Capítulo 6

Katsuki se preguntaba porque Touya insistió en llevarlo en brazos apenas se bajaron del auto. Si era debido a que estaba nervioso por ver a su familia —aunque ya los había visto la noche anterior— u otro motivo.

— ¿Tengo algo en la cara, pequeño demonio? —interrogó el albino cuando tuvo los ojos rojos del menor demasiado tiempo sobre su persona.

—La bruja te protegerá —menciono el cenizo con tranquilidad —Y el anciano da buenos abrazos.

—...No necesito protección ni abrazos —murmuro el mayor.

El de ojos rojos hizo un puchero y se inclino hacia adelante, donde estaba Keigo que iba perdido en sus pensamientos —era innegable que estaba nervioso por ver a su héroe— y tiró de su ala roja izquierda para llamar su atención.

— ¿Qué sucede, Katsuki? —preguntó con una ceja alzada tomando la manito del menor entre las suyas.

—La momia quiere un abrazo —dijo el menor en un tono demandante —Dale un abrazo.

—Hey, demonio...—miro mal al niño pero antes de poder decir más el rubio le abrazo —O-Oye.

Keigo se puso detrás del albino para poder usar sus alas y así abrazarlo desde los hombros, era sencillo y práctico.

Lo malo era que no se daba cuenta que el de ojos azules estaba rojo por su cercanía.

— ¡Abrazo para Touya! —celebró el rubio.

Los adultos, que iban un poco más adelante de los niños se detuvieron para verlos y la rubia tuvo que llevarse una mano a la boca para evitar reírse de tal escena.

—Voy a salvar a Touya-kun —dijo con anticipación —No quiero que accidentalmente usé su fuego para alejar a Keigo-kun.

Masaru asintió y camino solo el resto del camino hacia la enorme mansión de los Todoroki. Ocupaba toda la manzana de la calle y era verdaderamente intimidante, pero él tocó la puerta tranquilamente, siendo está abierto por un hombre alto, corpulento y de cabello rojo.

Sus ojos cafés se volvieron automáticamente fríos.

—Buenas tardes, Todoroki-san —forzó una voz amable y pacifica —Soy Masaru Bakugou. Mí esposa vino ayer con Touya-kun.

—...Sí, es un gusto —balbuceo el pelirrojo sin entender porque el hombre delante suyo no parecía ni un poco intimidado por él —Pueden...¡esperen, Natsuo, Fuyumi! ¡les dije que esperen a dentro!

Masaru no se corrió a tiempo y fue golpeado por una niña y un niño de cabello albino, aunque la primera tenía un par de mechas rojas. Los menores alzaron la cabeza nerviosos al verlo, avergonzados por haberlo golpeado en su emoción de volver a ver a su hermano mayor.

El castaño les dio una tranquila sonrisa y puso sus manos en sus hombros para hacerlos girar, ligeramente, hacía la derecha.

—Touya-kun está ahí —les señaló a la mitad de la cuadra al albino —Vayan. Él seguro quiere su abrazo.

Los niños asintieron entusiasmados y nuevamente, salieron corriendo hacia su hermano mayor.

Enji suspiro al ver el comportamiento desordenado de sus hijos. Se suponía que debían esperarlos en la sala de estar junto con Rei. Pero cuando vio que la misma albina se acercaba a él en la puerta con Shoto a un lado suyo, supo que no fue capaz de detenerlos.

La albina dio una respetuosa reverencia hacia el castaño, una acción que fue copiada por su hijo de cinco años.

—Soy Rei Todoroki y él es Shoto, nuestro hijo menor —saludo la albina —Muchas gracias por venir a nuestro hogar, Bakugou-san.

—Esta bien si me dice por mí nombre —permitió el castaño —O será confuso entre nosotros. A mí esposa tampoco le molesta.

—Son ambos muy amables —inclinó la cabeza la albina —Por favor, pase Masaru-san.

