Capítulo 32
Según la información que le dio Denki, Rui no toleraba mucho el calor, le hacía sentirse descompuesta y mareada desde que era joven. Esa sensibilidad se vio incrementada debido al encierro al cual fue sometida en manos de All for One, en una habitación a metros bajo tierra donde no recibió ni un poco de luz solar en un periodo de dos meses. Por eso, Katsuki la llevo a hacer actividades en lugares cerrados y con aire acondicionado dentro de la preparatoria Yuei, en esos sitios la menor estuvo bien y estable.
El problema era ahora cuando debían salir a el patio para buscar algo de comer. Porque todos los puestos estaban hechos al aire libre y la cafetería no se encontraba funcionando.
El cenizo chasqueo la lengua cuando la pequeña rubia se aferró a un costado de su pierna, temerosa del cielo azul sin nubes a la vista y la falta de sombra que había a esas horas de la tarde. Lo mejor que se le ocurría en esos momentos era dejarla unos minutos con el bicolor en la sombra del edificio de entrada pero existía una enorme posibilidad de que la menor se negara a eso. Acepto que el más alto los acompañará pero todavía no demostraba estar a gusto con él y era muy pronto como para dejarlos a solas.
Con unas circunstancias tan difíciles, a el de ojos rojos se le termino ocurriendo una idea que lo beneficiaba y perjudicaba a la vez, tomando a la niña en brazos —la cual pareció incómoda por el calor que inevitablemente desprendía su cuerpo— miro hacía el de quirk dual que se mantuvo en silencio a su lado. Odiando como el rubor empezaba a subir por su rostro, se acercó descaradamente a él y se inclino hacia atrás en su lado derecho.
— ¿B-Bakugou? —tartamudeo el más alto, sorprendido, avergonzado y nervioso por las acciones del otro.
—Usa tu mitad fría. A la enana le hace mal este jodido calor y a mí también me está fastidiando —dijo a modo de explicación, acomodando a la niña entre sus brazos que le vio con un puchero por como le llamo y eso le hizo sonreír levemente, a la vez que le permitió enfocarse en otra cosa que no fueran los latidos de su corazón —Pon tu brazo derecho sobre mí, Todoroki y busquemos de una vez algo para comer. Me muero de hambre.
Shoto acató a lo pedido sin dudarlo, en parte feliz y en parte sumamente nervioso. Puso su brazo derecho sobre el hombro del cenizo, tocando superficialmente con sus dedos la espalda de la menor y enviando una corriente de frío que hizo que el semblante de Rui mejorará bastante. La niña le dio una mirada de agradecimiento y él le sonrió un poco en respuesta. Después, junto con el más bajo, salieron de la sombra que daba el techo del edificio principal y se fueron por la derecha, a ver los puestos de comida de las distintas clases. Varias personas les vieron con obvia curiosidad pero se frenaron de hacer comentario alguno.
— ¿Qué quieres comer, enana? —cuestiono el cenizo a la niña.
—...No me digas enana, Bakugou-san —hizo un leve puchero la rubia que solo causó un bufido divertido en el cenizo y una mirada amable del más alto, sintiéndose en desventaja, suspiró —Una brocheta.
— ¿Una sola? —interrogó el de ojos rojos y la menor asintió —Bien, ¿qué hay de ti mitad-mitad?
—Vi un puesto que vende takoyaki —respondió el bicolor.
—Hum, supongo que comeré lo mismo que tú —comento el cenizo, la comida de festival no era mucho de su agrado, solo los dulces estaban bien hechos —Vayamos por las cosas y después busquemos un lugar fresco dónde comer.
El comprar sus comidas no llevo demasiado tiempo, una mirada en uno de los puestos le dijo al cenizo que la menor estaría bien si consumía sus productos y conseguir lo suyo con el bicolor tampoco costo mucho trabajo. Lo que sí resultó difícil fue la búsqueda de un lugar pacifico dónde comer. Con tantos visitantes, Yuei estaba repleto por cada rincón posible. Si no fuera porque el de quirk dual encontró un espacio libre en las escaleras entre el segundo y tercer piso, lugar donde por milagro nadie se había instalado, hubieran tenido que subir hasta la azotea para conseguir algo de paz.
