Capítulo 39
Todoroki se empezaba a desesperar, mientras más se quedaba quieto sin hacer nada viendo a Bakugou sufriendo en el vórtice de almas, más se preguntaba porqué mierda no podía sacarlo de ahí ya sea con el hielo o el fuego de su quirk. Iida había intentado atravesarlo con su recíproco pero no sirvió. Lo mismo Yaoyarozou con su cuerda, sin importar lo reforzada que la creo, se desintegró fácilmente al primer roce de las almas en pena. Ashido y Kaminari también lo intentaron en vano con una combinación de sus quirks, solo consiguieron derretir parte del piso de madera y que explotará un foco de luz de la sala destrozada. Y el último intento de hacer algo fue de Tokoyami con Dark Shadow, el cual no sirvió como los otros, la sombra no podía pasar sin importar cuánto tratará.
Los gritos ya no sabía si eran de las almas o del cenizo, el color de las almas era una mezcla de tonalidades grises y azules, que parecían tragarse al chico que amaba como si estuviera en un tornado. El bicolor estaba cansando de ver, estaba harto, consternado e histérico por hacer algo algo. Se puso a un lado de Uraraka y dándole una mirada a Midoriya, él se apartó junto con la castaña para darle espacio, poniéndola detrás suyo para darle protección.
—Tu quirk no puede pasar Todoroki-kun pero Kacchan tal vez sí pueda sentirlo desde adentro —divagó el de ojos esmeralda —Tal vez, solo debas usar la temperatura adecuada.
—Sí, estaba pensando justamente en lo mismo —se mordió los labios el bicolor sabiendo rápidamente qué debía hacer para que el cenizo pudiera librarse de su tormento — ¡Todos, háganse a un lado!
La clase A hizo lo que dijo su compañero y se apartaron en lo que veían un círculo de fuego rodeando por fuera el vórtice de almas que consumía al de ojos rojos. Kirishima no pudo evitar el asustarse, estaba seguro que el fuego no llegaría a hacer daño a su amigo, aún así la imagen era aterradora y Kaminari le dio la mano al notar su expresión angustiada, sus ojos dorados se mostraban preocupados pero mantenía una pequeña sonrisa.
—T-Todoroki tiene un control perfecto de su quirk, Kirishima —tartamudeo el más bajo, intentando también convencerse a sí mismo de eso en lo que veía el ardiente y aterrador fuego —Bakugou estará bien.
—Sí, seguramente —apretó la mano del rubio y le devolvió la sonrisa, sintiéndose un idiota por ser el que estaba siendo consolado cuando el otro parecía necesitarlo más —Todoroki nunca haría nada que pusiera a Blasty en peligro.
—Aún así, sería prudente ir por el matafuegos —sugirió Jiro que estaba junto con los chicos, escuchando un poquito de su conversación y ellos mismos asintieron en acuerdo para después salir corriendo por el matafuegos —Ahh, Dios, ¿cuánto les falta para salir juntos? Si incluso se fueron tomados de la mano.
—No es el momento oportuno para hablar de eso Kyoka-san —murmuro la de quirk de creación —Las voces ya no se escuchan tanto, ¿cierto?
Kyoka movió sus auriculares para comprobarlo y le afirmó a la más alta que tenía la razón, las voces estaban disminuyendo.
Sin embargo, Katsuki seguía metido en el vórtice y ahora, en el fuego.
Hacía mucho frío. Estaba en una avenida. Su hija se escapó. Alguien le empujó. Ceniza. Fuego. Un helicóptero. Un policía. Frío. Calor. Alguien grito. Su marido le dijo que corra más rápido. No estaba, no estaba, ¿donde estaba su hijo? Su hermana le estaba siguiendo, alguien le empujó y ahora no la encuentra. Un niño gritando, un bebé llorando, un perro corriendo. Muchas personas corriendo en una misma dirección, chocando entre ellas, pasándose una encima de la otra. Demasiado frío, nubes grises, el sol no está. Llamas rojas. Sangre. Edificios cayéndose, cayendo sobre las cabezas de las personas, cubriendo sus cuerpos.
No había salvación. Iba a morir. No podía correr más rápido, ¿donde estaban los héroes? Porque, porque, porque. No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir.
