Capítulo 46

— ¿Te echaron de la habitación, pequeño Sho?

Shoto sintió un escalofrío cuando escucho aquella voz, en medio del pasillo de cuidados intensivos a unos metros de la puerta que lo separaba de Katsuki y su familia, que estaban teniendo su ansiada reunión. No le pareció apropiado interrumpir su momento, más cuando Mitsuki y Keigo estaban llorando tanto e igual que él, lo hacían sobre el pecho del cenizo, que los consolaba en silencio, sin decir una palabra. Por eso había salido, quiso darles privacidad y además, debía ir a comunicar la buena noticia al resto.

No esperaba encontrarse con Touya a menos de un metro de la puerta, que viera sus ojos hinchados y mejillas húmedas, la ropa que llevaba sin lavarse unos tres días y su cabello hecho un desastre de blanco con rojo lo hizo avergonzarse. Su hermano mayor le había dicho que el camino para ser un héroe era duro y se encontraba repleto de tragedias, no quería hacerlo sentir decepcionado al ver que estaba hecho un completo desastre.

Sin embargo, en el momento en que bajo la cabeza para evitar que viera sus ojos, el más alto se acercó y puso una mano sobre su cabello, para después acercarlo hasta su hombro en un tosco e inesperado abrazo. Pudo sentir el ligero aroma del tabaco en su ropa y una sensación fría en su cuerpo que venía del contrario, que lo hicieron sentir a gusto.

—Perdón, quise actuar normal pero eso no sirve de mucho en este momento —se disculpo el de ojos azules —Shoto, lamento no haber estado contigo cuando me necesitabas. Lo lamento en serio.

—...El viejo me dijo que tú misión era una prioridad, no tienes de qué disculparte, nii-san —murmuro el bicolor apoyándose en el mayor, hallando el confort familiar en eso —Además, estás aquí ahora, ¿no?

—Eres realmente muy bueno y blando, pequeño Sho —suspiro el albino, separándose de su hermano menor y sacudiendo su cabello con fraternal cariño — ¿Cómo te sientes?

—Mejor desde que Bakugou abrió los ojos —respondió el de quirk dual.

—Bien, Keigo también pareció revivir cuando una de las enfermeras le llamo para avisarle de eso —sonrió ligeramente el mayor —Incluso se olvidó que estaba con él y empezó a volar hacia acá. Tuve que agarrarme muy fuerte para no caerme en el viaje.

—Kei-san se la paso muy angustiado, es de esperarse que hubiera hecho eso —dijo el menor, recordando la apariencia del rubio en la última semana y de que, como héroe, no podía faltar del todo a sus deberes sin importar que un familiar estuviera atravesando una situación de vida o muerte — ¿Vas a esperarlo?

—No, tengo que volver a mí misión —avisó el albino —Aprovecharé de saludar de Fuyu y Natsuo, hace como tres meses que no los veo en persona y los mensajes de números desconocidos les están poniendo nerviosos.

Era lo malo de la misión tan larga que le habían encomendando, la propia organización internacional de héroes de la que formaba parte Touya le advirtió que era de una larga e indeterminada duración, donde el contacto sería escaso con sus familiares y otros seres queridos. Pero aún así, él acepto hacerla con tal de cumplir con el sueño de Keigo de un mundo más seguro para las personas que amara y para así ser digno de él.

De haber sabido que el rubio de alas rojas le hubiera aceptado sin hacer tanto sacrificio, no habría llevado la misión tan lejos hasta el punto de no retorno en el que se encontraba. Ya que no podría asignarla a nadie más aunque quisiera, Hawks, Himiko y Jin estaban dentro de la misión, igual que su contacto externo, el novato pero inteligente policía Saito Takeo. Había acumulado una gran cantidad de información sobre Shigaraki Tomura y All for One. Nadie podría seguir con la misión como él. Por lo tanto, le correspondía finalizarla.

El único punto bueno de eso era que podía hacerla al lado del hombre que amaba y unos inesperados pero agradables compañeros.

—Son escalofriantes. Únicamente pones, "estoy bien, T". A mamá le dará por congelar todo el patio un día si los sigue leyendo —comento con genuina preocupación el menor pero al ver al contrario tan tranquilo, alzó una ceja y le miró con sospecha — ¿Acaso te comunicas más frecuentemente con ella?

—Mamá es mamá. Y el viejo me amenazó con filtrar unas fotos mías de bebé en la agencia si no la calmaba de vez en cuando con alguna llamada —admitió el albino —Además, de que tengo una persona de confianza que le cuenta de mí estado y viceversa.

