Capítulo 4

Rei no se había levantado de la cama desde que se enteró de que no logro salvar a su hijo. Enji ni siquiera tuvo el valor de verla a los ojos cuando se lo dijo, no pudo abrazarla cuando cayó al suelo echa pedazos.

Su matrimonio podría haber sido por conveniencia —más que nada, suya— pero había llegado a querer y apreciarla como compañera. Ella amaba a los niños, era estricta en ocasiones pero muy dulce y amable.

Y sobretodas las cosas, ella soportaba lo insoportable. Osea, a él.

Al estar delante de la puerta de su dormitorio —desde que inicio el entrenamiento de su cuarto hijo, ella se negó rotundamente a volver a dormir con él— tuvo un breve momento donde imagino que al darle la noticia de que Touya estaba vivo y bien, la albina rompería a llorar y que está vez podría abrazarla.

Pero si no lo hizo cuando fue verdaderamente necesario, no se sentía merecedor de hacerlo ahora.

El pelirrojo tocó la puerta despacio, pensando que Shoto debía estar dormido en el interior pero fue el mismo niño quien le abrió y se escondió en el borde del marco para que no pudiera verlo del todo.

—Mamá está durmiendo —susurro —Vete, viejo.

De sus cuatro hijos, el único que tenía tal descaro para hablarle de esa forma era el pequeño bicolor de cinco años.

En otra ocasión, lo hubiera regañado pero no lo iba a hacer ahora.

—Dile que se despierte, Shoto —ordenó el mayor —Es importante.

—Tiene que dormir —se opuso el niño con un puchero —Estuvo llorando mucho hoy. Dejala dormir.

Enji imagino a Rei en el futon del dormitorio que era demasiado pequeño para ella y el niño, llorando en lo que el bicolor la miraba y no sabía que hacerla para calmarla. Su corazón latió de forma dolorosa y sin querer ser muy brusco, apartó al niño del marco de la puerta para pasar al interior.

Rei estaba acostada de espaldas a él, tapada con una frazada azul y tenía a su lado una foto de Touya, cuando ya tenía todo el cabello de color blanco como el suyo. Si no lo recuerda mal, era de cuando ingreso a la secundaria.

El mayor se sentó de rodillas en el suelo y en vez te tocar a la mujer dormida para despertarla, le hablo.

—Rei, tienes que levantarte —dijo esperando no sonar tan autoritario —Hay visitas.

La albina se removió el escuchar el sonido de su voz y se volteo a verlo, el cabello blanco le caí desparramado por todos lados y tenía puesto un piyama blanco de bordes celeste que le hacía ver cómo un fantasma cansado. Las ojeras que compartían ambos se veían más oscuras en su piel pálida y el pelirrojo estaba seguro que debió haber perdido unos dos kilos con solo verla.

Su esposa siempre fue delgada pero con ese peso perdido sus mejillas se veían huecas y sus manos mucho más pequeñas de lo que ya eran.

Enji se sintió más culpable de lo que ya se sentía.

— ¿Por qué a esta hora habría visitas? —interrogo la de ojos grises en un tono cansado y rasposo, tal vez por el llanto — ¿Y por qué viniste a decírmelo a mí? A ti no te importa lo que yo pueda decir.

El pelirrojo no supo que responder a ese argumento, su mujer tenía razón, nunca la tomaba en cuenta y cada consejo que le dio, cada llamada de atención, fue ignorada. Así que, solo pudo bajar la cabeza y pasarse la mano por la barba con frustración.

—Por favor, ven —insistió el mayor —Por favor, es importante.

Rei acepto porque le parecía extraño que de la nada su esposo se mostrará tan dócil y tranquilo, cuando era todo lo contrario. Le hizo un gesto de mano a Shoto para que se acercará, ya que lo había visto apartado en una esquina de la habitación y lo abrazo contra su pecho.

—Gracias por cuidar de mamá, Shoto —beso la frente de su pequeño —Iré con tu padre a atender a las visitas. Trata de dormir en lo que demoró, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, mamá —asintió al menor pero le dio una mirada desconfiada a su padre — ¿Estarás bien?

La de ojos grises asintió para después pararse del futon y recoger un chandal gris, sea quien sea que hubiera llegado a su casa, no sería correcto recibirlo solamente en piyama. Después, arropó a su hijo donde ella había estado y salió de la habitación junto con el pelirrojo.

Fueron hasta el comedor donde lo primero que vieron ambos fue a un niño de cabello albino y una mujer rubia, sentados en el piso.

