Capítulo 38
—Me gustas.
Keigo sintió su corazón detenerse cuando Touya en vez de seguir caminando delante suyo, se detuvo y volteo a verlo, con una expresión en blanco y sus ojos azules analíticos. Lo primero que hizo fue llamarse idiota en el interior de su mente por soltar aquellas palabras de sopetón y sin contexto alguno, cuando simplemente estaban caminando de regreso de la estación de trenes para ir hasta su hogar.
Pero las palabras solo se le subieron por la garganta y escaparon de sus labios, que ahora solo podían curvar una sonrisa traviesa —reflejo de los nervios— en lo que miraba hacia quien consideraba su mejor amigo.
— ¿Tú qué acabas de decir? —pregunto el albino lentamente y apretando la tira de su mochila.
El rubio se rió una vez más, nervioso e inquieto. Ante la pronta partida del albino a su hogar familiar gracias a las terapias psicologías, sus sentimientos hacia él empezaron a tomar forma y a molestar en su corazón. Quería protegerlo porque a la vez que era muy fuerte, sabía de sus debilidades y miedos y le encantaba lo mucho que se esforzaba por superarlos. Dios, le gustaba tanto aún si le molestaba, jugaba bromas y usaba el sarcasmo para cualquier situación. Pero todavía eran muy jóvenes y ninguno debía estar preparado para tener una relación. Seguramente, Enji y Rei dirían que no era lo mejor para el de ojos claros en este momento y él estaba de acuerdo.
Por mucho que le gustará, no era el momento. Quizás, más adelante.
Ahora, haría el papel del payaso para que no se diera cuenta de la sinceridad de sus emociones.
— ¡Que me gustas mucho, Touya! —se abrazo al alto chico y le sonrió de oreja a oreja —Mucho, mucho. Eres genial, alto y guapo. Las chicas van a comerte vivo cuando entremos en la preparatoria, ¡serás muy popular!
El albino lo miro unos segundos, hizo una pequeña mueca con sus labios una que no era de molestia pero que tampoco podía identificar la emoción detrás de ella y luego, cuando rodó los ojos, supuso que lo había fastidiado.
Y que eso daba por hecho que su confesión sería una mala broma para él.
—Ajá, aunque me importa poco eso —puso una mano sobre la cara del rubio sonriente para alejarlo de su cuerpo y darse la vuelta —Deja de decir tonterías y sigamos caminando. El pequeño demonio va a hacer un berrinche si volvemos a llegar tarde para la cena.
—Desde que la hace él se ha vuelto más necio en cuanto comamos todos juntos —se rió el más bajo —Mí hermanito es el más lindo de todos.
Keigo vio a Touya rodar los ojos otra vez y entonces, con tranquilidad, se puso a su lado para seguir caminando a su hogar. Anhelando porque la comida de Katsuki le ayudará a sanar la herida que él mismo abrió en su corazón.
—Kei-nii, ve a la maldita cama o juro que te explotó tus plumas una por una.
Por reflejo, Keigo hizo más pequeñas sus alas rojas y fingió una sonrisa para su hermano menor, el cual molesto como estaba no se la creyó para nada. Debía reconocer que él mismo se buscó la situación en la que estaba, con Katsuki en su dormitorio dado por la preparatoria en el edificio del primero año, mirándole con el ceño fruncido y cruzado de brazos.
Realmente, desmayarse durante una de las clases de Cementoss donde debía ayudarlo a que la teoría no fuera tan aburrida para los estudiantes de la clase A lo dejó muy mal parado delante de su sobreprotector hermanito. Pero, en su humilde defensa, para él mismo costaba mucho quedarse despierto al escuchar la aburrida voz del héroe. Claro que si decir eso no sirvió con Aizawa, menos serviría contra el cenizo.
—Katsuki, estoy bien, puedo seguir trabajando —intento moverse pero su hermano le tomo del brazo y lo empujó para atrás con facilidad, haciendo que cayera sobre su cama — ¡Oye, más respeto por tus mayores, jovencito!
—Lo tendré cuando sepas cuidar de ti mismo, pajarraco. Estás en los huesos —gruño el de ojos rojos que podía sentir lo delgado que estaba el brazo del mayor —Joder, ¿qué mierda te pasa? No te he visto tan demacrado desde que estabas en tu último año de Yuei.