Shoto asintió con preocupación y Touya le volvió a dar unas palmadas en la cabeza, en lo que veía los ojos azules de su hermano mayor deseo poder preguntarle muchas cosas acerca de su misión, donde era —ya que ni de eso tenía idea— que importancia tenía o si ya llegaba a su fin, pero sabía bien que esas eran cosas que no podía saber. Así que, cuando el mayor le pregunto por las indicaciones hacía la habitación de Fuyumi y le aseguro que a esa hora Natsuo se encontraba con ella compartiendo un café, se despidió de él con un abrazo, que el albino acepto algo sorprendido.

—Te has vuelto más afectuoso en mí ausencia, ¿eh, pequeño Sho? —bromeó el mayor.

—No, simplemente me apetecía hacer esto —soltó a su hermano y sonrió un poco —Espero que nos veamos pronto, Touya-nii.

—Sí, espero lo mismo, pequeño Sho —deseó el de ojos azules con sinceridad —Hasta entonces, cuídate mucho. También al pequeño demonio.

—Lo haré.

Y con esa corta pero importante despedida, ambos hermanos se fueron por distintos puntos del pasillo del hospital.

La Fundación de Protección a Niños se encontraba con solo dos de sus cuatro edificios en funcionamiento, el orfanato y la clínica. El edificio de administración estaba en reparaciones debido a que fue el centro de la batalla contra Re-Destro y sufrió un gran daño a nivel de estructura e infraestructura, había ciertas partes que podían salvarse y otras que estaban en constante peligro de derrumbe, por lo cual no se podía ingresar sin la protección adecuada. Por otro lado, el edificio que correspondía a la escuela debía ser totalmente reconstruido a partir del polvo que quedó. Este panorama daba una imagen muy desoladora, con la falta de los edificios, las plazas se veían más grandes y solitarias, dando la ilusión de que los niños estaban en una especie de campo idílico y no en una institución de protección y formación.

Aparte de que, desde hacía días, en las puertas de la Fundación se encontraban los ansiosos reporteros que querían saltar las rejas y encontrar respuestas al ataque del Ejército de Liberación. Con ellos ahí, los niños no se sentían nada seguros de salir a jugar, preferían la seguridad del orfanato y la clínica, sin importar cuánto los adultos insistieron en que pasar un poco de tiempo al aire fresco les haría bien, ninguno quiso hacerles caso y nadie se atrevía a obligarlos.

—Malditos buitres —se quejo un obrero, en lo que el flash de una de las cámaras le crispaba más los nervios — ¿Acaso no hay nada más interesante allá afuera? ¿Tienen que joder todo el día acá?

—Mí sobrina está aquí, ¿saben? Mí hermana menor cometió muchos errores y su hija los pago, pero es una muchacha tan buena —suspiro otro con tristeza —Si los de la prensa discriminan todavía más a los hijos de villanos, no tendrá un futuro por el cual pelear.

—Se creen con el puto derecho de molestar a un montón de niños que ni pudieron defenderse del gobierno y los héroes, son una total mierda —escupió en el piso uno de los hombres más grandes —Hey, niño, ¿no puedes hacer algo para sacarlos? Que de esta forma ni siquiera podemos trabajar tranquilos.

Iida había estado mirando a un par de los obreros construyendo las paredes de la nueva escuela, escuchando vagamente su conversación ya que su atención estaba puesta en otro lugar pero cuando escucho que lo estaban llamando a él, se enfocó y les miro.

—Lo lamento, se apoyan en la libertad de prensa para quedarse en la reja —se disculpo el de lentes —Los guardias solo pueden pedirles que se alejen un metro más, ¿les gustaría eso?

—Peor es nada —bufo el jefe de los obreros —Ve a pedirles eso, por favor.

El más alto asintió con seriedad y dejó su posición para caminar en dirección a una garita de seguridad, un par de militares estaba ahí, hablando y cuidando el lugar. Al verlo llegar, el mayor de ellos se puso en pie, le saludo con amabilidad y le pregunto qué necesitaba de ellos.

En el mundo de los héroes, los militares eran figuras de suma autoridad ya que representaban la fuerza del país. En cambio, los héroes eran figuras públicas enfocadas en la protección social, en crear una moral que diferenciara lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. En una escala de estatus, algunos militares llegaban a tener un rango más alto entre los héroes, pero para el público los héroes eran los héroes y punto. El respeto y la devoción, iban solamente para ellos.