El mencionado asintió pero aún así, espero hasta que Mitsuki y los demás llegarán a la puerta. Para cuando lo hicieron, era la rubia quien sostenía a Katsuki en brazos mientras que Touya venía siendo abrazado por sus hermanos —que lloraban sobre su ropa— y Keigo que se reía de la expresión de incomodidad del mayor.

Una vez todos reunidos, pasaron al interior de la casa de los Todoroki.

Solamente Keigo y Touya se quedaron en la sala con los mayores, después, a los demás los llevaron al patio principal de la casa.

Donde Katsuki se quedó por todo un minuto admirando la carita de bebé de Shoto Todoroki sin quemadura. Era difícil de creer, por eso tuvo que contemplarla tanto tiempo.

Bien, es un alivio. Se ve más lindo sin ella.

—Uhm, ¿mí cara es rara? Me estás mirando mucho.

Natsuo y Fuyumi, en calidad de buenos anfitriones y niñeros, se habían ido a buscar juguetes y comida para entretener a los menores. Por lo tanto, estaban solos en el patio y ante el silencio que había entre ambos debido al análisis del cenizo, era de esperarse que el bicolor lo rompería cuando sobrepasó su límite de incomodidad.

—No es rara —negó el cenizo buscando una excusa que pudiera servirle —Solo pensaba de porque es mitad y mitad. En tu color de pelo y ojos.

—Oh —abrió la boquita el bicolor —Mamá dice que porque en la fábrica de bebés pusieron mitad de ella y mitad del viejo. Por eso, salí así.

¿Fábrica de bebés? Si que a un niño de cinco años no se le explica el sexo pero vamos, ¿en serio?

El cenizo se cubrió la boca para tapar la risa, causando que el contrario inclinara la cabeza para verlo y le mirará de cerca.

— ¿De qué te ríes? —quiso saber con inocencia.

—De nada —sonrió inocente el de ojos rojos —Pero desde hoy te declaro mitad-mitad. Es tu nuevo nombre.

—Mí nombre es Shoto —hizo un puchero el bicolor.

—Mitad-mitad te queda mucho mejor —aseguró el cenizo —Ya te vas a acostumbrar.

Todoroki frunció el ceño en desacuerdo, lo que ocasionó una ligera risa en el de ojos rojos y recordando que el pequeño niño delante suyo nunca tuvo una infancia normal, hizo que ambos bajarán del porche dónde estaban y lo llevo a rastras al centro de patio. Después, fue a buscar una pelota.

Cuando el bicolor le vio claramente confundido, Bakugou solo puso la pelota en el piso y señaló los dos arbustos que tenía detrás suyo.

—Si la pelota pasa, es un punto. No puedes acercarte mucho y vale usar nuestros quirks —dio las reglas del juego —El primero en llegar a veinte gana, mitad-mitad.

—Bien —asintió entusiasmado el bicolor pero luego recordó —Ah, espera, no sé cuál es tú...

Una fuerte explosión y la pelota pasando por un lado de su pierna derecha fue la respuesta que Shoto recibió hacía cual era el quirk de Bakugou Katsuki.

Sin embargo, lo único que pudo pensar sobre ello es que creía que se jugaba a la pelota con los pies y no con las manos.

—El orfanato al que me llevo Endvador-san era muy aterrador. Los adultos eran muy malos, nos golpeaban y hacían que hiciéramos sus trabajos. A los niños más pequeños no les hacían nada pero los demás... —el tono de voz del rubio disminuyó —Era como estar devuelta con mí papá, así que me escapé. Después, una semana o dos, en el callejón que estaba viviendo vi un accidente. Un autobús que estaba por estrellarse, tenía muchas personas, así que use mis plumas para sacarlas a todas. La Comisión de Seguridad Pública de Héroes se enteró de eso y mediante los testimonios de las víctimas me encontraron y llevaron. Yo...solo quería una cama para dormir y una buena comida.

Masaru paso una mano por la espalda de Keigo y Mitsuki le dio un besito en la frente. El rubio se veía visiblemente afectado por tener que contar todos esos hechos de una sola vez, pese a que su voz se mantuvo estable en todo momento, su expresión pérdida demostraba lo mucho que le afectaba.