—No me pasa nada —esquivo la mirada el de alas rojas y el menor le pellizco el brazo — ¡Auch, Kats!
—Mentirle a tu hermano está mal, eso mismo me dijiste tú —acuso el más bajo —Ahora, confiesa.
El rubio hizo un puchero pero termino quedándose voluntariamente en la cama, con su hermano menor delante suyo como si fuera su madre esperando para darle un sermón, la imagen le causó una pequeña sonrisa que después se borró al suspirar y pasar una mano por detrás de su cuello, sintiendo lo tenso que estaba. La verdad, no quería involucrar al menor en sus problemas pero hablar con él siempre le había sido de ayuda, no daba los mejores consejos ni sabía muy bien como podía consolarlo pero lo escuchaba atentamente hasta el final y le daba su opinión sincera sobre sus problemas.
Necesitaba esa sinceridad brutal en esta ocasión.
—Touya me enlazo a su misión de infiltrado pero para estar completamente dentro debo permitir que le hagan algo horrible a Enji-san —contó el rubio —Él lo sabe, claro, y ha estado entrenando para no salir tan perjudicado, pero aún así...es una misión muy difícil y posiblemente, una vez se complete no tardará en estallar una guerra donde todos los villanos saldrán de sus cuevas para hacer arder la sociedad.
Hubo un momento de silencio, hasta que el sonido del colchón de la cama cediendo ante un segundo peso se dejó oír junto con un suspiro cargado de agotamiento. Posteriormente, el de ojos amarillos sintió al menor apoyando la cabeza en su hombro.
—No tienes que preocuparte por viejo Todoroki, es un bastardo indestructible y si él ya ha aceptado hacerlo, no tengas dudas que no te echará la culpa en lo más mínimo por nada —aseguro primero el de ojos rojos —Después, si lo que te preocupa es el desastre que vendrá, no deberías pensarlo tanto. Los viejos son inteligentes y sabrán que hacer si hay peligro y yo también. Estaremos bien, Kei-nii, solo cumple con tu deber de héroe y vuelve con nosotros en una jodida pieza de pollo.
A Keigo se le escapó una risa y levanto el brazo derecho para abrazar al menor que bufo avergonzado pero que lo dejo hacer lo que quisiera. Luego, de manera inoportuna, bostezo y debe reconocer que la sensación de fatiga lo invadió al sentirse más relajado después de la charla que mantuvieron. Había tenido insomnio las últimas noches debido a la misión, la cual cada vez estaba más cerca según los informes de Touya y que pese a saber que sería en un horario diurno —para que hubiera más personas afectadas en el desastre que vendría— no pudo evitar el pasarla despierto, creyendo que pasaría una alteración y tendría que pelear por la noche.
Ah, por eso mismo se estuvo saltando el desayuno y la cena. Los nervios le provocaban mucho dolor de estómago. Debió haber perdido como dos o tres kilos en esas dos semanas, tal vez incluso cinco considerando que seguía haciendo sus entrenamientos al pie de la letra.
—Ya vete a dormir —ordenó el de quirk explosivo —Te subiré la cena y por el bien de tus plumas, vas a comer un segundo plato.
—Ah, no se extraña nada a mamá estando contigo Katsuki.
El cenizo rodó los ojos y dejo pasar tal ofensa únicamente porque el mayor ya se estaba metiendo en la cama y apoyando la cabeza contra la almohada. Le apagó la luz antes de salir y cerro despacio la puerta. A medida que el rubio lo escuchaba alejarse, sus ojos se cerraban, hasta que un inesperado ruido en su ventana le hizo ponerse en alerta y que tomará una de sus plumas para usarla de navaja.
Finalmente iba a dormir y a alguien se le ocurre visitarme como si fuera Rapunzel, ¡mí suerte es muy mala!