El representante de la clase A nunca pensó, hasta ahora, lo injusto que eso era. Si no se hubiera ofrecido como guardia junto con Yaoyarozou, para compensar la pérdida de los guardias militares en la batalla contra Re-Destro, ¿cuánto hubiera tardado en ver esto? ¿en ver el trabajo de tantos hombres que, en silencio y en el anonimato, cuidaban de aquellos que más lo necesitaban?

—A los trabajadores les está incomodando la presencia de la prensa, ¿podrían ir a pedirles que se alejen lo máximo posible, por favor? —pidió el de lentes con la mayor amabilidad y respeto —Puedo acompañarlos.

—No es necesario, joven, podemos hacerlo solos. Espantar aves es sencillo —sonrió el viejo militar, en lo que se arreglaba su gorra y miraba a dos hombres a sus lados que se pusieron a sus lados para acompañarlo —Por otro lado, cuidar de las flores es más complicado a nuestra edad, ¿no es así, muchachos?

—Es verdad —rió uno de los hombres.

—Ya no estamos en edad para eso —agrego divertido el otro.

Tenya no comprendió de qué estaban hablando hasta que el mayor señaló hacia la persona que había captado su atención desde el inicio, desde que estaba viendo la construcción en progreso hasta ahora. La única persona que miraba hacia la reja donde estaban los reporteros, con ojos fríos de color dorado, usando un vestido negro corto de mangas largas y botas grises que le llegaban hasta las rodillas, cuyo corto cabello rubio era cubierto por un gorro de lana beige y llevaba en sus manos unos ramos de flores rosadas.

Yuna Kaminari.

—Una hermosa flor que ya no cuenta con espinas para defenderse es todavía más encantadora y peligrosa —suspiró el viejo militar —Ve con ella, la conoces, ¿no? Si sigue viendo de esa forma a la reja, tengo miedo de que la cruce y le meta a alguien su cámara por un lugar inapropiado.

El de lentes sintió un ligero rubor cubriendo su rostro pero sin decir nada se dirigió hasta donde estaba la rubia, escuchando las leves risas de los militares que iban a cumplir con su pedido. A medida que se le acercaba por el camino de piedra blanca que conectaba todos los lugares importantes de la Fundación de Protección a Niños, se fue asegurando de hacer ruido para alertarla de su presencia. Ya tuvo dos ocasiones dónde asustó a la mayor por ser demasiado sigiloso al momento de entrar en la enfermería o bajar a desayunar por la mañana —ya que, curiosamente, los dos compartían el mismo horario y el favoritismo por la cafetera comunitaria de los dormitorios— lo que ocasionó que casi, ella lo golpeara y era una experiencia que no quería repetir.

No porque un golpe de la rubia fuera algo grave. Si no debido a que le dolió en el corazón ver en sus ojos dorados el miedo que tenía cada vez que volteaba a atacarlo. Estaba convencido de que la rubia se sentía muy vulnerable y desprotegida al ya no contar con su quirk que la mantuvo fuerte en su peor momento. Que la protegía y dañaba a otros por ella. No podía comprender del todo sus sentimientos pero los que sí entendía, como el miedo y el estado de alerta que tenía en ocasiones, haría todo lo que estuviera a su alcance para que no le pasaran cuando estuviera con él. Por lo tanto, hizo sus pisadas lo más fuertes posibles, con tal de avisarle de su proximidad.

La mayor de los Kaminari lo escucho cuando estaba a una escasa distancia, le miró de lado, con aquellos ojos dorados fríos que cuando percibieron que se trataba de él, cambiaron ligeramente y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Alzó la mano derecha, movió los dedos y le hablo en el lenguaje de señas.

Un lenguaje que él aprendió exclusivamente para hablar con ella. No porque creyera que le sería útil como héroe o que era una habilidad importante a tener en cuenta. No, el lenguaje de señas lo aprendió para saludar a la hermosa mujer de cabello rubio que siempre estaba en su mente, la que trataba a todos tan cuidadosamente en la enfermería y mantenía sus distancias a la vez, la que sonreía abiertamente únicamente para sus hermanos y se esforzaba por ser mejor cada día.

Ni tenía idea de cuando ella se convirtió en alguien tan especial. Un día, simplemente, Tenya se encontró visitando la enfermería solo para compartir un té con ella sin otros motivos. Una situación que se repitió toda una semana, duro más allá de un mes y que después, se convirtió en un hábito. No, realmente, no lo sabía.