Rei se imagino que seguía durmiendo. Tendría sentido, ya que desde un inicio todo fue muy extraño, para empezar con su esposo. Pero cuando sintió una mano cálida sobre su hombro, supo que no seguía durmiendo en su cuarto después de llorar.

Enji la miro como si tampoco él hubiera terminado de creerlo.

La albina trago saliva cuando se alejo de su esposo para caminar hasta la mesa, hacía la punta dónde el niño de cabello albino y ojos azules estaba sentado. Tenía varios vendajes en sus brazos, en el cuello y pecho pero ella podía reconocer a su hijo. Le puso suavemente una mano sobre la cara, su pequeña carita que tanto había llenado de besos cuando era un bebé, para sentir si era de verdad y no una alucinación suya.

—Touya...—lo nombró con la voz a punto de quebrarse —Touya...

—M-Mamá, lo siento mucho —tartamudeo el albino lo primero que vino a su mente —L-Lo siento por varias cosas, lo siento por haber...

Touya no logro seguir hablando cuando su madre lo arrastró al abrazo más fuerte al cual había sido sometido en su vida. Debido a su quirk, la albina estaba fría la mayoría del tiempo, pero para él se sintió tan cálido que empezó a llorar contra su pecho y pudo sentir como ella también lo hacía.

Lloraron abrazados durante mucho pero mucho tiempo.

Mitsuki veía la escena conmovida. La mujer que había ingresado al comedor parecía muerta en vida pero cuando vio a su hijo pareció revivir por completo. A diferencia de Enji a quien no le dejo acercarse al albino, la mujer era diferente, Touya había expresado que quería disculparse con su madre por todo lo que le hizo pasar. Por eso, desde el inicio, no los separó.

Sin embargo, una vez pararon de llorar, si hizo que el albino se pusiera más junto a ella.

La mujer albina pareció muy herida por esa actitud de su hijo pero era necesario.

—Un gusto conocerla, Todoroki-san. Soy Mitsuki Bakugou —la saludo y se presentó por tercera vez, ya que consideraba que el pelirrojo no había puesto al tanto a su mujer de la situación —Hoy tuve el gusto de conocer a su hijo y a otro niño más en el hospital municipal que visite por una razón familiar personal. Quiero decirles un par de cosas pero quién debe hablar primero es Touya-kun.

Rei asintió con algo de inseguridad y se sentó a un lado de su marido, viendo de frente hacia su hijo y la rubia.

Todos esperaron pacientemente a que el menor hablará.

Touya lo hizo mirando directamente hacía su padre.

— ¿Me crees un fallo? ¿Te arrepientes de que hubiera nacido?

Enji pudo sentir que, en todos sus años como héroe, ningún golpe había logrado ocasionarle ni siquiera la mitad de dolor que las palabras que su hijo mayor le trajeron.

— ¿Por qué dejaste de entrenarme? ¿No soy tan fuerte como querías? ¿Es eso? Entonces, ¿no importa cuánto me esfuerce, no vas a reconocerlo? —siguió hablando el menor sin pausa —Me...¿vas a abandonar, viejo?

La atmósfera del comedor se sintió helada, congelada. La rubia apenas se atrevió a sostener la mano del albino para que pudiera continuar, aunque ya había pequeñas lágrimas cayendo por su rostro, causando todavía más dolor en los padres que nunca lo habían visto tan sensible.

Estaban acostumbrados a que su hijo mayor fuera volátil, infantil y enérgico. No a que llorara con la voz rota y bajará la cabeza delante de ellos con impotencia.

—Era divertido entrenar juntos. Cuando era más joven, estabas orgulloso de mí —sonrió un poco el albino pero esa sonrisa fue desapareciendo de a poco —Y cuando crecí, dejamos de hacerlo, ¿fue por qué Shoto es una mejor creación que yo, es eso?

Touya alzó su cabeza en busca en una respuesta y Enji tuvo que hacer todo lo que estaba a su alcance para que sus palabras fueran las adecuadas para su hijo, porque no podía perdonarse seguir haciéndole daño de esta forma.

—Lo siento, Touya. Mí...sueño de ser el más fuerte arruinó nuestra familia. Ni Shoto, Fuyumi, Natuso o tu son una creación fallida —aseguro el pelirrojo —Es cierto que me case con Rei porque quería tener al niño más fuerte de todos. A aquel que venciera a All Migth. Pero también solo quería una familia. Debí olvidar eso en algún punto. Lo siento muchísimo, lo siento, hijo.

—Touya, tienes un cuerpo que no es compatible con tu quirk, tu padre y yo lo descubrimos al hablar con varios expertos cuando cumpliste seis años —agrego la albina con la cabeza gacha —Por eso, Enji fue firme contigo para que no lo usarás.