Enji se quedó en silencio viendo al pequeño de alas rojas.

Luego a los adultos que lo protegían, que buscaban una explicación decente de su parte.

—Los hijos de villanos no pueden ser enviados a un orfanato normal. Se les manda a uno especial que reforma su comportamiento, para que no se vuelvan como sus padres —explicó el pelirrojo apretando los puños bajo la mesa y controlando sus llamas —Pero no se les maltrata. Juro que no sabía que estas cosas pasaban.

—Le creo, Todoroki-san —apretó la mayor a el rubio en su pecho para poder abrazarlo —Eso no es su culpa. Pero espero que se haga cargo ahora que lo sabe.

—Nosotros queremos adoptar a Keigo-kun pero no podemos ignorar el hecho de que hay más niños en su situación —agrego el castaño —Tanto los del orfanato como los que están al servicio de la Comisión.

—Me encargaré de ellos —prometió el pelirrojo —Ahora, respecto a Touya, ¿tú lo encontraste, no? ¿cómo?

Keigo miro hacía Touya, como si buscará su permiso para hablar de ese evento y al verlo asentir con la cabeza, acepto hacerlo. El albino ya debió haber dicho que despertó en el hospital sin saber precisamente cómo llego ahí, así que le correspondía a él contar esa parte, por desagradable que fuera.

—Estaba entrenando. Hum, cuando eso pasa, tengo un collar aquí con dispositivo GPS y...choques eléctricos si me voy muy lejos —explico el rubio señalando su cuello que tenía unas pequeñas marcas —Ese día vi un incendio y me acerque, al principio dolió porque me aleje mucho y el collar lo detectó. Y luego, no sé si fue el intenso calor o algo parecido, pero dejo de funcionar. Mis alas se empezaban a quemar y hacia mucho calor. Pensé, ¿que hago aquí en primer lugar?

Y, sinceramente, pensó que era para quemarse hasta las cenizas en ese lugar y que así nadie pudiera volver a hacerle daño. No le importaba que doliera tanto, no era nada comparado con el entrenamiento de la Comisión, los golpes de sus padres y los tutores del orfanato, las llamas azules eran suaves comparadas con el dolor que ya había sufrido.

Incluso, por medio segundo, le parecieron lindas.

Sí, quizás fue por eso que se dio cuenta.

Que en el bosque no era él únicamente quién estaba a punto de ser consumido por las llamas.

—Entonces vi un cuerpo en el suelo. Me acerque y comprobé que tuviera pulso —jugo con sus manos el rubio —Una vez lo comprobé, hice lo posible con las pocas plumas que me quedaban para salir del bosque. Lleve a Touya al hospital y volví con los de la Comisión. A cambio de usar un poco de todo el dinero que tenían para curarlo, prometí no volver a intentar escaparme. Ellos aceptaron ya que dijeron que por fin estaba desarrollando un "sentido heroico".

—...Me dijiste que solo pagabas la habitación —acuso el albino —Que las cirugías que tuve fueron hechas por el hospital sin fines de lucro.

—Estaba seguro que te ibas a ir si te lo decía —rió nervioso el rubio —Es decir, aunque no me hablabas, se notaba que no te gustaba cuando volvía del entrenamiento lleno de heridas, ¿no?

Touya giro la cabeza, con el ceño ligeramente frunció y murmuró en voz baja.

—No me gustaba que dijeras que era nada con una tonta sonrisa en el rostro.

El rubio parpadeo sorprendido, ya que reconoció en aquellas palabras la preocupación del albino por él y eso le hizo sonreír.

Mitsuki y Masaru también sonrieron al verlos.

Rei pidió la palabra cuando el ambiente se volvió más ligero entre todos.

—Muchas gracias por salvar a mí hijo, Takami-kun —agradeció con sumo respeto al niño de alas rojas —Enji hará todo lo posible para que puedas ser libre de quedarte con Masaru-san y Mitsuki-san. Harán una encantadora familia.

— ¿F-Familia? —tartamudeo el rubio viendo hacía los adultos — ¿Nosotros?