Le encantaría saberlo, sinceramente.

Hola, Iida-kun.

—Hola, Kaminari-san —la saludo con tranquilidad aunque por dentro podía sentir lo agitado que estaba su corazón — ¿Qué estaba haciendo? ¿Y esas flores?

Yuna hizo una ligera mueca, tenía labios finos de color rosado y era tan baja y con un rostro tan delgado, que parecía de su edad, aunque en sus ojos dorados desconfiados se mostraba que no era una adolescente. Si no, una adulta joven que había pasado por demasiado en su vida y que eso se reflejaba en su personalidad y aura. Por alguna razón, siempre que estaba con ella, se sentía en calma y peligro. Sabía bien de las cosas que hizo, de las personas que All for One la mando a asesinar y de cómo la usaba para controlar a sus secuaces, por ese mismo motivo tenía tanto miedo de sentirse tan en paz a su lado.

Como si todo lo inmoral que hizo para él no tuviera relevancia. Cuando debería ser lo contrario.

El de lentes meneo la cabeza cuando se dio cuenta que por estar perdido en sus pensamientos no presto atención a la respuesta de la mayor y que ella la estaba repitiendo, creyendo quizás que hizo los gestos incorrectos. La vio atentamente en esta ocasión.

Voy a mostrar mis respetos. El segundo hijo de la Fundadora y Endvador mandaron a construir unas pequeñas tumbas para los niños muertos en el ataque. Pero estos reporteros me están haciendo desear saltar la reja y hacerles comer las flores.

—Sí, son bastante molestos. A los obreros tampoco les agradan —dijo el de lentes, conteniendo una risa al ver el ceño de la rubia fruncido por la molestia, se le hacía algo lindo — ¿Puedo acompañarla? Me gustaría hacer lo mismo, ahora que tengo un momento libre.

Era una mentira. Debería volver a patrullar. Incluso, tal vez, ir a una de las garitas de seguridad por un intercomunicador para así preguntarle a Momo si necesitaba ayuda o si quería cambiar de lugares por un rato.

Sin embargo, la idea de estar con la rubia, aunque fueran cinco minutos le hacía mucha ilusión. Hacía tiempo que no la veía. Desde el inicio de las vacaciones de invierno hasta ahora. Quería verla un tiempo más y hablar de lo que pudieran, de los temas que quisieran tocar. Porque Yuna no hablaba de ciertas cosas —como la razón de estar en primer lugar en esa institución, aunque podía intuir esa parte— y él tampoco, pero lo demás estaba bien. Lo que sea con tal de que no se fuera, estaba bien.

El más alto rogaba que no se notará su desesperación y ansiedad porque la de ojos dorados aceptará su ofrecimiento.

Si estás libre, no tengo problema. Pero no tienes que sentirte responsable por mí, Iida-kun. No causare problemas en la Fundación, no soy tan traviesa como Denki.

A Iida se le salio una pequeña risa, una que la rubia imito aún si de sus labios no se filtro ningún sonido. Después, ella lo guió por el camino hacia el improvisado cementerio, quedaba bastante adentro de los parámetros de la Fundación, en una zona llena de árboles y con una fuente de mármol blanco que tenía tallados de ángeles. En aquel lugar había varias tumbas junto con dos monumentos. En el primero estaban un niño y una niña, tomados de la mano, sonriendo y con alas detrás de su espalda, una placa decía "por los ángeles caídos, que el cielo cuide sus almas eternamente". Mientras que el segundo era de un animal, un león para ser exactos, con el símbolo de la bandera japonesa, la placa a sus pies marcaba lo siguiente "Ha los protectores de esta lugar, hombres y mujeres valientes y poderosos. Su amor, compasión y bondad, jamás será olvidada".

Un monumento para los niños fallecidos. Un monumento para las guardias y militares que murieron intentando protegerlos.

El de lentes miro como la mayor se arrodillaba en el piso, sin importarle ensuciar el vestido negro y repartía las flores entre ambos monumentos, para después poner sus manos cerca de su pecho y orar. Él hizo lo mismo, un poco incómodo por estar usando su traje de héroe que era tan rígido, pero igualmente se arrodilló y rezo un par de oraciones que su madre le enseñó de niño. Luego, miro hacía la mayor, ella estaba tirando de las mangas de su vestido negro, revelando unas líneas blancas que iban desde la mitad de su brazo hacia arriba. Nunca se las había visto. Eran finas y largas, con bordes blancos, hechas posiblemente con un cuchillo o una navaja.