Auxilio, ayuda, salvemne. Ayuda, ayuda, ayuda. Un monstruo. Destrozando todo. Llevándose todo. Endvador no puede ganar. Endvador está peleando. La gente grita por All Migth, alguien defiende a Endvador. Hawks está volando en el cielo, le faltan plumas, está sangrando.
Mucha sangre en la acera, en la calle, en las paredes, en todos lasos. El monstruo grita que quiere poder. Endvador pelea con sus llamas cubriendo todo su cuerpo. Hawks lo apoya. Y el monstruo sigue en pie, la gente asustada y lo que antes era un día normal se transformó en un caótico infierno. Muchas muertes. Muchísimo dolor.
Dolor, dolor, dolor. El dolor le recorrer el cuerpo, no tiene heridas pero las siente, una fractura de cráneo, una perforación en el estómago, torcedura de tobillo, raspones en sus manos y rodillas, se escapa la sangre de su cuerpo y puede sentir el frío entrando, lo atraviesa como una aguja, como miles de agujas. Duelen, arden, duelen y arden y está atrapado y no puede huir, no se mueve, no sabe dónde está ni quien es ni que estaba haciendo antes o durante el caos.
Solo quiere escapar de todo esto y no puede y algo sigue gritando, gritando y gritando y no se calla y ya no puede más...
De la nada empieza a sentir algo calido, es poco, pero la basta para salir de todo el dolor, el frío, el caos, los gritos y la muerte, le es suficiente para calmarse lentamente, para dejar de ver a los héroes heridos peleando, se concentra únicamente en el calor y lo que empieza a escuchar de a poco es su respiración, agitada y pesada. A sentir algo saliendo de sus orejas y cuando siente que lo vuelven a empujar a aquel caos, busca el calor, es su faro, su guía, necesita salir de ahí y va a usar ese calor para ello con todas sus fuerzas. Lo comienza a sentir familiar. Es un calor agradable y le trae otros recuerdos, un aroma, unos ojos desiguales, un cabello de dos colores, una persona.
Un alma que protegía a la suya.
Finalmente, Katsuki abre los ojos y aunque por un momento se asustó al verse rodeado por un círculo de fuego, después se tuvo que llevar las manos a la boca para evitar ahogarse con el matafuegos siendo disparado y lo primero que vio cuando se agoto el humo blanco fue a Shoto que le miraba con el más puro alivio de todos. Dándole igual todo, pero absolutamente todo, se tiró a abrazarlo y se aferró fuertemente a él. Con todo el horror que le hicieron sentir aquellas almas —en parte de los vivos y otras de los muertos— le importaba poco si alguien mencionaba esto más adelante.
Únicamente, quería sentir el calor del bicolor, recordarse que estaban vivos, que estaba todo bien y que...
—Ganó, ganó, ganó —murmuro sin poder escucharse a sí mismo, sus oídos estaban muy sensibles —Esta hecho mierda pero ganó.
— ¿Quién ganó...? —pregunto sin comprender el más alto pero al notar los oídos con sangre del cenizo, decidió que eso no era lo importante y lo puso de pie —Vamos a la enfermería. Recovery Girl ya debe estar avisada de lo que sucedió.
El de quirk explosivo negó con la cabeza y pese a que no quería, se separó del bicolor para ir hasta la televisión. Denki, Eijirou e Izuku le siguieron preocupados al ver que se tambaleó pero no alcanzaron a detenerlo de que tomara el control y pusiera el primer canal que mostraba la pelea de Endvador, la cual pese a estar finalizada, la imagen del héroe herido bastó para llamar la atención de todos.
— ¿Qué le sucedió? —pregunto Minoru con una mueca de confusión.
—Peleó con un Nomu —respondió el de quirk explosivo que, poco a poco, recuperaba la audición —Él y Kei-nii...uhg, mierda.
El cenizo se desequilibrio, sintiendo un agudo dolor de cabeza debido a la manifestación de anima, el pelirrojo llego a sostenerlo y el rubio también, entre ambos lo dejaron en el sillón y en la televisión empezaron a pasar escenas de le pelea de Endvador con el Nomu que hicieron helar la sangre a el menor de los Todoroki, que lo llevaron a sentarse junto con el más bajo, una mano sobre su boca y otra a un lado de su cuerpo, la cual el de ojos rojos sostuvo al ver lo muy afectado que estaba.