Rui se sentó en el primer escalón, con su brocheta y una gaseosa, comía de a bocados pequeños y lentamente como le sugirió el nutriólogo al cual le hicieron ver en el hospital. Por un segundo, se preguntó si no era aburrido para los otros adolescentes tener que estar pendientes de una niña aburrida como ella. Pero cuando giro la cabeza para verlos, ya que ellos eligieron sentarse dos escalones arriba del suyo, se encontró con que el cenizo seguía apoyado en el lado derecho del bicolor mientras comían tranquilamente sus takoyakis y compartían una misma botella de agua.
¿Bakugou-san seguirá con calor?
A diferencia de Denki quien era más extrovertido y tenía facilidad para llevarse bien con todo tipo de personas, la menor se parecía más a Yuna que prefería tener su propio espacio y que nadie le molestará. No se consideraba a sí misma introvertida pero realmente era muy tímida en un inicio para tratar con los demás y no confiaba en nadie fácilmente. El cenizo era un caso especial por lo que hizo por ella —en especial, la parte de como la protegió de All for One— y sus hermanos y viendo que el bicolor era de su agrado, ella empezó a asumir que debía ser también una persona de confianza.
Así que, suponía que podía estar tranquila que no estaba haciendo perder su tiempo a ninguno de los dos chicos, ya que ellos mismos parecían estar muy cómodos entre sí.
Luego de su almuerzo, Bakugou vio que el sol empezaba a ocultarse en el cielo, dando paso al atardecer y mirando hacía la menor que tranquilamente se quedó sentada en la escalera después de terminar de comer, se paró y le ofreció la mano para que se levantará ella también.
—Siguen habiendo un par de puestos interesantes ahí afuera, vayamos a verlos.
Rui asintió con una pequeña sonrisa que cada vez más frecuentemente le mostraba. Después, cuando Shoto se puso de pie también para seguirlos, tímidamente le tomo de la mano derecha, sorprendiendo al mismo chico que no pudo evitar el levantamiento en sus cejas y la curvatura de sus labios en un círculo.
El cenizo soltó una ligera risa y agradeció a la menor que le sacará tal expresión de su estoico rostro al chico que le gustaba.
—Linda cara, mitad-mitad —se burlo.
—...Eres bueno con los niños —comento el bicolor, esquivando los divertidos ojos rojos que le observaban y pasando todavía un poquito de frío a la menor, ya que seguía haciendo calor —Es bastante inesperado.
—Trate contigo y Deku desde que tengo cinco años, es lógico —siguió burlándose el más bajo, viendo cómo el otro se seguía sonrojando —Ustedes son de lo más infantiles.
—Eso no es cierto —arrugó el ceño el de quirk dual en protesta.
—Sí, lo es —afirmó el de ojos rojos divertido por las expresiones tan abiertas que tenía el otro en este día —A ti y a ese nerd les encantaba pelear por tonterías, ¿acaso no recuerdas cuando subieron a ese jodido árbol en el parque y los dos cayeron sobre sus traseros porque se rompió una rama?
Si Katsuki se hubiera implementado un objetivo aquel día, sería el de ver que tan rojo podía ponerse el más alto con cortas oraciones y cielos, era muy divertido cumplirlo.
Un pequeño tirón en su muñeca desvío —afortunadamente— la atención del más bajo del avergonzado bicolor. Unos ojos dorados le atraparon en busca de explicaciones que, por timidez, la boca no podía formular. Y él con gusto se las daría.
— ¿Quieres escuchar una historia divertida, enana? —pregunto de buen humor y la niña asintió con curiosidad —Hace mucho tiempo, este tonto de dos colores, un chico con cabello de brócoli y yo estábamos en un parque jugando como los mocosos tontos que éramos. Entonces, yo me fui unos segundos a hacer no se qué mierda y cuando volví a dónde ellos debían estar, no los encontré, ¿sabes por qué?
—Bakugou...—intento detenerlo el de quirk dual.
— ¿Por qué? —cuestiono inocente Rui.
—Pues, resulta que los dos idiotas estaban trepando un jodido árbol cual monos en la jungla —contó con gracia el más baja, recordando lo impactado e incrédulo que estuvo en ese momento —No sé qué mierda se les metió en la cabeza pero cuando corrí para evitar que se rompieran un jodido hueso, la rama donde estaban se quebró y los dos cayeron de trasero al piso.