Ella lo atrapó viéndolas, bajo de inmediato la manga con la que estaba tirando ansiosamente y le miró, se veía nerviosa y desconfiada, pero su mano derecha e izquierda se levantaron para formularle una explicación.

Las personas que All for One me mandó a asesinar. Me pareció injusto que no se notará lo que había hecho. Nadie me castigo por ello, pese a que me lo merezco.

— ¿Por eso se castigo así misma marcando sus muertes en su piel? —interrogó el de lentes y la femenina le dio una mirada seria pero no parecía molesta, si no, dolida y frágil, se arrepintió de inmediato del tono brusco que uso para hablarle —Lo lamento. No es mí lugar cuestionar las cosas que hizo en el pasado, Kaminari-san. Me pase de la línea.

La rubia sonrió un poco, en parte de manera honesta pero la otra...parecía muy triste y lejana. Cómo si pensará que no tenía el derecho a una disculpa por su parte.

No pasa nada. Es agradable tener a alguien con quien hablarlo. Además, Iida-kun es honesto, muy disciplinado y correcto. Totalmente mí opuesto.

—...En realidad, yo también he cometido errores que si no fuera por mis amigos, es posible que igual que Kaminari-san me creyera merecedor de algún tipo de castigo —contó el mas alto, recordando cuando intento ir detrás del asesino de héroes, Stain, por haber lastimado a su hermano mayor —No soy tan bueno como Kaminari-san piensa.

Mentí para estar contigo ahora, por ejemplo. Y no me siento ni un poco culpable por eso.

La rubia ladeó la cabeza con curiosidad, como si no le creyera del todo y eso hizo al más alto sonreír un poco, en lo que se atrevía a tomar las manos de la femenina entre las suyas. Tenía las manos un poco ásperas, debido al constante contacto con la lavandina y el alcohol etílico en la enfermería, unos callos en los dedos debido a que pasaba horas estudiando los libros que Recovery Girl le daba. De biología, química y anatomía. Uñas cortas para no lastimar a nadie, pintadas de un azul oscuro con líneas plateadas. Le acarició suavemente para no asustarla con sus inesperadas acciones y la miró a los ojos.

—Y Kaminari-san es más buena de lo que cree —aseguró convencido —Es cierto que le llevará tiempo perdonarse las cosas que hizo e incluso es posible que nunca lo haga. Y está bien, esta bien si no lo olvida, si elige vivir con esa carga y seguir adelante. Solo debe recordarse que es buena. Que es muy buena y que muchas personas la aprecian. Mientras no olvide eso, estará todo bien. Porque es una persona muy fuerte.

A Yuna le pareció muy patético de su parte dejarse conmover tanto por las palabras de un chico de apenas diecisiete años, el sentirse tan aliviada de escucharlas. Pero decidió dejarlo pasar por esta ocasión y se hundió en la amabilidad de Tenya.

Aquella que lleno de calidez su corazón en un día tan frío y triste.

— ¿Cuánto más piensan llorar, maldita sea? —bufo el cenizo —Se van a quedar más feas de lo que ya son.

Pese a las palabras bruscas, Bakugou seguía acariciando las cabezas de Uraraka y Ashido, las cuales no habían parado de llorar desde que entraron a su habitación y se abalanzaron a abrazarlo. De eso pasaron unos quince minutos, Kirishima también lloro un poco al verlo bien y ni hablar de Midoriya, Sero fue la única persona que se mantuvo lo bastante estable como para únicamente sonreírle y darle una palmada en la espalda a modo de saludo.

El cenizo empezaba a preocuparle genuinamente que ambas chicas quedarán deshidratadas.

—Uraraka-san, ten —le extendió el de pecas a la femenina unos pañuelos, que él mismo estaba usando para limpiar sus lágrimas —Traje varios.

—Gracias, Deku-kun —agradeció la de ojos chocolate, tomando el pañuelo y frotándose los ojos —Uhg, me arden.

—Por supuesto que lo hacen, tonta —gruño el cenizo —Lloraste incluso más que Deku.

—Seroooo, ¿me veo muy mal? —pregunto la de cabello rosado, girando la cabeza para mirar hacía el más alto que estaba detrás suyo — ¿No, verdad? ¿O si?

—Pues...me reservo el derecho de hacer comentarios que después vayan a ser utilizados en mí contra —sonrió el azabache evadiendo la pregunta —Pregúntale a Kirishima.