El de ojos amarillos aguanto un gruñido en su garganta en lo que escuchaba el pestillo de la ventana abrirse y unos pasos suaves tocando la madera del piso. Se mantuvo en calma en lo que pensaba quien rayos pudo haber violado la seguridad de Yuei, creada por nadie más que Nedzu con su gran inteligencia y constantemente actualizada por los profesores de soporte técnico. A medida que el intruso se acercaba, se aferraba más fuerte a la pluma y cuando estaba seguro que tenía el momento perfecto para atacar a su intruso, escucho una grave y familiar voz haciendo eco entre las paredes blancas.
—Keigo, soy yo. Así que, no me vayas a apuñalar.
El rubio detuvo el escalofrío que subió por su columna al escuchar la inconfundible voz de Touya, su corazón se aceleró con una naturalidad conocida y se sentó lentamente en la cama. Pese a que afuera el cielo estuviera nublado, por su ventana pasaba algo de luz a iluminar al hombre delante suyo, vestido con una gabardina negra, remera blanca y pantalones holgados, ropa tan ligera para usar en invierno pero que él sabía no tenía importancia debido a que el mismo hombre toleraba el frío a niveles extremos. Su cabello negro teñido en punta, piercings metálicos y quemaduras le daban el aspecto de todo villano, peligroso, malvado y a la vez, muy atractivo con aquellos ojos azules tan fríos cómo el hielo.
Antes de que pudiera suspirar en su mente —porque delante de él no lo haría jamás— como todo un enamorado, se recordó a sí mismo la existencia de Himiko Toga dentro de la Liga de Villanos y su capacidad de tomar la forma de quién bebiera su sangre. Por lo tanto, volvió a mostrarse en total alerta, parándose con cuidado y poniendo su afilada pluma en el cuello del azabache, que alzó una ceja con inocencia y luego, le sonrió con suspicacia.
—Bien, supongo que habría estado decepcionado si a la primera creías que era yo —reconoció el de ojos azules —Pero recuerdas que te dije que Himiko estaba de nuestro lado, ¿no?
A el rubio le dio un tic en la ceja, no le gustaba nada que el más alto llamará a aquella niña por su nombre. Sabía lo que había sufrido y le ponía feliz de que estuviera de su lado, que eligiera hacer algo bueno por la sociedad que la estigmatiza, pero la familiaridad con la que la trataba el azabache le daba muchísimos celos. Sabía que era imposible que tuvieran una relación sentimental pero había escuchado de varias parejas de héroe que empezaron como compañeros de trabajo y más que nada, que sus lazos se afianzaron al hacer misiones de infiltración. Donde lo esencial eran la confianza y la intimidad que podrían llegar a tener con el otro.
Intentando borrar esos pensamientos de su mente, el de ojos amarillos sostuvo fuertemente la pluma contra el cuello del más alto y le miró con seriedad. Eso hizo que soltara un suspiro y alzará las manos de manera inocente.
—Bien, bien —dijo el de ojos claros —Te diré algo que solo nosotros dos sabemos. La primera vez que tomamos alcohol, ¿te acuerdas, no? Estábamos Natsuo, Fuyu, la coneja blanca y tú. Fue en mí casa, sacamos el ron y saque de el viejo, lo mezclamos con vodka. Nosotros aguantamos más tiempo y mientras ellos dormían, les dibujamos las caras y a Natsuo lo dejamos en el patio, con el uniforme escolar de Fuyumi y una peluca blanca.
Keigo bajo la pluma y sonrió de lado, con nostalgia. Era un recuerdo muy especial para él. Su padre había sido, aparte de un homicida, un alcohólico. Por lo tanto, beber nunca fue algo que quisiera hacer, Mitsuki y Masaru le hablaron en varias ocasiones diciéndole que si alguna vez quería hacerlo, que no lo dudará. Que era un muchacho bueno, honesto, dulce, con nada de parecido al hombre y la mujer que le trajeron al mundo. No tenía que tener miedo de una experiencia de la vida adulta.
Sin embargo, paso mucho tiempo hasta que decidiera hacerlo y fue más que nada por insistencia de Rui Usagiyama, su mejor amiga que conoció durante el primer año de Yuei, ella le pidió celebrar su entrada al top de héroes cuando tenían veinte años. Lo recuerda bien, Mirko ocupó el lugar numero doce y Hawks el nueve, recién estaban empezando pero era un enorme logro. Phoenix no figuraba debido a su entrada a la agencia internacional de héroes desde que se graduó de Yuei, aunque igualmente consiguió un puesto muy elevado al mismo tiempo que ellos. Entre los tres se llevaban muy bien, así que la heroína pidió una celebración con alcohol.