Los adolescentes vieron que la niña hizo lo posible por no reírse, formó muecas y les apretó las manos para evitarlo, pero finalmente el sonido de su risa se filtró por sus labios. Era una risa bajita, dulce y llena de inocencia. Cuando no pudo controlarse, miro hacía el más alto con vergüenza.
—Lo siento, Todoroki-san —se disculpo apenada por reírse de un evento que pudo ser grave — ¿Resulto herido?
A Todoroki le conmovió la preocupación de la niña por algo de hacia tantos años y le hizo olvidar la razón de su vergüenza previa, que era debido a que su caída junto con Midoriya de aquel árbol se debía precisamente a la persona que estaba a un lado suyo burlándose de su rostro sonrojado. En aquel entonces, la competencia contra el de pecas era bastante fuerte, peor que en la actualidad y en una discusión estúpida que ocurrió mientras el cenizo no estaba para detenerlos, eligieron el árbol más alto del parque para escalar. El que llegara a la cima, debería hacerle caso al contrario por un tiempo indefinido. Esa fue su apuesta. La cual, por obvios motivos, no llego a concretarse ya que ambos se cayeron sin llegar ni al metro del árbol.
Volviendo a enfocarse en la niña rubia que esperaba su respuesta, el más alto lo pensó y contesto.
—Un par de raspones, nada más.
— ¿Y el chico con cabello de brócoli? —interrogó la rubia.
En el momento en que el bicolor estaba por responder, como si se hubiera tratado de una invocación, una persona grito alegremente el nombre del cenizo.
— ¡Katsuki-kun!
Se trataba de Togata, Midoriya y la pequeña Eri, que estaban a unos metros de ellos, en un puesto de tiro. El primero alzaba los brazos enérgicamente mientras que el segundo sonreía y la tercera se quedaba detrás suyo.
El bicolor sintió una sensación conocida de acidez cuando el rubio llamo tan familiarmente al de ojos rojos por su nombre.
¡Él lo conocía de años y seguía usando su apellido!
Rui miro confundida la expresión del más alto y luego, vio el suspiro cansado del cenizo, el cual después le devolvió la mirada.
— ¿Es mucho pedirte que toleres a un insoportable superior, enana? —pidió el de quirk explosivo —Lo saludo y ya.
La rubia asintió sin problemas, se sentía cómoda con ambos chicos, así que podía tolerar a alguien más. Aunque el muchacho rubio de ojos azules que sonreía tan animadamente le puso algo nerviosa e instintivamente, se pegó más al de ojos rojos. Por suerte, él comprendió su inquietud y la levanto en brazos de manera protectora. De aquella manera, junto con el bicolor, se acercaron a los otros dos adolescentes.
—El concierto estuvo realmente increíble —fue lo primero que dijo el mayor con una enorme sonrisa al verlos llegar —Oh, ¿y esta linda niña? ¿es tu hermana, Katsuki-kun?
—Hermana menor de un amigo, Rui Kaminari —aclaró el de ojos rojos y fue todo lo que el superior necesito escuchar para saber que era una niña con la cual debía ser cuidadoso o al menos, no tan confiado si ella no estaba cómoda — ¿Y Tamaki-sempai, Tin Tin?
El de pecas y el bicolor se vieron sorprendidos con lo familiarizados que parecían estar el rubio y el cenizo. Una cosa era que por resignación el segundo aceptará ser llamado por su nombre pero otra diferente que usará el nombre de pila de alguien más. Para ellos resultaba de lo más extraño, porque claro, no sabían que debido a lo que el cenizo hizo por el rubio —al menos, el de quirk dual no lo sabía— este y su pareja hicieron una relación más cercana con él.
Sí, pareja. Tamaki Amajiki era la pareja de Mirio Togata desde lo catorce años, pero debido a la naturaleza tímida e introvertida del azabache, su relación era algo que solo conocían aquellos que fueran de su círculo íntimo.
—Con Hado, le prometió ayudarla con el concurso de belleza por ser el último año —respondió sonriente el muchacho — ¿Tú que hacías? Oh, ¿eres Todoroki, no?