Automáticamente, la de quirk ácido miro hacía el de dientes puntiguados, el cual rió nervioso y no supo qué decirle. Es decir, su amiga bien no se veía, ya que tenía el rimel corrido y el cabello rosado hecho un desastre, aparte de unas ojeras enormes de color negro. Pero vamos, no era tan idiota como para decir eso.

La puerta siendo abierta salvo al pelirrojo de una peligrosa muerte. Kaminari pasaba con una enorme sonrisa, desde que el cenizo se despertó, parecía irradiar más energía que antes y era bastante contagiosa, hacía que todos tuvieran una sonrisa en sus rostros al verlo. Y que, por suerte, se olvidarán de lo que estaban conversando antes.

—La mamá de Bakugou nos invita una pizza en la cafetería. Prometió contarnos historias de su infancia, ¡y la mamá de Midoriya va a participar! —contó alegremente el rubio, metiendose en la habitación y tomando el brazo del pelirrojo con confianza mientras miraba al cenizo en la camilla que tenía el ceño ligeramente fruncido por la reunión de su madre con sus amigos, la cual seguramente sería para dejarlo en vergüenza —Togata-sempai pidió visitar a Bakugou está última media hora, antes de que las enfermeras nos nieguen el paso hasta mañana.

—Ah, ¿ya se hizo tan tarde? —se impresionó la de quirk de gravedad, viendo por la ventana de la habitación la oscuridad de la noche.

—Entonces, sería mejor dejarle el lugar a cierta persona para que pase tiempo con nuestro querido líder antes de que llegue Togata-sempai —se rió la de tez rosada —Aunque a él nunca le importo que las enfermeras intentarán sacarlo de la habitación.

—Es una suerte que Enji-san las halla convencido de dejar que se quedará. El hospital tiene varios límites en cuanto el descanso adecuado de las pacientes —se adelanto el de pecas en tomar la chamarra rosada de la castaña y su bolso, por si se le olvidaban al salir —Nos vemos Kacchan, vendremos mañana temprano a verte.

—Lo sé, me lo dejaron en claro entre lloriqueos que vendrían todos los putos días —gruño el de quirk explosivo —Más les vale hacerlo, malditos. Que odio este lugar y si estoy solo, no tengan dudas de que voy a escaparme.

—Tienes que aguantar dos semanas, Blasty. Recovery Girl te dio un muy buen pronóstico de recuperación —le recordó el de dientes puntiguados —No será mucho tiempo.

—Además, vendremos todos los días a animarte —prometió el de ojos dorados — ¡Y mañana con muchas preguntas sobre las historias que nos cuente Mitsuki-san hoy!

El de quirk explosivo rodó los ojos, lo que provocó las risas de sus amigos y les pidió que de una vez abandonaran su habitación. Después de un último abrazo —todos tenían la manía de abrazarlo y tocarlo, como para asegurarse que seguía con vida, así que de momento se los permitía— a cada uno, fue dejado en la soledad de su habitación de hospital. La cual durante ese día estuvo llena de visitas, su familia primero que nada e incluso sus abuelos maternos y paternos que vivían muy lejos de Tokio, luego Natsuo y Enji junto con Rei —le contarían sobre lo que sucedía con la Fundación en unos días más, querían que se enfocará en su recuperación y en descansar— posteriomente toda la clase A, la clase B y Shinsou Hitoshi.

Fue muy extraño. Nunca en una habitación de hospital donde él estuviera habían estado tantas personas preocupadas por su bienestar y felices de verlo bien. Lo hizo sentirse feliz, a la vez que algo agobiado, intento ser amable con todos a su modo, de mostrar con la escasa manera que tenía que estaba contento de verlos. En especial con Monoma, lo más sencillo fue insultarse mutuamente y nunca se había sentido más normal y amigable. Kendo parecía feliz de verlos discutir. Luego, cuando llegaron los héroes profesionales a visitarlo, como All Migth y Beast Jeannist junto con sus profesores, se mostró más respetuoso. Aunque el antiguo símbolo de la paz lloro como su sucesor de alivio al verlo bien y Yamada también, en lo que era consolador por Aizawa.

El cenizo pudo notar que había algo raro con los dos últimos pero no hizo comentarios al respecto. Tenía el presentimiento que se enteraría pronto de eso.