Touya se sintió aturdido al escuchar esa confesión de su madre. Siempre pensó que su quirk estaba dentro de los parámetros normales y las razones por las cuales se quemaba era porque no sabía controlarlo, pero nunca imagino que fuera directamente su cuerpo el que no podía manejarlo.

—...Pero debí explicártelo, no ocultarlo porque no quería que te menosprecies por tener un quirk que no podías usar —continuó la de ojos grises —Yo también te falle bastante. Lo siento, hijo.

Rei bajo la cabeza delante del menor quien no supo cómo decirle que no era necesario, que no debía hacerlo porque él causó muchísimos problemas. Pero como las palabras no le salían, la albina permaneció de esta forma hasta que la rubia tosió llamando la atención de todos y con amabilidad, acaricio la cabellera albina del niño.

— ¿Ya es suficiente, Touya-kun? —le interrogó y el niño asintió —Bien, sal un momento. Debo conversar con tus padres a solas.

—...Lo que dijo en su casa, ¿era verdad, no?

Mitsuki supo que se refería a que si no lo dejaría solo en su casa, eso le dio a entender que faltaba mucho para que aquel niño pudiera sentirse otra vez cómodo con su hogar y familia. Le dio un asentimiento con seguridad y una palmada en la cabeza, que bastaron para hacerlo sentir tranquilo y que saliera del comedor.

Una vez se fue, ella miro hacía el matrimonio en la mesa. Estaba seguro que eran contemporáneos, aún si ellos debían ser dos o tres años mayores que ella, pero eso le importaba una mierda. Con una mirada seria y decidida les enfrentó.

—No los conozco, a ninguno, tampoco me importa el héroe que sea usted —señalo hacía el pelirrojo con el dedo índice —Pero les diré quién sí me importa y es el niño que acaba de salir por esa puerta. Así que, les diré unas cosas y luego me iré junto con él a mí casa.

— ¡Usted no puede llevarse a mí hijo...! —reclamo el pelirrojo.

— ¡Sí que puedo! ¡Carajo! ¡¿Acaso no escuchó lo que les dijo?! ¡¿Cree que es buena idea que convivan juntos ahora?! ¡Ese niño pudo cometer suicidio en el Pico de Sekoto! ¡Es casi un milagro que esté con vida! —exclamo la rubia iracunda — ¡Por su maldita culpa, ego y orgullo llevo a un niño de trece años a las puertas de la muerte! ¡Cierre su maldita boca porque a no ser que me mate, me niego a dejarlo aquí!

Enji quiso volver a gritarle —aunque tuvo que reconocer la verdad en esas palabras— a la rubia que no se llevaría a su hijo pero una oleada de frío invadió su cuerpo, congelando hasta su cuello y cuando hizo el esfuerzo de girar la cabeza, vio los ojos fríos de Rei junto con su mano derecha extendida, de la cual colgaban finos hilos de hielo.

Su esposa nunca había usado su quirk en su contra. Pero se casó con ella sabiendo perfectamente que su quirk de hielo era bastante poderoso.

Así que, pese a que no debería ser de esta forma, estaba muy impresionado.

—No hables, Enji —ordeno la albina seriamente —Bakugou-san, por favor, continúe.

—Gracias, Todoroki-san —agradeció la rubia la intervención de la mayor —En primer lugar, hagan terapia de pareja, individual y familiar, porque Touya-kun no debe ser el único afectado por el patán congelado. En segundo lugar, mínimo por seis meses me quedaré con Touya-kun, incluso me puedo mudar junto con mí familia a una zona cercana ya que este lugar queda bastante lejos de donde vivo, para que puedan verlo todos los días dentro de un tiempo organizado. Me haré cargo de su educación y salud, lo juro. En tercer lugar, necesito su favor para una adopción rápida de un niño que estaba junto con Touya-kun, su situación también requiere de un adulto que cuide de él como corresponde y...es un niño encantador, no quiero que alguien más le haga daño.

—Entendido, Bakugou-san —asintió la albina con solemnidad —Haremos lo que nos ha dicho. Usted salvo a nuestro hijo, le debemos todo.

Mitsuki negó con la cabeza y dirigió una mirada a Enji antes de ponerse de pie de la mesa para salir del comedor.

—Le aconsejo, Endvador-san, que antes de pensar en como superar a All Migth, piense en como puede salvar a sus seres queridos —dijo la rubia —Que tengan buena noche. Vendré otra vez junto con mí marido mañana en la tarde.

—Los esperaremos —acepto la albina.

Mitsuki dejo en un pequeño papel su información de contacto y abandono el lugar.