En ese momento, Aizawa y Sero entraron en los dormitorios, ignorando el desastre que era la sala, fueron hasta los dos que estaban sentados en el sillón, su profesor les vio con seriedad y les dijo que los llevaría al hospital a ver a sus familiares. Los dos no dudaron en pararse, sin preocuparse por tomar nada e irse junto con el mayor lo más pronto posible.
Nadie menciono que salieron tomados de la mano, ni que Todoroki iba pegado a Bakugou y viceversa. E hicieron la promesa implícita de no mencionarlo cuando estuvieran devuelta con ellos.
—Es antinatural —opinó Natsuo.
—Creo que te ves bien, papá —dijo amablemente Fuyumi.
— ¿Nosotros también tendremos que disfrazarnos, mamá? —preguntó con inocencia Shoto.
El bicolor vio a su madre contener una sonrisa y posteriormente, negar con la cabeza, en lo que arreglaba la peluca de color blanco sobre la cabeza de su padre que no se veía nada feliz de llevarla puesta. Se suponía que sería una salida familiar, una de esas que su psicológica decía que ayudaban a unir los lazos familiares, pero no podía entender cómo eso funcionaría con su padre disfrazado de tal manera.
—El viejo es bastante popular, por eso debe pasar desapercibido Shoto. Para que no lo molesten y pueda tener un día tranquilo con nosotros.
El menor sintió una mano siendo suavemente colocada sobre su cabeza, para después abandonarla y eso le hizo levantar el mentón para ver a Touya, el cual le devolvió una mirada vaga y tranquila. En lo que Natsuo seguía hablando sobre lo raro que se le hacía que Enji tuviera cabello blanco cual anciano —lo cual debía contar como autoinsulto— se acercó para seguir conversando con su hermano. Lo extrañaba mucho cuando no estaba en casa, quizás porque ahora sí los dejaban convivir a todos juntos.
¿Por qué debía seguir con los Bakugou todavía? Podría comprender si era porque le agradaban mucho Katsuki y Keigo, después de todo, el primero era realmente divertido y el segundo muy amable. Ah, tal vez, podría preguntarle a su madre si le dejaría ir con él unos días, le encantaría poder convivir también con ellos.
— ¿Qué sucede? —cuestiono el mayor al tener la mirada fija del otro en su persona.
— ¿Por qué papá es popular? —quiso saber con curiosidad.
—Bueno, pues porque es un héroe fuerte. A una edad muy joven, llego a ser el héroe número dos, a muchos no les gusta su carácter pero nadie te puede negar lo fuerte que es —se le escapó una pequeña sonrisa y se agachó a la altura de su hermano menor —En realidad, ¿te gustaría saber un secreto, Sho?
Shoto asintió varias veces con la cabeza, lo que causó en Touya una ligera risa y que, por segunda vez, pusiera una mano sobre su cabeza para despeinarlo. Mayormente no lo hacía, por miedo a que una parte dentro suyo todavía quisiera hacerle daño al bicolor, pero aquel niño le veía con tal confianza que estaba seguro que por él prefería tirarse de un risco en llamas que volver a hacerle daño.
Y lo mismo pasaba con su padre. Es decir, ¿por quienes había tomado una licencia de tiempo indefinido con tal de ir a todas las terapias, pasar tiempo en casa e ir a clases para el manejo de la ira? Dejo a Endvador de lado para ser solamente Enji Todoroki, padre y esposo. Que pasaba un día en familia lo más "normal" posible, yendo al zoológico disfrazado para evitar que la prensa lo molestara.
Aunque claro que no por eso dejaba de ser un héroe.
—El viejo es fuerte porque es terco. Nunca vas a conocer a nadie más terco que él —juró seguro el albino —Por eso, nunca se da por vencido en una pelea. Sea cual sea.
En aquel momento, a Shoto esas palabras se le quedaron grabadas por algo importante, porque fue Touya quien las dijo, quien tenía la relación más complicada con Enji y aún así le tenía un enorme respeto. Pero sería hasta muchísimo tiempo después que podría entender el trasfondo de ellas y comprender lo que significaba realmente ser hijo del héroe más fuerte de todos.