—Sí, un gusto —dijo el bicolor un poco malhumorado.
—Dando una vuelta —le dio una mirada extrañada el más bajo hacía el de quirk dual que la esquivó —Estábamos por irnos a otro lado, así que, nos...
— ¡Loser, loser, jajaja!
El ruido de una voz mecánica y chillona les llamo la atención, haciendo que vieran hacía la derecha de dónde estaban. El pecoso tenía una expresión de frustración en el rostro y la pequeña albina le daba palmadas en la espalda a modo de consuelo. El dueño del puesto, un chico de la clase de soporte técnico del tercer año, parecía muy satisfecho.
— ¡Mala suerte amigo! —rió.
Izuku frunció más el ceño, lo cual para el cenizo resultó interesante ya que no era cosa de todos los días y todavía cargando a la menor, se les acercó. Rui pidió bajar al piso un momento pero se quedó a un lado suyo y Eri hizo lo mismo con el de pecas.
Katsuki examinó el puesto de tiro el cual le pasó desapercibido hasta el momento, se trataba de una tienda llena de peluches de superhéroes, máscaras de demonios y bolsas con caramelos a los costados, mientras que en la parte de atrás había una telaraña con tres mariposas de colores llamativos atrapadas.
—Bakugou-san, ¿cómo se juega esto? —quiso saber Rui al no entender la manera de ganar los premios.
—Déjeme que te lo explique, pequeña señorita —pidió el mayor de tercero —Mí quirk me permite controlar esas mariposas. Lo que tienes que hacer es dispararles con la pistola una telaraña para que queden atrapadas en la pared, en un tiempo de un minuto y medio. Es bastante sencillo. Aunque, claro, para la clase A la dificultad es especial.
—Oye, amigo, eso no es justo —protesto el rubio con el ceño fruncido.
Rui, Eri y Shoto asintieron a la vez en acuerdo con las palabras de Mirio pero el chico de tercer año se encogió de hombros.
—Si no les gustan mis reglas, pueden irse.
El cenizo bufo por la actitud arrogante del mayor y decidió poner en la mesa un billete para jugar. El chico lo tomo con una ceja alzada pero antes de que lo sacará, puso su mano sobre la suya y le miró amenazante.
—Hagamos una apuesta, bastardo mariposa. Si le atino a todos esos bichos, me darás la cantidad de premios que quiera y cuáles yo elija —propuso confiado el de quirk explosivo —Si yo pierdo, hago la mierda que se te venga en gana.
—O-Oye, Kacchan —tartamudeo nervioso el de ojos esmeralda que acababa de jugar por quinta vez y sabía que tan difícil era ganar —No te precipites...
— ¿Lo que yo quiera? —repuso el superior con una sonrisa de oreja a oreja —Te conozco, niño. Eres el arrogante Bakugou Katsuki de primer año, ¿no?
—El mismo —confirmó el de ojos rojos con una sonrisa engreída y desafiante.
—Bien, si ganó, lo que va a pasar —anunció el mayor bastante seguro de sí mismo —Debes ser mí novio toda una semana.
El más bajo sintió un cortocircuito en su cabeza, en serio, de todas las cosas vergonzosas que podría hacerle no entendía porque el mayor le pedía un noviazgo. Estaba bastante estupefacto por eso, pero logró asentir para aceptar la apuesta.
Mientras tanto, sin querer a Todoroki se le prendió fuego parte de su cabello rojo y a Midoriya se le salieron un par de chispas verdes distintivas del One For All, al escuchar lo pedido por el chico. Por seguridad, Togata apartó lentamente a las niñas de ellos y las mantuvo cerca suyo. Ellas no mostraron objeción alguna.
El superior le pasó al de ojos rojos la pistola, para demostrar que no habría trampas y le mostró también como se movían sus mariposas mecánicas. Volaban a una velocidad realmente rápida, donde apenas el ojo humano era capaz de distinguir los colores amarillo, rosado y rojo de cada una. Le explicó al menor que podía darle a cualquiera con tal de ganar su apuesta, aunque había cierta distinción de puntos entre cada una. La roja era la primera, la amarilla la segunda y la rosada la tercera. Pero, bien esos detalles no eran relevantes. La pistola contaba con quince tiros de telaraña y el cronómetro empezaba a correr cuando estuviera listo. Las mariposas siempre estarían en el rango de la tienda y cerca de la pared llena de telarañas.