—Y Katsuki —agrego la rubia con una ligera risa —Siempre estuvo en nuestros planes tener más hijos. Queríamos esperar a que Katsuki creciera un poco más para aceptarlo pero no creo que halla problema. A él le agradas mucho.

—Serás un buen hermano mayor, Keigo-kun —aseguro el castaño — ¿Qué dices?

—Y-Yo...—bajo la cabeza, un pequeño rubor cubriendo sus facciones y sus alas rojas queriendo cubrirlo de la vista de todos —Estaría m-muy feliz de quedarme con ustedes.

Los Bakugou se sintieron muy felices de escuchar aquellas palabras. Aunque, también notaron que el mayor de los Todoroki los miraba haciendo pucheros porque el rubio estaba abrazada a la mayor y el castaño.

Mitsuki tuvo que hacer su mejor esfuerzo para contener la risa.

—Ahora que lo de Keigo-kun está solucionado, ¿qué hay de sus terapias, Todoroki-san? —cambio de tema la de ojos rojos con seriedad y el ceño fruncido — ¿Ya las acordaron?

—Suena como mí vieja maestra de primaria preguntando si hice mí tarea...

Rei congelo a su esposo, impresionando bastante a su hijo mayor que jamás la vio hacerlo, para luego sonreír hacía la rubia.

—Natsuo, Fuyumi, Touya y Shoto tienen su primera evaluación psicológica individual mañana temprano. Enji y yo en la tarde —dictó la albina sus horarios —Luego tenemos terapia matrimonial y familiar en conjunto.

—De acuerdo —asintió satisfecha la rubia —El arreglo sigue siendo el mismo, Touya-kun se quedará con nosotros por mínimo seis meses. Pero podrán verlo todo el tiempo que querían e incluso ya hemos buscado con Masaru lugares cercanos a ustedes para mudarnos.

—Lo que todavía no encontramos son escuelas para Katsuki y Keigo-kun —suspiro el castaño — ¿Podrían recomendarnos algunas? Nos estamos quedando sin ideas.

Rei estaba por decir un par de ellas cuando la puerta corrediza de la sala fue abierta por un pálido y asustado Natsuo.

— ¡M-Mamá, Katsuki se lastimó las manos! ¡Y le duele mucho!

Inmediatamente, la reacción de los padres del cenizo y el rubio fue salir corriendo de la sala.

En Boku no Hero Academia hicieron parecer que Bakugou Katsuki siempre tuvo un control perfecto de su don. Por lo tanto, fue tan idiota como para confiar en esas capacidades, unas que debió saber no fueron creadas de la noche a la mañana.

Al inicio, Katsuki pudo jugar normalmente y divertirse con Shoto pero después, empezó a sentir un ligero ardor en sus muñecas, algo que ignoro ya que realmente no quería terminar el juego tan rápido, ¡iban en empate desde que el bicolor hizo más balones usando su hielo! Así que ignoro aquel dolor y siguió jugando.

Hasta que una de sus explosiones no salió como se suponía. No sabe exactamente qué fue pero, la explosión debía salir de su palma sin tocar tanto su piel, para así no hacerle daño. Pero está explotó en su mano, causándole un muy potente e inimaginable dolor

El cenizo grito apenas paso, no podía creer el ardor intenso que le atravesaba los dedos, las palmas y muñecas. Era mucho peor que cualquier otra quimioterapia que hubiera tenido que soportar. Ni siquiera le importo arrodillarse en el piso, con las manos heridas y llorar delante del aterrado bicolor, que al ver la sangre, salió corriendo en busca de sus hermanos mayores.

Natsuo y Fuyumi habían estado viendo su juego a la distancia, así que obviamente vieron lo que pasó. El primero se fue corriendo en busca de los mayores y la segunda se acercó a los niños, tomando con muchísimo cuidado las manitas heridas del cenizo y usando con delicadeza su quirk para aliviar un poco de su dolor con viento helado.

— ¿Estás mejor, Bakugou-kun? —pregunto con dulzura la niña, admirando lo quieto que se quedó el de ojos rojos para que pudiera tratarlo.