Ser el hijo del héroe número uno. El hombre más fuerte de todos.
— ¿No quieres que te acompañe?
Estaban en la entrada del hospital, Aizawa había ido a completar un formulario que pedían en la recepción y una enfermera les dijo a dónde debía dirigirse cada uno. Era el mismo lugar, la unidad de cuidados intensivos, las habitaciones de sus familiares quedaban una al lado de la otra. Pero cuando estaban por entrar, Todoroki se detuvo delante de la puerta, preocupando a Bakugou que tiró de su mano derecha para llamarle la atención.
—Tú...a veces no puedo creer lo amable que llegas a ser, Katsuki —se le escapó un suspiro e irremediablemente sonrió —Estás mucho peor que yo e igualmente, te preocupas por mí.
—...Sí vieras la cara que estás haciendo no dirías eso, mitad-mitad.
El bicolor debía darle la razón en eso al cenizo, pese que no pudiera verse a sí mismo, si estaba preocupando al otro quería decir que su expresión era grave. Por ese motivo, hizo un esfuerzo por parecer normal y soltar la mano del otro, en lo que abría suavemente la puerta.
Lo menos que podía hacer por él ahora era demostrarle que estaba bien. De lo contrario, el de ojos rojos lo seguiría hasta comprobarlo y eso sería injusto.
—Más tarde pasaré a saludar a Kei-san —aviso con anticipación.
—Haré lo mismo entonces —le dio una palmada en la espalda al más alto en señal de apoyo y se metió en la habitación que le correspondía al rubio.
Shoto se sintió más tranquilo con eso, hasta que entró en la habitación del hospital y deseo que Katsuki hubiera estado con él, por egoísta que fuera. Porque la imagen de Enji conectado a numerosas máquinas, con vendajes que cubrían cada centímetro de su rostro y cuerpo, pálido cual cadáver le causó un escalofrío de miedo que le recorrió todo el cuerpo. Le recordó que su padre, que Endvador, era un ser humano de carne y hueso. Una verdad estúpida que siempre estuvo presente en su mente pero que ahora veía reflejada en su realidad.
Enji no era una eminencia toda poderosa creada a partir del fuego. Invencible e intocable. No, por sus venas corría la sangre, frágil y común de todo ser humano. Se lastimaba, se quebraba y claro que él sabía eso, pero nunca lo había visto en tal estado de deterioro. Y cada vez que recordaba la pelea que pasaron por la televisión, el miedo se apoderaba de su estómago y le hacía imposible poder expresarlo, más que en un mutismo impotente.
—Shoto, mí amor, ven. Está todo bien, está todo bien.
El bicolor ni se percató de la presencia de su madre hasta que la misma se paró, de la silla a un lado de la camilla de su padre, para poder abrazarlo. La sensación de frío que transmitía Rei, su olor a lavanda y la manera en que empezó a acariciar suavemente su cabello, bastaron para sacarlo del vórtice en que se había metido al ver a Enji en la camilla. Con dificultad le devolvió el abrazo, dándose cuenta que estaba temblando como si fuera un niño pequeño y repitió un ejercicio de respiración para calmarse, en lo que su madre le daba palmadas en la espalda con suma e infinita paciencia. Cuando se sintió mejor, se separaron y noto que aparte de ella, sus hermanos mayores también estaban en la habitación.
Fuyumi ocupaba lo que parecía ser una cama extra a un lado de la única ventana de la habitación, estaba tapada con una bata blanca que debía ser parte de su uniforme de psicóloga en la Fundación de Protección a Niños y tenía el cabello blanco mezclado con rojo tapando parte de su rostro, pero todavía se notaba los surcos de lágrimas en sus mejillas rojas. En cambio, Natsuo se encontraba en una silla en el lado opuesto en donde estaba la de Rei, en una posición incómoda donde dormía con los brazos flexionados sobre la camilla del pelirrojo, traía también puesta una bata blanca y un estetoscopio médico en el cuello, desde que empezó con las prácticas en los hospitales públicos, se le olvidaba que debía sacárselo de vez en cuando para descansar adecuadamente.