Touya pensó en ir a la habitación que compartía con Natsuo, quería verlo, tal vez asustarlo con la idea de que había vuelto como un fantasma. Su reacción le hubiera divertido, después lo abría consolado porque seguramente se pondría llorar al enterarse que estaba con vida.

Sin embargo, inconcientemente camino hasta la habitación donde estaba Shoto. Desde la vez que intento atacarlo siendo un bebé, no le habían permitido estar cerca suyo. Por lo tanto, lo veía de lejos, ni siquiera estaba seguro de qué color eran exactamente sus ojos las escasas veces que tuvo la oportunidad de verlos desde las ventanas. Ya que el menor los observó un par de veces a él y a sus otros hermanos jugando en el patio de la enorme casa.

El albino nunca se detuvo a pensar en que a Shoto le hubiera gustado estar en su lugar. Ser ignorado por su padre, poder jugar con Natsuo y Fuyumi las veces que quisiera, estar tranquilo y no tener que entrenar.

La vida de un niño normal.

Touya movió la puerta corrediza con cuidado y se metió en las sombras de la habitación. La televisión estaba encendida, transmitiendo un programa infantil sobre All Migth, la luz artificial mostraba la silueta de la persona durmiendo en el futon que se removió ante el sonido.

Estás despierto.

Tal vez el pequeño niño de cabello rojo y blanco pensaba que se trataba de Rei y por eso fingía estar dormido, en vez de girarse a ver quién había entrado.

El mayor se sentó cuidadosamente en el futon, sin saber exactamente qué decir o porqué estaba exactamente en aquel sitio. Pero en lo que la caricatura seguía pasando, una pequeña voz se alzó hasta llegar a sus oídos.

—Yo solo quería ver el último programa. Juro que ya me iba a dormir, mamá.

—...No soy mamá —susurro el albino para luego chasquear la lengua —Carajo, eso sonó aterrador.

Touya paso una mano por su rostro con frustración en lo que escuchaba a el menor moverse en el futon, al verlo a los ojos, noto que los tenía de colores gris y azul. Y que en esos ojos, él se reflejaba como una persona muy pérdida pero inocente.

Shoto no sabía que había intentando hacerle daño cuando apenas era un bebé.

Shoto no sabía que lo odiaba por tener la atención de Enji.

Para Shoto, él casi ni era su hermano mayor ya que nunca habían convivido como tal.

Y aún así, el niño bicolor se acercó hasta él para poner sus frágiles manitos en su cara y estirar sus mejillas.

— ¿Touya-niisan? ¿Eres Touya-niisan? —le pregunto confundido — ¿Te convertiste en un angelito? Mama dijo que te habías ido al cielo y que ahora eras un ángel que nos cuidaba desde arriba, ¿por qué estás aquí? ¿te echaron del cielo?

El albino soltó un bufido semejante a una risa y retiro las manos del menor de su cara pero las mantuvo entre las suyas.

La izquierda era cálida y la derecha fría.

—Sí, me echaron del cielo —respondió viendo cómo los ojos del menor brillaron con entusiasmo — ¿Qué sucede?

— ¿Vas a volver a casa con nosotros? Si te echaron, ¿no puedes volver a aquí? Fuyumi-neesan no está yendo a la escuela desde que te fuiste y Natsuo-niisan se encerró en su cuarto —bajo la cabeza el menor —Mamá no para de llorar todos los días y papá me sigue haciendo entrenar...vuelve a casa, Touya-niisan. Papá me seguirá entrenando, pero los demás estarán felices.

Realmente...¿en qué pensé para hacerle daño a este niño?

Shoto era de la edad de Katsuki. Un niño de cinco años, débil e inocente. Al recordar al cenizo, pensó en que su hermano menor no merecía nada de lo que él o su padre le hacían. No, merecía tener un vida feliz, donde solamente fuera un niño que veía caricaturas hasta tarde y su única preocupación fuera que su madre le diera más vegetales en la cena.

Debo cambiar si quiero ser tu hermano, Shoto.

—Lo siento, Shoto. No puedo volver todavía —se disculpo con el menor que hizo un puchero —Pero lo haré pronto, lo prometo. Por ahora, manten en secreto de Natsuo y Fuyumi que me viste, ¿de acuerdo?

—El viejo no me deja jugar con ellos —dijo tristemente el bicolor —No podría decirles aún si quisiera.

—...Eso cambiará pronto —le sacudió el cabello al pequeño —Vete a dormir antes de que mamá vuelva.

Shoto asintió y se metió en futon. Touya, con torpeza, lo arropó y salió de la habitación.

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