Bakugou acomodo la pistola diseñada como una nueve milímetros, se posicionó delante del mesón que lo separaba del puesto y le dio al mayor un asentimiento de cabeza para que empezará con el cronómetro. De inmediato, las mariposas que se habían mantenido de forma superficial en la telaraña salieron disparadas en todas direcciones, haciendo que por un momento se confundiera y le diera un leve mareo.
Sin embargo, si había algo de lo cual podía darse el crédito exclusivamente de aprender en su otro vida, fue la habilidad para juegos de este estilo de rapidez. Después de todo, lo único que podía hacer sin cansarse durante todo el día sentado en una camilla de hospital, era jugar a dispararle a zombies en la pantalla de su consola de videojuegos portátil.
El cenizo hizo dos tiros de práctica que rozaron a las mariposas, el tercero fue directamente a dar con la amarilla, lo cual afecto bastante al superior que las controlaba y lo hizo desconcentrarse. Haciendo de esa forma más sencillo que pudiera darle a la mariposa rosada en el tiro número cuatro. Finalmente, la roja fue la que más se resistió, ya que el mayor no pensaba en quedar en ridículo por su culpa pero el de quirk explosivo le logro atinar en el décimo tiro, cuando el cronómetro casi llegaba al minuto con veinte.
Al superior se le cayó la mandíbula al piso y él, con la pura maldad de su yo villano, se la cerro con el pico de la pistola.
—Momento de reclamar mis premios, idiota arrogante —se burlo en lo que el mayor seguía procesando su brutal derrota —Rui, Eri, ¿qué quieren?
Las mencionadas dieron un brinco en sus lugares al ser llamadas por sus nombres —y no algún extraño apodo— por parte del cenizo, sintiendo un pequeño empujón en sus espaldas que las alentaba a acercarse a ver qué podrían pedir, ambas dieron pasos al frente tímidamente. La albina podía ver sobre el mesón los premios que traía el puesto. En cambio, la rubia apenas con ponerse en puntas de pie lograba verlos. Entonces, con facilidad, el de ojos rojos la alzó para que se sentará sobre la madera y pudiera elegir.
Eri vio como la otra niña agradecida sonreía tiernamente al mayor para luego mirarla a ella. Ladeando la cabeza, moviendo su corto cabello rubio hacía la derecha, le hablo, tenía una voz suavecita pero clara que se hizo presente fácilmente en sus oídos.
— ¿Quieres subir? —interrogó la de ojos dorados ya que no sabía porqué la otra niña se le quedó mirando.
—Y-Yo...n-no. Aquí estoy bien.
Rui no estaba convencida de eso y tirando de la mano del cenizo, le pidió con la mirada que también subiera a la niña. Tal vez la albina quería ver los premios más de cerca. Así que, las dos terminaron sentadas sobre el mesón, viendo los premios, al superior de rodillas en el piso llorando su derrota y eligiendo qué llevarse. Les tomo unos minutos, en los cuales, finalmente optaron por unos peluches.
Para la albina fue un peluche con forma de pingüino el cual usaba un adorable moño rojo. Para la rubia, sorpresivamente, había eligido unos peluches de los héroes EreaserHead y Present Mic, ya que no eran muy grandes podía abrazarlos a ambos con sus bracitos. El cenizo no hizo ningún comentario al respecto, la propia niña se veía avergonzada mientras se ocultaba detrás de los peluches.
— ¿Puedo elegir algo para Tamaki, Katsuki-kun? —pidió el rubio de ojos claros, pasando con confianza un brazo por los hombros del menor — ¡Acabo de ver algo que sería ideal para él!
—Sueltame y haz lo que te de la gana —bufo el de ojos rojos, corriendo el brazo del mayor y viendo como tomaba del puesto un peluche con forma de pulpo — ¿Es en serio, Tin Tin? ¿Esa cosa?
— ¿Qué? —parpadeo el rubio — ¿No es lindo?
—Tienes un extraño concepto de lo que es lindo —fue toda la opinión que dio el más bajo.