—Se durmieron hace poco. Estaban ambos muy sensibles, en especial Natsuo aunque sea haga el fuerte —susurro la albina, acariciando con cariño el cabello de su hijo menor que parecía ya estar mejor — ¿Viste la pelea por televisión?
—...No mucho, pasaron otras cosas antes —respondió vagamente el bicolor — ¿P-Papá estará bien no?
—Sí, tesoro, lo estará. Me hizo una promesa y la cumplió al pie de la letra —sonrió un poco la albina —Solo tendrá que estar en reposo un mes, aproximadamente. Ah, y es posible que le quede una cicatriz en el rostro, pero es lo de menos.
— ¿Lo de menos mamá...?
A Shoto le sorprendió lo tranquila que estaba la de ojos grises, no es que estuviera siendo indiferente, si no que lo aceptaba muy fácilmente. Sin embargo, cuando ella le miró con seriedad, entendió que no podía comprender ni la mitad de como ella se sentía en ese momento.
—Estaba preparada para que volviera sin un brazo, sin una pierna o ambos. Y él volvió casi intacto, Shoto. Sí, para mí, es lo de menos una cicatriz en el rostro del hombre que amo.
El de quirk dual bajo la cabeza, sintiéndose avergonzado por haber sido tan insensible con su madre. La mayor al ver eso suspiro y se reprochó a sí misma el haber sonado tan dura, esa no fue su intención. Tomando la mano derecha de su hijo, lo llevo a sentarse a la silla que antes ocupó y ella tomo lugar en la camilla, mirando hacía el dormido hombre, una pequeña sonrisa se instalo en su rostro.
—Lo siento Shoto, es una de las contadas veces que estuve realmente asustada por tu padre. Estoy algo sensible —suspiro la albina para volver a mirar hacía su hijo que negó con la cabeza.
—Yo lo siento mamá —se disculpó el más alto —Tú debes ser quien lo está pasando peor.
La sonrisa de Rei se volvió más suave y acaricio el dorso de la mano izquierda de su niño, apreciando lo tibia que se sentía. En lo que se entretenía con eso, su pequeño volvió hablarle para llamar su atención, para buscar una conversación silenciosa en lo que los demás miembros de la familia descansaban.
— ¿Cómo lo haces, mamá? Para...confiar tanto en que el viejo estará bien —titubeo el menor pensando que estaba volviendo a ser poco empático con la situación.
Sin embargo, la albina permaneció tan tranquila como antes y le miró como si buscará darle a entender algo que no podía con las palabras. Lastimosamente, todavía era muy joven para entenderla en aquel entonces y aunque no tardaría en hacerlo, la forma en que lo haría sería la peor posible.
Porque llegaría a comprender, en carne propia, lo que era sentirse tan desesperado como para querer arrancarse el corazón y que así dejará de latir, que dejará de torturarlo con sus latidos que le recordaban que él estaba vivo y bien pero quién amaba no. En el futuro, uno cercano y a la vez muy lejano, experimentaría por primera vez aquel tormento de ver a la persona que más amaba en el mundo estando al borde de la muerte.
Y no sería una sola vez. Ni dos. Sino varias veces. Lo perdería y lo recuperaría una y otra vez, pero siempre sentiría aquel dolor agudo del miedo y la incertidumbre de que podría no haber sido así.
Cuando viera el pasado en retrospectiva, Shoto odiaría su propia ingenuidad e inocencia. Pero también la agradecería bastante. Porque le protegieron de lo que sería su futuro como héroe.
Su futuro al lado de Katsuki.
—Cuando Enji vino a ofrecer el matrimonio por quirks a mí familia, yo acepte sabiendo que él nunca me dejaría, sin importar lo que pasará —contó la albina con una mirada nostálgica y una voz teñida de cierta melancolía —Aunque nunca entendí lo que significaba ser la esposa de un héroe hasta la primera misión de la cual no salió bien librado. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, dejé a Touya que tenía unos seis meses con mí madre y vine a este hospital, a la sala de emergencias debido a que no podían sacarlo de ahí ya que estaba muy inestable y el menor movimiento de su cuerpo podría ser fatal. Recuerdo llegar, verlo y quedarme ahí de pie. El médico estaba hablando a mí lado pero no podía escucharlo. Nada. Solo veía a tu padre y él tenía los ojos semiabiertos, pese a la anestesia, estaba viéndome con claridad. Diciéndome "volví". Entonces, contuve la respiración y le sonreí. Hablé con el médico como si lo hubiera escuchado y me senté a su lado en una silla de plástico, le tomé la mano con el mayor cuidado posible y solté el aliento pero no me quebré. Porque si él no lo hizo, yo tampoco lo haría. Por eso, confío tanto en Enji, Shoto. Me ha decepcionado en varias cosas pero nunca me falló en volver a mí lado.