Su habitación estaba llena de obsequios, flores, peluches, cartas de los niños que sobrevivieron al ataque de Re-Destro, chocolates, etc. Estaba bastante impresionado y no tenía la menor idea de dónde metería tantas cosas juntas. En su vida anterior no había recibido semejante afecto y estaba seguro que el villano tampoco, por eso, aunque era algo difícil para él, quería atesorar todas y cada una de las cosas que le dieron.

Pero ahora en especial, quería ver a la persona que estuvo a su lado todo este tiempo y que decidió dejarlo a merced de todos los demás hasta ahora.

Curiosamente, cuando pensó en él, se materializó pasando por la puerta, con una mirada tranquila y pacífica, usando una remera larga de color azul oscuro y un jean negro. Una leve sonrisa pasando por sus labios al mirarlo.

Todoroki se veía mejor que antes, cuando se mostró tan destrozado delante suyo pero podía notar que seguía cansado y quizás, todavía algo temeroso de que todo fuera un sueño y que siguiera inconciente. El de ojos rojos quiso tirar de él para que pudiera hacer lo que hizo anteriormente, abrazarlo y sentirlo. Si eso le hacía sentirse tranquilo, podía abrazarlo todo el tiempo que quisiera y necesitará.

—Hola, mitad-mitad —le saludo — ¿Estabas descansando?

—Sí, me fui a bañar y me dormí. Recién desperté.

Eran las diez de la noche. Y el cenizo se despertó a las siete de la tarde del día de ayer. Después de estar con el bicolor y su familia, volvió a quedarse dormido ya que todavía estaba muy débil y la anestesia seguía dentro de su sistema. Se volvió a despertar al mediodía por la visita de sus abuelos, padres y su hermano mayor que se tomó la mañana libre para estar en su habitación.

Eso quería decir que el de quirk dual había dormido casi un día entero. Posiblemente, no debía saber que era otro día y se apresuro en venir a verlo apenas abrió los ojos.

Se lo mencionaría después. O mejor dejaría que se diera cuenta solo de ese detalle. Pero ahora podía entender porque no lo vio durante tanto tiempo.

— ¿Comiste algo? —quiso saber, ya que escucho por parte de bastantes personas lo descuidado que estuvo siendo el bicolor con su propio cuidado personal.

—Un sandwich —se sentó en una de las sillas al lado de la camilla del más bajo que frunció la nariz al escuchar aquella respuesta —Fue lo primero que encontré.

El cenizo suspiro y giro hacia la izquierda, donde tenía una bandeja llena de distintos bocadillos que le trajeron las enfermeras y un par de ranas de chocolate por parte de Asui. La puso sobre su regazo, tomo un bollo de crema de frijol agridulce y se lo colocó al otro en la boca.

—Come —ordenó con seriedad —Yo ya cene. Así que puedes comerte toda esta bandeja.

El más alto le dio un mordisco al bollo, sintiendo la textura suave y el relleno agridulce entrando a su boca, sostuvo la mano del cenizo que le daba el bollo y lo agarro por su cuenta. En eso, vio como el contrario empezaba a pelear una manzana verde y a cortarla en trocitos para él. Una vez termino con eso, agarró dos galletas saladas y les puso rebanadas de queso.

Ya que tenía bastante hambre debido a los días previos sin comer, aquella ingesta de bocadillos ligeros llenos de azúcar y nutrientes le hicieron bastante bien. Para finalizar, el más bajo le hizo beber varios vasos con agua y con eso, se dio por satisfecho.

— ¿Cómo te sientes? ¿Alguna molestia? —pregunto con preocupación cuando el de quirk explosivo dejo de darle de comer — ¿Los médicos te han hecho más exámenes?

—Es molesto no poder moverme debido a los puntos en mí abdomen. Pero, además de eso, estoy jodidamente bien —apretó la nariz del bicolor que parecía no creerle y se rió un poco de esa infantil expresión —Recovery Girl se hizo cargo de la mayoría de los exámenes. Estoy bien, Todoroki. Me quedaré aquí dos semanas por precaución pero a partir de mañana me llevarán a una sala común y podre salir una hora de la cama para moverme. Volveré a entrenar normalmente en un mes más.

—...Bien, escuchar eso es un verdadero alivio —se mostró más calmado el bicolor —Para Midoriya y los demás habrá sido muy bueno saberlo, ¿ya vinieron a verte, cierto?

—Sí, Uraraka y Ashido lloraron más que Deku al verme —mencionó el de ojos rojos divertido.