Mirio hizo un puchero y fue a pedirle a las menores su opinión acerca del pulpo de color rojo que deseaba regalarle a su novio. Mientras tanto, Katsuki tomo un peluche más de la tienda y luego de burlarse un poco más del superior que le miraba irritado —deseando que se fuera de una vez— fue hasta Shoto que se había quedado a un lado del lugar. Al escucharlo acercarse, se giro a mirarlo y antes de que pudiera decir nada, empujó el peluche contra su pecho.
El bicolor miro confundido el peluche.
— ¿Qué te hice para que me des esta cosa? —quiso saber indignado.
El peluche que había elegido el más bajo era uno de Endvador, el fuego característico de su quirk a su alrededor y con la frase "hombre en llamas".
A el bicolor no le hacía falta ese tipo de mercancía de su padre. Todo lo contrario, incluso le daba escalofríos la sonrisa de oreja a oreja en el peluche, recordando que su progenitor no sonreía de esa manera a no ser que su madre estuviera involucrada.
—Darme un estúpido muñeco de All Migth a inicio de año, considerarlo un pago por eso —se encogió de hombros el cenizo pero la verdad era que quería darle algo al más alto y la única forma de hacerlo, fue usando aquella excusa y haciéndolo pasar como una broma —Puedes dormir con él. De seguro a tu viejo le encantaría.
—Ugh, no, gracias.
El de quirk explosivo soltó una pequeña risa en lo que el más alto arrugaba la nariz mirando todavía el peluche. A lo lejos, Izuku que observaba aquella escena solo pudo suspirar con resignación y aceptación. Odiaba reconocerlo pero esos dos siempre lucieron bien juntos, esperaba que pronto se dieran cuenta de eso.
Abre los ojos, Todoroki-kun, ¿acaso crees que alguien más que tú conseguiría que Kacchan se riera tan naturalmente?
Si el de quirk dual no podía darse cuenta de lo querido que era por el de ojos rojos, el mismo pecoso se encargaría de golpearlo hasta que le entrará en su maldita cabeza.
Togata junto con Midoriya se llevaron a Eri cuando dio la hora de la fogata, Aizawa les había dicho que todavía no podía estar demasiado tiempo lejos de la supervisión médica y tenían hasta ese horario para pasar tiempo con ella. Mientras tanto, Bakugou y Todoroki se dirigieron a el centro del patio de Yuei donde se haría la fogata. Rui ya presentaba notables signos de cansancio, por la manera en su cabeza se apoyaba en el hombro del cenizo que la llevaba nuevamente en brazos y sus brazos apenas se sostenían de su cuello.
— ¿No quieres que la lleve yo por un momento, Bakugou? —ofreció el más alto.
El cenizo negó con la cabeza, sin animarse a hablar ya que la niña había cerrado los ojos hacia menos de un minuto. Apenas y le pesaba algo, podía manejarlo.
A medida que ambos se iban adentrando en la zona de la fogata, más personas empezaron a acercarse. Eran quienes no pertenecían a Yuei, familiares, amigos y visitantes del festival que volvían a sus casas, pues, la fogata era para los estudiantes. Para evitar que chocarán con el más bajo que sostenía a la niña, el bicolor lo rodeó con un brazo y puso el otro brazo delante de ellos, así evitarían un choque.
Fue un gesto muy caballeroso, que hizo al de ojos rojos chasquear la lengua avergonzado porque le hacía feliz esa atención y preocupación del contrario por la menor. Y buscando distraerse de eso, se puso a buscar a Kaminari entre la multitud. Dudaba que fuera a romper la promesa de ver la fogata con su hermana pero tarde se percataba que no dijeron de un lugar para encontrarse.
Al llegar delante de la fogata, hecha de forma cuadrada por troncos y con estudiantes bailando alrededor de manera alegre —y en algunos casos, romántica— los dos adolescentes se frenaron y esperaron alguna señal del rubio del ojos dorados.
La cual, por suerte, no demoró en mostrarse. Desde delante de ellos, un chico de cabello rubio se aproximaba corriendo a toda velocidad.