Cuando Rei termino de hablar, el bicolor se quedó pensativo para después mirar hacía Enji que seguía durmiendo. Intentando verlo a través de los ojos grises de su madre, pudo comprender un poco mejor sus sentimientos. Tenía varios vendajes, sí, pero cada parte de su cuerpo se encontraba donde debería estar. Los monitores mostraban sus signos normales, su pecho subía y bajaba con tranquilidad, el latido de su corazón se filtraba por la habitación.
Estaba bien. Estaba vivo. Y él como su hijo, por primera vez, se sintió aliviado de que en verdad fuera el héroe mas fuerte de todos. El héroe número uno porque de no serlo, tal vez, no estuviera ahí respirando.
Así que, agradeció con todo su ser la terquedad del hombre que lo crío.
— ¿Rei...?
Enji abrió los ojos débilmente y al instante, tuvo unas manos delicadas y frías ayudándole a que se sentará adecuadamente en la camilla de hospital, a la vez que un vaso con agua fría aparecía delante suyo. Con cuidado, lo tomo con su mano diestra y se lo llevó lentamente a la boca, no podía abrirla mucho debido a sus heridas pero la anestesia le seguía teniendo lo suficientemente aturdido como para ignorarlo. Cuando se acabó el vaso, se enfocó en su esposa que estaba a su lado, con una sonrisa cansada y sus ojos grises amorosos. Deseo poder abrazarla pero no podía moverse bien, lo que le llevo a bufar y a que ella se riera suavemente, para luego acariciar su rostro con ternura.
— ¿Cómo te sientes? —quiso saber la albina.
—Anestesiado y con hambre. Hawks habló mucho y no me dejó terminar la cena...—sus ojos azules se abrieron con una muestra de miedo — ¿Qué le pasó a ese niño charlatán? ¿Está bien, no?
Más allá de que Keigo fuera el hombre que amaba su hijo mayor, Enji le tenía bastante aprecio por ser quien era, podía ser insoportable en ocasiones con lo mucho que hablaba pero se trataba de uno de los pocos héroes que tenía su respeto. Aparte de eso, el rubio de cabello rizado paso tanto tiempo en su casa como Touya en la de los Bakugou, lo vio crecer, progresar y madurar como si fuera otro hijo más. Era de esperarse que estuviera preocupado por su bienestar.
—Sí, está en la habitación de al lado, él mismo te trajo aquí y me llamó para que viniera, antes de desmayarse y ser atendido por los médicos —explicó la albina —Mitsuki-san dijo que estaba bastante bien. No te preocupes, Enji.
El pelirrojo suspiro para después mirar a su alrededor, su hijo menor estaba durmiendo en una camilla y no había señal de sus otros hijos, pese a que sus pertenencias estaban en la habitación. La cartera de Fuyumi y la campera de invierno de Natsuo, en busca de una explicación, volvió a mirar hacía su amada esposa.
—Fueron a buscar un poco de café y hacer unas llamadas. Natsuo dijo que no iría a las clases de la tarde para poder visitarte aquí y Fuyumi está cambiando turnos de sus citas con los niños, así podrá venir en las mañanas —dijo la albina —Y no creas que volverás a casa pronto Enji Todoroki, te quedarás hasta lo que dictaminen los médicos.
—...Sabes que no me agradan los hospitales, me aburro —expresó irritado el pelirrojo por la sola idea de quedarse encerrado entre cuatro paredes, con enfermeras que lo tratarían de inútil y teniendo que tragar una comida sin sabor.
—Por eso los niños y yo te haremos compañía —sonrió la albina para después girar la cabeza y mirar hacía adelante — ¿No piensas acércarte, amor?