Honestamente, si no fuera porque Touya le prometió que todo estaría bien y que nada en él sería diferente por tomar cerveza, no lo hubiera hecho. Hubiera tomado gaseosa en lo que celebraba los logros de sus amigos, por Fuyumi que terminaba con éxito el primer año de psicología en la universidad y la decisión de Natsuo por estudiar la carrera de medicina. Pero acepto hacerlo, fue a la casa de los Todoroki, bebió, se divirtió y celebró.
Y lo que más recuerda de ese día, es a el albino recostado sobre su hombro, riendo tontamente de las payasadas de su hermano y de Rui, escribiendo en la cara de Fuyumi lo mucho que la quería mientras estaba dormida, palabras dulces que no podía decir y que encontró la forma inocente de confesar con el alcohol de por medio.
—Después nos subimos al techo, de milagro no nos rompimos el cuello —siguió contando el azabache —Nos sentamos con lo último que quedaba de sake en una botella, estaba por amanecer y...
El rubio ya había bajado la pluma del cuello del otro, por muy bien que se llevarán Toga y el mayor de los Todoroki, dudaba mucho que le hubiera contado aquella anécdota de los inicios de su adultez. Era un momento muy familiar e íntimo, que quedó en la memoria —aunque algunas partes estaban borrosas— de únicamente quienes lo compartieron. Por eso mismo, le llamo la atención la manera vacilante en la que estaba contando lo último.
Te besé mientras te quedabas dormido.
Touya había tomado lo mismo que todos, estaba igual de ebrio que los demás y envalentonado por lo mismo, por eso cuando estuvo en el techo junto con el chico que le traía como loco desde los trece años —se sigue sintiendo idiota por lo fácil que lo enamoró ese niño parlanchín lleno de heridas y sonrisa imborrable— no pensó en el futuro y a la vez, sí lo hizo. No quería que su relación con el rubio cambiará pero la tentación en ese momento era demasiada y frenarla se sentía imposible.
En un principio, estaban los dos sentados con la botella ya vacía en el miedo, luego, se acostó él con un brazo extendido donde el otro apoyó la cabeza, una sonrisa somnolienta por el alcohol marcaba su rostro, el rizado cabello rubio cubría su frente y sus ojos amarillos empezaban a cerrarse. Es imposible el saber qué fue exactamente, si ver sus labios rosados tan cerca, el sentirlo a su lado o el pensar en lo mucho que le costó tomar el primer vaso de sake, solo se movió hacía adelante y rozó sus labios con los del contrario, lento, despacio. El rubio ya estaba dormido cuando lo hizo, sumado al alcohol, a el mayor nunca le sorprendió que lo último que recordara de esa noche fuera el dormir en el techo.
El beso robado de esa noche le mantenía cuerdo en ocasiones. Era el agua que necesitaba para seguir viviendo y aunque estaba por acabarse, todavía le rendía para un poco más.
Únicamente, debía terminar esta misión. La Liga de Villanos. Un punto final a eso y podría confesarse al rubio de alas rojas.
Al ángel que le salvó del infierno en llamas que fue el Pico de Sekoto.
—Te pusiste a babear sobre mí brazo —terminó el relato y recibió un golpe amistoso en su hombro — ¿Más tranquilo?
—Mucho —suspiro el de alas rojas y agrego con extrañamiento —No es que no este feliz de verte pero, ¿qué haces aquí Touya? ¿cómo lograste pasar la seguridad?
—Nedzu me dio una manera de entrar en la red y jugar un poco con las cámaras según mí conveniencia. Aunque me sorprendió el descubrir que estabas aquí y no dando clases, escalar la pared fue un poco molesto pero... —dijo el azabache mirando detenidamente al más bajo — ¿No estas más delgado?
