esa asquerosa voz a sus oídos, haciendo que azotará con fuerza en su cabeza, en lo que esquivaba el toque del villano y usaba explosiones para intentar herirlo.
Shoto trataba cubrirlo con el hielo pero, finalmente, había llegado el momento que tanto espero.
¡Eliminar al intruso!
Katsuki vio el resplandor cayendo de las nubes negras y en vez de protegerse, uso sus últimas explosiones para lanzarse hacia Tomura y que, así, los dos fueran golpeados por el poderoso rayo eléctrico de la tormenta, el cuál sonó como el retumbar del cielo segundos después, como si los Jinetes del Apocalipsis hubieran bajado a la tierra. Los dos cayeron en caída libre al mismo tiempo, el villano siendo atrapado por Gigantomachi, él por Shoto que estaba con los ojos bien abiertos, completamente aterrado viéndole y dejándole en el suelo.
Sus ojos rojos, lo último conciente de él, solo pudieron transmitirle unas pocas palabras, mientras sentía su aliento detenerse con rapidez y el calor en su cuerpo.
Te amo.
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