— ¡Bakugou, Bakugou! ¡Lamento la demora! ¡Tuve que limpiar y ayudar a...! —exclamó apenado el de ojos dorados para después modular su tono de voz —O-Oh, perdón, ¿hace mucho se durmió? ¿te causo algún problema?
El de quirk explosivo negó con la cabeza, a la vez que la niña despertaba por el escándalo de su hermano mayor y le miró mientras se frotaba su ojito derecho.
—Den-nicchan...—llamó con voz adormilada —Bakugou-san me llevo a ver una obra de teatro donde el caballero le coqueto mucho.
A el de quirk eléctrico se le escapó una pequeña risa por las palabras de la menor, el cenizo no pudo evitar bufar al recordar ese episodio y el bicolor hizo todo lo posible porque no se notará su disgusto al recordar lo descarado que era Monoma para coquetear con el de ojos rojos.
—Debió haber sido una obra muy divertida —supuso el rubio y la pequeña asintió —Bien, es hora de despedirse Ruru. Veamos la fogata un rato y luego a casa a dormir, ¿de acuerdo?
Rui asintió y fue pasada delicadamente a los brazos de su hermano mayor, donde se mostró más cómoda para abrazarlo y acomodarse a su gusto. Con los ojos dorados semiabiertos, levanto la mano derecha para despedirse de los adolescentes, murmuró un gracias por haber cuidado de ella y por los peluches, que el de quirk eléctrico agarró con una ceja alzada pero sin decir nada. Cuando ambos se fueron a observar la fogata, dejándolos solos, el bicolor miró a los ojos al más bajo y luego a las parejas que bailaban alrededor del fuego.
Una parte suya quería invitarlo a bailar pero la que ganó fue la que dijo que no arruinara el momento y que simplemente se quedará calladito dónde estaba.
—Tin Tin dijo que si pides un mismo deseo delante de la fogata por los tres años que estés en Yuei, se cumplirá —contó el de ojos rojos — ¿Tú creerías en algo así, mitad-mitad?
—Tendría que preguntarle si su deseo se cumplió —razonó el bicolor —Para así creerlo.
Bueno, según lo que le contó Mirio al cenizo, lo que pidió por tres años fue estar por siempre con Tamaki. Y hasta el momento, eso se había cumplido. Incluso ahora, que Katsuki podía verlos a unos metros de ellos parados delante de la fogata, tomados disimuladamente de las manos, imaginaba que el rubio debía estar pidiendo el mismo deseo y que el del azabache debía ser similar.
Por siempre juntos, ¿eh?
El más bajo miro unos segundos a Shoto, el como la sombra de la noche que se hacía presente y las llamas de la fogata lo iluminaban y ocultaban de sus ojos al mismo tiempo, la manera en que su cabello rojo y albino caía lacio por su rostro y la sensación de frío que le seguía transmitiendo con la parte derecha de su cuerpo.
Su deseo de estar juntos estaría de más al ser almas gemelas. Pero eso no quería decir que no pudiera pedir uno.
El cenizo volvió la vista a las llamas, a los chicos bailando por la fogata, mayormente de segundo y tercero, los de primero eran muy tímidos como para bailar o sacar a bailar a alguien. Estaban casi todos sentados en el piso, como Kyoka y Momo que se pusieron lejos para ver a los bailarines pero lo bastante cerca como para sentir el calor del fuego. O Eijirou, Ochako y Tsuyu que aplaudían los pasos de Hanta y Mina.
Era penoso pero estaban en una edad donde la honestidad con sus sentimientos no era el mayor de sus problemas. Había cosas más importantes que estar con las personas que le gustaban, metas que alcanzar y objetivos que cumplir.
Quizás, cuando acaben con todo ello tendrían tiempo para lo otro. O no. Quien sabe. El tiempo lo dirá.
De momento, el cenizo solamente pediría su deseo.
Deseo ser capaz de proteger a Todoroki. Deseo poder ayudarlo siempre que pueda.
El más bajo cerró los ojos un momento, como si de esa manera pudiera darle fuerza a su deseo y cuando los volvió a abrir, la escena siguió siendo la misma, el bicolor a su lado, las personas bailando y el cielo ya completamente oscuro. Pero por alguna razón, su pecho se sintió más aliviado y relajado.
De esa manera, se acabó el festival cultural de Yuei.
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