Keigo se sintió avergonzado y empezó a ser consciente de su aspecto delante del otro, de lo desaliñado de su camisa que salía de su jean color azul y lo despeinado de su cabello, además de que estaba seguro que debía tener unas ojeras nada atractivas. Pasando inútilmente la mano por su cabello para peinarlo un poco y se pregunto si no había escuchado su conversación con Katsuki. Pero no lo creía, no sintió nada mientras el cenizo estuvo con él y sus plumas estaban siempre en alerta, sin importar lo cansado que estuviera.
—Eso no es lo importante. Todavía no me respondiste porqué estás aquí —señalo el rubio —No creo que puedas dejar a La Liga cómo si nada.
—Te sorprendería lo mucho que puede llegar a dormir Shigaraki —bromeo un poco el de ojos azules, recibiendo una mirada seria del más bajo y haciendo con eso que le diera más importancia a el asunto —Viene a decirte que la misión será pronto y que desde ya debes pegarte al viejo. El Nomu es de alto riesgo, Keigo. El viejo podrá acabarlo, pero le costará. Por favor...cuida de él.
El rubio sonrió y puso una mano sobre el brazo del otro, dándole un pequeño apretón. Sabía que la relación entre Touya y Enji era muy buena, no eran unidos al extremo claro pero se entendían y respetaban mutuamente. Para el azabache aquella misión donde él mismo tendría que poner a su padre en peligro debía sentirse como una mierda, doloroso, una culpa horrible. Pero lo hacía porque no quedaba otra opción.
Si dejaban que la Liga de Villanos siguiera mejorado el Nomu, corrían el riesgo de que se volviera muchísimo más difícil de vencer. Necesitaban acabarlo cuánto antes.
Entonces, podrían estar juntos.
—Lo haré, puedes estar tranquilo —prometió el de alas rojas.
—Tranquilo —bufó el más alto —No creo que pueda estarlo. Keigo...
El mencionado se quedó quieto y miro al otro acortar la distancia entre ambos, levantar los brazos para darle un inesperado abrazo que le hizo acelerar el corazón y que, obviamente, devolvió. Cuando se separaron, el rubio pudo entender perfectamente que era la manera de Touya de decirle que por favor también se cuidara mucho. Así que, le sonrió para darle un poco más de tranquilidad y porque no quería que se preocupara por él.
—Creo que deberías irte. Shigaraki ya debe estarse despertando.
Touya asintió aunque estaba reacio al irse. Quería quedarse más tiempo con el rubio pero tenía razón, debía cumplir con sus prioridades. Así que, camino rumbo a la ventana y antes de salir, con el de alas rojas viéndolo atentamente —sabía que no se iba a caer pero aún así se notaba que le preocupaba su manera de abandonar el dormitorio— llevo una mano hasta su oreja derecha para tirar de uno de los tantos piercings que tenía. Buscando que eso le ayudará a parecer menos nervioso.
—Keigo, cuando todo esto termine, hay algo importante que debo decirte —confesó a medias parte de sus sentimientos.
— ¿Y no puedes decírmelo ahora? —cuestiono algo ansioso el rubio al notar la inquietud en los ojos azules del otro —Sabes que no soy la persona más paciente de todas.
—Pues, deberás serlo —abrió finalmente la ventana para salir —Nos vemos.
—Sí, nos vemos.
Cuando el pestillo de la ventana se cerró, el de alas rojas contuvo los deseos de asomarse por ella para buscar la figura negra que abandonaba su habitación en medio de la noche. En lugar de eso, volvió al interior de su cama e intento con todas sus fuerzas dormirse.
Más no lo logro y cuando Katsuki apareció con dos platos llenos de estofado a las nueve de la noche, trato de parecer lo más descansado y relajado posible para ya no preocuparlo.
— ¿Hay una fecha importante que quieras anotar, Katsuki-chan?
El mencionado negó con la cabeza mientras seguía mirando fijamente el calendario de la cocina, Tsuyu intercambio una mirada con Mina y ella se encogió de hombros en señal de que no tenía idea de qué pasaba con su amigo. Izuku y Ochako que estaban sentados juntos en la mesa, debido a que esperaban que su bizcochuelo de chocolate se terminara de hornear, tampoco parecían saberlo.