—Estaban muy preocupadas por ti. En especial Uraraka, tuvo que usar su quirk para...levitar tu cuerpo ya que los paramédicos no consideraban seguro moverte —le tembló la voz al más alto —Asi que, hum, ella te vio en tu estado y eso...

Katsuki asintió, en señal de que no necesitaba más palabras para entender lo que tanto le costaba expresar al contrario, porque seguramente tampoco quería tener que recordar esa escena llena de sangre y miedo. A Ochako pálida tocando su cuerpo inconciente para poder moverlo con el mayor cuidado posible a una camilla. No, no lo forzaría a pensar en eso.

—No digas más —pidió, tocando la mano derecha fría del contrario con gentileza —No pienses en esa mierda. Ya se terminó.

—Sí, de acuerdo —acepto el bicolor, exhalando una gran cantidad de aire de sus pulmones y viendo hacía los ojos rojos del más bajo —Katsuki, ¿puedo preguntarte algo?

El cenizo asintió con calma, sin nunca esperar la estupidez que saldría de la boca de Shoto.

— ¿Te gusta Midoriya?

Hubo un momento de silencio tenso, después, el cenizo alzó la cabeza para mirar directamente al de ojos desiguales y cuando tuvo claro que la pregunta iba en serio, contuvo en su interior los deseos de explotar su linda carita. Le soltó la mano y se frotó la cara, rogando por paciencia interna.

— ¿A qué viene esa maldita pregunta? —demando saber irritado.

—...Si me la respondes, te lo diré. Lo prometo.

Y bien, ahí paso. El de ojos rojos explotó, aunque no literalmente, si usaba su quirk su madre y hermano mayor iban a enloquecer, tenía prohibido hacer tanto esfuerzo. Por lo tanto, agarró un cojín y lo uso para golpear la cabeza de Todoroki, el cual le vio embobado por su reacción.

Hasta que noto los ojos rojos brillantes por las lágrimas que ni el cenizo mismo sabía bien de qué eran, si de frustración, enojo, tristeza o por el desborde de todas esas emociones juntas.

Únicamente, quería dejar salir todos sus malditos y jodidos sentimientos al exterior, pese a que eso estaba terriblemente mal y marcaría su relación con el más alto de ahora en adelante.

Pero mierda, estaba enfurecido, ¿cómo podía creer que le gustaba Izuku cuando pasaba todo el día pensando únicamente en el bicolor? ¿cuando era él la persona que ocupaba todos sus pensamientos y controlaba más sus emociones de lo que estaba dispuesto a reconocer?

Oh, no, esa ofensa no la iba a tolerar.

— ¡Estás malditamente ciego para creer que me gusta Deku, mitad-mitad! ¡Ciego e idiota! —le dio otro golpe con el cojín en medio de la cabeza, con la esperanza de que sus neuronas se activarán — ¡Eres un completo idiota!

—K-Katsuki, para, tus heridas se pueden abrir, ¡auch! —se quejo cuando sintió el golpe nuevo del cojín — ¡Katsuki, vas a hacerte daño si sigues así!

— ¡Pues lárgate! ¡En este puto momento no quiero verte! —exigió pegando el cojín a la cara del más alto y controlando su respiración agitada — ¡Vete! ¡Largo! ¡Ve y piensa en la maldita persona de la cual estoy jodidamente enamorado! ¡Ahora, lárgate!

A Todoroki no le quedó de otra que obedecerlo, jamás había visto al de ojos rojos perder tanto la compostura y aunque no quería dejarlo de esta manera, no había otra forma. Quedarse podría ponerlo peor y se terminaría haciendo verdadero daño si se seguía moviendo de aquella manera. Así que abandono la habitación con un sentimiento pesado en su interior y queriendo volver a entrar para saber qué rayos hizo mal.

Solo quería estar seguro de que al cenizo no le gustaba el de pecas para averiguar si tenía una verdadera oportunidad con él. Ya que, después del ataque, se negaba a dejar que sus sentimientos siguieran ocultos. No se espero que terminará de aquella forma.

Estaba llorando, mierda, ¿qué hice mal ahora?

Al momento de pensar en eso, un brazo paso sobre su torso y al girar la cabeza, se encontró con la sonrisa de Mirio Togata.

El cual parecía un poquito molesto.

—Todoroki-kun, ¿podrías venir conmigo? Creo que hay cosas que debes aclarar con Midoriya-kun.

Antes de poder siquiera responder, el superior ya lo estaba arrastrando hacia la cafetería del hospital.

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