—Ugh, sí —asintió el cenizo pese tener el rostro bañado en lágrimas.

El bicolor miraba a su hermana mayor y al de ojos rojos con ansiedad, sin saber exactamente qué hacer para ayudar. Si debía también usar su quirk para aliviar su dolor o quedarse al margen sin molestarlo. Se empezaba a preguntar si lo que pasó fue culpa suya, ya que nunca había jugado con otro niño de su edad, ni usado su quirk para otra cosa que no fuera entrenar, ¿acaso se pasó al crear los balones de hielo para poder anotar más puntos? Eso fue lo que llevo a que el de ojos rojos usará más explosiones. Entonces, seria lógico decir que todo fue su culpa, ¿no?

Shoto bajo la cabeza al pensar en eso, se mordió los labios con ansiedad y miro con culpa hacía el cenizo, que no tardó en descifrar sus emociones detrás de sus ojos azul y gris.

—No seas i-idiota mitad-mitad —le tembló la voz por el dolor —No es tu c-culpa. Es mía p-por no saber manejar mí quirk. Es malditamente poderoso.

—Eso es cierto, es un quirk muy poderoso —halago la albina de mechas rojas, pasando un pañuelo para limpiar la sangre del menor y haciendo conversación para mantenerlo distraído del dolor  —Seguro debes tener mucho cuidado cuando lo usas, ¿no, Bakugou-kun?

El mencionado asintió aunque era la primera vez que lo pensaba y que le pasaba esto. Tendría que tener mucho más cuidado a partir de ahora y recordarse que el quirk, su quirk, debía ser ahora desarrollado por él y controlado por él. Tenía que llegar al nivel de su anterior portador o sería una vergüenza.

Seguro puedo lograr lo que hizo Bakugou Katsuki y mucho más.

El menor movió ligeramente sus dedos adoloridos con un pensamiento optimista en su mente, sabiendo claramente que le esperaba un largo y complicado camino, uno que el villano debió transitar mucho antes que él.

Porque no se lograba ser el número uno solo por casualidad y fuerza bruta, ¿no?

— ¡Katsuki! ¡¿Estás bien?!

El grito preocupado de Mitsuki fue el aviso antes de que el menor fuera levantado en brazos por su progenitora y tuviera a Masaru revisando sus manos, ambos se veían tan preocupados que se sintió culpable. Cómo cuando sus padres lo miraban en la camilla del hospital después de un día especialmente malo. A esa escena tuvo que agregarle la incorporación de Keigo que miraba sus manitas quemadas con horror y ya, se sentía como el peor niño de todos.

Tendría más cuidado la próxima vez para no tener que verlos así.

— ¿Te duele mucho, tesoro? —interrogó la rubia —Masaru, ¿deberíamos ir al hospital?

—No creo, no es tan malo como la última vez —aseguro el castaño intentando brindarle algo de calma a su esposa —Pero si Katsuki se siente muy mal, podemos ir.

—Estoy bien —confirmo el de ojos rojos —Solo estábamos jugando y...paso esto.

—Te dije que tú quirk es muy inestable todavía, debes tener cuidado —reprocho la rubia para después besar la frente del cenizo —Dios, que niño tan problemático eres. Me diste un buen susto.

—...Lo siento.

Ante la bajita voz del menor disculpándose, la pareja sonrió levemente y lo llenaron de abrazos y besos que acepto a regañadientes.

Keigo que observaba la escena también se unió a la misma, para abrazar un poquito a el cenizo, aunque le daba miedo rozarle las manos y lastimarlo sin quererlo. Luego, se alejo de los tres y fue hasta Touya que le vio con una ceja alzada, ya que tenía una mueca de preocupación en el rostro.

— ¿Sabes cómo puedo ser un buen hermano mayor? —interrogó el rubio de cabello rizado.

—Le preguntas a la persona equivocada —bufo el albino —Pero, si te sirve de consuelo, no lo haces nada mal, pajarraco.

—No uses ese apodo, por favor —se rió el rubio —Le pertenece a mí hermanito.