El pelirrojo giro la cabeza hacía donde estaba hablando su esposa y se encontró con que había alguien sentado en la camilla extra donde dormía Shoto, le estaba acariciando vagamente el cabello y tenía la cabeza hacía abajo, al momento de pararse y acercarse a la camilla que estaba mejor iluminada, se notó el cabello de color blanco junto con unos profundos ojos azules que no le miraban directamente. No pudo contener el suspiro que salió de su boca y señaló la silla a un lado suyo.
—Siéntate Touya —indicó y pese a que su voz salía severa, no tenía ni una pizca de irritación, enojo u otra emoción en ella.
El mencionado lo hizo, vestía unas ropas ligeras que eran más para el verano que el invierno, una remera suelta de color negro, unos jeans rasgados azules y unas zapatillas deportivas. El cabello era blanco en vez de negro y las marcas de quemaduras junto con los piercings ya no estaban presentes. Esto era debido a que el mayor de los Todoroki no quería presentarse ante sus padres como Dabi, el villano, ni como Phoenix, el héroe, si no cómo su hijo, uno muy arrepentido de sus acciones.
Touya nunca dudo en que Enji ganaría ni que sería a un costo alto, pero jamás imaginó lo grande que sería. De lo cerca que su padre rozo la muerte y ni hablar de las pérdidas humanas y materiales que causó el Nomu en la ciudad, el conteo seguía hasta ahora y los resultados se verían en una semana. Se suponía que enfrentar al Nomu ahora era la mejor opción posible, la más ventajosa y que evitaría una mayor tragedia pero, ¿qué era esto que estaba viviendo?
¿No había apresurado él mismo una tragedia?
Por poco causa la muerte de su padre y del hombre que amaba. Para colmo tuvo que actuar como Dabi delante de ellos, burlarse mientras veía la sangre en sus cuerpos y la ciudad destruida a su alrededor, para que Shigaraki lo viera. Jamás se había sentido más asqueado de sí mismo cuando supo que la misión tuvo éxito. Que Hawks era parte de La Liga de Villanos y que solo tuvo que estar a punto de matarlo para ello.
—Touya, ¿podrías mirarme? Quiero saber que me estás escuchando —demando el pelirrojo y el albino, tragándose el nudo en la garganta, lo hizo —Bien. Mírame y escúchame. Lo que hiciste hoy estuvo bien. Si hubieras dejado que ese doctor siguiera mejorando el Nomu, no creo que podría haberlo derrotado cómo lo hice hoy. Tu decisión fue la correcta. Estoy orgulloso de que seas tan inteligente y que aparte de eso, hallas confiado en mí para ayudarte.
—Viejo...—murmuro el mayor sin saber qué decirle.
—Ahora, te diré algo que no tiene que ver con la misión pero que debes escuchar también con atención —indicó, esta vez, con una voz llena de severidad —Touya, puedo comprender que quieras un futuro seguro donde puedas hacer a Hawks feliz pero, ¿no quieres ser feliz con él en el presente también? Porque se avecinan momentos duros y créeme, deseo que no suceda, pero podrías llegar a arrepentirte de no decirle todo lo que quieres en este momento.
—La vida humana es frágil, Touya —agrego la albina mirando hacía su hijo con amor y esperando que comprendiera su punto —Ni tú ni Keigo-kun son invencibles. Solo deseamos que seas feliz hijo.
—Y para eso, debes correr riesgos, niño. Ya es hora de que madures.
Touya reprimió el impulso de reírse, su padre estaba en cuidados intensivos por su culpa y él junto con su madre creían que era más importante preocuparse por su vida amorosa. Entre disculparse o agradecer sus consejos, solo consiguió abrazar a Rei en lo que le daba una palmada suave a Enji en el hombro. Después, se paró para despedirse y se dirigió hasta la puerta de la habitación, sabiendo claramente lo que debía hacer.
Porque sus padres tenían razón. Querer un futuro ideal era señal de que seguía siendo un mocoso cobarde e inmaduro, que no cambió nada desde que se enamoró del rubio hablador que iba todos los días a su habitación de hospital en la unidad de quemados a visitarlo. Ya no podía seguir de esa manera.
No más.
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