Finalmente, Katsuki abandono la cocina con una mezcla de irritación e incertidumbre, faltaba una semana para Navidad y todavía no ocurría el ataque del Nomu contra Endvador. Debió ser hacía aproximadamente dos meses y que se estuviera atrasando tanto le preocupaba bastante. Además, de que Keigo hacía quince días que dejó Yuei para dedicarse a ser compañero del héroe número uno. Todos celebraron creyendo que era un hecho importante pero cuando él se enteró el corazón se le detuvo.
Su hermano mayor iba a pasar por el mismo jodido peligro otra vez. Y en esta ocasión, podría ser muchísimo peor. Podría estarse enfrentando a un villano de alta categoría, una verdadero monstruo.
Quizás, incluso...
Una mano sosteniendo su muñeca le detuvo en la sala de estar, sintió un agradable calor subiendo por su piel y al girar la cabeza, se encontró con un par de ojos azul y gris que le miraban con atención.
—Te llamé y no me respondiste, ¿estás bien, Katsuki?
Shoto había bajado a la sala para comer un bocadillo y un té caliente, al encontrarse con que el cenizo caminaba cual zombie con una mirada pérdida en el rostro, no pudo evitar el acercase para averiguar qué le pasaba y como no le contesto a la primera, le agarro suavemente para llamar su atención.
El cenizo tenia una extraña oscuridad en sus ojos rojos y su piel se sentía muy fría, por eso le transmitió algo de calor mediante su quirk. Sus labios se abrieron para responderle pero entonces, unas luces de colores aparecieron repentinamente a su alrededor e hicieron que algunas de las femeninas gritaron por el susto, se reunieron alrededor del cenizo y empezaron a gritar.
A gritar muy pero muy alto.
— ¡Ayuda! ¡Ayuda!
— ¡Voy a morir! ¡Moriré!
— ¡Alguien salvarme! ¡Un monstruo! ¡Un monstruo!
— ¡¿Qué está pasando?! —gritó el delgado de la clase — ¡Bakugou-kun!
— ¡Blasty!
Tenya, Momo, Kyoka y Eijirou junto con varios más se acercaron a la cocina al escuchar el escándalo de gritos agonizantes, mezclados con dolor y miedo, se encontraron con la escena de su compañero de ojos rojos metido en un vórtice de almas que giraban a su alrededor, que a diferencia del festival cultural donde les parecieron hermosas, ahora les daban una sensación de terror. Lo peor era que el bicolor intentaba llegar a él en vano, siendo empujado por las almas en cada ocasión y sintiendo como su ser se sacudía cuando entraba en contacto con ellas. No sabría cómo describirlo pero era una mezcla horrible de frío con horror.
Si a él le dolía un roce, el de ojos rojos debía estar agonizando al estar en medio de ellas.
— ¡¿Cómo podemos detener esto?! —exclamo Uraraka pálida del miedo al no poder hacer nada por sacar a su amigo de ahí — ¡Bakugou-kun está sufriendo!
— ¡Voy a buscar a Aizawa-sensei! —exclamo Sero angustiado por su amigo — ¡Y a Recovery Girl!
— ¡Kacchan, Kacchan! —gritaba Midoriya viendo cómo el cenizo se arrodillaba en el piso con las manos en las orejas — ¡Kacchan, tú tienes el control de ese quirk! ¡Enfócate en eso! ¡Tú puedes!
— ¡Midoriya tiene razón Katsuki! ¡Puedes detenerlo!
Todoroki nunca habría estado de acuerdo con el de pecas en nada pero por esta vez sí que lo estaba. El más bajo dijo que anima era inestable y que si no resultaba absolutamente necesario, prefería no usarlo. Ahora podía entender porqué.
Era el tipo de quirk que terminaba destrozando al usuario.
Bakugou gruño y sintió la sangre saliendo por sus oídos, el llamado de las almas fue tan repentino que su cabeza apenas podia soportarlo y las imágenes múltiples que les mostraban no le ayudaban a concentrarse para detenerlas. Podía sentir el miedo que no era suyo corriendo su ser, el dolor de otros pasando por su cuerpo y además de eso, el pánico, una corriente de pánico extremo que le hacía gritar.
Porque también era suyo.
La batalla de Endvador y Hawks contra el Nomu que podía razonar había comenzado.
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