— ¡Keigo-kun, Touya-kun, vengan! —llamo la rubia a el niño — ¡Nos vamos a casa! ¡Katsuki necesita descansar y ustedes también!

Los mencionados asintieron, en parte muy contentos de poder volver al lugar donde se sentían cómodos, que era la casa de los Bakugou.

Por otro lado, los Todoroki se agruparon para despedirse del albino. Natsuo y Fuyumi seguían confundido acerca de porqué su hermano mayor no podía permanecer en casa y debía irse con unos extraños —para ellos, que todavía no entendían lo que habían hecho por su hermano— pero no hicieron comentarios, solo lo abrazaron fuertemente y después, volvieron con Rei. Enji no abrazo a su hijo, no era el momento para eso aún, pero sí le dio una palmada en la espalda y prometió esforzarse en sus terapias.

El último en despedirse fue Shoto, que seguía mirando preocupado hacía el cenizo que estaba en brazos de la rubia mujer pero se volteo a ver al mayor cuando esté se arrodilló delante suyo.

—Se pondrá bien —le aseguro —Es un niño fuerte.

— ¿En serio...? —vacilo el menor.

—En serio —afirmó con convicción el mayor — ¿Te agrada?

—Sí, me enseñó a jugar a la pelota —contó el bicolor — ¡Con nuestros quirks! No sabía que eso se podía.

Es porque no se puede.

Ignorando las cosas peligrosas que el pequeño demonio le pudo haber enseñado a su ingenuo e inocente hermano menor, el albino sonrió y se despidió de su familia, sabiendo que a partir de ahora, estarían bien.

Estarían separados por un tiempo. Pero no tardarían en volver a reunirse.

—Una siesta te hará bien —aconsejo la rubia en lo que terminaba de envolver las manos de su hijo —El ungüento que te puse es anestésico y como sé que te es aburrido no poder usar las manos para jugar, lo mejor será que duermas.

— ¿Y el pajarraco y la momia? —pregunto el cenizo con un puchero.

—Keigo-kun está en una revisación médica con Masaru. Está muy delgado para mí gusto y debemos saber que estado de salud tiene para poder cuidarlo —suspiro la rubia —Touya-kun se fue a dormir a mí cuarto. Pese a no demostrarlo, la reunión con su familia lo tiene muy agotado. Hay que dejarlo dormir.

—Humm —asintió el menor —Bru...mamá —se corrigió ante la mirada de la rubia — ¿Ellos van a quedarse, verdad?

Mitsuki y Masaru serían una buena influencia para Keigo y Touya, eran padres amorosos, estrictos y alentadores. Bajo su guía, podrían ser felices y no podía negar que la idea de tener hermanos con quienes pelear se le hacía divertido. Aunque el rubio sería más como un hermano y el albino un primo lejano que le gustaba quedarse en su casa.

Cuando la rubia mantuvo el silencio, el de ojos rojos se preocupo de que las cosas no fueran como él quería.

Sin embargo, se calmo unos momentos después.

— ¿A ti te gustaría eso? Eres un niño muy mimado y problemático, tendrías que aprender a convivir con ellos y aceptarlos —advirtió la mayor —Y hacerles caso porque son mayores que tú. No puedes venir después un día y pedirnos que se larguen, ¿lo entiendes?

—Sí —bufo el menor —Lo entiendo. Me...gustaría que el pajarraco y la momia se queden, mamá.

Mitsuki sonrió dulcemente al escuchar a su hijo decir eso y le acaricio el cabello con ternura.

—Entonces, debes acostumbrarte a llamar a Keigo-kun, Kei-nii. A Touya-kun puedes llamarlo solo por su nombre si lo prefieres, él ya tiene muchos hermanos y no creo que le agrade la idea de tener otro más del cual preocuparse —se rió la rubia dejando la cama del menor —Que descanses, Katsuki.

Katsuki asintió y se durmió con una sonrisa, pensando que el mundo que había visto en Boku no Hero Academia, sería muy distinto al que él estaba creando.

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